Reggio’s Weblog

Obama y los de aquí, de Xavier Bru de Sala en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

Qué duda cabe, España es el país de Europa más sensible y receptivo a los vientos que soplan de Estados Unidos. No importa la falta de reciprocidad. No estamos en la lista de los cuatro o cinco europeos que más cuentan para la Administración de Washington, en parte porque somos casi unos recién llegados al club de los países democráticos y avanzados, pero sobre todo por los exagerados vaivenes de posicionamiento en el tablero internacional, y dentro mismo de Europa. ¿Cómo te vas a fiar de un país que te envía o te quita tropas y apoyo según gane el PSOE o el PP? ¿Cómo tenerlo en consideración prioritaria si primero está muy cerca del núcleo duro de Europa, después se sale para meterse en la estela de Gran Bretaña y luego vuelve donde estuvo, pero sin la convicción anterior? A medio plazo y visto desde fuera, España no es un país previsible en no pocas cuestiones para otros fundamentales.

Cuanto menos previsible, menos fiable. Es algo que perjudica pero que deberemos soportar hasta que, en un día que no se vislumbra, a los líderes políticos les dé por trabajar en un pacto sobre política exterior.

Eso se explica, en buena medida, por la falta de tradición democrática, que se traduce en menor asentamiento y enraizamiento, no de la propia democracia, que está encauzada en una vía sin marcha atrás, la europea, sino por una mayor volatilidad de las formas y costumbres de la propia vida democrática. En este sentido, el resto de países de la que fue Europa de los Quince nos lleva decenios de ventaja. Esa misma falta de acrisolamiento, la que vuelve singulares e intransferibles las que podemos llamar democracias nacionales -todas las del entorno menos la nuestra- nos convierte en un país menos seguro de sí mismo. Esta inseguridad puede compararse a una moneda de dos caras, o más bien dos cruces: España es muy poco reformista. Se lanza a navegar por corrientes y vientos ajenos en vez de intentar generar los propios. Lo dicho hasta aquí es conveniente, además de útil, en cuanto no ande equivocado, para que no les choque la siguiente tesis: del mismo modo que España fue el único país europeo donde el movimiento neoconservador fue trasplantado con éxito -hasta el punto de que estando la central americana en bancarrota, la franquicia hispana sigue tan campante- en el próximo futuro, y de no quedar cercenado

Barack Obama antes de llegar al poder, la tendencia ideológica dominante será la obamitis, el obamismo, o como quieran llamarle (mientras no sea obamamanía). Desde luego, que según mi más firme punto de vista, la obamitis u obamismo va a sentar mucho mejor, tanto a nosotros como al mundo.

Por poner un ejemplo muy reciente, si la onda ya le hubiera llegado, el comportamiento de Zapatero en el debate hubiera sido radicalmente distinto. Aun teniendo la credibilidad por los suelos y no representando nada nuevo, al contrario del candidato estadounidense, el líder del PSOE podría casi renacer de sus engaños si se reencontrara consigo mismo unos años atrás, porque entonces, en su núcleo personal, algo había de lo que ahora se está imponiendo -y de qué modo- con el avance del fenómeno Obama. Por si acaso, le recomendaría, y a ustedes, emplear este fin de semana -no lo demoren al siguiente, porque habrá pasado el próximo martes, crucial en las primarias- en empaparse del libro La audacia de la esperanza, cómo restaurar el sueño americano, escrito por el candidato antes de lanzarse al ruedo de la campaña.

Es un libro imprescindible, llamado a cambiar muchas cosas en el mundo, empezando por la propia lucha política, la ética del poder, la coherencia, la puesta al descubierto por uno mismo de sus dudas o sombras a la luz de sus luces. No es lugar para resumir la multitud de tesis que reúne Obama en un auténtico corpus regeneracionista. Baste con empezar aportando esta arriesgadísima idea suya: se puede triunfar en política sin volverse un canalla o un sinvergüenza. Aunque uno no lo sea o no se vea como tal, la jauría de los asaltantes y merodeadores del poder, o sea, el grueso de los políticos, clava tantas dentelladas que a todo profesional de la política le van creciendo los colmillos, y con ellos la nariz. Entre los de aquí -y los de allí- parece imposible no sucumbir sin armarse de unas buenas fauces, tanto para tragar como para morder. Pues no, Obama se rebela, y empieza mostrando sus debilidades, dudas y errores antes de que otros las descubran. Así sigue siendo humano, pero además consigue otra cosa, hasta ahora inédita, que los golpes bajos e insultos se vuelvan boomerangs que dan en quien los ha lanzado.

El fenómeno Obama es incipiente y puede truncarse. Pero de todos modos ayuda, ni que sea por contraste, a desenmascarar a buena parte de los líderes españoles del barro con el que se embadurnan, no sólo unos a otros, sino cada cual a sí mismo sin el concurso de los rivales. Qué pena tener que esperar una ola regeneracionista, con la tradición que teníamos en este sentido, pero que de otro modo permanecería olvidada por completo y para siempre.

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Caras y caretas, de Carlos Sentís en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

El cara a cara Zapatero-Rajoy del lunes pasado fue un monumento al bipartidismo. Lo que sería explicable para unas elecciones presidenciales -como las estadounidenses-, resulta exagerado y exclusivista para otras opciones, puesto que la democracia parlamentaria no es cosa de dos. Ni una rendija para otros candidatos que encabezan listas, que pueden tener peso político o parlamentario una vez elegidos sus componentes. Prueba de ello es que Catalunya no apareció más que un par de veces y siempre como sujeto pasivo. Durante la última legislatura ha sido empleada como herramienta útil para el jaque mate. En cierto momento, Zapatero reprochó a Rajoy que éste utilizara a una mayoría de españoles para lanzarlos contra Catalunya o su Estatut, con idea de que el puñetazo repercutiera en la cara del presidente, que había propiciado una reforma estatutaria. La cuestión es que Zapatero acusó a Rajoy de que con el pretexto de defender la llamada unidad de España enfrentara y separara a comunidades.

El bipartidismo puro y duro excluye otras opciones políticas apropiadas para la expresión de la democracia. Un par de días antes del debate escuché, en la cadena Ser, cómo Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que aunque no es presidente de Extremadura continúa siendo un barón del PSOE, dijo que él deseaba una mayoría absoluta del PSOE y, si no, una del PP. «La cuestión es evitar la presencia de unas minorías siendo, como son, insolidarias». Digamos de paso que llamar insolidarios a los catalanes es una gran sinrazón, a la vista del desequilibrio entre la contribución catalana y el déficit de devolución en infraestructuras, como ahora mismo, lamentablemente, podemos comprobar. En efecto, estas minorías pueden contribuir a solidificar cuando la mayoría de uno de los dos grandes partidos es notoriamente escasa. Rodríguez Ibarra es partidario de una reforma electoral que impida a los nacionalistas poder actuar, lo que sería como expulsarlos, nuevos Adán y Eva, del paraíso terrenal.

Son buenos los cara a cara televisados, que no se habían realizado en España desde hacía unos quince años. El del lunes pasado lo contemplaron más de trece millones de españoles, lo cual si no contribuye a decidir su voto sí, en cambio, puede hacer que muchos ciudadanos tomen interés y acudan a votar. En las mesas de los cara a cara hubieran podido sentarse los cabeza de lista de otros partidos. Me hubiera gustado ver entre ellas el perfil romano de la cabeza de Duran Lleida quien, por una intervención quirúrgica, superada favorablemente, retrasó unos pocos días su incorporación a la campaña electoral. En realidad Duran Lleida no necesita actuaciones de última hora, puesto que durante la legislatura ha tenido ocasión de lucir sus dotes parlamentarias. En las encuestas siempre ha sido calificado como uno de los oradores más sobresalientes del Congreso de los Diputados. Es un parlamentario de dicción clara como su pensamiento y siempre con tono moderado, sin aspavientos y defendiendo el sentido común. Precisamente así se denomina la plataforma de apoyo que han constituido un grupo de sus amigos políticos. En el Congreso de los Diputados, Duran Lleida ha sucedido en el tiempo a Miquel Roca Junyent como hombre equilibrado, pausado y tenaz en la defensa de las cuestiones que atañen a Catalunya, además de las de España. Son, grosso modo, las actitudes que tomaron en el primer cuarto del siglo pasado el gran Francesc Cambó y su equipo. Se trata de actuar seriamente y con conocimiento de las cosas para defender a la España en la que estamos incluidos, y en cuanto a Catalunya, debe evitarse ser tratados como ciudadanos de segunda categoría, cosa que ya reprochó en su tiempo, en una intervención parlamentaria, el que era en aquel momento diputado por Barcelona Joan Prim i Prats, general victorioso del ejército español. Desde la misma Catalunya se ha acusado a Duran Lleida de querer ser ministro, de igual forma que se acusó, en su día, a Miquel Roca Junyent. Se demostraría no conocer a ninguno de ellos si se creyera que todo es una cuestión de ambición por vestir la casaca de ministro. A lo que no se rehúsa es a tener un puesto en el Gobierno central para, desde allí, si no obtener favores para Catalunya, por lo menos evitar sinsabores. Si se tercia hay que estar en el Gobierno central, pero no para disfrutar de un sitial representativo, sino para ejercer una función eficaz. Muchos opinantes coinciden en creer que en el debate Zapatero-Rajoy hubo victoria por unos puntos para el presidente del Gobierno, aunque no falten los entusiastas de Rajoy que desde el local de su partido afirmaban que este «arrasó». Por puntos también se decidirá probablemente el resultado final de las elecciones llegada la hora de la verdad. Unos puntos que podrían convertirse en sólidos con la prestación de algún grupo parlamentario, como el que constituirá CiU.

Unos shows a la americana nos han librado, estos días, del transcurrir aburrido de la campaña electoral. Que sea para bien debería ser el deseo de todos. La desatención o el desinterés del electorado no ayudarían a superar amenazantes crisis.

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La Iglesia, del consenso a la confrontación, de Julián Santamaría Ossorio en La Vanguardia

Posted in Política, Religión by reggio on 29 febrero, 2008

ANÁLISIS

No sé cuántos municipios españoles han dedicado una calle al Cardenal Tarancón. Ni sé si de España se ha monumento en homenaje a ese hombre que con tanta sensibilidad e inteligencia gobernó la Iglesia española durante los comienzos de la transición, se esforzó por reconciliar a los españoles con la Iglesia y a esta con ellos, se pronunció de forma inequívoca a favor de la democracia y renunció a propiciar un partido confesional para evitar que la religión se convirtiera, de nuevo, en un factor de división entre los españoles. Lo que es evidente es que la Iglesia española se ha distanciado cada vez más de su espíritu conciliador y tolerante y ha perdido desde entonces una buena parte de la autoridad moral, el prestigio y la influencia que él le devolvió.

Es verdad que la sociedad española ha experimentado un cambio vertiginoso en muy pocos años y que no es fácil para nadie comprenderlo, asimilarlo y digerirlo. Si incluso los partidos van por detrás de esa profunda transformación es comprensible que a la Iglesia le ocurra otro tanto. Pero una cosa es la dificultad de alcanzar ese ritmo y, más aún, la de liderarlo y otra muy distinta negarse a reconocerlo y rechazarlo como si eso bastara para detenerlo como aquel cojo que, corriendo delante de un toro bravo, gritaba a los que iban delante «no corráis que es peor».

Negar la realidad o ignorarla no lleva a ningún sitio. Los seminarios están vacíos. Las iglesias también. Muy pocos comparten las interferencias de los obispos en la política.

Es difícil encontrar en las iglesias un cura con una mínima preparación para acomodar el mensaje evangélico a los nuevos tiempos y, tal vez por eso, es tan difícil encontrar en una iglesia a personas de menos de sesenta años. Las fuerzas armadas, las administraciones públicas y las empresas se han modernizado. La Iglesia, no. Probablemente, no existe en España una institución más ineficiente y con menos prestigio que ella, tras haber sido tan importante y cercana a la gente y haber disfrutado de tanta influencia durante tantos siglos. ¿Cómo, si no, cabe explicar que en la católica España siete de cada diez adultos declaren que no siguen en sus comportamientos privados las «orientaciones» de la Iglesia?

Los dirigentes eclesiásticos conocen muy bien esos datos. Pero en lugar de hacer lo que haría cualquier organización para reforzar su autoridad y su eficacia, o sea competir, se empeñan en hacer responsables de su propia incapacidad a los demás. No hay más divorcios ni más abortos porque los permita la ley, sino porque hay menos gente que sigue las enseñanzas de la Iglesia y no hay menos gente que las siga porque alguien las «adoctrine» sino porque la Iglesia se resiste a admitir que las sociedades evolucionan y que, pese a todo, lo suyo es mirar para otro lado y exigir al Estado que imponga por ley la doctrina que ella es incapaz de transmitir a sus fieles. Está en su derecho, pero debe ser consciente de que eso no la lleva a ninguna parte.

En esta legislatura la Iglesia se ha echado varias veces a la calle en contra del Gobierno con los más variados pretextos. También en esto, tiene todo el derecho, pero, de igual modo, está obligada a admitir sin victimismo la posibilidad de ser criticada. Es bueno que la Iglesia española valore la libertad de expresión, tras haberla rechazado y combatido durante siglos, pero sería bueno que, además, reconociera sus costes y entendiera que lo que dice cada cual, incluida la Conferencia Episcopal, queda sujeto a la crítica de los demás y que ni sus opiniones ni sus actitudes tienen bula. ¿O es que el Gobierno es criticable y la Iglesia no? Si así lo cree, y está en su derecho, debería explicarlo, en lugar de quejarse.

Ni España, ni el Gobierno de España son responsables de que la Iglesia haya perdido influencia social. Las leyes del divorcio, el aborto o los matrimonios homosexuales no imponen a nadie obligación alguna. Autorizan conductas a todos los ciudadanos que la Iglesia prohíbe a sus fieles que son libres de optar o no por lo que ella prescribe. La Iglesia debería explicar si está o no a favor de la libertad o sólo de algunas libertades o sólo de su uso por algunos, como ella misma.

Por qué es fundamental la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos y no la de estos para decidir cómo y con quién se casan o se divorcian. O por qué ha de ser obligatoria la enseñanza de la religión y no la educación cívica, o por qué esta es indoctrinación y aquella no.

El maniqueísmo no funciona. He hecho algunos estudios de opinión en países, como la República Dominicana, donde la Iglesia católica es la institución que goza de mayor prestigio e influencia. ¿Por qué? Porque es más coherente con sus principios, porque trabaja para unir y no para dividir. ¿Por qué aquí niega a sus fieles la libertad, que tanto invoca, de votar por la opción que cada cual considere más oportuna? ¿Por qué necesita orientar a sus fieles en materias como la lucha contra el terrorismo? ¿Quién los ha desorientado? Juan XXIII la invitó al aggiornamento,es decir, a ponerse al día. Sus sucesores en Roma y en España han preferido hacer exactamente lo contrario.

Ellos sabrán por qué, pero es difícil entender por qué entonces había que ponerse al día y ahora no.

Un insulto a tiempo ahorra mucha ideología, de Casimiro García-Abadillo en El Mundo

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

ELECCIONES 9M: XV ASALTOS

La izquierda, a diferencia de lo que ocurría hace unos años, ya no se diferencia de la derecha por sus propuestas económicas. El PSOE, en los años 70, miraba con delectación a los países nórdicos. Aunque Felipe González rompió con el marxismo en el dramático Congreso extraordinario de 1979, la socialdemocracia siguió defendiendo un Estado fuerte. Entonces, el déficit público y los elevados impuestos eran una seña de identidad de la izquierda.

Ahora no es así. Al decir Zapatero que «bajar los impuestos es de izquierdas», rompía con una creencia arraigada en el socialismo hispano. Claro que lo expresó mal. Debería haber dicho que la bajada de impuestos no es privativa de la derecha. Al identificar a la izquierda con la bajada de impuestos convirtió a Aznar en uno de los gobernantes más progresistas de la historia de España.

Ahora también resulta que el superávit fiscal es seña de identidad de la izquierda. O sea, que Solbes ha hecho una política económica izquierdista. Bien.

¿Cuál ha sido la columna vertebral de la política de Zapatero en su primera legislatura? El diálogo con ETA. ¿Hablar con ETA es de izquierdas o de derechas? «No», diría un discípulo de José Blanco, «la política de izquierdas es la paz». Ejemplo: la retirada de tropas de Irak por incumplimiento de la legalidad internacional.

¿Cumplieron los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, a los que dio cobertura González, la legalidad internacional? No. ¿Cumple ahora la legalidad internacional la independencia de Kosovo? No. Entonces, ¿por qué España no retira los casi 700 soldados que tiene allí destacados?

Lo verdaderamente definitorio de la izquierda actual es su pretendida supremacía moral sobre la derecha. Por ejemplo, en su capacidad de diálogo, en el talante. Algo que se le niega a la derecha por principio.

Esa superioridad llevó ayer a González a llamar «imbécil» a Rajoy, por el simple hecho de haberse definido como más «moderado» que Zapatero.

El ex presidente del Gobierno (que dijo aquello de que «Anguita y Aznar es la misma mierda») levanta pasiones entre los suyos porque, como dice Rosa Díez en su libro Merece la pena, en el PSOE pesan ahora más los deseos de revancha contra el PP que los principios.

Las ganas de vencer, de humillar al contrario, compensan de muchas decepciones ideológicas. Pero vivimos en un mundo de sucedáneos. Ayer supimos que un perro robótico hace tanta compañía como uno de carne y hueso. Y encima no hay que sacarle a hacer pipí.

casimiro.g.abadillo@el-mundo.es

© Mundinteractivos, S.A.

La cultura según Zapatero, de Luis María Anson e El Mundo

Posted in Cultura, Política by reggio on 29 febrero, 2008

CANELA FINA

Para la alta sabiduría de José Luis Rodríguez Zapatero, Pedro Duque, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat son la Cultura española. No regatearé yo el elogio a ninguno de los tres. Serrat ha figurado desde tiempos de la dictadura entre mis cantautores favoritos.

Pero, coño, la Cultura española es una pizca más que esos nombres que apoyan a Zapatero, aunque el presidente la reduzca a sus conveniencias políticas. Que Rajoy no supiera replicarle al líder circunflejo en sus delirios culturales no significa que el reduccionismo zapateresco no haya provocado la sonrisa de muchos.

Aparte Duque, Sabina y Serrat, tal vez reconozca Zapatero que la Cultura española está representada en la Universidad, alma mater de la nación. Catedráticos y profesores forman el tejido más denso de la expresión cultural de nuestro país.

La Cultura española, además de Serrat, Sabina y Duque, está presente en las Academias, no sé yo si Zapatero se mostrará conforme. En la Real Academia Española, en las Reales Academias de la Historia, de Bellas Artes, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de Ciencias Morales y Políticas, de Medicina y en el resto de las Academias, hombre, convengamos que hay algunos intelectuales que, por elección, representan a la Cultura española.

Además de Sabina, Serrat y Duque, tal vez condescienda Zapatero a reconocer que la Cultura española está presente en las Fundaciones especializadas y también en los centros de investigación públicos y privados, en los que científicos de muy varias disciplinas contribuyen con su trabajo a robustecer la ciencia de nuestra nación.

También el espléndido periodismo cultural con publicaciones de muy vario género significa algo en la Cultura española, amén la presencia en ella de Sabina, Serrat y Duque.

Y, finalmente, los millares de artistas, de poetas, de dramaturgos, de novelistas, de ensayistas, de filósofos, de pintores, de escultores, de arquitectos, de músicos, de cantantes de ópera, de cineastas, de científicos, de investigadores que trabajan por su cuenta, habrá que convenir que nutren ese océano vastísimo de la cultura española, una de las tres o cuatro más importantes del mundo actual, merecedora de que no se la limite a los nombres que apoyan políticamente a Zapatero.

La carcajada que el mundo cultural español soltó cuando el presidente circunflejo redujo la cultura española a Duque, Serrat y Sabina se escuchó hasta en las ruinas del Partenón. La soberbia, la liviandad, la frivolidad y la ausencia de rigor forman parte de la insoportable levedad del ser Zapatero. Tal vez el presidente pueda engañar a los incautos. Pero el vastísimo universo cultural jamás ha estado ni con un sólo político ni con una sóla política. La Cultura es otra cosa y, desde la literatura a la ciencia, desde la pintura a la música, desde la arquitectura a las artes cinematográficas, nutre sus raíces en la libertad y la independencia, no en apoyar al nefelibato Zapatero.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española

© Mundinteractivos, S.A.

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¿Qué hacer?, de Enrique Vila-Matas en El País

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

Poco antes de iniciarse la campaña, se presentó la plataforma de «artistas e intelectuales» en apoyo a ZP. Los titulares de prensa hablaron sólo de «artistas», tal vez porque no vieron allí muchos intelectuales, quizás porque se dejaron llevar por el menosprecio que suele conllevar esa palabra. No es país para intelectuales.

¿Dónde están, por cierto? Algunos posicionados en el marxismo o en el fascismo, y otros en plataformas por ZP, MR o RD. Pero los más afines al aire del tiempo están en sus casas, viviendo en una tensa discreción desde que comprendieron que el individuo está vendido ante los poderes de una maquinaria burocrática estatal implacable, que les conduce, por ejemplo, a un debate técnico, a un debate televisivo previsible, a un previsible empate técnico, a un empate televisado, a un previsible empate roto, y así hasta el infinito.

Ante semejante maquinaria, ¿qué hacer? Es inútil -tal como vio perfectamente Kafka- luchar contra esos poderes porque son muy potentes y, sobre todo, demasiado sutiles. No es un problema específico de este país, sino general. Los intelectuales más lucidos son conscientes de que la élite a la que ellos pertenecieron -la intelligentsia, ese estrato social que tiene sus orígenes más lejanos en los guardianes de la República platónica- está profundamente desalentada. Todos ellos vienen constatando, desde hace décadas, que cuanto dicen y hacen no es escuchado, se queda en una proporción muy pequeña de lectores, de estudiantes, de electores o de opinión pública. Personas de gran exigencia intelectual y potentísima inteligencia son hoy plenamente conscientes de que su destino en la vida -explicar lo que han entendido y que los otros no comprenden o no quieren ver- no sirve para nada porque a los otros ni les incumbe ni lo comprenden ni lo quieren saber.

No es país para la sabiduría y el pensamiento. En estas circunstancias, a muchos les parece que es obvio que no hay nada que hacer y que es mejor el destino discreto de apartarse, de quedarse leyendo y escribiendo, enseñando y estudiando, y en definitiva resistiendo, una actitud que a fin de cuentas puede llegar a alcanzar una verdadera dimensión política y que recuerda el espíritu inicial de la filosofía en un sentido socrático: el individuo que pasea al caer la tarde y dialoga con los otros y les muestra la posible verdad de las cosas y que espera que juntos la vayan construyendo.

La construcción de la verdad pasa por los caminos de la tarde. Y también por asomarse a cualquier mitin de estos días y acordarse de Flaubert: «Me he presentado ante el príncipe Napoleón, pero había salido. He oído cómo hablaban de política. Es algo inmenso. ¡Ah! ¡Qué vasta e infinita es la Estupidez humana!».

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Corín Tellado y un cura obrero del 60, de Juan Cruz en El País

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

Cuando se oye hablar de «la falta de contundencia» con que Zapatero le respondió a Rajoy en partes del ahora famoso debate me acuerdo de una mañana de febrero de 2004, cuando alguien le enseñó al candidato ZP el recorte de un artículo de un columnista muy desfavorable. En el texto se presentaba a Zapatero siendo desvestido y luego sodomizado por Maragall y por Carod, que entonces eran las bestias negras de aquella campaña, hasta que irrumpió la bestia propiamente negra. La columna había salido un viernes y Zapatero la leía un sábado; cuando la acabó de leer situó el recorte lejos de él como si lo quisiera borrar de su memoria. Y no dijo nada.

En esta ocasión, cuando Rajoy le dijo que había agredido a las víctimas de ETA, Zapatero repitió varias veces que eso no era cierto. Ahora se sabe, o se intuye, que no reaccionó más porque calculó los tiempos e imaginó las consecuencias de una sobreexcitación. Pasaron a otra cosa, pero la gente no habla de otra cosa que de eso y de la niña de Rajoy. Pero, ¿qué les pasa, por qué se llevan tan mal, no fueron colegas de la calle en León? En primer lugar, lo último: no fueron colegas de la calle, sus padres tuvieron trabajos parecidos y contemporáneos, pero ellos se llevan cinco años, y como me decía ayer Berrueta (¡que no Berruete!), el compañero de pupitre de Rajoy, esa es una diferencia difícil de salvar en la adolescencia. Así que no fueron amigos; pero cuando coincidieron en el Parlamento amortiguaron la distancia, hasta que un día el Prestige los dividió del todo como un parteaguas. En uno de los debates sobre el barco hundido, Zapatero arremetía contra él desde los bancos de la oposición, y Rajoy aguantaba a pie firme. Alguien habrá advertido entonces que Zapatero recibía mientras duraba la refriega un papelito blanco; le aconsejaban que le dijera a Rajoy algo así como esto: «Conste que no ataco su intención ni su moralidad sino que cuestiono su competencia política». Obediente, Zapatero lo dijo, y Rajoy explicó desde la altura de su cargo gubernamental algo así como: «Pues yo a usted sí le cuestiono moralmente».

Como diría Vargas Llosa, en ese momento se jodió el Perú. Nunca jugaron juntos, van a jugar ahora. Los guiñoles y Llamazares les caricaturizaron meando juntos, pero ni eso, no hay caso. De la bronca no les salvaron, al final, ni esos dos parlamentos leídos, uno sobre esa niña que a Rajoy le trajeron de México y el otro sobre ese futuro Obama que dibujó ZP. Por cierto, un escritor que los conoce bien me dijo ayer, almorzando, la comparación que le merecieron ambos parlamentos: «Rajoy parecía Corín Tellado y Zapatero me recordó a un cura obrero de los años 60».

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No más mayorías absolutas, de Javier Ortiz en Público

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

No me mueve el menor deseo de atacar a Manuel Campo Vidal, contra el que no tengo nada, pero me parece obligado dejar constancia de que el pasado lunes tuvo un lapsus y cometió un error, ambos conexos, de inocultable relevancia política. Incurrió en el lapsus cuando presentó a los participantes en el debate cara a cara Zapatero-Rajoy (¿no es curioso que la reunión de dos caras pudiera convertirse en una cruz?) calificándolos de “los candidatos a la Presidencia del Gobierno”. Él mismo debió de darse cuenta de su desliz freudiano y pocos minutos después los catalogó como “dos de los candidatos a la Presidencia del Gobierno”.

Ahí es donde cambió el lapsus por el error. Porque, de momento, a lo único que son candidatos José-Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy es a miembros del Congreso de los Diputados, el cual decidirá en su día y por los procedimientos al uso en los regímenes parlamentarios –otra cosa son los presidencialistas–, de qué encarga a cada uno de ellos.

No hago esta observación por pijotería leguleya, ténganlo por seguro. Ni siquiera porque me parezca injusto –aunque de hecho lo sea– que los medios públicos concedan tan extraordinarios privilegios al PSOE y al PP, contribuyendo a reforzar un bipartidismo ajeno a la letra y el espíritu de la Constitución Española.

Si me opongo con la mayor firmeza a todos los muchísimos intentos que se están realizando para conducir subrepticiamente al Estado español por esa senda, es porque el bipartidismo fáctico, con el eficaz concurso de la regla D’Hont, favorece de manera descarada la constitución de mayorías absolutas parlamentarias (que no sociales: ésa es cuestión muy distinta). Y la experiencia concreta de las mayorías absolutas parlamentarias que ha vivido España desde 1977 –tanto las repetidas de Felipe González como la cosechada por Aznar en 2000– ha sido más que negativa. Liberados del deber de moderarse y de buscar alianzas, los gobiernos españoles de mayoría absoluta se han caracterizado invariablemente por su soberbia, su arbitrismo y su desdén hacia las minorías.

Minoritario de nacimiento, me aterran absolutamente las mayorías absolutas.

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Y entonces llegó Aznarín, de Luis Arias Argüelles-Meres en La Nueva España

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

El alcalde moscón, Antonio Rey, como primer telonero. No estuvo brillante. Sarta de tópicos y una queja en torno a cómo fue tratado en la reciente inauguración de la variante de Grao, donde no se le dio el uso de la palabra. Lo malo es que tendría que haberla tomado antes, protestando por un retraso en cuya casuística pesó más la agenda de la Ministra que el bienestar del pueblo soberano.

Ovidio Sánchez derrochó ardor. Levanta su voz, mueve el flequillo en cada final de frase. Y habla de dos grandes triunfadores: Gabino de Lorenzo y Aznar. De voluntad anda sobrado. Los partidos acaso necesiten también entusiastas. Ovidio lo es.

Y entonces llegó Gabino, a ritmo de pasodoble. Estribillo sobre las promesas incumplidas de Zapatero para con Asturias, que iba siempre seguido de unas palabras de Rubalcaba que hablaban de que los ciudadanos se merecían un Gobierno que no mintiese. Curiosamente, apenas se ocupó de Álvaro Cuesta, a quien conoce bien y sabría de sobra por dónde atacarlo. Prefirió centrarse casi en exclusiva en los incumplimientos de Zapatero para con Asturias, especialmente el peaje de Huerna. Arrancó carcajadas imitando la voz de Solbes y estuvo gracioso, en ocasiones, aunque no explotó hasta el final esa faceta suya tan conocida. Y -miren por dónde- se mostró muy preocupado por quienes perciben las rentas más bajas. Eso es sensibilidad social, y lo demás, cuento, oiga.

Y entonces llegó Aznar. Hasta el momento de intervenir parecía levitar. Apenas hacía muecas cuando le llovían elogios de todos los teloneros. Los males de España, centrados en un Gobierno que no confía en su país y que, además, pacta con fuerzas separatistas. En un Gobierno que, además, remueve el pasado, rompiendo así, según él, el espíritu de la transición. La salvación inmediata será que vuelvan a ganar los populares. En un Gobierno que tiene como aliados principales, según él, a Chávez y a Castro. En un período en el que dice haber soportado insultos y descalificaciones de continuo. Como era de esperar, ni la más mínima autocrítica. Y, como estaba en el guión, declaraciones de amor a Asturias, incluido el nombre de su nieto. Covadonguismo que no cesa.

Aznar se estrenó en Grao en esta campaña electoral. La pena es que su experiencia política no le lleve a un pequeño distanciamiento en su discurso. Entonó su versión del «Volver, volver» sin el más mínimo matiz. Lejos queda aquel Aznar que decía admirar y leer a Azaña.

Así que un Alcalde que no se salió de los tópicos, covadonguismo incluido. Un Ovidio que vibraba, un Gabino que se lució sobre todo en sus humoradas. Y un Aznar que se humanizó más con la palabra que con el gesto.

Ovidio puso el entusiasmo. Gabino, la diversión. Y Aznar, la experiencia, parece que conducente a reafirmarlo en que sus ocho años fueron los mejores que España vivió desde la muerte del dictador.

Auto de fe, acto de fe.

González entra en campaña para ‘modernizar’ al PP: Rajoy es “un imbécil”, de Julia Pérez en El Confidencial

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

Unidos por un adversario común. El ex presidente del Gobierno Felipe González lleva cuatro años cuestionando a su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos han mantenido grandes diferencias respecto al estatuto de Cataluña, la negociación con ETA y el proyecto socialista. Pero la suerte del partido estaba en juego y el ex líder del PSOE se ha embarcado en la campaña electoral como si fuera un candidato más. Con una peculiaridad: no exalta las ‘virtudes’ del proyecto de Zapatero, sino que se dedica a repartir estopa contra el PP. Mitin a mitin, reparte golpes a esos “neoconservadores” porque busca modernizarlos. Mariano Rajoy “es un imbécil”, fue su contribución de ayer al pensamiento político.

González depuso su reflexión durante un mitin celebrado en Málaga. Analizó el debate televisivo entre los dos principales candidatos celebrados el pasado lunes y destacó: “No creía lo que veía. No creía que alguien pueda decir de sí mismo soy más inteligente, más moderado y más no se qué que Zapatero, aunque fuera verdad… Eso sólo se le ocurre decir a un imbécil”. El ex presidente sólo tuvo un instante de crítica hacia el Ejecutivo de Zapatero: “ha hecho muchas cosas”, aunque “no muy bien explicadas” y ha dejado “la iniciativa a la derecha mucho tiempo”.

El entusiasmo que despierta este animal político entre los socialistas es tal que Zapatero ha recurrido a él como su cañón Bertha que derrumbará las reticencias del electorado catalán. Hay cambio de planes: el próximo 23 de febrero, día de San Jordi, Zapatero y González coincidirán en un mitin multidinario que se celebrará en Barcelona.

El presidente del Gobierno ha optado por acudir con su antecesor a Barcelona para acabar con las resistencias del cinturón rojo que rodea a la ciudad. El electorado socialista, el bastión del PSC, reside en las localidades del Bajo Llobregat y han sufrido durante semanas la suspensión de los trenes de Cercanías por la crisis de los socavones del AVE. Los socialistas catalanes saben que el tandem Zapatero-González suscitará el delirio entre sus bases.

A Felipe González nadie le pidió que se involucrara en la campaña, pero lo hizo por fidelidad al PSOE. Y Zapatero se lo agradeció en un reciente acto celebrado en Sevilla. Su calendario de mítines es de lo más trepidante, según el plan inicial sujeto a cambios. Doce actos, de los que aún quedan por celebrar el de Cádiz (mañana, día 29), Valladolid (1 de marzo), Logroño (día 2), Santander (día 3), Bilbao (día 5) y Sevilla (día 7 de marzo), además del de Barcelona.

González ha especializado sus mítines en atacar a los populares. Su monotema le lleva incluso a reclamar una victoria contundente de Zapatero para modernizar al PP, para que allí quepan líderes como Josep Piqué o Alberto Ruiz Gallardón. También gusta de rodear a ese partido del aura negativa del movimiento neoconservador norteamericano.

«Como si el PSOE no tuviera pasado»

Pero González nunca se ha llevado bien con Zapatero, al que ha criticado con frecuencia en privado. En especial durante los almuerzos con su amigo ya desaparecido Jesús Polanco, fundador de Prisa. Lo que más le ha molestado en este tiempo es que el actual secretario general socialista actuara “como si el PSOE no tuviera pasado”, reconocen en su entorno. Una suerte de adanismo que hizo que Zapatero celebrara el XXV aniversario de la mítica victoria electoral del partido con un discreto acto, cancelado por el asesinato a manos de ETA de dos jóvenes guardias civiles.

Es ya famoso el desencuentro que González reconoció en público. Fue durante la presentación de un libro del periodista Gonzalo López Alba en el año 2002 (El relevo. Crónica del camino hacia el II Suresnes del PSOE). «Está todavía por demostrar que hay un nuevo proyecto con contenido de ideas», sentenció.

Los otros dos asuntos que los han separado ha sido la reforma del Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA. González siempre desconfió del optimismo que exudaba Zapatero a cuenta de su diálogo con la banda terrorista. Su experiencia de la tregua de 1989 le llevó a criticar a su sucesor, en especial cuando éste reconoció que sólo había trabajado con la hipótesis de que el ‘proceso’ saldría adelante. En terrorismo “se debe trabajar con dos, con tres o con cuatro hipótesis”, replicó el ex presidente con alarma.

Por el lado de Zapatero se responsabiliza a González de la designación como ministro todoterreno a Alfredo Pérez Rubalcaba. “Es el que nos impusieron nuestros mayores”, sostienen en fuentes del sector de ZP que acusan al titular de Interior de fiascos como el resultado de la negociación con ETA o la crisis del partido en Madrid.

El tiempo electoral ha hecho recobrar a Zapatero la memoria del pasado del partido y ha mitigado las distancias entre ambos líderes. El día de San Jordi se comprobará el grado de cercanía que han alcanzado… Para matener al PSOE en el poder.

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El vértigo de los sociólogos: «no hay nada claro a una semana de las elecciones», de Julia Pérez en El Confidencial

Posted in Política by reggio on 29 febrero, 2008

La batalla echa humo. Los expertos en demoscopia coinciden: José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se la juegan el lunes en su último duelo ante el ojo público. No ha habido mucho movimiento en las encuestas tras su debate del pasado lunes, a pesar de que se esforzaron en despertar lo peor del otro. Pero ni caso. La diferencia entre PSOE y PP permanece estancada en 4 ó 5 puntos, un hecho histórico: jamás había ocurrido que un presidente del Gobierno se presentara a la primera reelección con tan estrecho margen. Se ha agrandado la distancia, desde aquellos 1,5 puntos de diferencia en la precampaña, pero el crecimiento del voto es muy lento.

Una buena noticia para tirios y troyanos: el duelo del pasado lunes ha animado a la parroquia y sube el número de españoles que piensa acudir a las urnas el próximo 9 de marzo. Ahora viene la mala/buena noticia, según gustos e identificaciones ideológicas: los desperezados son los votantes socialistas. Así se desprenden de las encuestas que se cocinan estos días en las principales empresas demoscópicas. Los expertos calculan que hay un 5% más de españoles que se ha decidido a ir a votar… al PSOE. Prefieren taparse la nariz ante la urna a ver cómo el PP regresa al poder.

“¿Cuándo votamos a favor por última vez?”, se preguntaba el sábado Gregorio Morán en La Vanguardia. Las maquinarias propagandísticas de socialistas y populares afilan las fichas temáticas cual facas y con un objetivo: que el lunes Zapatero y Rajoy capten nuevos votantes por el mero rechazo al partido contrario, en lugar de conseguirlo con argumentos. El recurso a una suerte de cainismo en vista de que ni uno ni otro despierta el entusiasmo entre los españoles.

Los sociólogos sienten vértigo. Están escaldados de expreriencias del pasado y quieren acertar con sus encuestas. Pero la diferencia de porcentaje, siempre a favor del PSOE, es muy estrecha. Ahora ronda el 41% de voto válido para los socialistas y el 38% para los populares. “No hay nada claro a una semana de las elecciones”, confiesa uno de ellos que se atreve a hacer rodar sus runas y pronosticar, con el auxilio de la Ley D’Hont: “Zapatero renovará su contrato por sólo una decena de diputados”. La solución, el 9 de marzo.

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No, pero sí, de Juan Gelman en Página 12

Posted in Internacional, Política by reggio on 29 febrero, 2008

Washington y Moscú no se cansan de proclamar que la Guerra Fría no ha vuelto. Tal vez. Lo cierto es que en el plano militar actúan como si la hubiera. La Casa Blanca insiste en ubicar parte de su escudo antimisiles mundial en Polonia y la República Checa. El Kremlin ha advertido que, si eso ocurre, suspenderá su participación en el tratado de limitación de las fuerzas armadas convencionales y, más grave aún, que apuntará sus misiles contra esas dos naciones. ¿Y la población civil? Bien, gracias. La lógica de las grandes potencias no sólo es peculiar, es nuclear. Se recuerda la teoría de Huxley: el progreso tecnológico sólo nos ha provisto de medios más eficientes para avanzar hacia atrás.

Es notorio que EE.UU. procura imponer al planeta su dominio mediante el uso o la amenaza de la fuerza, incorporando a su empeño a las ex repúblicas soviéticas. Esta concepción unipolar choca con una realidad: Rusia, aunque debilitada, recompuso su economía después de Yeltsin y sigue poseyendo un considerable arsenal nuclear y un vasto territorio, para no hablar de un manejo político de sus reservas de petróleo y gas natural que obstaculiza el avance estadounidense en los países que alguna vez dependieron de la URSS. La instalación del escudo antimisiles en Europa central persigue obviamente el objetivo de intimidar a Moscú so pretexto de que serviría para detectar y destruir los presuntos misiles de cabeza nuclear que Irán no tiene.

La cuestión no se presenta fácil para el gobierno de Bush. La instalación del radar en la República Checa debe ser aprobada por un Parlamento dividido en partes iguales entre el oficialismo y la oposición. Lubimir Zaoralek, futuro ministro de Relaciones Exteriores si el partido socialdemócrata llegara a ganar las próximas elecciones, señaló que Washington tiene una “percepción falsa” del peligro que Irán significa para Praga y el 70 por ciento de los checos se manifiesta contra ese plan (The Financial Times, 22-1-08). “Este proyecto no es polaco, es estadounidense. No nos sentimos amenazados por Irán”, declaró a su vez Radek Sikorski, ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, país donde el rechazo de la sociedad civil alcanza el 55 por ciento (The Guardian, 11-1-08). Y luego planea sobre estos gobiernos una incertidumbre: quieren seguridades de que el proyecto seguirá adelante si los demócratas ganan las elecciones de noviembre en EE.UU.

La “Iniciativa Bases No” (IBN) gana consenso entre los checos. “La realización del plan de EE.UU. no ampliará la seguridad, por el contrario: traerá nuevos peligros e inseguridades. Aunque se lo califica de ‘defensivo’, en realidad permitirá que EE.UU. ataque a otros países sin temor a represalias”, se lee en la Declaración de Praga 2007 que emitió la IBN (www.abolition2000@europe.org). En noviembre pasado organizó densas manifestaciones contra el escudo antimisiles en Praga y Brno, y se preparan otras frente a las embajadas checas en varias ciudades europeas. Este movimiento por la paz es más débil en Polonia, pero Varsovia no ha logrado aún que Washington concrete el ofrecimiento de fortalecerle la defensa antiaérea. Al término de la reunión del 1º de febrero de este año entre Condoleezza Rice y Sikorski, el portavoz del ministro polaco señaló que “definitivamente no hay acuerdo” en el tema (The Washington Post, 2-2-08). “En última instancia habrá que venderle (el proyecto) a la gente”, remachó. Como solía decir H. L. Mencken, siempre hay una solución para todo problema humano: elegante, plausible y equivocada.

La OTAN, por su parte, no se queda atrás del Pentágono: patrocinó la redacción de un informe titulado “Hacia una estrategia central para un mundo incierto: renovar la asociación transatlántica” (www.csis.org). Los ex jefes de Estado Mayor general John Shalikashvili (EE.UU.), general Klaus Naumann (Alemania), mariscal de campo Lord Inge (Reino Unido), almirante Jacques Lanxade (Francia) y Henk van den Breemen (Países Bajos), elaboraron dicho informe en el que se propone el empleo preventivo de armas nucleares como “instrumento final de una respuesta asimétrica” al terrorismo (www.noaber.com, diciembre de 2007). Si se toma en cuenta que el Pentágono ha preparado planes similares sin descartar su aplicación a Rusia y China, no es muy alentador para la humanidad lo que en el horizonte asoma.

Los autores del informe para la OTAN justifican de manera muy curiosa el lanzamiento anticipado de bombas nucleares: consideran que “la guerra nuclear podría muy pronto ser un hecho posible en un mundo cada vez más brutal”. Cabe preguntarse si piensan arrojarlas sobre la Casa Blanca.

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