Reggio’s Weblog

El escritor que murió de hambre, de Gregorio Morán en La Vanguardia

Posted in Cultura, Literatura, Sociedad by reggio on 28 febrero, 2009

SABATINAS INTEMPESTIVAS

La literatura española no es muy variada en muertes. Hay algunos suicidas; pocos, si tenemos en cuenta que es un oficio cuya singularidad asume cierto desquiciamiento. Algunos creen que eso revela la huella de la genialidad, pero no es cierto. Se han suicidado más escritores sin talento que geniales. Todo escritor, por esencia, es un tipo raro, porque si fuera normal se dedicaría a profesiones más sanas, seguras y acrisoladas. Muchos murieron en la cama, de viejos, y cuanto más idiotas estaban, más los celebraron. Luego figuran y desde hace mucho los académicos de la Real, que son gente que vive de la pluma -tomando esta en un sentido muy laxo- pero que por suerte para la literatura no viven de ella, aunque lo hagan parecer.

No recuerdo de ningún académico de la Lengua Española que se haya suicidado; primero porque son gente más consolidada que los bonos del Tesoro, y por si fuera poco, nada propensa al mal de amores, por razones de edad y patrimonio. Fueron famosas las inclinaciones hacia el lupanar y la timba de algunos de ellos, pero eso no mata a nadie. Hay algunos escritores, y grandes, que cayeron por excesos con el alcohol y las malas compañías sexuales, pero fueron muertes lentas, casi mansas y aceptadas. De miseria y abandono, muchos. Pero de hambre, lo que se dice de hambre, yo sólo conozco a Alejandro Sawa.

Las singularidades de nuestra historia, con el conservadurismo en dominante hegemonía -palabra finísima con la que aquellos que procedemos de la izquierda radical, espurios herederos de Gramsci, solemos designar al aplastante dogmatismo de la Iglesia católica española durante siglos-, ha consentido que en los libros de enseñanza de la literatura del siglo XX figurase el padre Coloma, modesto jesuita al que sus colegas de compañía volvieron tarumba, autor de auténticas bazofias de prosa alambicada, cursi y retorcida, como Pequeñeces y Jeromín, ilegibles hoy salvo para sadomasoquistas, y sin embargo no aparecen plumas que aún pueden leerse con placer y benevolencia. Por ejemplo, Alejandro Sawa, que no fue un gran escritor pero que sí consiguió páginas periodísticas notables, media docena de novelas valientes -alguna de ellas con pretensiones- y la adaptación teatral de una novela de Alphonse Daudet que obtuvo gran éxito, Los reyes en el destierro.

Hay escritores que sin ser grandes por su obra son sin embargo figuras de primer orden en el paisaje literario de un país. Alejandro Sawa es para la literatura española eso, una personalidad que exige ser estudiada, porque con él y su entorno está gran parte de la mejor literatura que se hará en España en el filo entre el XIX y el XX. Sevillano, seminarista en Málaga, aspirante a lo que fuera en Madrid, Sawa -curioso apellido, que nos remite al gran escritor de Trieste, Umberto Saba, y a un vago aire grecoturco de Salónica-Esmirna- va a recoger en su biografía elementos insólitos para nuestra apocada cultura finisecular.

Lo primero es que viaja, y no sólo a Soria, a Palencia o a Barcelona -donde estará en varias ocasiones-, sino a Londres, a Roma, a Spa. Importante Spa, porque esta decadente población belga que dará nombre a toda esa modernez que ahora toma su prestigio, era lugar de atracción, no especialmente por sus baños y jaleas, sino por su ruleta. ¡Oh, el casino de Spa! Alejandro Sawa, que apenas tendría un duro en toda su vida, se jugará los de todos los incautos matrimonios ricos que osaran creer sus brillantes exposiciones sobre el método infalible para hacer saltar la banca. Como Leopoldo Alas, Clarín, como tantos otros de su época, Dostoyevski sin ir más lejos, Sawa está mordido por la fiebre del juego.

Pero la ciudad por excelencia de su vida ha de ser París. La capital del mundo en el momento crepuscular de la bohemia; a punto de hacer una literatura de señores, y convertir a los autores en unos señores de la literatura. Lo que va a marcar de un modo indeleble la vida de Sawa va a ser la amistad, y hasta la camaradería y la complicidad, con uno de los grandes, Paul Verlaine. No es poca cosa verle todos los días en el café, hablar con él, compartir opiniones y borracheras, etílicas y de lo que fuera, porque ninguno hizo ascos a nada. Y quien dice Verlaine, debe añadir aquel mundo de la bohemia, que de alguna manera termina en él, por más que se prolongue en las grandes tertulias parisinas que tanta importancia habrán de tener en todos los campos de la creación artística hasta la primera gran guerra.

Pasar del duro y brillante París al frío de pana madrileño debió de ser duro, y más viniendo casado y con una hija. Pero al principio funcionó, y Sawa se convirtió en un habitual de los diarios y publicaciones capitalinas, con cierta notoriedad, resaltada por su aspecto imponente, hermoso y seductor; cachimba en boca, melena suelta y dos perros en traílla. Pero, entre que nuestro hombre se fue radicalizando y que siguió con las costumbres parisinas, su espacio se achicó. En un estudio a propósito de Sawa, Iris M. Zavala, que le reeditaría sin ningún éxito en 1977, escribió que «la nueva bohemia finisecular es un ´proletariado artístico´ de aguerridos combatientes», y es tan cierto como que sus condiciones de subsistencia estaban en la linde entre pobreza y absoluta miseria.

Desde 1905, la ceguera progresiva, que al año siguiente será total, convertirá a Sawa en un personaje patético, subsistiendo a base de sablazos y trabajos de negro literario, como los seis artículos que hará para Rubén Darío, que aparecerán en La Nación de Buenos Aires, y que este tendrá la desvergüenza de no pagarle. Su mujer, la borgoñona Jeanne Poirier -Santa Juana, para los amigos-, conseguirá algún dinero ejerciendo de comadrona, mientras Alejandro parece empeñado en hacer realidad la consigna que su amigo Valle-Inclán escribió en La lámpara maravillosa y que se había convertido en lema: «Poetas, degollad vuestros cisnes y en sus entrañas escrutad el destino». El de Sawa se exhibía más negro que la pez. Su último intento se redujo a tratar de publicar un libro, el resumen de su mejor obra periodística, que titularía Iluminaciones en la sombra y que no conseguiría editor. Empeñará todo lo que le queda para editarlo por su cuenta, pero necesitaba mil pesetas y él sólo consigue seiscientas. Le pedirá a Rubén Darío, recién nombrado ministro plenipotenciario en Madrid y que no le hará ni caso, esas cuatrocientas que le restan para la gloria. Será necesario que se muera y le metan entre tablas cajoneras -con tan mala fortuna, que uno de los clavos le rozará la sien y al muerto le correrá un reguero de sangre junto al rostro, impregnando la escena de un tono aún más tétrico- para que pueda llegar a la posteridad con la dignidad tronada de un proletario de la bohemia.

Valle-Inclán, que asistirá a esta última escena, con la viuda y la niña, se quedará tan impresionado que exigirá a Rubén el apoyo, y un prólogo, para la edición póstuma de las Iluminaciones en la sombra.Un libro sentido y retórico con páginas muy bellas, que acaba de reeditar, en magnífica edición, Nórdica Libros, con una introducción poco feliz de Trapiello. Pero la gloria de Alex Sawa -como le conocían los suyos- será dar vida al personaje más hermoso y sentido y valiente de las Luces de bohemia de Valle-Inclán: el inmortal Max Estrella.

Falleció el 3 de marzo, miércoles, de hace cien años. La primera biografía de Sawa digna de tal nombre apareció hace cuatro meses en Sevilla, gracias a la profesora Amelina Correa, editada por la Fundación Lara.

Ella cuenta que el día del entierro, la buena de Jeanne Poirier le cortó un mechón que se regaló a sí misma, porque cumplía 38 años. Fue un entierro de tercera, en un coche de tercera -con dos caballos- y una sepultura temporal -de tercera- en el cementerio civil de la Almudena. Costó 70 pesetas. Diez más que la colaboración que tenía en El Liberal, la única que le quedaba y que acababan de retirarle

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El futuro de la izquierda, de Michel Wieviorka en La Vanguardia

Posted in Internacional, Política by reggio on 28 febrero, 2009

En enero Barack Obama se convirtió oficialmente en presidente de Estados Unidos y, con él, la izquierda norteamericana volvía a la primera línea. Un mes más tarde , por el contrario, tenía lugar la debacle del Partido Laborista en Israel y otra severa derrota electoral para el Partido Demócrata italiano en Cerdeña. Y los socialistas españoles se preparan para obtener un prometedor resultado en el País Vasco. ¿Por qué se produjo el triunfo de unos y la derrota de otros? ¿El presente de la izquierda es confuso o incierto?

Para abordar estas preguntas hay que partir de los grandes problemas que afectan a la izquierda de manera específica y no solo al conjunto de partidos políticos. Las dificultades son de un triple orden. En primer lugar, la izquierda ha perdido uno de sus grandes referentes con la cuasi desaparición del comunismo, que sólo subsiste en algunos países bajo la forma de regímenes autoritarios o dictatoriales, o bajo la de fundamentalismos o izquierdismos – lo que Lenin en su momento llamó la enfermedad infantil del comunismo y que se ha convertido en su enfermedad senil-.La izquierda se afana cada vez más por hacerse socialdemócrata; haría falta un poderoso movimiento obrero sobre el que podría apoyarse el partido político, aunque el sindicalismo está cada vez menos a la altura de tal apuesta.

La izquierda se enfrenta a problemas sociales que no siempre está preparada para abordar. Sabe pedir subidas de rentas, se moviliza para denunciar la explotación de los trabajadores, se siente más incómoda para afrontar la exclusión social, el paro, la crisis urbana, y aún menos si se trata de responder a las demandas de la población en materia de seguridad – un tema que la derecha sabe tratar mucho mejor-.Cada vez más cuestionada en materia cultural, se encuentra con el paso cambiado, a menudo dividida, cuando se trata de demandas vinculadas a la religión, a la afirmación de identidades particulares, a reivindicaciones históricas o al incremento del individualismo, que lesiona sus conceptos de acción política, muy centrados en la idea de acción colectiva.

La actual crisis podría dar la razón a la izquierda, al menos en cuanto aque ha criticado las derivas del capitalismo financiero y la globalización. La crisis coloca a la izquierda en una posición más difícil de lo que pudiera pensarse, por tres razones. Por una parte los poderes como las oposiciones de derechas abandonan las ideologías neoliberales y adoptan discursos, si no políticas, inspirados en registros de la izquierda. Así, ya no discuten el regreso del Estado, las políticas de relanzamiento, a Keynes, o incluso la nacionalización de bancos. Desde ese momento la izquierda o bien aparece como poco diferente de la derecha o intenta radicalizarse con actitudes que la alejan de todo realismo de gestión.

Por otra parte la izquierda, en los años ochenta y noventa, no siempre ha evidenciado un espíritu de resistencia frente al neoliberalismo y cuanto más modernizadora ha pretendido ser, más ha querido participar en la globalización antes que oponerse a ella y más se ha apartado de sus principios fundamentales y se ha colocado en posiciones delicadas.

Y en tercer lugar, la izquierda se halla presionada por dos tipos de lógicas, unas centradas sobre el empleo, las rentas, el nivel de vida, el acceso de todos al consumo, y otras en el medio ambiente, el desarrollo sostenible, la ecología y diversos valores que renuevan completamente su repertorio. Más allá de urgencias vinculadas a la actual crisis, con el aumento del paro, la izquierda necesita romper con sus modos de pensamiento que hacen que producir y consumir más sea la marca del progreso. Hace del crecimiento la llave del éxito económico y la fuente de la creación de empleo. Los que se llaman ecologistas políticos piensan a menudo que se puede vivir mejor produciendo y consumiendo menos. Ven el futuro en la perspectiva de una ruptura con la actual era en la que la izquierda, en lo más tradicional, apenas rompe con los valores de la era industrial. De ahí una oposición entre lógicas ancladas en un repertorio clásico y otras que fuerzan a distanciarse.

La izquierda oscila entre varias orientaciones posibles. Puede apuntar hacia categorías heredadas del pasado, incluso del más arcaico, porque dispone de petróleo (la Venezuela de Chaves) o porque el carisma de su líder no se ha apagado totalmente (la Cuba de Castro); puede intentar navegar al pairo, sin cortar por lo sano, sin innovar, sin encerrarse en los modos de pensamiento más tradicionales, lo que puede valerle algunos triunfos ligados al pragmatismo de sus dirigentes, para finalmente debilitarla, como se puede ver hoy en Italia. Puede articular una dimensión novedosa respecto a otras, muy tradicionales, como se observa en la Bolivia de Evo Morales, que prioriza la identidad cultural y social de los indios y desarrolla una política antiimperialista y populista que le acerca a Chávez.

Y por último puede intentar innovar. En los años noventa este esfuerzo tuvo el fruto del social-liberalismo con Bill Clinton, Gerhard Schröder y, sobre todo, Tony Blair. Esta fórmula ya ha quedado superada, desfasada históricamente y es sobre todo la figura de Obama la que podría encarnar este tipo de esfuerzo articulando la apertura a temáticas nuevas, el afán por la justicia social y la eficacia económica. La crisis aporta a los partidos de izquierda algunas tentaciones mortales a corto plazo: la radicalización izquierdista, el populismo, la nostalgia fundamentalista. Pero también podría ser para ellos la ocasión de proyectarse hacia el futuro renovando en profundidad sus concepciones de la convivencia y de la acción política.

MICHEL WIEVIORKA, profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.

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¿Quién tiene la culpa de la crisis?, de Gabriel Tortella en El País

Posted in Economía by reggio on 28 febrero, 2009

Las recriminaciones se suceden: que si la culpa la tuvo Bush, que si la tuvieron los banqueros, que si los constructores, que si el Gobierno, que si la tuvimos todos por gastar tanto y no ahorrar, etc. Ha habido acusaciones para todos los gustos y no habría espacio aquí para examinarlas todas. A lo que quiero referirme ahora es a varios artículos aparecidos en estas páginas atribuyendo al sistema de mercado la responsabilidad y propugnando un reequilibrio en favor del sector público, es decir, recomendando que aumente la intervención del Estado en la economía para que no se vuelvan a producir catástrofes económicas del tamaño de la que estamos viviendo y sufriendo.

Es cierto que los mercados financieros puede ser inestables y necesitan regulación; pero también es cierto que esa regulación ya existe en todos los países desarrollados desde hace mucho tiempo. El control y regulación de los mercados corresponde a varios ministerios: el de Sanidad y Consumo, el de Industria, etc.; sobre los mercados financieros velan el de Hacienda y/o el de Economía, los bancos centrales y un número considerable de organismos especializados -en España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV); en Estados Unidos, la Securities and Exchange Commission (SEC), pero hay otros varios comités de vigilancia dependientes del Gobierno y del Congreso, además, por supuesto de la FED (la Reserva Federal, el banco central estadounidense)-. Ante esta maraña de organismos reguladores uno se pregunta si lo que falló fue el mercado o si más bien fallaron los encargados de corregir los fallos del mercado.

En Estados Unidos el anterior presidente de la FED, Alan Greenspan, ya ha entonado el mea culpa a raíz de unas informaciones periodísticas que detallaban cómo se negó a escuchar las numerosas advertencias de algunas agencias federales y de algunos legisladores (entre otros, John McCain) acerca de la irresponsabilidad con que se estaban financiando y comercializando las tristemente célebres hipotecas basura. Es verdad que la falta de rigor con que se concedían estas hipotecas se debía, en parte, a instrucciones del Gobierno de Bill Clinton, motivadas sin duda por el deseo de favorecer a las clases humildes; pero la Administración Bush no hizo nada por corregir esta política heredada. Otro fallo, esta vez de la SEC, permitió que la agencia de Madoff siguiera operando varios años después de que hubiera graves denuncias. Cosas parecidas habían ocurrido antes con Bear Stearns, con Lehman Brothers, etc. Fue gran responsabilidad de Greenspan el haber favorecido que un país con la bajísima tasa de ahorro que tiene Estados Unidos disfrutara largamente de bajísimos tipos de interés, algo que se podía permitir porque había países dispuestos a prestarle pese a la baja remuneración que los préstamos obtenían.

El principal prestamista de Estados Unidos era China. Se daba la escandalosa anomalía de que este país pobre (pese a su rápido crecimiento), con una renta por habitante de unos 1.800 euros, financiara masivamente al país más rico del mundo. Esto se debía a que de nuevo había aquí intervención estatal para evitar el normal funcionamiento de los mercados. Los chinos financiaban la orgía consumista y bélica de Estados Unidos para no revaluar su moneda, que hubiera sido la consecuencia lógica de su gigantesco superávit comercial. Para mantener a sus trabajadores ocupados, China tenía que vender a precios muy competitivos; invirtiendo en dólares su superávit, mantenía el yuan bajo y el dólar alto, con lo que su competitividad se sostenía. Así, bloqueando los mecanismos de mercado cuyas consecuencias les resultaban desagradables (reducción del consumo estatal y privado en Estados Unidos, amenaza al empleo industrial en China), los Gobiernos de ambos países estaban cebando una bomba que tarde o temprano tenía que estallar. La osadía de ciertos banqueros y agentes de Bolsa estadounidenses hicieron el resto.

Aunque a regañadientes, Europa se vio arrastrada al peligroso jueguecito: ante los bajos tipos de interés norteamericanos, el Banco Central Europeo no podía subir los suyos, para no elevar la cotización del euro, poniendo en peligro la competitividad de la industria. Cuando Jean-Claude Trichet se resistía a bajar los tipos se le criticaba acerbamente. Y así Europa también se deslizó por el vertiginoso tobogán de los bajos intereses. Con el Euríbor por los suelos todo el mundo podía comprarse una casita, e incluso un castillo en España. Y también aquí los órganos de intervención miraron para otro lado e hicieron gala de indulgencia benévola ante una euforia económica que prometía un gran éxito en las cercanas elecciones, pese a las advertencias en estas páginas (21-02-2004) del hoy gobernador del Banco de España.

Todo esto arroja serias dudas sobre la conveniencia de dar más poder a los políticos en el funcionamiento de los mercados. Y si volvemos la vista atrás e indagamos en las causas de la Gran Depresión de la década de 1930 también encontraremos políticos incompetentes y electoreros compartiendo la responsabilidad con banqueros y agentes desaprensivos.

La historia se repite, y los que menos la conocen son los que más la repiten.

Gabriel Tortella es catedrático emérito en la Universidad de Alcalá.

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El mus de Obama, de Francisco G. Basterra en El País

Posted in Economía, Internacional, Política by reggio on 28 febrero, 2009

Es probable que no tenga cartas para apostar como lo ha hecho ante todo el país por televisión, por encima del Congreso ante el que formalmente hablaba. Pero se la ha jugado a la grande y a la chica. Si no tenía suficiente con intentar atajar la dramática crisis económica, cuyo fondo aún desconocemos, Barack Obama, transcurridos sólo 40 días de su presidencia, se atreve a dar pasos concretos hacia una sanidad pública prácticamente universal, de calidad y asequible, que acabe con la indecencia de que el país más poderoso del globo tenga a 46 millones de habitantes sin seguro médico alguno. Anunció el jueves, con su proyecto presupuestario, una hucha de 634.000 millones de dólares, en 10 años, para lograrlo. Y va a afrontar también el despropósito de que EE UU, el país que más gasta en educación, esté en un segundo nivel de la liga de las poblaciones mejor formadas. Pretende que las familias norteamericanas puedan mandar más hijos a la universidad con ayudas públicas.

Trata de darle la vuelta a la revolución de Reagan 30 años después, durante los cuales el 1% más rico de la población norteamericana ha incrementado entre un 20% y un 30% su trozo de tarta de la riqueza nacional. El audaz objetivo de Obama es atacar, vía impuestos, esta desigualdad económica de las clases medias, cada vez más empobrecidas y que no alcanzan a pagar una sanidad y una educación cada vez más costosas. El principal asesor económico de la Casa Blanca, Lawrence Summers, ha explicado así lo ocurrido en los últimos tres decenios: «El 80% de las familias estadounidenses ha estado enviando un cheque anual de 10.000 dólares al 1% más rico de la población». Intentará reducir a la mitad el déficit presupuestario, hoy el 12,3% del PIB, el mayor desde la II Guerra Mundial, subiendo impuestos a los ricos, no tocando a la inmensa mayoría de familias que ingresan menos de 250.000 dólares anuales, y gastando menos en guerras. Lo más parecido a la cuadratura del círculo.

Y todo lo quiere hacer a la vez, porque «la pasividad no es una opción». ¿Este presidente es un ingenuo, un visionario, cree que nos puede sacar de la recesión hablando, quiere hacer de Robin Hood, o hemos elegido a un jugador de póquer?, se preguntan los norteamericanos ante la sorprendente aceleración de la presidencia Obama. Barack entiende que la crisis que acogota al mundo y provoca la ansiedad de los norteamericanos es una oportunidad y no la excusa para la inacción o el ir poco a poco. Habla de la necesidad de «acciones audaces y grandes ideas» porque es evidente, en un plano teórico, que el pensamiento convencional ya no funciona. Sin embargo, el inmenso estímulo fiscal para, primero, salvar al sistema financiero con un gasto público keynesiano es una idea convencional. Aunque también se podría pensar que arrojar paladas de dinero de los contribuyentes a los bancos para que rehagan sus balances y salvar así a las mismas instituciones que han metido al mundo en este negro pozo es una idea bastante loca.

Es cierto que EE UU sigue siendo el país de los sueños, donde como ha demostrado la elección de Obama todo es posible. Un presidente negro, una mujer speaker (presidente) del Congreso y un tipo blanco, el vicepresidente Biden, en el podio del Congreso, como lo resumió la CBS en su telediario nocturno.

Conviene que sepamos quién es el 44º presidente de Estados Unidos. Ya tenemos algunas piezas para ir completando el rompecabezas. Hace poco Obama invitó a un grupo de selectos columnistas a volar con él a Chicago en el Air Force One. Bob Herbert, del Washington Post, y E. J. Dionne, del New York Times, han aportado detalles interesantes. Barack es un pragmático al que, por encima de ideologías, le importa que las cosas funcionen. ¿No dijo aquí el siglo pasado Felipe González que el cambio consistía precisamente en eso? «Soy un eterno optimista pero no soy un bobo», les dijo Obama. Y en su parlamento de esta semana ante el Congreso, dejó claro que cree, sin fundamentalismo alguno, en un Gobierno racional, creativo y eficaz que puede ser capaz de encender el motor de arranque de la economía de mercado, para retirarse después a un segundo plano. Pero no se trata de un Gobierno más grande. En el camino ya ha alterado la visión del pueblo norteamericano, que en su mayoría piensa que la palabra Estado es obscena y socialista, provocando una transformación ideológica. Quizás Obama pretende mover el centro político a la izquierda, al igual que Ronald Reagan lo desplazó a la derecha. Se trataría de redefinir el capitalismo reconstruyendo el liberalismo americano.

En esta orilla del Atlántico, la Europa de las catedrales y del Estado de bienestar, que como avisó Zapatero en su último discurso de política exterior corre el peligro de convertirse en «una suerte de gran museo sin peso en el mundo», la audacia innovadora de Obama provoca una sana envidia. Mientras la crisis económica amenaza con partir Europa con Estados fallidos en el Este del continente que habían puesto sus esperanzas en la Unión Europea, afectando incluso al núcleo fuerte del eurogrupo, nuestro sano escepticismo de viejas naciones no nos debiera impedir reconocer la todavía indispensabilidad de Estados Unidos.

fgbasterra@gmail.com

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La pieza cobrada se evaluará mañana en las urnas, de Víctor de la Serna en El Mundo

Posted in Política by reggio on 28 febrero, 2009

LA POLEMICA NACIONAL

LA CAIDA DE FERNANDEZ BERMEJO Y SUS CONSECUENCIAS ELECTORALES

La caída del ministro de Justicia tras el escándalo de sus conversaciones campestres con el juez Garzón y el comisario jefe de la Policía Judicial -que eso fue lo políticamente relevante de la cacería, aunque algunos lo callen totalmente- tiene un claro sentido electoral. ¿Cuál? División de opiniones…

Los acontecimientos se precipitaron la semana pasada en la saga-fuga de Bermejo, que el día 19 aún era descrita por el agudo Josep Ramoneda, en El País, como «maniobra de distracción de los problemas de corrupción del entorno del PP» y «salvavidas para Bermejo».Pero, en el mismo periódico, Miguel Angel Aguilar ya intuía la defenestración y felicitaba por el éxito periodístico al director de EL MUNDO (al que, con esas cosas de Aguilar, ahora llama Jota Pedro; antaño era Pedro José); aunque, eso sí, intentaba aguar el piropo asegurando que este periódico lo ha conseguido, como antaño hacía Randolph Hearst, «escarbando en la intimidad de las personas». Ya saben: las grandes monterías son cosas intimísimas.¿Intocables, quizá?

Despachada por todos los medios la disyuntiva dimisión/destitución, ya que está claro que fue Zapatero el que soltó lastre, ahora falta por ver cómo esa jugada, unida a la parte garzoniana de la operación -el miércoles ya saltaban los nombres de los aforados Luis Bárcenas y Gerardo Galeote- iba a influir en las citas electorales del domingo.

En los medios progubernamentales se aplaudía al presidente. El País, en un editorial, afirmaba: «Los dirigentes populares no han dudado en considerar la dimisión como una victoria. Sin embargo, han perdido el parapeto tras el que estaban buscando cobijo político para hacer frente a la tormenta judicial, que podría arreciar tras el levantamiento del secreto del sumario». Por ahí iba Ramón Cotarelo, en Público: «La dimisión del ministro por un asunto aparentemente menor dejará más en evidencia la muy condenable actitud del Partido Popular». Joan Tapia, en La Vanguardia, admiraba el movimiento de ajedrez: «¿Ha errado ZP al entregar la cabeza de Bermejo? Quizá sí. Pero puede que no. (…) Lo tradicional hubiera sido aguantarlo -sus diputados le aplaudieron al grito de ‘¡Torero!’- y subir los decibelios contra el PP. Pero ZP rompe moldes. Cree que la flaqueza bien utilizada es un activo. Que no fallar a la opinión pública (en lo que de él depende) y sorprender al contrario son buenas armas. Y a un PP que practica aquello de que la mejor defensa es el ataque, pero en el que nadie asume ninguna responsabilidad, le lanza la cabeza de Bermejo, culpable sólo de una mediocre gestión».

Muy diferente era el análisis de Casimiro García-Abadillo en EL MUNDO: «Zapatero ha pagado caro su error, que fue nombrar como ministro de Justicia a un fiscal conocido -incluso por sus propios compañeros- por su incorregible sectarismo. Esta es la primera vez, desde que gobierna Zapatero, en la que no ha sabido manejar los tiempos, en la que alguien se le rebela sin que él pueda hacer nada por evitarlo. ¿Será este el síntoma del principio del fin de una forma de entender la gobernación del Estado?».

Ignacio Camacho, en ABC, comentaba la envidia que Solbes decía tener de Bermejo. ¿Ocasión perdida? «En realidad, hay más de medio Gobierno quemado, pero el presidente prefiere no tocar los fusibles, no vaya a ser que la gente se pregunte si el problema no estará más arriba».

© Mundinteractivos, S.A.

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‘Guantánamo, my friend’, de Antonio Lucas en El Mundo

Posted in Derechos, Internacional, Política by reggio on 28 febrero, 2009

RIO ARRIBA

Tan sólo quedan los vapores de la orgía, pero aún está Guantánamo echando humo, aún siguen las jaulas llenas de presuntos terroristas, de tipos a los que hace cinco años les precintaron el hocico, los ojos y las orejas para que alcanzaran sin prisa el karma de la locura. Esta cárcel es una abadía de la infamia. No se me ocurre nada mejor para dar forma a la idea de un territorio esculpido por la paciencia del odio donde no existe más derecho que el de la tortura.

Suena viejo decir que le debemos a Bush el descrédito de haber bajado con él este peldaño de la Historia en beneficio de su guerra privada contra Irak. Suena viejo, pero resulta cierto.Y permítanme, antes de que lo olvide, cumplimentar con una negrita a Aznar por lo que indirectamente le toca. Pero a lo que íbamos: ahora hay que desmantelar ese túmulo de gente viva, de zombis con los nervios raídos, de encapuchados cuyo drama ha reducido (sin saberlo) la Declaración de Derechos Humanos, las luchas civiles por la dignidad y la Constitución de EEUU a papel higiénico.Hay que reincorporar toda esta carne picada al cauce de lo legal.Y ese viaje de vuelta necesita cómplices para amortiguar un atropello impulsado por el mismo fanatismo con el que otros reventaron aviones contra las Torres Gemelas.

Y ahora es donde entra en juego Zapatero a través de Moratinos.O al revés, ya no los distingo. España se ha ofrecido a acoger a los presos de Guantánamo y a darles cuartelillo mientras se les busca una salida o un disimulo. Parece que nos beneficiaremos cínicamente de esta caridad que en el fondo no nos hace más compasivos, sino un poco más coautores. Uno sospecha que también hay algo de licenciatura en felaciones hacia el Gobierno de Obama, como si quisiéramos enjugar alguna culpa y ponernos por fin a buenas con el señorito.

Zapatero es un sociata con gestos muy raros. Diría que pertenece al recuelo de una izquierda a tiempo parcial, baja en calorías, muy descargada de ideas y algo asimétrica. Igual tiene un ministro del Interior que arenga batidas de la Policía contra los inmigrantes en la puerta del Metro, que tiene un titular de Exteriores que va a buscar una excursión de inmigrantes desahuciados para darles una cobertura legal que no nos corresponde ni sabemos si aquí tienen. Gran Bretaña, Holanda y Canadá pasan de pringarse en este chapapote. Ellos no propiciaron este limbo salvaje. Nosotros tampoco, pero tenemos una forma muy extravagante de entender las relaciones internacionales. Casi un complejo que nos hace perder el escrúpulo. Y lo mismo pedimos prestada una silla de enea para la cumbre del G-20 que nos traemos cuarto y mitad de reo para darle manta y sopa de la cárcel. Así nos va.

© Mundinteractivos, S.A.

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Rato asume que «el mercado se equivocó» y pronostica «un cambio de modelo económico», de Javier Cuartas en La Nueva España

Posted in Economía by reggio on 28 febrero, 2009

EL ex gerente del FMI avisa en Oviedo: «No toda bajada de impuestos reanima la economía»
«No es la Revolución de Octubre, pero no hay alternativa a la intervención pública»
«Estamos socializando las pérdidas sin que antes se socializaran los beneficios»

El ex gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ex vicepresidente económico del Gobierno, el asturiano Rodrigo Rato, aseguró ayer en Oviedo que la actual crisis económica internacional coloca al mundo ante «uno de los cambios más importantes de los últimos decenios». «La salida a la crisis no se hará», vaticinó, «con una vuelta a atrás, sino con un cambio de modelo» y, «como en todo cambio, habrá ganadores y perdedores». Rato asumió que el mercado «se equivocó».

A juicio del ex ministro de Economía, en las dos crisis económicas internacionales habidas en los diez últimos años (la de las compañías tecnológicas en 2002 y la financiera e hipotecaria de 2008) se han producido «errores del mercado». «La idea de que el mercado era capaz de financiarlo todo se ha quebrado». Y también se ha puesto en cuestión, dijo, «la creencia de que los mercados se regulan a sí mismos y que la eficiencia se logra por el afán de todos de no cometer errores». «El mercado se ha equivocado» en ambos casos, dijo, y «ha cometido por dos veces una importante minusvaloración del riesgo, lo que ha llevado a un fortísimo endeudamiento que ahora ha estallado». Hubo, además, «errores de regulación, de supervisión y de incentivos en el sector privado».

Rato (Madrid, 1949) analizó la recesión, en un acto organizado por Caja España, con un talante académico y de analista económico y exento de visiones partidistas. El ex gerente del FMI apoyó las medidas de intervención pública que están realizando los estados: «No es una decisión política, ni estamos en la Revolución de Octubre, ni los soviets han tomado los parlamentos. Gobiernos de todas las tendencias están aplicando esas medidas», aun cuando generarán «una altísima deuda pública».

A juicio de Rato, esta actuación pública «no tiene alternativa». No obstante, pidió eficiencia en el gasto y alertó de que «estamos en una gran socialización de pérdidas», sin que antes «se hubiesen socializado los beneficios, salvo con los impuestos». Por ello, apuntó a que se pueda generar «riesgo moral» porque, merced al salvamento público, los operadores privados puedan sentirse protegidos de todo riesgo. Destacó que el mercado también se basa en la «destrucción creativa».

A juicio de Rato, todas las medidas que se están tomando «son necesarias, pero no todas son eficaces», y ninguna lo será por sí misma, en solitario. «Ni todo gasto público ni toda bajada de impuestos ni toda inyección de liquidez tiene capacidad de relanzar la economía», aseveró. Tampoco las inversiones en infraestructuras si éstas no son «útiles». A juicio de Rato, la «solución ideal» debe ser una mezcla de todas esas políticas, y en una combinación que en cada país debe ser distinta de acuerdo con su casuística. El ex ministro advirtió varias veces a un público de empresarios y políticos de que «no toda bajada de impuestos» tiene efecto dinamizador.

Respecto a la crisis bancaria apuntó cuatro consideraciones: «Las inyecciones de liquidez son útiles y las recapitalizaciones no tanto»; las fusiones bancarias no siempre dan resultados favorables para resolver la situación de entidades en dificultades y las ayudas en forma de capital que reciben en diversos países bancos en dificultades pueden suponer un perjuicio para aquellas entidades que, como las españolas, por estar mejor no reciben ese tipo de apoyos públicos.

«La salida no podrá producirse con una vuelta atrás. Estamos ante un cambio de modelo porque hay cosas que ya no volverán a ser como fueron», sostuvo Rato. No podrá ser ya igual, en su opinión, el negocio financiero (ni la titulización de activos como instrumento de diseminación de riesgo, ni la banca de inversión). Tampoco los países que han ejercido de motores de la economía mundial (el consumo de EE UU y el ahorro de China) podrán seguir cumpliendo ese papel. Y tampoco podrá ser igual la política monetaria. Porque desde hace 15 años, señaló, «las crisis económicas ya no las produce la política monetaria (con subida de tipos para frenar la inflación), sino que los causantes han sido los movimientos de flujos de capital, que son muchísimo más rápidos que cualquier otra cosa». Por ello, sostuvo Rato, «la política monetaria tendrá no sólo que procurar la estabilidad de los precios -lo que seguirá siendo capital-, sino que tendrá que tener en cuenta los flujos de capital».

El ex ministro sostuvo que «aún no estamos saliendo de la crisis». A su juicio, de ella sólo se saldrá reduciendo el elevadísimo endeudamiento que la originó, con una coordinación internacional «imprescindible», con más libertad de comercio y globalización, evitando la formación de futuras «burbujas» («la soluciones a las crisis siempre generan la siguiente») y con reformas estructurales (para adaptarnos a un mundo «que va a ser distinto»), y que no podrá acometer el poder político en solitario sin el necesario respaldo de la sociedad.

Rato, que situó el estallido de la crisis en septiembre de 2008, hizo suya la «pregunta crucial»: «¿Por qué nadie se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo?».

La reducción de empleo y sus consecuencias en los resultados: un análisis de las empresas españolas, de Fernando Muñoz y Mª José Sánchez

Posted in Economía, Laboral by reggio on 28 febrero, 2009

Nuevo documento de Estudios de Progreso, de la Fundación Alternativas (Pere Portabella Rafols, Presidente y Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias, Vicepresidente)

Los programas de reducción de plantilla suponen medidas encaminadas, esencialmente, a hacer frente a situaciones de crisis y deterioro financiero. Con ellos se pretende una mejora en los resultados económicos de las compañías. Se piensa, por ejemplo, que la empresa estaría en una mejor disposición para reducir costes, centrarse en los negocios que representen una mayor fuente de ingresos o ser más flexible gracias a la eliminación de puestos de trabajo innecesarios. Sin embargo, al mismo tiempo, estos previsibles efectos positivos pueden verse mermados o incluso no llegar a materializarse en ningún caso. Varios son los factores que potencialmente contribuirían a ello: el coste de las indemnizaciones por despido, las actitudes y reacciones de los “supervivientes” a los ajustes de personal (insatisfacción laboral, estrés, falta de motivación, resentimiento, etc.) o la pérdida de trabajadores cualificados. Bajo estas circunstancias, las reducciones de la fuerza laboral, lejos de aumentar la rentabilidad empresarial, tendrían una repercusión indeseada sobre ella.

Esta investigación, usando la encuesta de estrategias empresariales (ESEE) del Ministerio de Ciencia e Innovación, analiza esta cuestión. La evidencia obtenida muestra que la opción de recortar la fuerza de trabajo no presenta un impacto significativo sobre la rentabilidad empresarial a corto plazo. Sin embargo, dicho resultado no se sostiene cuando se considera un período de tiempo de mayor duración: a largo plazo, recortar personal causa un detrimento en la rentabilidad de la compañía.

Audaz Presupuesto de Obama, de Tomás Lukin en Página 12

Posted in Economía, Política by reggio on 28 febrero, 2009

EXPANSION DE LA COBERTURA MEDICA Y MAS IMPUESTOS A PETROLERAS Y BANCOS

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, estuvo haciendo cuentas y le envió al Senado su primer Presupuesto. El documento incluye una partida de contingencia por 750 mil millones de dólares para rescatar a los bancos, una iniciativa de 635 mil millones para expandir la cobertura médica y aumentos en los impuestos a las familias con ingresos que superan los 250 mil dólares anuales. El dinero para los bancos es una “previsión” por si los fondos del plan lanzado por Bush no alcanzan. Además, plantea subir los impuestos y eliminar exenciones del sector petrolero. Los republicanos y las empresas salieron a criticar con dureza el proyecto de Presupuesto Obama.

Para 2010 el déficit estimado llega a los 1,17 billón de dólares y el mandatario prometió reducirlo a la mitad para 2013. Mientras que algunos especialistas se alarman frente a la profundización de esta situación, otros economistas sostienen que las preocupaciones son infundadas, ya que la abultada deuda se paga con la moneda que imprime la Fed y a la tasa que fija el organismo. La propuesta de Obama debe ser aprobada por el Legislativo. La presentación detallada se presenta al Congreso en abril.

– Previendo futuros rescates: Por si acaso, por si los 700 mil millones de dólares anunciados por Bush en octubre no alcanzaran, el Presupuesto contempla otros 750 mil millones más para fondear “los esfuerzos de estabilización financiera”. Pese a que Obama viene advirtiendo que posiblemente el primer rescate no sea suficiente para sanear a los bancos, en la Casa Blanca “esperan” no necesitar ese dinero y aseguraron que a esta altura no tienen ningún plan de realizar un nuevo pedido al Congreso. Pero prefirieron dejar la puerta abierta mientras el Tesoro realiza los test de stress a los bancos para determinar la magnitud de los activos basura. La Oficina de Presupuesto estimó que el costo neto del desembolso rondará los 250 mil millones de dólares, ya que espera recuperar algo (aunque no todo) de lo “invertido”.

– Cobertura médica: Lo que Clinton no pudo hacer, Obama lo va a intentar. El mandatario fijó un fondo de 635 mil millones de dólares para universalizar la cobertura de los servicios de salud en diez años. Además planea recortar los subsidios a las empresas del sector.

– Más impuestos y menos recortes: El Presupuesto propone elevar los impuestos para los hogares con ingresos mayores a 250 mil dólares. Además aumentará las cargas a las ganancias de capital. El documento señala, también, que renovará los masivos recortes impositivos de Bush cuando caduquen en 2010. Además, eliminará una serie de lagunas tributarias que permiten al sector financiero eludir impuestos legalmente y los subsidios para los productores agropecuarios que ganan más 500 mil dólares. Por otro lado, cerrará un programa de exenciones fiscales para familias de bajos ingresos que considera mal administrado.

– Republicanos aterrados: “La era del gobierno omnipresente ha regresado y los demócratas están pidiéndote que lo pagues”, alertó el legislador John Boehner, líder republicano de la Cámara de Representantes. La suba de impuestos para los sectores de mayores ingresos y el aumento en el gasto “preocupa seriamente” a la oposición. La reacción de los republicanos había sido similar durante el debate por el plan de estímulo fiscal y presionaron (con éxito) para que el gobierno incremente el peso de los recortes impositivos en el proyecto. Por su parte, el segundo apartado del documento que Obama elevó al Senado titulado “Heredando un legado de prioridades equivocadas” sostiene que “el fracaso de los últimos ocho años se debe a decisiones políticas irresponsables. Inversiones en educación, salud, infraestructura y energías limpias fueron sacrificadas por monumentales recortes impositivos para los ricos”.

– Gas y petróleo: Las multinacionales del rubro reaccionaron rápidamente cuando vieron que la propuesta de Obama propone subirles los impuestos en 2010 y terminar con algunas de las exenciones fiscales que posee el sector. El gobierno espera recaudar 31.500 millones de dólares más en diez años. Los lobbystas ya se pusieron a trabajar para frenar la iniciativa. “En medio de una recesión, no es el momento de imponer nuevos impuestos a la industria, su aplicación podría implicar menos puestos de trabajo y menos ingresos en momentos en los que necesitamos ambos desesperadamente” apuntó Jack Girard, presidente del Instituto Estadounidense de Petróleo, el poderoso lobby que representa a más de 400 corporaciones del sector.

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Discurso de Barack H. Obama ante Sesión Conjunta del Congreso, del Martes 24 de febrero de 2009, en la Revista de la Embajada de Los Estados Unidos de América en Bogota

Posted in Economía, Educación, Energia, Laboral, Política, Sanidad by reggio on 28 febrero, 2009

Señora Presidenta de la Cámara de Representantes, Sr. Vicepresidente, miembros del Congreso:

Estoy aquí esta noche no sólo para dirigirme a las distinguidas damas y caballeros en este gran recinto, sino para hablar directa y francamente con los hombres y mujeres que nos trajeron aquí.

Sé que para muchos estadounidenses que nos observan en este momento, el estado de nuestra economía es una inquietud mayor que todas las demás. Y con toda razón. Si no han sido afectados personalmente por esta recesión, probablemente conocen a alguien que ha sido afectado: un amigo, un vecino, un miembro de su familia. No necesitan escuchar otra lista de datos para saber que nuestra economía se encuentra en crisis, porque la viven todos los días. Es la preocupación con la que se despiertan y motivo de desvelo de noche. Es el empleo que pensaron que tendrían hasta jubilarse, pero que ahora han perdido; el negocio con el que soñaron y que ahora pende de un hilo; la carta de aceptación a la universidad que su hijo tuvo que volver a guardar en el sobre. El impacto de esta recesión es real y está por todas partes.

Pero a pesar de que nuestra economía se haya debilitado y nuestra confianza se vea afectada; a pesar de que estamos viviendo en tiempos difíciles e inciertos, esta noche quiero que todo estadounidense sepa lo siguiente:

Reconstruiremos, nos recuperaremos, y Estados Unidos saldrá de esto más fuerte que nunca.

El peso de esta crisis no determinará el destino de esta nación. Las respuestas a nuestros problemas no están fuera de nuestro alcance. Están en nuestros laboratorios y universidades; en nuestros campos y nuestras fábricas; en la imaginación de nuestros empresarios y el orgullo del pueblo más trabajador en la faz de la Tierra. Aún poseemos a manos llenas las cualidades que han hecho de Estados Unidos la mayor fuerza de progreso y prosperidad en la historia de la humanidad. Lo que se requiere ahora es que este país se una, que encaremos audazmente los desafíos que enfrentamos y asumamos la responsabilidad por nuestro futuro una vez más.

Ahora, si somos francos con nosotros mismos, admitiremos que durante demasiado tiempo, no siempre hemos cumplido con estas responsabilidades, ya sea como gobierno o como pueblo. Digo esto no para designar culpables ni mirar hacia atrás, sino porque sólo al comprender cómo llegamos a este momento podremos salir de este aprieto.

El hecho es que nuestra economía no comenzó a deteriorarse de la noche a la mañana. Tampoco se iniciaron todos nuestros problemas cuando el mercado de vivienda colapsó o la bolsa de valores se desplomó. Sabemos desde hace décadas que nuestra supervivencia depende de encontrar nuevas fuentes de energía. Sin embargo, importamos más petróleo ahora que nunca antes. El costo del cuidado de salud devora más y más de nuestros ahorros todos los años, sin embargo continuamos retrasando reformas. Nuestros niños competirán por empleos en una economía mundial para la cual demasiadas de nuestras escuelas no los preparan. Y aunque todos estos desafíos continuaron sin solución, logramos gastar más dinero y acumular más deudas, tanto como personas y como gobierno, que nunca antes.

En otras palabras, hemos vivido una era en la que demasiado a menudo, las ganancias a corto plazo eran apreciadas más que la prosperidad a largo plazo; en la que no miramos más allá del próximo pago, el próximo trimestre o las próximas elecciones. Un superávit se convirtió en excusa para transferir riqueza a los acaudalados en vez de una oportunidad de invertir en nuestro futuro. Se desmanteló la reglamentación a favor de utilidades rápidas y a costa de un mercado saludable. Sabiendo que no estaban a su alcance, las personas compraron casas de bancos y prestamistas que, de cualquier manera, querían colocar esos malos préstamos. Y mientras tanto, se pospusieron debates cruciales y decisiones difíciles hasta otro momento, otro día.

Bueno, ha llegado el día del ajuste de cuentas, y éste es el momento de hacernos cargo de nuestro futuro.

Éste es el momento de actuar de forma audaz y sensata, no sólo para reactivar esta economía, sino para sentar nuevas bases para una prosperidad perdurable. Éste es el momento de impulsar la generación de empleo, reactivar los préstamos e invertir en sectores como el de energía, cuidado de salud y educación, que harán que nuestra economía crezca, incluso a la vez que tomamos las difíciles decisiones de reducir nuestro déficit. Ése es el propósito de mi plan económico, y de eso me gustaría hablarles esta noche.

Es un plan que comienza con el empleo.

Tan pronto asumí el cargo, le pedí a este Congreso que para el Día del Presidente, tuviera listo un plan que volviera a poner a la gente a trabajar y que le pusiera dinero en el bolsillo. No porque creo en aumentar la burocracia. No creo en eso. No porque no me importe la deuda masiva que hemos heredado. Sí me importa. Hice un llamado a la acción porque no hacerlo hubiera significado perder más empleos y hubiera causado más dificultades. De hecho, no actuar habría empeorado nuestro déficit a largo plazo al asegurar poco crecimiento económico durante años. Por eso fue que presioné para actuar rápidamente. Y esta noche, me siento agradecido porque este Congreso hizo su trabajo, y me complace decirles que la Ley para la Recuperación y Reinversión en Estados Unidos ya fue promulgada.

En los próximos dos años, este plan preservará o creará 3.5 millones de empleos. Más de 90% de estos puestos de trabajo estarán en el sector privado: empleos para reconstruir carreteras y puentes, para fabricar turbinas de viento y paneles solares, para tender banda ancha y expandir el sistema de transporte público.

Debido a este plan, hay maestros que ahora pueden conservar sus puestos y educar a nuestros hijos. Los profesionales de la salud pueden seguir cuidando de los enfermos. Esta noche, 57 oficiales de policía pueden seguir patrullando las calles de Mineápolis, porque su departamento estaba a punto de despedirlos, y este plan lo evitó.

Debido a este plan, 95% de las familias trabajadores en Estados Unidos recibirán un recorte tributario… un recorte tributario que verán en sus talones de pago desde el 1º de abril.

Debido a este plan, las familias que tienen dificultades para cubrir los costos de la educación superior recibirán un crédito tributario de $2,500 para los cuatro años de universidad. Y los estadounidenses que han perdido su empleo en esta recesión podrán recibir una extensión en los beneficios por desempleo y cobertura para cuidados de salud que los ayudará a resistir esta tormenta.

Sé que hay algunos en este recinto y otros que nos ven desde sus hogares que no creen que este plan funcione. Y entiendo ese escepticismo. Aquí en Washington, hemos visto lo rápido que las buenas intenciones se vuelven promesas incumplidas y despilfarro. Y un plan a esta escala implica enorme responsabilidad y la necesidad de hacerlo correctamente.

Por eso le pedí al Vicepresidente Biden que encabezara un esfuerzo de supervisión estricta sin precedente, porque a Joe no se le escapa una. Y les he dicho a todos y cada uno de los miembros de mi gabinete, así como a los alcaldes y gobernadores de todo el país, que a mí y al pueblo estadounidense nos tendrán que rendir cuentas por cada dólar que gasten. Y he designado a un Inspector General de comprobada capacidad y dinamismo para identificar todos los casos de despilfarro y fraude. Y hemos creado una nueva página web llamada recovery.gov para que todos los estadounidenses puedan saber cómo y dónde se gasta su dinero.

Por lo tanto, el plan de recuperación que aprobamos es el primer paso para lograr que nuestra economía vuelva a encaminarse. Pero es sólo el primer paso. Porque incluso si no cometemos ningún error al administrar este plan, no habrá una recuperación real a menos que solucionemos la crisis de crédito que ha debilitado seriamente a nuestro sistema financiero.

Y esta noche quiero hablarles simple y sinceramente sobre este tema, porque todo estadounidense debe saber que eso afecta directamente su bienestar y el de su familia. También quiero que sepan que el dinero que han depositado en los bancos de todo el país está a salvo, que su seguro no está en peligro y que pueden confiar en que nuestro sistema financiero continuará funcionando. Esto no debe ser causa de preocupación alguna.

Lo que nos inquieta es que si no reanudamos los préstamos en este país, nuestro plan de recuperación estará destinado a fallar sin siquiera haber empezado.

Vean, el flujo de crédito es lo que le da vida a nuestra economía. La capacidad de conseguir un préstamo determina la posibilidad de financiar todo, desde una casa hasta un auto y los estudios universitarios; es la manera en que las tiendas renuevan su inventario, las granjas compran equipo y las empresas pagan sus planillas.

Pero el crédito ya no fluye como debería. Demasiados préstamos impagos resultantes de la crisis hipotecaria han afectado los balances contables de demasiados bancos. Con tanta deuda y tan poca confianza, ahora estos bancos temen prestar más dinero a familias, empresas y a otros bancos. Cuando no hay préstamos, las familias no pueden comprar casas ni autos. Entonces las empresas se ven forzadas a hacer despidos. Luego nuestra economía sufre aun más, y hay menos crédito disponible.

Por eso, este gobierno está actuando rápida y enérgicamente para romper este ciclo destructivo, restaurar la confianza y reanudar los préstamos.

Lo haremos de varias maneras. En primer lugar, crearemos un nuevo fondo de préstamos que representa el mayor esfuerzo jamás creado a fin de ayudar a proporcionar financiamiento para vehículos, estudios universitarios, préstamos a pequeñas empresas para los consumidores y empresarios que hacen que esta economía funcione.

En segundo lugar, he propuesto un plan de vivienda que ayudará a las familias responsables pero en peligro de una ejecución hipotecaria a reducir sus pagos mensuales y refinanciar sus préstamos hipotecarios. Es un plan que no ayudará a especuladores ni a ese vecino en su misma cuadra que compró una casa totalmente fuera de su alcance, pero sí ayudará a millones de estadounidenses que están teniendo dificultades debido a la devaluación inmobiliaria… estadounidenses que ahora podrán aprovechar tasas de interés más bajas que este plan ya ha ayudado a establecer. De hecho, la familia promedio que refinancie hoy puede ahorrar casi $2000 al año en su hipoteca.

En tercer lugar, actuaremos con toda la fuerza del gobierno federal para asegurar que los principales bancos de los que dependen los estadounidenses tengan suficiente confianza y suficiente dinero para otorgar préstamos incluso en tiempos más difíciles. Y cuando nos enteremos de que uno de los principales bancos tiene serios problemas, les pediremos cuentas a los responsables, los obligaremos a hacer los ajustes necesarios, les proporcionaremos apoyo para sanear sus balances contables y aseguraremos la continuidad de una institución sólida y viable que pueda beneficiar a nuestra gente y a nuestra economía.

Comprendo bien que Wall Street preferiría un enfoque que les diera a los bancos dinero para rescatarlos sin imponerles condiciones, sin pedirle a nadie que rinda cuentas por sus irresponsables decisiones. Pero un enfoque así no resolvería el problema. Y nuestro objetivo es hacer que pronto llegue el día en que volvamos a otorgar préstamos al pueblo estadounidense y a las empresas estadounidenses, lo cual acabará con esta crisis de una vez por todas.

Tengo la intención de pedirles a estos bancos que rindan cuentas de toda la ayuda que reciban, y esta vez, deberán demostrar claramente cómo se usan los dólares de los contribuyentes a fin de generar más préstamos para el contribuyente estadounidense. Esta vez, los directores generales no podrán usar el dinero de los contribuyentes para engrosar sus talones de pago ni comprar costosas cortinas o desaparecer en un avión privado. Eso no volverá a suceder.

Sin embargo, este plan requerirá recursos significativos del gobierno federal, y sí, probablemente más de lo que ya hemos destinado para esto. Pero aunque el costo va a ser alto, les puedo asegurar que el costo de la inacción sería mucho mayor, porque podría tener como consecuencia una economía débil no sólo por meses o años, sino tal vez por una década. Eso sería peor que nuestro déficit, peor para las empresas, peor para el pueblo y peor para la siguiente generación. Y me resisto a permitir que eso pase.

Y comprendo que cuando el gobierno pasado le pidió ayuda al Congreso para que proporcionara ayuda a los bancos en dificultades, tanto los demócratas como los republicanos estaban furiosos por el mal manejo y lo que ocurrió a continuación. Los contribuyentes estadounidenses sintieron lo mismo. Y yo también.

Así que sé lo poco popular que es ayudar a los bancos en este momento, especialmente porque sus malas decisiones causaron, en parte, que todos los estadounidenses se vieran afectados. Les aseguro que lo entiendo.

Pero también sé que en épocas de crisis, no podemos darnos el lujo de gobernar con ira o hacer concesiones a la politiquería del momento. Mi trabajo, nuestro trabajo, es resolver el problema. Nuestro trabajo es gobernar con sentido de responsabilidad. No voy a gastar ni un centavo con el objetivo de recompensar a ejecutivos de Wall Street, pero haré todo lo que sea necesario para ayudar a la pequeña empresa que no puede pagar a sus trabajadores o a la familia que ha ahorrado, pero que todavía no puede conseguir un préstamo hipotecario.

De eso se trata. No se trata de ayudar a los bancos; se trata de ayudar a la gente. Cuando haya crédito disponible nuevamente, las familias jóvenes finalmente podrán comprar una nueva vivienda. Y luego alguna compañía contratará empleados para construirla. Y luego esos trabajadores tendrán dinero para gastar, y si también pueden conseguir un préstamo, tal vez, finalmente, se podrán comprar un auto o abrir su propio negocio. Los inversionistas volverán al mercado y las familias estadounidenses verán que ya tienen fondos suficientes para la jubilación. Y poco a poco, la confianza retornará, y nuestra economía se recuperará.

Así que le pedí a este Congreso que me apoyara para hacer todo lo que fuera necesario. Porque no podemos abandonar a nuestra nación a un destino de recesión continua. Y para asegurar que una crisis de esta magnitud no vuelva a suceder, le he pedido al Congreso que apruebe rápidamente una ley que finalmente reforme nuestro obsoleto sistema regulatorio. Es hora de poner en vigor normas nuevas, estrictas y razonables para que nuestro mercado financiero recompense el dinamismo y la innovación, y que sancione los atajos y los abusos.

El plan para la recuperación y el plan para la estabilidad financiera son los pasos inmediatos que estamos dando para reactivar nuestra economía a corto plazo. Pero la única manera de restaurar plenamente la solidez económica de Estados Unidos es hacer las inversiones a largo plazo que generarán nuevos empleos, estimularán nuevas industrias y promoverán un renovado ímpetu para competir con el resto del mundo. La única manera de que este siglo sea otro siglo de liderazgo para Estados Unidos es que finalmente le hagamos frente al precio que pagamos por nuestra dependencia de petróleo y al alto costo de los cuidados de salud; al hecho de que las escuelas no estén preparando a nuestros hijos y la montaña de deuda que van a heredar. Ésa es nuestra responsabilidad.

En los próximos días, presentaré un presupuesto ante el Congreso. Con demasiada frecuencia, hemos visto estos documentos como simples números en un papel o una lista detallada de programas. Veo este documento de forma diferente. Lo veo como una visión para Estados Unidos: un plan de acción para nuestro futuro.

Mi presupuesto no trata de resolver todo problema ni abordar cada tema. Refleja la dura realidad que hemos heredado: un déficit de un billón de dólares, una crisis financiera y una recesión costosa.

Dada la situación, todos en este recinto –demócratas y republicanos– tendrán que sacrificar algunas prioridades loables para las cuales no hay dinero. Y también me incluyo.

Pero eso no significa que podemos darnos el lujo de ignorar nuestros desafíos a largo plazo. Rechazo el punto de vista que dice que nuestros problemas simplemente se resolverán por sí solos, que el gobierno no tiene función alguna en sentar las bases de nuestra prosperidad común.

Porque la historia dice lo contrario. La historia nos recuerda que en toda ocasión de conmoción y trasformación económica, esta nación ha respondido con medidas audaces y grandes ideas. En plena guerra civil, instalamos vías férreas de costa a costa, las cuales fomentaron el comercio y la industria. De la agitación de la Revolución Industrial salió un sistema de escuelas secundarias públicas que preparó a nuestros ciudadanos para una nueva era. Tras la guerra y depresión, el GI Bill [ley para la educación de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial] envió a una generación a la universidad y creó la clase media más numerosa de la historia. Y una lucha difusa por la libertad tuvo como resultado un país de carreteras, un estadounidense en la luna y una explosión de tecnología que sigue transformando a nuestro planeta.

En ninguno de los casos el gobierno sustituyó a la empresa privada; fue un catalizador de la empresa privada. Creó las condiciones para que miles de empresarios y nuevas empresas se adaptaran y prosperaran.

Somos una nación que siempre ha visto oportunidades en medio del peligro y ha logrado sacar provecho y salir airosa de experiencias terribles. Ahora debemos volver a ser esa nación. Es por eso que el presupuesto que estoy presentando, incluso al recortar programas que no necesitamos, invertirá en tres sectores que son absolutamente cruciales para nuestro futuro económico: energía, cuidados de salud y educación.

Comienzo con la energía.

Sabemos que el país que aproveche el poder de la energía renovable y no contaminante será el líder del siglo XXI. Sin embargo, es la China la que ha lanzado el mayor esfuerzo en la historia para hacer que su economía sea eficiente en términos energéticos. Nosotros inventamos la tecnología solar, pero estamos rezagados en su producción con respecto a países como Alemania y el Japón. Nuevos vehículos eléctricos híbridos salen de nuestras cadenas de montaje, pero operarán con baterías hechas en Corea.

Pues, no acepto un futuro en el que los empleos y las industrias del futuro se originen al otro lado de nuestras fronteras, y sé que ustedes tampoco. Es hora de que Estados Unidos vuelva a ser líder.

Gracias a nuestro plan para la recuperación, aumentaremos al doble el suministro de energía renovable de esta nación en los próximos tres años. También hemos hecho la mayor inversión en fondos para la investigación de base en la historia de Estados Unidos, una inversión que propiciará no sólo nuevos descubrimientos en el sector de energía, sino avances en la medicina, ciencias y tecnología.

Pronto tenderemos miles de millas de cables eléctricos que podrán llevar nueva energía a ciudades y pueblos en todo el país. Y pondremos a los estadounidenses a trabajar haciendo más eficientes nuestros edificios y casas para que podamos ahorrar miles de millones de dólares en nuestras cuentas de energía.

Pero para transformar realmente nuestra economía, para resguardar nuestra seguridad y salvar a nuestro planeta de los estragos del cambio climático, es necesario que a fin de cuentas hagamos de la energía renovable y no contaminante el tipo lucrativo de energía. Por lo tanto, le pido a este Congreso que me remita legislación que imponga un límite basado en el mercado para la contaminación derivada del carbono y que impulse la producción de más energía renovable en Estados Unidos. Y a fin de apoyar esa innovación, invertiremos 15,000 millones de dólares al año para desarrollar tecnología como la energía eólica y la energía solar; biocombustibles avanzados, carbón no contaminante y más autos y camiones de consumo eficiente de combustible, construidos aquí mismo en Estados Unidos.

En cuanto a nuestro sector automovilístico, todos reconocen que años de malas decisiones y una recesión mundial han llevado a nuestros fabricantes de autos al borde del abismo. No debemos protegerlos de sus propias prácticas malas, ni lo haremos. Pero nos hemos comprometido con el objetivo de un sector automotor reequipado y reinventado que pueda competir y ganar. Millones de empleos dependen de ello. Muchísimas comunidades dependen de ello. Y creo que la nación que inventó el automóvil no puede abandonarlo.

Nada de esto sucederá sin un precio ni será fácil. Pero éste es Estados Unidos. No hacemos lo que es fácil. Hacemos lo que es necesario para hacer que este país avance.

Por esa misma razón, debemos también abordar el agobiante costo del cuidado de salud.

Se trata de un costo que ahora causa una bancarrota en Estados Unidos cada treinta segundos. Para fines de año, podría causar que 1.5 millones de estadounidenses pierdan su casa. En los últimos ocho años, las primas han aumentado cuatro veces más que los salarios. Y en cada uno de esos ocho años, un millón adicional de estadounidenses perdió su seguro médico. Es una de las principales razones por las que las pequeñas empresas cierran sus puertas y las corporaciones mandan empleos al extranjero. Y es uno de los rubros más costosos y de más rápido crecimiento en nuestro presupuesto.

Dado todo esto, ya no podemos darnos el lujo de posponer la reforma del cuidado de salud.

En tan sólo los últimos treinta días, hemos hecho más que en la última década por hacer que avance la causa de la reforma del cuidado de salud. A pocos días del inicio de sesiones, este Congreso aprobó una ley para otorgar y proteger el seguro médico de once millones de niños estadounidenses cuyos padres trabajan a tiempo completo. Nuestro plan para la recuperación invertirá en historias médicas electrónicas y nueva tecnología que disminuirá errores, reducirá los costos, asegurará la confidencialidad y salvará vidas. Lanzará un nuevo esfuerzo por buscar la cura del cáncer, una enfermedad que ha afectado la vida de casi todos los estadounidenses en nuestros tiempos. Y hace la mayor inversión en cuidado preventivo en la historia, porque ésa es una de las mejores maneras de mantener a nuestro pueblo sano y nuestros costos bajo control.

Este presupuesto lleva estas reformas un paso adelante. Incluye un histórico compromiso con la reforma integral del cuidado de salud; una cuota inicial siguiendo el principio de que debemos tener cuidado de salud económico y de calidad para todo estadounidense. Es un compromiso que se paga en parte por medidas eficientes que esperamos desde hace tiempo. Y es un paso que debemos dar si esperamos reducir nuestro déficit en los próximos años.

Ahora, habrá muchas opiniones e ideas diferentes sobre cómo lograr la reforma, y es por eso que estoy congregando a personas de negocios y trabajadores, médicos y proveedores de salud, demócratas y republicanos, para que comiencen a trabajar la próxima semana en este asunto.

No soy un iluso. Sé que no será un proceso fácil. Será difícil. Pero también sé que casi un siglo después de que Teddy Roosevelt propusiera las primeras reformas, el costo de nuestro cuidado de salud ha agobiado nuestra economía y la conciencia de nuestra nación durante demasiado tiempo. Entonces, que no quepa duda alguna: la reforma del cuidado de salud no puede esperar, no debe esperar, ni esperará un año más.

El tercer desafío que debemos abordar es la urgente necesidad de extender la promesa de la educación en Estados Unidos.

En una economía mundial en la que la destreza más valiosa que se puede vender son los conocimientos propios, una buena educación ya no es simplemente una forma de acceder a las oportunidades; es un prerrequisito.

En este momento, dos tercios de las ocupaciones de más rápido crecimiento requieren más que un diploma de secundaria. Sin embargo, poco más de la mitad de nuestros ciudadanos tiene ese nivel de educación. Entre los países industrializados, tenemos una de las más altas tasas de estudiantes que no terminan la escuela secundaria. Y la mitad de los estudiantes que comienzan sus estudios universitarios no los terminan.

Ésta es una receta para el declive económico, porque sabemos que los países que enseñan mejor que nosotros hoy en día nos superarán el día de mañana. Es por eso que será un objetivo de este gobierno asegurar que todo niño tenga acceso a una educación completa y competitiva, desde el día que nazca hasta el día que inicie una carrera.

Ya hemos hecho una inversión histórica en la educación por medio del plan para la recuperación económica. Hemos ampliado considerablemente la educación inicial y continuaremos mejorando su calidad, porque sabemos que el aprendizaje más formativo tiene lugar en esos primeros años de vida. Hemos puesto los estudios universitarios al alcance de casi siete millones de estudiantes adicionales. Y hemos proporcionado los recursos necesarios para evitar dolorosos recortes y despidos de maestros que detendrían el progreso de nuestros niños.

Pero sabemos que nuestras escuelas no sólo necesitan más recursos. Necesitan más reformas. Es por eso que este presupuesto crea nuevos incentivos para el desempeño de los maestros; vías para ascender y recompensas para el éxito. Invertiremos en programas innovadores que ya están ayudando a las escuelas a cumplir con altos estándares y disminuir las diferencias en el rendimiento. Y aumentaremos nuestro compromiso con las escuelas públicas independientes (charter schools).

Es nuestra responsabilidad como legisladores y educadores hacer que este sistema funcione. Pero es la responsabilidad de cada ciudadano participar en él. Y entonces, esta noche, le pido a todo estadounidense que se comprometa por lo menos a un año o más de educación superior o capacitación laboral. Esto puede ser en una institución comunitaria de enseñanza superior o una universidad de cuatro años; capacitación vocacional o pasantía. Pero independientemente de la capacitación, todo estadounidense deberá contar con algo más que el diploma de la secundaria. Y abandonar la escuela secundaria ya no es una opción. No es solamente darse por vencido, es fallarle al país, y este país necesita y valora el talento de todo estadounidense. Es por eso que proporcionaremos la ayuda necesaria para que concluyan sus estudios universitarios y logren un nuevo objetivo: para el 2020, Estados Unidos volverá a tener la más alta tasa mundial de personas con grado universitario.

Sé que el precio de las matrículas es más alto que nunca, por lo que si están dispuestos a ofrecerse de voluntarios en sus vecindarios y hacer aportes a su comunidad o ponerse al servicio de su país, nos aseguraremos de que pueda pagar una educación universitaria. Y para alentar un espíritu renovado de servicio nacional para esta generación y las futuras, le pido a este Congreso que me remita la legislación respaldada por ambos partidos que tiene el nombre del senador Orrin Hatch, como también el de un estadounidense que nunca ha dejado de preguntar qué puede hacer por su país: el senador Edward Kennedy.

Esta política educativa les abrirá las puertas a nuestros hijos. Pero depende de nosotros el asegurarnos de que pasen por ellas. A fin de cuentas, no existe programa ni política que pueda sustituir a una madre o un padre que vaya a las reuniones con los maestros o que ayude con los deberes después de la cena o que apague el televisor, guarde los videojuegos y le lea a sus hijos. Les hablo no sólo como Presidente, sino como padre cuando les digo que la responsabilidad por la educación de nuestros hijos debe comenzar en casa.

Tenemos, por supuesto, otra responsabilidad con nuestros hijos. Y ésa es la responsabilidad de asegurarnos de que no hereden una deuda que no puedan pagar. Con el déficit que nosotros heredamos, el costo de la crisis que enfrentamos y los desafíos a largo plazo que debemos afrontar, nunca ha sido más importante asegurar que a medida que nuestra economía se recupere, hagamos lo necesario para reducir este déficit.

Es un orgullo para mí que aprobáramos el plan para la recuperación sin asignaciones para proyectos particulares (earmarks), y deseo que se apruebe un presupuesto el próximo año que asegure que cada dólar gastado refleje sólo nuestras más importantes prioridades nacionales.

Ayer tuve una cumbre fiscal en la que prometí reducir el déficit a la mitad para fines de mi primer periodo como Presidente. Mi gobierno también comenzó a analizar el presupuesto federal rubro por rubro para eliminar los programas ineficientes y que desperdician dinero. Como se pueden imaginar, éste es un proceso que tomará tiempo. Pero estamos comenzando con las partidas más grandes. Ya hemos identificado ahorros por dos billones de dólares en la próxima década.

En este presupuesto, acabaremos con programas educativos que no funcionan y con pagos directos a agroempresas grandes que no los necesitan. Eliminaremos los contratos otorgados sin licitación que han malgastado miles de millones en Irak, y reformaremos nuestro presupuesto de defensa para que no paguemos por armamento de la época de la Guerra Fría que no usamos. Eliminaremos el despilfarro, fraude y abuso en nuestro programa de Medicare que no mejore la salud de las personas mayores, y devolveremos un sentido de equidad y equilibrio a nuestro código tributario acabando por fin con los recortes tributarios a corporaciones que envían nuestros empleos al extranjero.

Para rescatar a nuestros niños de un futuro con endeudamiento, también acabaremos con los recortes tributarios del 2% más acaudalado entre los estadounidenses. Pero permítanme ser perfectamente claro, porque sé que escucharán las mismas afirmaciones de siempre que dicen que acabar con esos recortes significa un aumento masivo en los impuestos del pueblo estadounidense: si su familia gana menos de $250,000 al año, sus impuestos no aumentarán ni diez centavos. Les repito: ni diez centavos. De hecho, el plan para la recuperación otorga un recorte tributario –correcto, un recorte tributario– para 95% de las familias trabajadoras. Y esos cheques están en camino.

A fin de mantener nuestro bienestar fiscal a largo plazo, también debemos abordar los costos en aumento de Medicare y el Seguro Social. La reforma integral del cuidado de salud es la mejor manera de afianzar el Medicare para el futuro. Y también debemos dar inicio a la conversación sobre maneras de hacer lo mismo con el Seguro Social y a la vez, crear cuentas de ahorro universales y libres de impuestos para todos los estadounidenses.

Finalmente, ya que también padecemos de una falta de confianza, me he comprometido a restaurar un sentido de honradez y responsabilidad en nuestro presupuesto. Es por eso que este presupuesto mira diez años hacia el futuro y da cuenta de gastos que se omitían conforme a las viejas normas, y por primera vez, eso incluye el costo total de luchar en Irak y Afganistán. Durante siete años, la nuestra ha sido una nación en guerra. Dejaremos de esconder su precio.

Estamos examinando detenidamente nuestra política en ambas guerras, y pronto anunciaré un camino a seguir en Irak que deje a Irak en manos de su pueblo y acabe con esta guerra de forma responsable.

Y con nuestros amigos y aliados, dictaremos una nueva estrategia integral para Afganistán y Pakistán a fin de vencer a Al Qaida y combatir el extremismo. Porque no permitiré que los terroristas confabulen contra el pueblo estadounidense desde refugios al otro lado del mundo.

Mientras nos reunimos esta noche, nuestros hombres y mujeres de uniforme hacen guardia en el extranjero y otros más se alistan para su movilización. A todos y cada uno de ellos, y a las familias que sobrellevan la carga silenciosa de su ausencia, los estadounidenses se unen para enviarles un mensaje: respetamos su servicio, nos inspiran sus sacrificios, y cuentan con nuestro apoyo inquebrantable. Para aliviar la carga de nuestras fuerzas armadas, mi presupuesto aumenta el número de soldados e infantes de Marina. Y a fin de cumplir con nuestras sagradas obligaciones para con quienes están en el servicio, aumentaremos su paga y les otorgaremos a nuestros veteranos la expansión del cuidado de salud y los beneficios que se merecen.

Para derrotar al extremismo, debemos también estar alerta y respaldar los valores que nuestras tropas defienden, porque no existe fuerza más poderosa en el mundo que el ejemplo de Estados Unidos. Es por eso que he ordenado que se cierre el centro de detención de la Bahía de Guantánamo, y procuraremos que se lleve ante la justicia, de forma rápida y segura, a los terroristas capturados, porque vivir conforme a nuestros valores no nos hace más débiles; nos da mayor seguridad y nos da mayor fuerza. Y es por eso que puedo pararme aquí esta noche y decir, sin excepciones ni evasivas, que Estados Unidos no tortura.

En nuestras palabras y acciones, estamos mostrándole al mundo que se ha iniciado una nueva era de participación, pues sabemos que Estados Unidos no puede hacerle frente solo a las amenazas de este siglo, pero el mundo no puede afrontarlas sin Estados Unidos. No podemos eludir la mesa de negociación ni ignorar a los enemigos o las fuerzas que podrían causarnos daño. En vez, se nos llama a proseguir con el sentido de confianza y franqueza que exige la seriedad de los tiempos.

Para procurar el progreso hacia una paz segura y perdurable entre Israel y sus vecinos, hemos designado a un enviado para apoyar nuestros esfuerzos. Para hacerle frente a los desafíos del siglo XXI –desde el terrorismo hasta la proliferación nuclear; desde las enfermedades pandémicas hasta las amenazas cibernéticas y la pobreza agobiante– afianzaremos viejas alianzas, forjaremos nuevas y usaremos todos los elementos de nuestro poder nacional.

Y para responder a una crisis económica que es mundial en su alcance, estamos colaborando con los países del G-20 a fin de restaurar la confianza en nuestro sistema financiero, evitar la posibilidad de un aumento en el proteccionismo y estimular la demanda de productos estadounidenses en mercados de todo el mundo; porque el mundo depende de que tengamos una economía sólida, así como nuestra economía depende de la solidez de la internacional.

Ahora que nos encontramos en un momento decisivo de la historia, los ojos de todas las personas en todas las naciones se posan en nosotros una vez más, y nos observan para ver qué hacemos en este momento; aguardan nuestra dirección.

Los que estamos aquí reunidos esta noche hemos sido escogidos para gobernar en tiempos extraordinarios. Es una gran carga, pero también un gran privilegio que se ha confiado a pocas generaciones de estadounidenses; porque en nuestras manos recae la capacidad de influir en nuestro mundo para bien o para mal.

Sé que es fácil perder de vista este hecho, caer en el cinismo y en la duda, dejarnos consumir por lo mezquino y lo trivial.

Pero en mi vida, también he aprendido que la esperanza se encuentra en lugares poco probables; que la inspiración proviene no de quienes son más poderosos o célebres, sino de los sueños y las aspiraciones de los estadounidenses que no tienen nada de comunes y corrientes.

Pienso en Leonard Abess, el presidente de un banco en Miami quien, según se reportó, vendió su parte de su compañía, recibió una bonificación de $60 millones y se la dio a todas las 399 personas que trabajaron para él y a otras 72 que solían hacerlo. No se lo dijo a nadie, pero cuando un diario local lo averiguó, simplemente dijo, »Conozco a algunas de esas personas desde que tengo 7 años. No me pareció correcto que sólo yo recibiera el dinero».

Pienso en Greensburg, Kansas, un pueblo que fue destruido totalmente por un tornado, pero que está siendo reconstruido por sus residentes, en un ejemplo global de cómo toda una comunidad puede funcionar con energía no contaminante, cómo ésta puede llevar empleos y actividad comercial a un lugar donde alguna vez yacían rumas de ladrillos y escombros. «La tragedia fue terrible», dijo uno de los hombres que ayudó en la reconstrucción. «Pero la gente de acá sabe que también les brindó una oportunidad increíble».

Y pienso en Ty’Sheoma Bethea, la niñita de esa escuela que visité en Dillon, Carolina del Sur, un lugar donde los techos gotean, la pintura se pela de las paredes y tienen que dejar de enseñar seis veces al día porque el tren pasa a toda velocidad cerca de su aula. Le dijeron que su escuela no tiene esperanza, pero el otro día después de clases fue a la biblioteca pública y les escribió una carta a las personas sentadas en este recinto. Incluso le pidió dinero a su director para comprar una estampilla. La carta nos pide ayuda y dice, «Somos simplemente estudiantes tratando de ser abogados, médicos, congresistas como ustedes y algún día, presidentes, para que podamos producir un cambio no sólo en el estado de Carolina del Sur sino también en el mundo. No somos de los que se dan por vencidos».

No somos de los que se dan por vencidos.

Estas palabras y estos casos nos dicen algo sobre el espíritu de las personas que nos trajeron aquí. Nos dicen que incluso en los momentos más duros, en medio de las circunstancias más difíciles, existe una generosidad, una adaptabilidad, una decencia y una determinación que perseveran; una voluntad de asumir responsabilidad por nuestro futuro y por la posteridad.

Su determinación debe ser nuestra inspiración. Sus inquietudes deben ser nuestra causa. Y debemos mostrarles a ellos y a todo nuestro pueblo que estamos a la altura de la tarea ante nosotros.

Sé que hasta ahora no hemos estado de acuerdo en todo, y no hay duda de que en el futuro habrá ocasiones en las que discreparemos. Pero también sé que todo estadounidense sentado aquí esta noche ama a este país y quiere que tenga éxito. Ése debe ser el punto de partida para cada debate que tengamos en los próximos meses y el punto de retorno cuando concluyan dichos debates. Ésa es la base sobre la cual el pueblo estadounidense espera que encontremos terreno común.

Y si lo hacemos, si nos unimos y sacamos a este país de la profundidad de esta crisis; si hacemos que nuestra gente vuelva a trabajar y volvemos a poner en marcha el motor de nuestra prosperidad; si enfrentamos los desafíos de nuestros tiempos y hacemos un llamado a ese espíritu perdurable de un estadounidense que no se da por vencido, entonces algún día, dentro de muchos años, nuestros hijos podrán decirles a sus hijos que éste fue el momento en que hicimos, en palabras que están talladas en este recinto, «algo digno de ser recordado». Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de América.

http://spanish.bogota.usembassy.gov/pr_16_250209.html

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La libertad, en vías de extinción, de Timothy Garton Ash en Clarín

Posted in Derechos, Libertades, Política by reggio on 28 febrero, 2009

Llevo 30 años viajando a lugares que carecen de libertad, desde Alemania Oriental hasta Birmania, y he escrito sobre ellos convencido de que mi país de origen, Gran Bretaña, era uno de los más libres del mundo.

En los últimos años, he abierto los ojos a cómo se están recortando las libertades individuales, la intimidad y los derechos humanos en Gran Bretaña bajo gobiernos del nuevo laborismo que aseguran creer que la libertad es el tema central de la historia británica.

Los alemanes del Este tienen hoy más libertad que los británicos, al menos en cuanto a las leyes y a prácticas administrativas en ámbitos como la vigilancia y la recopilación de datos. Hace 30 años tenían la Stasi. Hoy, Gran Bretaña posee unas leyes sobre vigilancia tan vagas y elásticas que el ayuntamiento de una pequeña ciudad llamada Poole ha podido aprovecharlas para espiar durante dos semanas a una familia erróneamente acusada de haber mentido en un formulario de solicitud de matrícula en un colegio.

Aunque la comparación con la Stasi es irresistible, el hecho de emplear esos métodos no quiere decir todavía que seamos un Estado controlado por una Stasi. El contexto político es muy diferente. Los británicos no vivimos en una dictadura controlada por un partido único. Pero tampoco es «un caso aislado», como protestan siempre los ministros. Casi cada semana aparece una nueva revelación sobre cómo está recortando nuestro gobierno otro pedazo más de nuestra libertad, siempre en nombre de algún bien real o imaginario: la seguridad nacional, la protección frente al crimen, la cohesión comunitaria, la eficacia o nuestra «relación especial» con Estados Unidos. La libertad se queda para el final.

No hay duda de que la lucha contra el terrorismo exige ciertas restricciones. Pero resulta que tenemos más circuitos cerrados, una base de ADN más grande, un Registro Nacional de Identidad más ambicioso (e impracticable), más poderes policiales y más vigilancia del correo electrónico que cualquier otra democracia liberal comparable.

Timothy Garton Ash. HISTORIADOR, UNIVERSIDAD DE OXFORD Y DE STANFORD

Copyright Clarín y Timothy Garton Ash, 2009.

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Elecciones y futuro, de Arnaldo Otegi en Gara

Posted in Derechos, Justicia, Libertades, Política by reggio on 28 febrero, 2009

En su análisis, que supera abiertamente la clave electoral, Otegi enciende las «luces largas» para constatar que «han dejado fuera del Parlamento en Vascongadas a la izquierda abertzale pero, de ninguna manera, fuera de la lucha por un cambio político y social para el conjunto de Euskal Herria en la senda independentista y socialista». Y en los primeros pasos de ese camino ubica la gran importancia de los votos ilegalizados, «votos de oro», que mañana se depositarán en las urnas como «inversión para construir la esperanza de la mayoría de la sociedad vasca».

Hoy es oficialmente día de reflexión para los ciudadanos de los territorios occidentales de Euskal Herria. Parece que en estas democracias formales la reflexión se ciñe a la elección de una papeleta tras la tormenta de mensajes, skechts y frivolidades de todo tipo y naturaleza que hemos padecido en esta interminable y, vergonzosa, campaña electoral; es decir, parece que nos invitan a reflexionar durante 24 horas -más puede ser peligroso- para luego desconectar hasta la siguiente campaña electoral, donde nuevamente nos vendrán con productos programáticos renovados.

Superando ese esquema formal hay que remarcar algunas variables y referencias que están más allá del resultado electoral y que, por tanto, seguirán siendo asignatura pendiente colectiva de toda la ciudadanía vasca.

En primer lugar estas elecciones están insertas en el pulso político de fondo que Euskal Herria viene manteniendo desde Lizarra-Garazi. Un tránsito entre una fase constitucional-estatutaria agotada y un ciclo político que no termina de abrirse y, por tanto, asentarse con nuevas bases políticas de reconocimiento nacional y respeto a la voluntad popular democrática.

Estos años han sido sinuosos en oportunidades y fracasos para el movimiento abertzale ante la estrategia establecida por el constitucionalismo español para condicionar los contenidos del, por otro lado, irreversible nuevo ciclo político. El PSOE, como el PP, cada cual con sus características, han mantenido planteamientos políticos, jurídicos y represivos tendentes a desgastar el espacio autodeterminista que emana de Lizarra y, muy específicamente, neutralizar el papel de motor del cambio de la izquierda abertzale.

En ese pulso hemos atravesado momentos diferentes -Loiola- siendo evidente el bloqueo instalado en los últimos tiempos en todos los parámetros del conflicto político. Un bloqueo que el constitucionalismo ha ido trabajando para debilitar la correlación de fuerzas de Lizarra insertando al PNV en la estrategia de Estado. Algo que ha conseguido y pretende rubricar con los resultados y consecuencias de las elecciones de mañana domingo.

La campaña electoral ha sido fiel reflejo de ambas cuestiones. Por un lado, el apartheid político contra la izquierda independentista ha tenido un nuevo desarrollo con la anulación de la posibilidad de representación institucional al sector de la sociedad vasca más dinámico y determinante para el cambio político en este país. Una decisión del Estado español que ha tenido una insignificante e hipócrita respuesta de los sectores políticos que tanto reclaman el derecho a decidir y las vías políticas y democráticas. Al contrario, detrás de declaraciones formales se han tirado a por los votos y escaños que la decisión política del Estado les proporciona en un hemiciclo que será renovado con la bandera española en su fachada y con una composición interior trucada por el mencionado apartheid político.

Por otro lado, hemos visto cómo PNV y PSE-EE han hecho una campaña de bajo perfil político y mediatizada por el discurso autonomista y la gestión económica. Dice Ibarretxe que mañana nos jugamos dónde se decide, si en Madrid o en Gasteiz. Una falacia evidente ante la estrategia y posición del Estado con «su» plan y «su» consulta y, ahora mismo, ante la imposición de las reglas de juego de «su» Parlamento. Tenemos la convicción, avalada por la posición del PNV en el proceso de negociación y posteriores acuerdos parlamentarios, de que este partido hace tiempo que inicio la ciaboga de Lizarra encaminándose a un «concierto político» que, en el fondo, es la constitucionalización del nacionalismo, autentica asignatura pendiente del modelo de Estado Español, como alternativa al reconocimiento nacional vasco y sus derechos democráticos en el marco de un estado plurinacional. Esa es la cuestión de fondo que se viene madurando en este contexto de bloqueo político.

En este mismo escenario, EA trata de clonar a la izquierda abertzale y Aralar pone la guinda al pastel intentando aprovechar las condiciones del apartheid para ponerlas, como en Nafarroa, al servicio de la estrategia regionalista de Sabin Etxea.

Así pues, han dejado fuera del Parlamento en Vascongadas a la izquierda abertzale pero, de ninguna manera, fuera de la lucha por un cambio político y social para el conjunto de Euskal Herria en la senda independentista y socialista. El debate político y económico, las condiciones estructurales impuestas por el Gobierno español, nos revelan que, sea cual sea el resultado, estamos ante la continuidad de la estrategia del Estado contra Euskal Herria y ante el peligro de un segundo ciclo autonomista ante la deriva de un PNV preocupado únicamente por la gestión de sus negocios e intereses desde las actuales instituciones.

A pesar de ello, las condiciones para un cambio político siguen estando vigentes en una sociedad vasca que reclama de forma mayoritaria el reconocimiento a su voluntad democrática. Por eso debemos abordar la foto distorsionada y tramposa de mañana con tranquilidad, confianza y perspectiva. La izquierda abertzale viene planteando con insistencia la necesidad de una acumulación y activación de fuerzas soberanistas, independentistas y progresistas como eje determinante en la actual situación de tránsito a la definición de los ingredientes y/o bases de un nuevo ciclo político. Un planteamiento que necesita de maduración y concreción en diseño, contenidos y propuestas táctico-estratégicas. Con esas luces largas puestas, con esa perspectiva y compromiso, aborda la izquierda abertzale este test electoral antidemocrático y, sobre todo, la etapa política que se abrirá inmediatamente después.

Así pues, en la jornada de mañana, por encima de decisiones antidemocráticas, de una campaña de persecución brutal a nuestras ideas y planteamientos o de la permanente ocultación y manipulación mediática, la izquierda abertzale volverá a demostrar la dignidad y compromiso con este pueblo y sus derechos nacionales y sociales articulando un espacio social que nos permita trabajar en los próximos meses por una implementación de esfuerzos y compromisos políticos, sindicales y sociales en aras a configurar un bloque popular por el cambio en términos de soberanía y modelo social. Como hemos repetido en los últimos días, no hay cambio político sin la izquierda abertzale o, dicho de otra forma, sólo desde la iniciativa, fuerza e ilusión de la izquierda abertzale podemos alcanzar un escenario democrático como primer paso para desarrollar nuestra propuesta estratégica.

Por tanto, frente a quienes anteponen sus intereses a los derechos y la dignidad de este pueblo, frente a los que buscan espacio político aprovechándose de la estrategia del Estado español, frente a la estrategia de represión y confrontación del Estado español para mantener un cuadro político pivotado en la negación de nuestra soberanía y la imposición constitucional, mañana, el voto ilegalizado es una inversión, un voto de oro, para construir la esperanza de la mayoría de la sociedad vasca.

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