Reggio’s Weblog

Miseria y grandeza de un debate, de Pilar Rahola en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

Confieso que me gustó. Quizás porque llegué al debate sin demasiadas expectativas, convencida de la poca naturalidad de una confrontación que, previamente, había sido trapicheada, masticada y deglutida, por el aprendiz de inquisidor que todo asesor de campaña lleva en sus entrañas. Sin embargo, a pesar de las cortapisas, las reuniones maratonianas para decidir la temperatura de la sala y el papel de váter, y a pesar de la sobreactuación del evento, disfruté del choque dialéctico de dos líderes que fueron mucho más correosos de lo que era previsible. Hubo momentos de brillantez dialéctica, y tanto en los envites, como en las réplicas, los dos sacaron a relucir una saludable mala leche. No comparto la crítica de algunos colegas, indignados por el tono agresivo de Rajoy o Zapatero, tanto monta, en función de los momentos. Esto no era una exhibición de juegos florales, ni un concurso de belleza. Esto era el primer gran debate entre dos tipos que quieren gobernar un país. Salvaguardada la buena educación, ¿nos caerán los anillos por un poco de incisivo en la yugular? Ni creo que Rajoy fuera un bulldog al estilo del guerrismo, ni creo que Zapatero gastara la retranca de los Acebes más desatados, pero los dos se permitieron algunos trazos gruesos, y fue en esos momentos de dura confrontación cuando ambos parecieron más presidentes.Ya sé. Hay muchos motivos para denostar el debate. Que no estaban todos los candidatos, y especialmente no estaba Catalunya. Por cierto, la afirmación de Zapatero de que no ha leído nunca el pacto del Tinell es una sonora bofetada a los firmantes de tal pacto. Un desprecio en bonito prime time. Pero siendo cierto, también lo es que los dos posibles presidentes tenían que verse las caras, que ello era informativamente relevante y, socialmente, saludable. Si Catalunya tiene poco peso en ese esquema político, es problema de la política, pero no del periodismo. Profesionalmente hablando, y a las pruebas de una audiencia histórica me remito, este debate era exigible, deseable y esperado. También es cierto que tuvieron mirada de retrovisor, y que el pasado chapoteó en el presente, pero no olvidemos que estamos en la primera parte de la confrontación. Si ese mismo balance lo hiciéramos en el segundo debate, sería una crítica certera. Pero los dos candidatos saben que tienen segundo asalto, y parece una estrategia inteligente dejar, para ese segundo tiempo, los proyectos de futuro. ¿Quién quemaría una buena propuesta, antes de hora? Además, tampoco entiendo este rasgado de vestiduras de algunos analistas. Al fin y al cabo, el pasado reciente de la vida política, ¿no marca a fuego su futuro? Creo que estuvieron mucho mejor de lo pensable, que los dos crecieron como líderes, que se mostraron seguros en las explicaciones y directos en los ataques, y en la suma, nos ofrecieron un espectáculo político muy notable. La idea, machaconamente repetida por los partidos, de que hubo un claro vencedor, no tiene otra credibilidad que la propia de la propaganda. Personalmente, creo que el empate es un resultado justo, y si no fuera anatema, y no me cayeran encima todos los jinetes del Apocalipsis, me atrevería a decir que Rajoy dominó en más ocasiones. En cualquier caso, la partida acabó en unas buenas tablas.

Más difícil me resulta aprobar a los protagonistas periodísticos del evento. Primero, porque no sé cómo puntuar un cronómetro, ya que fue un cronómetro el que moderó el debate. De ahí que tuvieran más importancia los árbitros de basket que controlaban el reloj -hacia el cual se iba, nerviosamente, el ojo izquierdo de Rajoy-, que el señor Campo Vidal. Y de ese dolor cuelgan todos los males de un debate político que, ni en la gestación, ni en el proceso, ni en el resultado, respetó la credibilidad periodística. Lamento que una Academia de Televisión -que tendría que tutelar el prestigio de los profesionales-, se prestara a un formato donde dichos profesionales ni pinchaban, ni cortaban nada. Lamento que el presidente de dicha academia no se inhibiera del protagonismo, como sería lógico de quien ha estado negociando con los partidos. Lamento que se aceptara la idea de los bloques temáticos, convirtiendo al periodista en patético convidado de piedra. Lamento que la clase periodística asista, encantada, a esta especie de dictadura de los partidos que intentan moldear el periodismo político, y que se comportan como niños mimados cuando se les exige el bien público de la información. Lamento que la Academia haya aprovechado el Pisuerga para hacerse publicidad, sin haber conseguido aún hacerse un hueco en la profesión. Seriamente, ¿sabe alguien qué es esta academia, aparte de saber que la dirigen unos muy progres, muy simpáticos, y todos felices miembros de la pomada?

Finalmente, lamento que se considere normal ningunear a la profesión periodística, cuando se trata de preservar los intereses del poder político. Y por lamentar, lamento lo feo que era el plató. ¿Tanto seso devanado para tanto horror estético? En fin, lo dicho. Lo mejor fueron esos dos tipos que quieren ser presidentes y que, por un día, estuvieron mejor que sus propias caricaturas.

www.pilarrahola.com

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El último minuto, de Màrius Carol en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

Séneca, maestro en oratoria, instruía a sus discípulos con estas palabras: «Concluye donde quieras, con tal de que pongas un buen final.» Los asesores de Zapatero y Rajoy debieron tomar al pie de la letra las palabras del filósofo romano y pusieron buena parte de su talento al servicio del epílogo del debate, con desigual desenlace. Si el resultado se hubiera decidido por la entidad del último minuto, es evidente que el candidato socialista dio una imagen de modernidad que contrastaba con el sermón añejo de su oponente popular. El final no es baladí en las novelas policiacas, en los westerns cinematográficos y en los debates políticos. En el corto final está la sorpresa, el desenlace, el impacto. O, si se prefiere, el retrogusto, que es ese sabor que queda en el paladar después de haber tragado el vino. Y lo cierto es que el último sorbo del enfrentamiento televisado le quedó aterciopelado a Zapatero y un punto rancio a Rajoy.

El candidato del PSOE enfiló los últimos sesenta segundos mirando a la cámara para proclamar que en la oposición y en el Gobierno había servido al país con lealtad, con todas sus fuerzas y con toda su humildad. Se puso kennedyano al señalar que no podía prometer que todas las personas tengan éxito, pero sí podía comprometerse a que todas tuvieran las mismas oportunidades para conseguirlo. Y concluyó con las palabras con que despedía su informativo televisivo de la CBS, en los años cincuenta, el periodista Edward Murrow, que se enfrentó al senador McCarthy que lo acusaba de comunista: «Buenas noches y buena suerte». Historia, por cierto, llevada al cine con acierto por George Clooney, que se ponía en la piel de Fred Friendly, el productor de la cadena que apoyó a Murrow y que le salvó con su coraje de la caza de brujas.

Por su parte, el candidato del PP, tras advertir que él no es quien gana o pierde el día 9, sino que quien gana o pierde es el país, dedicó su sermón final a una niña que nace en España a la que quiere darle una familia, una casa y unos padres con trabajo. «Una niña que nazca donde nazca tenga una educación como la mejor, que sea heraldo de la libertad… que sienta hondo orgullo por ser española, por pertenecer a esta nación tan vieja, tan admirable que le habrá ofrecido las mejores oportunidades. Pero que habrá sabido ser exigente con ella para reconvertirla en una mujer madura y responsable….». Rajoy leyó un texto con ínfulas de concurso de redacción escolar, que era más de Arriola que de Esopo. De tal modo, que le quedó un epílogo trasnochado, que también parecía sacado de los años en blanco y negro.

Tras hora y media de debate, el último minuto puede parecer una anécdota, pero, como bien saben los estadounidenses, éste es el momento en que pueden subirse a un avión por menos dinero. Así que nadie debe despreciar este instante de gloria, que puede conducir al éxito. Con el menor coste.

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El partido está muy abierto, de Cayetano González en El Mundo

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

ELECCIONES 9M

Mariano Rajoy se jugaba mucho más que Zapatero en el primer debate televisivo del pasado lunes. Si lo hubiese perdido, a estas horas el candidato del PP estaría desahuciado de cara a la cita electoral de dentro de 11 días. Y no parece que ése sea el estado de la cuestión. Si hacemos caso del dicho de que la cara es el espejo del alma, la que exhibieron los dos candidatos al final del debate, o la que tenían sus más estrechos colaboradores, reflejaba perfectamente quién pensaba que había ganado y quién había perdido el primer asalto. Un Rajoy exultante y sonriente ante la prensa, hablando por el móvil con un simpatizante del PP de Pontevedra, contrastaba con un Zapatero circunspecto, con gesto serio y que utilizaba la brocha gorda para hacer balance del debate: «Hemos visto un proyecto y la nada».

Cada uno de los 13 millones de espectadores que siguieron el debate por televisión habrá podido formarse un juicio más certero sobre la fiabilidad, credibilidad, solvencia y preparación de cada uno de los candidatos para dirigir el Gobierno de España en los próximos cuatro años. Pero lo que resulta incuestionable es que el candidato popular sale del debate más fortalecido interna y externamente, ya que ha consolidado la imagen de ser una alternativa real al actual estado de cosas.

El principal acierto de Rajoy en el debate fue que se atrevió a decir la verdad; a señalar y describir sin medias tintas la gravedad de los problemas que tiene en estos momentos la sociedad española como consecuencia de las erráticas políticas de Zapatero. En cuestiones como la inmigración, la crisis económica que afecta ya -y de qué manera- a los bolsillos de los ciudadanos, la negociación con ETA, la educación o la falta de una idea clara sobre España del actual presidente, las intervenciones de Rajoy resultaron demoledoras y no fueron contestadas por su oponente.

Ante esto, Zapatero optó por una posición de remisión continua al pasado, con alusiones frecuentes a la Guerra de Irak, al 11-M o a otras actuaciones de los gobiernos de Aznar de los que su contrincante formó parte en cuatro carteras diferentes. Cuando un presidente del Gobierno es acusado de forma reiterada de mentir -cosa que el lunes hizo Rajoy en 12 ocasiones- y no quiere o no puede defenderse, la imagen que transmite a la opinión pública es de debilidad y como mínimo permite que se extienda la sospecha de que esa grave acusación pueda ser verdad. Eso le pasó a Zapatero, de forma clara y evidente, cuando su oponente le pegó un auténtico revolcón en todo lo que fue su proceso de negociación política con ETA. Que la única defensa de Zapatero fuera recordar que Aznar, en un evidente y rechazable error, llamó Movimiento de Liberación Nacional Vasco a ETA es, realmente, una muy débil defensa.

El segundo cara a cara del próximo lunes será, no sólo igual de interesante que el primero, sino decisivo para las aspiraciones de ambos contendientes. Aunque Rajoy seguirá jugándose más, Zapatero no se puede permitir volver a perder o empatar el debate. Hay partido por jugar, está muy abierto y eso, después de sólo cuatro años en el poder, es una muy mala noticia para Zapatero y el PSOE y un motivo de esperanza para Rajoy y el PP.

© Mundinteractivos, S.A.

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Perdieron los dos, de Pedro G. Cuartango en El Mundo

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

TIEMPO RECOBRADO

En uno de los mejores libros de Historia que he leído, Los siete pecados capitales del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial, Sebastian Haffner desmonta el tópico de que el conflicto que estalló en 1914 era inevitable.

Haffner sostiene que la guerra fue una acumulacion de juicios de intenciones erróneos sobre lo que pensaba hacer el adversario. Francia estaba convencida de que su territorio era invulnerable, Alemania creía que Inglaterra se mantendría neutral si invadía Francia, Austria no quería declarar la guerra a Rusia y Rusia no quería verse envuelta en un conflicto en los Balcanes. Finalmente todos se vieron arrastrados a esa ola de destrucción y horror que devastó Europa.

Salvando las distancias, que son enormes, el mismo mecanismo vale para explicar la crispación de la vida política española en esta legislatura y, más concretamente, el cainismo que se pudo palpar en el debate entre Zapatero y Rajoy.

Zapatero no realizó ninguna propuesta ni trató de demostrarnos que su programa es mejor. Su estrategia se basó en formular una serie de juicios de intenciones sobre su contrincante: que Rajoy está contra el avance en las libertades, que lidera una derecha retrógrada, que quiere destruir el Estado del Bienestar, que es un catastrofista, que persigue a los médicos progresistas y que carece de sensibilidad en asuntos como el cambio climático.

Zapatero intentó demostrar sin éxito que el líder del PP fue un desastroso ministro de Interior y de Educación, como si de lo que tratara en el debate era de examinar su pasado.

Rajoy cayó en el mismo error: acusó a Zapatero de de haber entablado una negociación política con ETA, de haber agredido a las víctimas del terrorismo, de haber acentuado la desigualdad entre los españoles, de haber perseguido al PP y de haber alentado la entrada de inmigrantes sin papeles.

Obsérvese que todas esas imputaciones son juicios de intenciones que presuponen la mala voluntad del adversario o que, al menos, pretenden sugerirlo.

Zapatero y Rajoy no actuaron así por casualidad ni por deseo propio. Lo hicieron porque esa es la regla de un debate entre dos candidatos que aspiran a gobernar: despedazar al adversario tras demostrar que uno es más inteligente.

Este tipo de debates funciona con la lógica de un combate de boxeo: dejar K.O. al contrincante. No valen los argumentos sino el resultado final. A mí me apasiona la confrontación de ideas, pero detesto esa política-espectáculo que se basa en los juicios de intenciones. Por eso, creo que perdieron los dos.

© Mundinteractivos, S.A.

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El voto útil para las minorías, de Miquel Caminal en El País de Cataluña

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

La mayoría de analistas electorales coinciden en vaticinar unas elecciones muy igualadas entre las principales opciones de gobierno. Algunas de estas previsiones son interesadas y van orientadas a combatir la abstención y a incentivar el llamado voto útil, que quiere decir literalmente, ahora y aquí: «si quiere evitar que gane el PP, no vote a una minoría, sino al único partido que puede impedirlo». La verdad es que han conseguido sembrar la duda en muchos electores, a los que les dará un soponcio si el PP vuelve al gobierno.

Cuentan, además, con dos argumentos espurios en democracia pluralista pero eficaces: 1) solamente hay dos opciones políticas entre las cuales se decide la presidencia del gobierno; 2) votar a un partido minoritario en muchas circunscripciones es perder el voto.

Hay que recordar, nuevamente, que el sistema de gobierno establecido en la Constitución española de 1978 es parlamentario. El Parlamento decide quién gobierna. En consecuencia, forma gobierno aquel candidato a la presidencia del Gobierno que consigue mayor apoyo en el Congreso de los Diputados. La personalización de las campañas electorales ha distorsionado el sentido de las elecciones legislativas, que es la representación del pluralismo político como paso previo a la elección presidencial. Son los diputados pertenecientes a los distintos grupos parlamentarios los que eligen al presidente del Gobierno y, en este punto, las minorías son necesarias cuando ninguno de los partidos mayoritarios consigue la mayoría absoluta. Es lo que sucederá el próximo 9 de marzo, según todos los sondeos electorales. Luego las minorías no sólo serán útiles, sino decisivas.

La reducción de las elecciones a una competencia entre dos para dirimir quién ganará La Moncloa empobrece la democracia. El pluralismo debería estar garantizado, especialmente en los debates electorales emitidos por las cadenas públicas y privadas de televisión. El debate entre dos candidatos no es diálogo, es pugilato. Se trata de vencer, no de convencer. De este modo, las elecciones no son ninguna educación para la ciudadanía. Al final, la llamada democracia no tiene nada que ver consigo misma. Si lo fuera, se organizarían debates con todas las fuerzas políticas, que pueden acabar decidiendo quién será el presidente del Gobierno. Esto ayudaría a conocer las distintas posiciones políticas y los posibles pactos parlamentarios o de gobierno. Y los electores decidirían el voto con mayor conocimiento del pluralismo realmente existente. Cuando la democracia (o como se llame) sea solamente cosa de dos crecerá la abstención. Ya sucede en Estados Unidos. Más o menos se abstienen el 50% de los electores en las presidenciales. No es poca cosa con la movida de meses y meses de campaña electoral. La democracia estadounidense es una democracia de fuegos artificiales hacia adentro y de fuego real hacia fuera. Bueno, también hay fuego real hacia dentro en el país con más armas de fuego de uso público y privado.

El sistema electoral español es perverso. Le llaman proporcional pero es mayoritario en su resultado, una paradoja más de nuestra Constitución híbrida y contradictoria. Así nos va en materia electoral. Dice el artículo 68.3 sobre la elección al Congreso: «La elección se verificará en cada circunscripción atendiendo a criterios de representación proporcional». No lo veo. La aplicación y el resultado de la combinación entre circunscripción provincial y fórmula electoral es mayoritario y no proporcional. El sistema electoral fomenta el bipartidismo en la gran mayoría de las circunscripciones electorales. El predominio de circunscripciones pequeñas con menos de ocho diputados es abrumador, 40 provincias sobre 50, y con menos de 6 diputados, 30 sobre 50. A esto se le llama desproporcionalidad. Es una suerte, sin embargo, que no se previera el voto concentrado de algunas periferias, por ejemplo en Cataluña y el País Vasco. La consecuencia es que los partidos nacionales catalanes, vascos, gallegos o canarios tienen la llave de las mayorías, lo que provoca urticaria a todos los españolistas del reino. En las comunidades mesetarias y algunas más el bipartidismo arrasa. Que le pregunten a Izquierda Unida lo que le cuesta un diputado y, a continuación, se compara con el PSOE y el PP. Los votos robados por imperativo electoral a IU se los reparten socialistas y populares. Hay que tener cara dura para vivir cómodamente con los votos del competidor y no hacer nada. Una reforma del sistema electoral con una mayor proporcionalidad redundaría en beneficio del pluralismo y de la calidad de la democracia. Por ejemplo, es imposible que todos los votantes del PP sean de derecha extrema, como la dirección de este partido. Mientras tanto, no se debe olvidar que se puede votar a las minorías y no perder el voto en varias circunscripciones, no solamente en Madrid y Barcelona.

En las elecciones del próximo 9 de marzo se presentan más de dos opciones. Votemos según nuestras preferencias, pero no nos dejemos ganar por la campaña del voto útil. La democracia vive del pluralismo y de la deliberación. Desaparece en la confrontación bipartidista, basada en el diálogo de sordos entre dos y no más de dos. Asimismo, no caigamos en la ingenuidad de creer en los príncipes de cuento, tengan cara tramposa como Sarkozy, o cara angelical como Obama. Nosotros, los ciudadanos, somos los que podemos y tenemos que cambiar las cosas a mejor. Y no solamente mediante el voto.

Miquel Caminal es profesor de Teoría Política de la Universidad de Barcelona.

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El apólogo de la niña feliz, de Javier Pradera en El País

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

Rajoy cerró su turno de intervenciones en el debate electoral de anteanoche con un enternecedor apólogo destinado a que los espectadores pudieran irse a “dormir con tranquilidad”. El relato didáctico que resumió todas sus ideas es la feliz historia de una niña nacida en España que tiene una familia, unos padres con trabajo y una vivienda. Sea cual sea su domicilio (¿Cataluña, Madrid, País Vasco, Andalucía?), la mocita recibirá la mejor educación y podrá “pasear por todo el mundo sin complejos” gracias a que dispondrá de un “título profesional cotizado” y “sabrá idiomas”.

El complejo de inferioridad para aprender lenguas tiene una larga tradición en la península: un epigrama de Nicolás Fernández Moratín describe la admiración de un portugués “de ver que en su tierna infancia/todos los niños de Francia/supiesen hablar francés”. La desmesurada promesa de Rajoy según la cual todos los niños de España hablarán, leerán y escribirán en inglés correctamente —con independencia de que acudan a la escuela pública o a colegios de élite— cuando el PP llegue al poder aspira a curar ese castizo síndrome.

Además de anunciar indirectamente un halagüeño porvenir a los profesores de inglés y a las academias de idiomas, el apólogo se propone transmitir una moraleja esencialmente patriótica. Una vez transformada en “mujer madura”, la niña del relato sentirá —“quiero que sienta”, subraya Rajoy— “un hondo orgullo por ser española” y pertenecer a “esa nación tan vieja y tan admirable”.

Los estudios literarios y psicológicos sobre los cuentos infantiles han descubierto claves inesperadas bajo la superficie inocente de sus textos. Si las investigaciones de Vladimir Propp sobre las narraciones populares rusas sentaron las bases para el análisis estructural de su morfología, el Psicoanálisis de los cuentos de hadas de Bruno Bettelheim estudió cómo los niños interpretan los argumentos terroríficos y los personajes amedrentadores. En tanto que escritor novel de relatos infantiles, Rajoy permite reflexionar, en cambio, sobre el contradictorio entusiasmo ante una niña que siente el “hondo orgullo” de pertenecer a “una nación tan vieja y tan admirable” como España, por un lado, y el paralelo aborrecimiento hacia las emociones nacionalistas de las niñas catalanas y vascas.

El presidente del PP define a España como una nación de “ciudadanos libres e iguales”, enfrentada con las comunidades identitarias de carácter étnico y las concepciones patrióticas esencialistas. Dado que los españoles no han sido ciudadanos libres e iguales sino súbditos de reyes y dictadores hasta fechas muy recientes, no se entienden las razones de Rajoy para datar la existencia de España como nación muchos siglos atrás. Todavía parece menos probable que la condición liberaldemocrática constituya una particularidad de la realidad nacional española: ¿acaso las restantes “viejas naciones” del continente europeo no están formadas desde la Revolución Francesa por ciudadanos libres e iguales?

En cualquier caso, los esfuerzos del líder popular para introducir en el debate la cuestión de la inmigración —vinculándola con el aumento de la delincuencia— mostraron el cortísimo recorrido de su oportunista definición de España como una nación de ciudadanos libres e iguales. Ministro del Interior y vicepresidente primero con Aznar cuando las corrientes migratorias procedentes de Latinoamérica, Magreb, África subsahariana y Europa oriental desbordaron las fronteras españolas en busca de supervivencia y de trabajo, Rajoy se limitó entonces a mirar hacia otro lado, sin tratar de poner coto a la implacable explotación de esa barata mano de obra al margen de las regulaciones laborales y en condiciones de vida semi-esclavistas.

Mientras empresarios sin escrúpulos —de manera consciente— y la economía española en su conjunto —de forma indirecta— se lucraban con la fuerza de trabajo de los recién llegados a nuestras costas, los portavoces del PP iniciaron una campaña xenófoba sobre la criminalidad innata de los inmigrantes y la amenaza que sus costumbres representaban para la identidad española. El llamado efecto llamada fue manejado como un espantajo para endurecer las leyes y restringir los permisos de residencia y de trabajo.

Como líder de la oposición, Rajoy ha redescubierto ahora las posibilidades de obtener un demagógico beneficio electoralista —como ocurrió antes en Francia con el Frente Nacional de Le Pen— gracias a la incorporación de millones de inmigrantes a una sociedad castigada durante tiempo por la emigración; en apenas una década, las gentes nacidas en otros países han pasado a constituir el 10% de nuestra población. De haber creído alguna vez de buena fe que España es una nación de ciudadanos libres e iguales, el presidente del PP habría luchado por los derechos de los inmigrantes para convertirlos en futuros compatriotas.

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Guantanamera, de Lorenzo Cordero en La Voz de Asturias

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

El ojo del tigre

Contaba José María Pemán que, en una de sus conversaciones privadas con Franco, éste le había dicho: «No crea, Pemán, a mí me gustaría contemplar, un poco desde fuera, mi sucesión y poder disfrutar unos años de vida civil». No pudo cumplir su deseo -probablemente, uno de los pocos que no consiguió-, pero no solo por culpa de la tromboflebitis sino, sobre todo, por su irresistible ambición de poder. Se cuenta también que, cuando ya estaba hospitalizado y en una situación muy crítica para su salud, recibía las visitas del presidente de su Gobierno –Arias Navarro-, antes de que el premier le informara del estado de la dictadura, el caudillo le exigía con su tenue voz de ocarina: «La firma …!» Ignoraba que había nombrado sustituto (provisional) suyo a un joven Borbón llamado Juan Carlos.Lo curioso es que esa oportunidad que tanto deseaba el dictador español, es probable que quien la disfrute ahora sea el denostado Fidel Castro. Como se sabe, recientemente ha renunciado a seguir siendo el máximo pontífice del castrismo en Cuba. Al parecer, los cubanos de la disidencia -en su mayoría exiliados en el paraíso caribeño de Miami (USA)- tienen en estos momentos el mismo sueño que tuvieron hace poco más de treinta años los disidentes antifranquistas: aniquilar al dictador, arrancar de cuajo su régimen y borrar hasta su sombra; no de la historia porque no es posible, pero sí de sus vidas cotidianas. Temo que este sueño de los cubanos anticastristas tampoco les sea concedido.

El castrismo, es decir, la versión caribeña del marxismo-leninismo, hace mucho tiempo que se ha solidificado en la historia de Cuba. Personalmente, podría comprender, sin muchas dificultades a los disidentes cubanos, es decir, a los anticastristas resentidos razonablemente. Pero nunca a los oportunistas. Ni a los de antes ni a los de ahora. Hay que reconocer que Castro consiguió más que Franco: reinar en Cuba durante casi medio siglo, y, sobre todo, crear su propia dinastía política. Aquel prehistórico general (ísimo) no pudo coronar su obra orgánica fundando una nueva dinastía específicamente franquista. Fidel acaba de crearla, legitimada por la vieja guardia de su régimen. Si en este país nuestro -tan de ellos- hubieran conseguido los camisas viejas que el franquismo se reencarnara en sí mismo, mediante una sucesión familiar, a estas horas la legitimidad (artificial) del 18 de Julio sería el marchamo de garantía de la eternamente moderna Nueva España…

El régimen de Fidel en Cuba sirvió entre otras cosas, para que a este lado del Atlántico los cínicos pluricromáticos de después de la Transición, utilizaran sus críticas al castrismo como una prueba infalible de su condición de demócratas auténticos, rechazándolo por su naturaleza marxista. Que lo hicieran así -y lo sigan haciendo- los auténticos postfranquistas, no es reprochable. Al fin y al cabo, esa ha sido siempre la esencia histórica de su pensamiento político: el antimarxismo visceral. Pero que en ese mismo grupo crítico se incluyan muchos antiguos e ilustrados marxistas, la cosa es de pura coña. Sobre todo cuando entre los más airados antifidelistas españoles actuales hay personajes que, hace cuarenta años, hicieron de su comunismo personal una bandera de las libertades democráticas. Cuando, por poner un ejemplo, en las Universidades españolas, se organizaban seminarios para el estudio y la divulgación del pensamiento marxista; cuando la mayoría de las Facultades de Filosofía en aquel tiempo eran auténticos foros para el debate de los conceptos marxistas; cuando al marxismo lo consideraban como la conciencia que habría de traernos el cambio y la transformación de nuestro mundo social. De muchos de aquellos iluminados marxistas de entonces han salido ahora los más severos críticos españoles del régimen cubano que representaba, hasta hace pocos días, Fidel Castro.

Utilizan su anticastrismo (oportunista) para purificarse democráticamente, intentando demostrar que condenando a los rojos cubanos, ellos mismos son tan demócratas como los demócratas orgánicos de los Estados Unidos. Condenan el régimen comunista de Cuba porque dicen que atenta contra las libertades y los derechos del hombre. Pero se callan como muertos cuando se trata simplemente de dialogar (¿sabe usted lo que significa dialogar…?) acerca de lo que sucede en un pequeño territorio cubano ocupado por los norteamericanos, en donde el régimen del místico George W. Bush tiene enjaulados, engrilletados, amordazados y torturados a supuestos terroristas. O no les dice nada Guantánamo a los anticastristas que, previamente, fueron ilustrados comunistas antifranquistas? Simplemente, pregunto.

Lorenzo Cordero. Periodista.

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Kosovo y la legalidad internacional, de Juan Francisco Martín Seco en Estrella Digital

Posted in Derechos, Internacional, Política by reggio on 27 febrero, 2008

Por si quedaba alguna duda, Kosovo y su reciente proclamada independencia nos han confirmado que la legalidad internacional es pura entelequia o, más bien, un instrumento de las grandes potencias para imponer su voluntad. Cuando les conviene, recurren a ella para justificar sus actuaciones; cuando no, se saltan las reglas que ellas mismas, mediante un teatro hábilmente montado, se han dado. Durante muchos años, la legalidad internacional no era más que el inestable equilibrio entre dos bloques antagónicos. Hoy, que uno de ellos se ha derrumbado, lo único que permanece es la voluntad del otro; en definitiva, la ley del más fuerte que si es posible se escuda en instituciones internacionales convenientemente manejadas, y si no, se impone con descaro y sin subterfugios.La declaración unilateral de la independencia de Kosovo viola una vez más las reglas que las propias potencias habían establecido. Pero eso apenas importa. En realidad, es que EEUU y sus satélites no saben cómo salir del embrollo que han organizado en la antigua Yugoslavia, al igual que no saben cómo van a solucionar lo de Afganistán o lo de Iraq. Allí donde ha intervenido la autodenominada Comunidad Internacional (y lo ha hecho siempre selectivamente según sus conveniencias) el desaguisado ha sido imponente, y la salida, imposible. Nadie niega que la injusticia, la crueldad y la violencia reinen en muchas partes del mundo, pero no es menos cierto que cuando las grandes potencias han terciado, teóricamente para solucionarlo, el remedio ha sido peor que la enfermedad.

Afganistán bajo el imperio de los talibanes y de los señores de la guerra vivía en una pesadilla, pero quizás no muy diferente de la actual, y eso después de una ofensiva que dejó no se sabe cuántos muertos y el país más destruido de lo que estaba. Lo que aún es peor es que nadie sea capaz de asegurar que el futuro vaya a ser mejor. Sadam Husein ha podido ser un execrable tirano y su Gobierno cometer un sinfín de actos despóticos y crueles, pero nada comparado con el dolor, la destrucción y la miseria originados por las dos invasiones de EEUU, por el embargo que siguió a la primera y la ocupación que se ha producido tras la segunda.

La situación de Yugoslavia ha podido ser calamitosa, terribles sus limpiezas étnicas, pero es menester preguntarse por el origen del conflicto y si acaso éste no se encuentra en la posición adoptada por países como Alemania o Francia, que se apresuraron a reconocer la independencia de Croacia. Es posible que Yugoslavia constituyese una unión artificial (Kosovo sin embargo siempre ha sido una provincia de Serbia) producto del bloque soviético tras la II Guerra Mundial, pero difícilmente ninguno de los países que se ha apresurado en esta ocasión a reconocer a Kosovo como Estado hubiese permitido algo similar dentro de sus fronteras. La doble vara de medir es evidente.

La declaración unilateral de independencia de Kosovo ha mostrado también de nuevo la ficción que se esconde tras la Unión Europea. En política exterior, como en tantos otros aspectos que no sean los meramente mercantiles, la Unión no existe. Es irónico que se empeñen en dar tanta prestancia al responsable de política internacional. Carece de papel, a no ser el de embajador de las tres o cuatro naciones más potentes.

Otra realidad ha quedado al descubierto, no por escondida menos sabida, el papel secundario que tiene nuestro país; a la hora de la verdad, no cuenta para nada en las decisiones importantes. Y esto es así con independencia del gobierno y de la política que se instrumente. Es más, cuanto menos se quiera aceptar este hecho y más se pretenda jugar a destinos imperiales, más patética será la posición, porque lo único que se conseguirá es convertirnos en marionetas de las grandes naciones. El hecho de tener un papel secundario ofrece también ventajas, como la de no tener que enfangarnos en cometidos que no nos conciernen. Si deciden ellos, que sean ellos los que asuman el coste. Por eso es tan tremendamente extravagante y gratuito implicarnos como nos hemos implicado en misiones internacionales.

La posición en la que queda nuestro país es bastante desairada y algo paradójica. El Gobierno se ha visto obligado, quizás por estar en campaña electoral, a no reconocer la independencia de Kosovo, pero al mismo tiempo mantiene en aquel país novecientos soldados cuya finalidad va a ser defender y ayudar a mantener esa independencia. Paradójica, por no decir incoherente, es también la postura de un gran número de voces a las que ahora se oye clamar contra la independencia de Kosovo y exigir la vuelta de nuestros soldados, cuando hace años defendieron fervientemente los bombardeos de la OTAN y los llamados efectos colaterales. Y si hablamos de incoherencia, no parece demasiado lógica la de todos aquellos que vitorean a este Gobierno por haber traído las tropas de Iraq, pero no le reprochan que las mantenga por ejemplo en Kosovo y Afganistán.

www.telefonica.net/web2/martin-seco

Zapatero juega el lunes con blancas, de Julia Pérez en El Confidencial

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

“Nosotros hemos jugado con blancas y la próxima vez nos tocarán las negras”. Un experto del PP advertía ayer al equipo de campaña del reto al que Mariano Rajoy se enfrentará en el debate televisivo del 3 de marzo. Los comités de ambos partidos preparan sus estrategias para ese último duelo. José Luis Rodríguez Zapatero podrá llevar la voz cantante: “Debemos interiorizar que el líder socialista minusvaloró el lunes la importancia de llevar la iniciativa. Pero ahora sale con blancas. Tenemos que estar preparados”, reconocía una fuente popular.Los equipos de ambos candidatos echaban humo ayer: continúan ampliando las fichas que manejarán Zapatero y Rajoy, donde figuran los temas susceptibles de debatir. Al mismo tiempo, analizan el duelo del lunes para sacar lecciones. Una de ellas es que el debate se centró casi exclusivamente en el balance de la legislatura y de Gobiernos del PP del pasado, pero ninguno de los dos hablaron del futuro. “Lo lógico es que en el próximo debate nos concentremos en programas y propuestas”, puntualiza un asesor. Rajoy y Zapatero expondrán, pues, qué España quieren para intentar captar electores en su duelo final.

Antonio Vera, director de Ipsos Opinión, sostiene que ninguno de los dos candidatos goza de gran confianza entre la población española. Apunta una clave de la campaña que se hará más visible el lunes: “Cada uno está buscando atraer a votantes que no quieren que gobierne el otro”. Ese ‘vótame para que no salga el adversario’ se detecta en el vídeo difundido ayer por el PSC, en el que un hipotético telediario anuncia el triunfo de Rajoy y los consiguientes males para Cataluña (frenazo del Estatuto, reanudación transvase del Ebro…)

Los expertos consultados sospechan, a la luz de sus primeros sondeos, que en el debate del pasado lunes ninguno de los dos líderes políticos consiguió la movilización del voto que buscaban inicialmente. “Ese debate no ha sido un revulsivo”, sentencian. Tanto Rajoy como Zapatero irán a muerte en el próximo duelo: “Si uno de ellos es capaz de voltear la estrategia del otro, entonces moverá a ese electorado que busca en torno a su candidatura”. Una cifra para la reflexión: “Mover un 1 ó un 2% del censo electoral supone para PSOE o PP una ganancia de entre 3 y hasta 5 puntos en porcentaje del voto válido”. La diferencia entre el éxito y el fracaso. Estas fuentes recuerdan que el voto útil al que apela Zapatero no proviene sólo de IU, sino también de electores del PNV, ERC… “No son muchos, pero van reforzando su opción”.

Ahora se abre un periodo de propaganda previa considerado importante por Carlos Barrera, director del master en Comunicación Política de la Universidad de Navarra. Se trata de manejar “las percepciones de la opinión pública acerca de quién haya resultado vencedor” y los argumentos que apuntalen esa visión. Los mítines de esta semana intentarán machacar la idea de que el candidato respectivo ganó el duelo.

Las cartas han quedado boca arriba

Las cartas han quedado boca arriba. En el PSOE dedicaron mucho tiempo a estudiar vídeos con la estrategia seguida por Antonio Solá, asesor de Rajoy y director de las recientes campañas de los candidatos de la derecha de México, Ecuador, Guatemala y Perú. Analizaron en especial la del actual presidente mexicano Felipe Calderón. Los socialistas se dieron cuenta el lunes de que este experto no cocina tanto la campaña como aparentaba el PP, sino que allí salsea el de siempre: Pedro Arriola, asesor del partido desde 1987, con Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha, José María Aznar, Mariano Rajoy et al. No fue una celada: Rajoy es así, toma papeles de unos y otros y no se somete a uno sólo asesor.

Los dos tienen el mismo ‘tic’

Ambos intentarán aprovecharse de las debilidades del contrario. Rajoy demostró su nerviosismo cuando el líder socialista le interrumpía el lunes y le exigía que retirara que había dividido a las víctimas: respondió con un desabrido “me da igual” que será aprovechado por el PSOE. A su vez, Zapatero se torna ampuloso al exigir respeto y fe en políticas suyas como el terrorismo por el mero hecho de ser el presidente del Gobierno. Sin embargo, Rajoy le ha perdido el respeto –en algún mitin le ha tratado de tú-, algo que le coloca en el plano de igualdad pero que también puede pasarle factura por un excesivo trato coloquial el próximo lunes, según los expertos.

Un secreto. Tanto Rajoy como Zapatero tienen el mismo tic cuando se ponen nerviosos: una de sus piernas golpea el suelo repetidamente, una especie de baile de San Vito que el lunes ocultará la mesa triangular del debate. Los dos conocen esa debilidad del contrario, y la explotarán durante la partida… Sale ZP con las blancas.

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Los candidatos-burbuja, de Javier Ortiz en Público

Posted in Política by reggio on 27 febrero, 2008

“Hay siempre un cierto margen para la sorpresa”, dijo el locutor de TVE, dando prueba de su probada capacidad para tomar sus deseos por realidades.

No había margen para nada.

Rajoy estaba programado para presentarse una y otra vez como el candidato “del ciudadano de a pie que se levanta a las 7 de la mañana”. Le habían aleccionado para mostrarse como el político que sabe realmente lo que quiere y lo que entiende “la gente”. Insistió en esa idea hasta el aburrimiento: “Lo que interesa a todo el mundo…”, “Lo que no le interesa a nadie…”, “Deje de apoyarse en cifras macroeconómicas que nadie entiende…” Se convirtió en una caricatura de sí mismo: nos contó lo que ha subido el precio de la leche y, cuando se respondió a una autopregunta retórica (“¿Quiere que le dé más cifras?”), citó de nuevo… el precio de la leche.

Rodríguez Zapatero tampoco estaba dispuesto a alejarse de su propio guión: él es el hombre de los logros, de la modernidad y la paz universal –de ahí que España fabrique y venda bombas de racimo–, el defensor a ultranza de la gente anciana y de la impedida, de las mujeres, de la juventud, de la infancia… Él es –dicho sea con toda la modestia– la pera.

Nada de salirse del esquema previsto, aunque la conversación lo pidiera a gritos: no quiso afear a su contrincante que le atribuyera la actuación de los tribunales en materia de legalizaciones e ilegalizaciones vascas, tampoco le negó que nadie haya convocado ningún referéndum “para romper España”… Él había ido a lo que había ido, y el resto, como si oyera llover.

Quizá lo más significativo fue que no se choteara de la pretensión de su oponente de “representar a la mitad de los españoles”. La población de España ronda los 45 millones de habitantes. En las elecciones más recientes, el PP no pasó del 18% de esa cifra. Claro que, de haber bajado a Rajoy los humos en eso, habría tenido que moderar también los propios: ni siquiera entre ambos representan a la mitad de los españoles.

Dijeron por enésima vez todo lo que han repetido ya mil veces. Pero, eso sí: entre ellos solos, para que acabemos de acostumbrarnos de una vez por todas al bipartidismo oficial.

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