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Obama en movimiento, de Manuel Castells en La Vanguardia

Posted in Internacional by reggio on 9 febrero, 2008

OBSERVATORIO GLOBAL

La campaña de Barack Obama se ha convertido en movimiento social . En un país en el que sólo algo más de la mitad de los ciudadanos votan en la decisiva elección presidencial, se está viviendo la política con una intensidad que no se veía desde los sesenta. En parte se debe a una movilización anti-Bush y adláteres, a los que una gran mayoría ya no soportan. Pero la fuente de este remolino de ilusión y esperanza es la candidatura de Obama.

Un dato. Los Clinton están agotando sus fondos electorales. La razón es técnica y política a la vez. Aunque tienen mucho más apoyo de ricos donantes que Obama, la ley limita a 2.300 dólares el dinero que una persona puede enviar a una campaña. Aunque hay formas retorcidas de financiación, llega un momento en que ya no bastan. Hillary Clinton recibió grandes sumas durante un año. Obama recibe pequeñas donaciones, de 25, 50, 100 dólares, que aumentan sin cesar, de millones y millones de personas. De modo que cuando horas después de las primarias del 5 de febrero Hillary anunció que iba a utilizar cinco millones de su cuenta particular (no tienen problema, porque Bill cobra 350.000 dólares por conferencia) para realimentar su campaña, Obama pidió a sus seguidores que compensaran esa inyección de Clinton y en 24 horas recibió cinco millones y medio en pequeñas donaciones.

Y es que Obama aparece como alguien distinto, como alguien capaz de romper con el pasado, con los profesionales de la política, con los lobbies que mandan en Washington, como alguien honrado y sincero y, sobre todo, como alguien capaz de unir a la gente por encima de ideologías, etnias, sexos o clases. Es un discurso en cierto modo ingenuo y nacionalista de buena pasta: unir a los estadounidenses para solucionar sus problemas cooperando y para recuperar la confianza del mundo volviendo a la democracia de verdad. Sin dejar la lucha contra el terrorismo, que sigue siendo una amenaza.

Mucha gente, y sobre todo los jóvenes, se identifica con él: ¿por qué no nos juntamos y solucionamos las cosas sin enfrentamientos y sin politiquería? Hillary Clinton, aunque quisiera decir lo mismo, no puede: demasiado equipaje a sus espaldas. Es esta diferencia generacional y de personalidad la que marca la campaña. Es la política emocional la que cuenta, mucho mas que los programas, como han demostrado científicos cognitivos como George Lakoff y una corriente cada vez más importante de analistas políticos.

Y así, miles de voluntarios, sobre todo jóvenes, van puerta a puerta en todo el país, explicando a la gente por qué Obama y, sobre todo, convenciéndoles de que se conecten por internet con barackobama. com, donde surge un mundo de debate, de ideas, de informaciones, de vídeos, de conexiones con multitud de otras webs. Es la campaña de la generación de internet y los móviles. Pero con formas de contacto personal, festivo y respetuoso, como en los mejores tiempos.

En lo concreto las diferencias entre Obama y Hillary sólo son importantes sobre Iraq.

Él denunció la guerra.

Ella votó con Bush por la guerra y luego pareció seguir a Bush cuando enfilaba el ataque a Irán. El asegura que en un año sacará las tropas de Iraq (manteniendo un fuerza antiterrorista en la zona por si acaso) y que negociará con Iraq y Siria. Ella deja la fecha abierta y dice que la negociación depende de cómo vaya por ahí.

Según Hillary Clinton, ella propone la cobertura de salud universal y Obama no. En realidad ninguno de los dos propone la verdadera cobertura universal (la española o europea), porque no se puede en su contexto. Y los dos tratan de hacerlo indirectamente. Clinton, obligando a la gente o a sus empresas a comprar un seguro. Obama, subsidiando a la gente para que lo puedan comprar, lo que es equivalente.

Y en la economía ninguno de los dos tiene política por el momento, más allá de un estímulo de devolución de impuestos y subsidios concretos.

Por tanto, es la ruptura de Obama con la política tradicional de máquinas de partido y apaños en la trastienda, es su capacidad de unir más que dividir y de hacer soñar en otro mundo posible lo que está conectando con la gente. Eso no quiere decir que gane. Es más probable que gane Hillary. Dos razones y media. La primera es que de los más de dos mil delegados necesarios, 800 no son elegidos: son políticos profesionales. Aquí Clinton tiene una gran mayoría. La segunda es el voto latino y asiático. Obama ganó el voto blanco en California, pero perdió porque los latinos fueron un tercio de los votantes y votaron 2 a 1 por Hillary.

Y como en el horizonte se dibuja Texas, esta puede ser la salvación de los Clinton. ¿Por qué? Porque Clinton fue un buen presidente para ellos. Y porque aunque el sueño de Obama es unir, la brecha racial pervive en Estados Unidos. Y la más profunda, y recíproca, es entre latinos y negros, porque compiten por los mismos empleos y por los mismos programas asistenciales.

La media razón es el apoyo femenino a Hillary Clinton. Pero digo media porque es dispar: mucho más entre latinas, mucho menos entre negras; más en blancas viejas, mientras que las jóvenes se inclinan por Obama.

El discurso de trascender las diferencias étnicas y de sexo choca con la realidad de estas diferencias. También cuenta la diferencia de clase: los sectores profesionales y más educados apoyan a Obama en una alta proporción.

Ahora bien, pensando en la elección presidencial de noviembre, el punto decisivo es que los independientes y muchos republicanos están dispuestos a votar por Obama contra un republicano militarista como McCain, mientras que Hillary Clinton inspira rechazo más allá de los demócratas. De ahí la importancia de estas primarias para el futuro de Estados Unidos y del mundo. Pero cualquiera que sea ese futuro, algo ha cambiado irreversiblemente en este país. En medio de la guerra y la crisis económica, ha repuntado la esperanza en la democracia.

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