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Está naciendo un nuevo modelo de capitalismo, de Jeffrey Sachs en Clarín

Posted in Economía by reggio on 15 febrero, 2009

Como respuesta a la crisis global, Obama propone que el desarrollo económico y el cuidado del medio ambiente sean paralelos. Eso obliga, por suerte, a modificar tecnologías.

Uno de los históricos aportes del presidente Barack Obama será un impresionante acto de malabarismo político: convertir la abrumadora crisis económica en el lanzamiento de una nueva era de desarrollo sostenible. Su paquete de estímulo macroeconómico podría o no amortiguar la recesión y sin duda se avecinan encarnizadas batallas partidarias por las prioridades. Pero Obama ya está fijando un nuevo derrotero histórico al reorientar la economía del consumo privado hacia las inversiones públicas dirigidas a los grandes desafíos de la energía, el clima, la producción de alimentos, el agua y la biodiversidad.

El nuevo presidente no ha dejado pasar una sola oportunidad para hacer notar que la crisis económica no demorará, sino más bien acelerará, la muy necesaria transformación para la sostenibilidad. Volvió a dejar esto en claro con los nuevos compromisos en materia de cambio climático.

El paquete de estímulo fiscal sentará los primeros cimientos de una reforma general que llevará una generación y abarcará el sector energético, la eficiencia energética de los edificios, el transporte público y privado y mucho más. En estos esfuerzos, Estados Unidos está rezagado treinta años con respecto al resto del mundo. Sin embargo, con la pericia tecnológica del país y el compromiso fundamental de Obama, seguramente podrá dar un salto y pasar a la vanguardia.

Obama ha comenzado por el paso más importante: un equipo de asesores científicos y tecnológicos de primerísima calidad, del que forman parte dos Premios Nobel (Steven Chu y Harold Varmus) y líderes consagrados en los campos del clima, la energía, la ecología y las tecnologías de última generación. También dio prioridad a dos verdades básicas del desarrollo sostenible: que la reforma tecnológica es decisiva y que, para tener éxito, esa reforma debe estar en manos de una sociedad conformada tanto por el sector público como por el privado.

En consecuencia, lo que está tomando forma es nada menos que un modelo de capitalismo para el siglo XXI, comprometido con el doble objetivo del desarrollo económico y la sostenibilidad y organizado para orientar las tecnologías hacia la consecución de estas dos metas.

Tomemos, por ejemplo, el desafío que plantea la bancarrota del sector automotor, con General Motors y Chrysler al borde de la insolvencia y Ford no muy lejos de ella. En lugar de ver la crisis sólo como un debate tradicional entre la izquierda y la derecha donde se planteen las soluciones opuestas de un rescate o una quiebra impulsada por el mercado, Obama se dio cuenta de que la cuasibancarrota del sector requiere un enfoque activo que transforme el núcleo central de la tecnología automotriz en sí.

Conforme a la estrategia de Obama, GM no será cerrada como castigo por sus errores empresariales o societarios pasados. Vale demasiado como líder mundial en vehículos eléctricos del siglo XXI.

La tarea de pasar de unos pocos prototipos a una nueva industria automotriz llevará como mínimo una década. El gobierno tendrá que solventar la investigación y el desarrollo y los altos costos de los primeros modelos, promover la conciencia y la aceptación del público y financiar la infraestructura necesaria.

En el caso de los híbridos enchufables, esto significa una red de distribución de energía eléctrica de alta performance alimentada por energías sostenibles, como la solar o la eólica, o plantas a carbón que capturen y almacenen el dióxido de carbono. En el caso de las celdas de combustible, significa una nueva infraestructura de estaciones de servicio que expendan hidrógeno en las carreteras interestatales y las grandes ciudades.

Los conservadores están horrorizados. El rescate de la industria automotriz ya les resultó bastante difícil de digerir. Las inversiones del gobierno en infraestructura e investigación y desarrollo son vistas con escepticismo frente a los ya probados (aunque estrepitosamente fallidos) recortes de impuestos de la era Bush. Los gurúes de la derecha critican la evidente intención de Obama y su equipo de «decirnos qué tipo de auto tenemos que manejar». Pero eso es precisamente lo que pretenden hacer (al menos con respecto a la fuente de energía ubicada bajo el capot), y con toda razón.

La ideología del mercado libre es un anacronismo en una era de cambio climático, estrés hídrico, escasez de alimentos e inseguridad energética. Los esfuerzos público-privados para orientar el rumbo de la economía hacia un puerto tecnológico seguro serán la consigna de la nueva era.

Hay amplio margen para cometer errores, sin ninguna duda. El activismo gubernamental puede encallar en los arrecifes de los gigantescos déficits de presupuesto, el populismo de recorte tributario impulsado por la derecha, inversiones basadas en razones políticas como el etanol de maíz en lugar de inversiones públicas basadas en la ciencia, y mucho más. No obstante, Obama tiene total razón cuando dice que no tenemos otra opción que probar.

John F. Kennedy solía relatar el cuento irlandés de los dos chicos que arrojaban sus sombreros al otro lado de un alto muro para obligarse a hacer los esfuerzos heroicos necesarios para escalarlo. Obama está arrojando el sombrero sobre el muro de la crisis ambiental y pidiendo que lo escalemos juntos. Esta es una nueva era de acción pública, en la que Estados Unidos nuevamente toma la delantera, y todos encontraremos una nueva economía y nuevas oportunidades del otro lado de la pared.

Jeffrey Sachs. DIRECTOR EARTH INSTITUTE, UNIV. DE COLUMBIA.

Copyright Clarín y The Guardian, 2009.

Traducción de Elisa Carnelli.

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