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El harakiri de ERC, de Pilar Rahola en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 12 marzo, 2008

Le di ocho o diez años. Recuerdo perfectamente la extraña conversación que marcaría, a la vez, nuestra despedida personal. Él aún no lo sabía, pero yo era consciente de tener mi último diálogo con Carod-Rovira como compañeros de partido. Le dije: «Ahora irá a por ti. La próxima cabeza que Puigcercós servirá en el plato será la tuya». No lo relato como mérito visionario, sino por la utilidad que tiene para entender los acontecimientos actuales. Nada de lo que ocurre en ERC es nuevo, ni sorprendente, como si fuera una especie de maldición atávica, como si la vocación saturnina estuviera en el ADN del viejo partido. Cada diez años, más o menos, ERC ejerce de Saturno y devora a sus hijos, y lo hace con la misma convicción y sonoridad con la que proclama la República Catalana. De crisis en crisis, si algo define históricamente a Esquerra es su gusto por mostrar públicamente las tripas, y muy especialmente las sangrantes batallas de poder que en ellas se dirimen. ERC es un partido con tendencias suicidas y con una incontrolable vocación exhibicionista. Es decir, no sólo se hace el harakiri cada cierto tiempo, sino que necesita luz y taquígrafos en su proceso autodestructivo. Algunos dirán que es su vocación asamblearia, grandeza pero también debilidad del partido. Otros, que hay estrategias confrontadas. Todos tendrán razón, y sin embargo, si me permiten la osadía, todos se equivocarán de diagnóstico. Porque ERC no llora por la herida asamblearia, ni ha tenido, a lo largo de la historia, ninguna crisis ideológica seria. Su mal es más profundo y más terrenal: imán de todos los visionarios del nacionalismo, algunos con vocación mesiánica, también concentra la dosis de ambición de poder más descontrolada del arco parlamentario. Es cierto que en todos los partidos hay luchas por el poder, pero en ninguno hay un descarnamiento tan público y una vocación tan genuina por convertir la autodestrucción en una seña identitaria.

Pero, como todas las crisis son la misma y, a la vez, todas son distintas, intentaré dar algunos elementos de reflexión para entender la crisis actual, cuya dimensión y voracidad prometen serios descalabros. Ayer, día de la dimisión de Puigcercós del Govern -total, tampoco era necesario dimitir, porque nadie le conoce ni un solo proyecto en todo su mandato-, Carod-Rovira se plantó en Can Cuní y al hombre se le entendió todo lo que dijo. No sabía nada de la dimisión de Puigcercós, la lucha interna no era ideológica, estaba harto de la adolescencia permanente de ERC, creía que había que recuperar a Carretero y al resto de los disidentes y no quería dirigir un partido con vocación de oposición. Los dardos que Carod envió a Puigcercós fueron directos y, desde mi perspectiva, certeros. Es cierto que Carod-Rovira ha protagonizado algunos de los errores más evidentes de los gobiernos de ERC, desde Perpiñán hasta Tierra Santa, pasando por los Juegos Olímpicos de Madrid. Pero también lo es que, a diferencia de su colega y contrincante, Carod actúa políticamente, asume retos y, por lógica, comete errores. Puigcercós, en cambio, nunca ha actuado políticamente, y ha usado todos sus cargos para organizar y consolidar su poder interno. Diría que mientras Carod es un político que milita en un partido, Puigcercós es un militante que vampiriza la política para poder dominar a su partido. Este método, que lleva usando desde que Àngel Colom lo convirtió en secretario general de las juventudes, le ha dado notables beneficios.

¿Qué le ocurre a ERC? ¿Está repitiendo, con tozudo empecinamiento, los errores de la última crisis, la que comportó la escisión de unos cuantos centenares de militantes, varios diputados y concejales y dos de sus cabezas más visibles? Probablemente en muchos aspectos, y no por falta de aprendizaje histórico, sino porque los activos de la crisis mantienen su estructura de poder intacta. No olvidemos algo sustancial. Gracias al proceso de disolución de Terra Lliure, que consiguieron Colom y Carod, y que fue un hito histórico para Catalunya, ERC engrosó sus filas con muchos militantes que venían de la cultura antisistema. Estos sectores, con alguna excepción notable, se organizaron como un partido dentro del partido, ejercieron su dominio de forma implacable bajo la tutela de Xavier Vendrell y dieron a Joan Puigcercós un poder específico, más allá del poder natural de los líderes de ERC. Ese mismo ejército ha actuado como un solo hombre cada vez que se ha abierto una lucha interna. Carod no se enfrenta sólo a un líder. Se enfrenta a un partido dentro de su propio partido. Si añadimos a esa guerra de poder los errores políticos cometidos, la imagen domesticada con los socialistas, que ha cansado a muchos de sus votantes, las corrientes internas críticas y la tendencia natural a la autodestrucción, ciertamente es un momento delicado, la lógica llevaría a pensar que no es bueno pescar cuando las aguas están tan revueltas, y que sería inteligente remar juntos en una misma dirección. Pero también está en el ADN de ERC: los que quieren el poder nunca atacan cuando el mar está en calma, sino en plena tormenta. Puigcercós lo sabe bien. Es un pescador avezado.

www.pilarrahola.com

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