Reggio’s Weblog

Borrón y cuenta nueva, de Francesc de Carreras en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

Quizás no imagina el lector la agradable sensación que supone escribir artículos sobre actualidad política tras haber pasado por un periodo electoral, especialmente si es tan confrontado y agrio como el que acaba de terminar. En tales situaciones, uno anda cauteloso para no contaminar los análisis de la situación con las propias inclinaciones políticas. En cambio, una vez conocidos los resultados electorales, las opiniones fluyen de un modo más fácil y te despreocupas de las interpretaciones interesadas a que pueden dar lugar tus argumentos.

El periodo electoral, es decir, los últimos meses, no han sido otra cosa que la consecuencia de cuatro años de una cierta anormalidad política. Por un lado, el atentado terrorista del 11-M había creado dudas razonables sobre la realidad de la victoria socialista del 2004 que, previamente, nadie se esperaba. No es que el gobierno Zapatero no tuviera legitimidad democrática plena, que por supuesto la tenía, sino que había motivos para pensar que en su triunfo electoral fue decisivo el trauma emocional producido por el atentado. En todo caso, es innegable que muchos consideraban todavía a Zapatero como un presidente, en cierto modo, provisional.

Ello se agravó por razones muy diversas a lo largo de la legislatura. Entre otras, el acuerdo parlamentario con ERC, la comisión de investigación del 11-M, la tramitación del Estatut coreada con un absurdo ¡España se rompe!, la inconsistencia del llamado «proceso de paz», la forma agresiva de hacer oposición del PP, la respuesta del PSOE acusando a los populares de ser la «derecha extrema», los medios de comunicación identificados con partidos políticos, sea la Cope o la Ser. Total, cuatro años dominados por el ruido y la furia. Ruido y furia que ha empeorado en los últimos meses, en las últimas semanas electorales. La demagogia de las subastas sin ton ni son de ayudas, subvenciones y reducciones de impuestos, el recíproco discurso del miedo, los debates televisivos con acusaciones continuas de mentir…

Menos razonar pausadamente, con argumentos consistentes y aceptar que se puede estar de acuerdo en algunas cosas y discrepar en otras, los dos grandes partidos han hecho de todo.

Pues bien, tras el resultado electoral, estoy convencido de que esto se va a acabar. Si le faltaba alguna, Zapatero tiene todas las legitimidades y, además, tanto PP como PSOE tienen motivos para iniciar una nueva etapa con un muy distinto clima político. Es el momento de hacer borrón y cuenta nueva. A ambos les interesa, ninguno de los dos ha obtenido la plena satisfacción de sus aspiraciones electorales y los apoyos con los que parten en esta nueva legislatura son mucho más amplios y sólidos que hace cuatro años.

De entrada, ambos partidos han obtenido mejores resultados. El mismo PP, que ha perdido, ha sido el que más ha incrementado el porcentaje de votos. Además, el resultado electoral ha provocado un mayor bipartidismo. Entre el PSOE y el PP se han repartido el 84% de los votos (antes el 80%) y, en el Congreso, el 92% de los escaños (antes 89%). Ello significa que su dependencia de los pequeños partidos ha disminuido y pueden ponerse de acuerdo en cuestiones de Estado como siempre lo habían hecho hasta la legislatura pasada.

Asimismo, ni PSOE ni PP han crecido lo suficiente por donde más les conviene para estabilizar su voto. En efecto, los socialistas han crecido absorbiendo voto de IU y, en Catalunya, de nacionalistas que se sienten de izquierdas, pero no en el voto centrista necesario para asegurar su opción electoral. Los populares, por su parte, han aumentado su voto pero de manera muy insuficiente en Catalunya, comunidad imprescindible si quieren llegar a la Moncloa. Téngase en cuenta que prescindiendo del resultado en Catalunya, el PP hubiera ganado las elecciones. A ambos, por tanto, les conviene buscar votos centristas: al PSOE en toda España (el voto de los nacionalistas catalanes puede ser muy volátil) y al PP en Catalunya (y, también, en el País Vasco), lo cual supone moderación en las posiciones de ambos. Por tanto, tienen un amplio camino por recorrer en común.

Este camino común debería abarcar los temas en los que es obligado estar de acuerdo: política institucional (no puede ser que todavía no se hayan cubierto las vacantes en el CGPJ y el TC), política territorial cerrando el modelo en clave federal, pacto antiterrorista, política internacional, educación e inmigración. Por último, tampoco les sería difícil ponerse de acuerdo, junto a patronal y sindicatos, sobre algo urgente: un plan para hacer frente a la crisis económica que, al modo de los pactos de la Moncloa de 1977, sentara las bases de un nuevo modelo de desarrollo económico para España.

La imagen de que hay importantes puntos de acuerdo entre los dos partidos redundaría en bien de ambos y daría una serenidad a la vida política que es necesaria para restablecer el crédito perdido en estos años. Probablemente, lo que se les debe pedir a sus dirigentes es que piensen más en el conjunto de la sociedad que en ellos mismos y en sus partidos. Seguramente, todos, incluso ellos y sus formaciones respectivas, saldrían ganando.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB

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La última clave es Andalucía, de Enric Juliana en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

LA CLAVE DEL DÍA

En estas elecciones, Andalucía ha dejado de ser el gran bastión del PSOE. De los 61 diputados andaluces –es la comunidad más poblada, por lo tanto, la que cuenta con más escaños en el Congreso-, 36 son socialistas y 25 populares: 11 más para el PSOE. En las elecciones de 2004, la distancia era de 15 escaños. José Luís Rodríguez Zapatero ha ganado gracias al voto catalán, recordémoslo una vez más, puesto que este dato de la realidad parece que incomoda al presidente del Gobierno en funciones.

En Andalucía ha comenzado un cambio de ciclo. Lentamente, pero ha comenzado. El PP gana en todas las capitales de provincia y en la franja costera, donde se concentra el negocio turístico e inmobiliario. El PSOE resiste en los pueblos y en las ciudades de tamaño intermedio, donde la vida es más tranquila y mejor se aprecian las mejoras de los últimos treinta años, que han sido muy notables.

La democracia española ha conseguido en tres decenios –con la generosa ayuda de la Unión Europea- lo que Italia no ha podido realizar en todo un siglo: la dignificación del Sur. En 1977, AndalucÍa y Extremadura podían haber tomado el camino del Mezzogiorno italiano y no ha sido así. Afortunadamente no ha sido así. Es mérito de los andaluces y los extremeños, pero también de la solidaridad interna española (de la solidaridad catalana, por consiguiente….), y de la solidaridad europea. Desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986, España ha percibido 118.000 millones de euros en concepto de fondos y subvenciones (cifra tres veces superior a lo que supuso el Plan Marshall para todos los países beneficiados por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial). De esta cifra, unos 27.000 millones de euros han sido invertidos en Andalucía, el 22,8% del total transferido por Bruselas, porcentaje que duplica el de la segunda región más beneficiada, Galicia (11%).

Algunos sociólogos apuntan que esta mejora ha inducido en Andalucía la ‘paradoja del bienestar’: un difuso deseo de que las cosas queden como están, porque, comparativamente con el pasado, están francamente bien. No confundir esto con el PER, con la subvención del desempleo agrario. La caricatura de un voto andaluz muy dependiente del PER es injusta y errónea. Grotesca, incluso.

Pero algo está cambiando en el Sur. También en la política regional. El PP ha ganado diez escaños en el Parlamento andaluz (de 37 ha pasado a 47), y el PSOE ya sólo está un escaño por encima de la mayoría absoluta (de 61 ha bajado a 56). Algo está pasando en Andalucía, pero la astucia de Manuel Chaves ha conseguido que el resto de la sociedad española no se entere, o se entere muy poco. La táctica de Chaves de hacer coincidir siempre las elecciones regionales con las legislativas, convierte en invisible el debate interno andaluz. No ocurre así en Catalunya, País Vasco y Galicia cuyos trapos sucios –y no tan sucios- quedan a la vista de todos cuando se celebran elecciones autonómicas.

Por la vía de los hechos, Andalucía se ha dotado de un denso particularismo, que en los próximos años seguramente va a ser objeto de viva discusión en España.

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Paco Camps, de Lucía Méndez en El Mundo

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

ASUNTOS INTERNOS

Con motivo de la crisis de las 48 horas vivida por el PP tras su derrota electoral, y entre mascletá y mascletá, Francisco Camps acuñó una metáfora sobre sí mismo y su organización que le cuadra bastante. Dijo el presidente de la Generalitat que el PP valenciano -o sea, él mismo- era como un elefante que se mueve muy lentamente pero que cuando se mueve tiembla el misterio porque es capaz de aplastar a todos. Y añadió que las organizaciones del PP de «otras» comunidades eran animales más pequeños que se mueven mucho, pero que a la hora de la verdad no llegan a ningún sitio porque se agotan de tanto correr.

Tras haberse asegurado de que tiene las manos libres para hacer lo que le dé la gana, Mariano Rajoy y su mujer, Elvira, celebrarán hoy en Valencia su derrota victoriosa con una vieja amiga, Rita Barberá, y su nuevo puntal, Francisco Camps.

El presidente de la Generalitat valenciana, a quien todo el mundo llama Paco, es uno de esos políticos en los que nadie se fija cuando empieza la película y al final resultan ser los protagonistas que se quedan con la chica y con el dinero a base de movimientos lentos, pero seguros. Paco Camps, el barón que se ha puesto de moda en esta crisis, nunca fue un político brillante, pero sí un buen chico y leal colaborador de sus mayores. Los mayores de Paco -una casualidad- fueron Eduardo Zaplana y Angel Acebes. Este último le nombró secretario de Estado y después Zaplana le designó como su sucesor cuando abandonó la Generalitat para ser ministro de Aznar.

Para sorpresa de todos los que creían que era un mandado, Paco se rebeló contra su padre político que a su vez quiso acabar con él cuando vio que no le hacía caso. La sucesión de Zaplana al frente de la Generalitat culminó en una cruenta guerra civil en el PP valenciano. El sucesor sintió más de una vez el frío de la guillotina en su cuello, pero encargó a sus pretorianos que salieran al camino y lo limpiaran de zaplanistas. El ocaso de Eduardo Zaplana como referente político dentro del PP tiene todo que ver con este combate fratricida. El ex portavoz parlamentario se quemó las pestañas en la lucha contra Camps al sentirse traicionado, empezó a comportarse de forma muy extraña e intentó maniobras imposibles.

Paco ganó la guerra. Zaplana no sólo la perdió, sino que ahora tiene que soportar que su sucesor se haya convertido en el protagonista de la película, mientras él ni siquiera tiene asegurado un papel de secundario en el PP. No le han dado ni agua en la campaña. Esto es lo que hay, que diría Rajoy, nunca hice preguntas sobre el 11-M en el Congreso. Tal vez una persona normal hubiera dado ya un corte de mangas antes de soportar tantos agravios, pero la política es una droga que nubla las mentes. Zaplana y Acebes son los destinatarios de la renovación anunciada por el líder del PP. Casualmente, los mentores políticos de Paco Camps, que se ha puesto a los mandos de la nave en la que viajan los barones regionales del PP. La operación salvemos a Rajoy, paremos a Esperanza ha sido pilotada por él. Pero tranquilos. Su ambición es limitada. De momento.

© Mundinteractivos, S.A.

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El fortín del PP, de Raúl del Pozo en El Mundo

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

EL RUIDO DE LA CALLE

Los grandes matadores tardan en venir a Las Ventas porque se juegan su esplendor en una sola tarde. El pánico a Madrid en fútbol se denomina miedo escénico y en el toreo, miedo al 7. ZP ha triunfado en la periferia y, como a los toreros que se escabullen de Las Ventas, incluido José Tomás, le falta venir a San Isidro. De su retroceso culpa a la derecha mediática, a la presión de la olla centralista, a la prioridad por resolver el problema catalán, pero el caso es que una vez perdida Madrid se necesitan tres años de guerra y 25 de paz.

ZP se ha quedado como torero solitario en el ruedo ibérico; piensa que Mariano Rajoy no se va a recuperar de la cornada del 9 de marzo, aunque le llevasen la oreja a la enfermería, y espera que la nueva figura de los carteles de la derecha no sea ni Esperanza, ni Gallardón, ni Rato; sospecha que el tapado puede ser Francisco Camps, el nuevo monstruo de las Fallas. Intuye el presidente que su figura es más grata en La Barceloneta que en la Puerta del Sol, sabe que ha de recuperar el fortín del PP.

Decía Luis Carandell que Madrid ha militarizado su callejero; las costanillas y bulevares suelen llamarse Húsares, Mosqueteros y hasta Caídos de la División Azul. La capital se resiste al zapaterismo, no con empalizadas o motines, sino con la fuerza de los votos. Madrid es mucho Madrid; sólo Madrid es corte y no villa de sainete, sino una vanguardia que crece hacia el centro de la tierra y hacia el cielo. Los albañiles son negros, surgen rascacielos en las corralas, no hay viudas de guerra en los estancos; ni siquiera hay estancos. Creen que el kilómetro cero, como creen los periféricos, es la charca de los tiburones de las orgías especulativas y los personajes marrulleros, donde roban los partidos y las carteras son ideas antiguas.

A ZP se le presenta una legislatura menos convulsa que la anterior. Le hemos pagado una beca de cuatro años y ha aprendido. Ni siquiera necesita a los nacionalistas; puede completar la mayoría con partidos berberecho. Poner a Elena Valenciano donde estaba Blanco, a Alonso donde Moratinos, o completar la triada del diablo son cosas que pensará en Doñana durante la Semana Santa. Lo que le preocupa es la implantación de la derecha en Valencia, Murcia y Madrid, donde apenas conoce el barrio del Congreso y de las Letras y las estatuas de Lorca y de Calderón lloran su inmortalidad. Suele sobrevolar la ciudad en helicóptero y la contempla como territorio hostil, con un PP que se ha hecho aún más fuerte.

Hay una luz especial de Madrid que desnuda intenciones, que se come a los reyes, a los toreros y a los presidentes. O reconquista el Foro o en el Foro estallará el tendido del 7.

© Mundinteractivos, S.A.

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Detalles poselectorales, de Joan Subirats en El País de Cataluña

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

1. Bipartidismo. Las pasadas elecciones han exacerbado las tendencias naturalmente bipartidistas del sistema político español. La proporción de diputados que no se alinean con los dos grandes partidos se ha reducido a más de la mitad en pocos años. Ahora no llegan a 30 los diputados atípicos, frente a los casi 70 que acumulaban el resto de los partidos en 1989. Lo cierto es que nunca había habido tanta acumulación bipartidista en el Congreso de los Diputados. Y desde 1996 el descenso de pluralismo político (si lo relacionamos con la mayor o menor presencia de diputados de distintas fuerzas políticas parlamentarias) en las Cortes ha sido constante y profundo. ¿Cómo deberíamos valorarlo? Desde mi punto de vista es preocupante, ya que la realidad social y territorial de España casa mal con el mapa tremendamente bicolor que estos días nos muestran los medios de comunicación. Sobre todo, porque es difícil imaginar que los populares mantengan la capacidad de encarnar y representar un conjunto de opciones políticas, económicas y sociales que vayan desde la extrema derecha xenófoba y autoritaria, a democratacristianos y liberales de estilo y matriz europea. Y lo mismo podríamos decir de los socialistas, aparentemente capaces de contener desde votantes dubitativos entre el PP y el PSOE o tibios socialdemócratas muy cómodos en la nueva globalización financiera y el desarrollismo sin límites, hasta personas muy metidas en políticas alternativas en materia económica o profundos valedores de respuestas radicales en materia de sostenibilidad. El país seguramente da para más. Y si no es así, si el futuro nos empuja cada vez más hacia la existencia de sólo dos alternativas viables (como defendía Maragall hace unas semanas), entonces sería bueno que las formas organizativas de los partidos y sus mecanismos de designación de dirigentes y candidatos respondieran mejor a esa nueva realidad bipolar (al estilo de lo que ocurre en Estados Unidos). Pero entiendo que sigue siendo viable y necesario contar con una mayor pluralidad política que incorpore nuevas ideas y valores al debate y a la esfera pública, evitando que crezcan los incentivos a buscar fuera del sistema esos espacios de alternatividad.

2. Medios de comunicación. No creo que podamos desconectar la reflexión sobre el bipartidismo del papel que desempeñan en el debate político institucional los medios de comunicación. El profesor Giovanni Sartori ya nos advertía de ello en su Homo Videns, e insiste en ello Josep Maria Vallès en su último libro (Una agenda imperfecta) cuando afirma que «la credibilidad de la política democrática es incompatible con una dinámica comunicativa que impulsa la descalificación en bloque del adversario y de sus posiciones». En estas últimas semanas hemos visto como casaban perfectamente las agendas de los dos grandes partidos (interesados en limpiar de obstáculos periféricos la contienda a dos que deseaban) con los grandes grupos de comunicación que se movían mucho mejor en una realidad bipolar que en un escenario multipolar. Conviene sólo recordar la forma en que fue recogido por los medios de comunicación el debate a cinco en TV-3 y la manera muy distinta en que se publicitaron los dos debates entre Zapatero y Rajoy. Mientras que en el primer caso era difícil sacar en limpio ganadores y perdedores, y todo se llenaba de matices incómodos, en el caso del debate a dos, el morbo de quién había ganado, las encuestas instantáneas y las portadas de los medios el día siguiente mostraban la fuerza mediática y publicitaria del evento. Tenemos, pues, una bipolaridad alimentada y querida por los grandes partidos y por los grandes medios de comunicación

3. Alternativas. Es evidente, por otra parte, que hay ciertos problemas en la propia configuración del sistema político y electoral que favorecen el bipartidismo. Sabemos que la Constitución española fija sólo el número máximo y mínimo de diputados (entre 350 y 400). Desde 1977 nos hemos situado en la parte baja de la horquilla, y además, al fijarse el mínimo de diputados de provincia en dos, sólo quedan 250 para distribuir de forma proporcional a la población. No es, pues, extraño que en circunscripciones de menos de 10 diputados (la inmensa mayoría) la proporcionalidad sea muy poco operativa, lo que convierte la contienda en una opción dicotómica, y sólo terceros partidos específicamente territoriales pueden también llegar a obtener representación. Y es precisamente eso lo que molesta a muchos, que postulan modificar la legislación electoral para precisamente impedir esa anomalía periférico-nacionalista. A la postre, el casi medio millón de votos que ha costado cada diputado de Izquierda Unida-Alternativa contrasta con los poco más de 65.000 votos que han tenido que reunir socialistas y populares para obtener un escaño. No creo que sea factible modificar a corto plazo el sistema electoral, pero resultaría relativamente fácil aumentar a 400 los diputados que elegir, lo que favorecería una mayor proporcionalidad y pluralidad. Lógicamente, en el caso de modificar el sistema electoral, un sistema a dos vueltas como el que funciona en Francia aseguraría pluralidad y gobernabilidad en proporciones razonables.

4. Senado. Esperemos que en esta legislatura pueda abordarse finalmente la reforma del Senado. El nivel de desconcierto que genera su elección es sólo proporcional a la inutilidad de su existencia. El pasado domingo era grotesca la confusión existente entre el electorado al contemplar las proporciones y el contenido de la papeleta. No es extraño que la suma de votos blancos y nulos en la votación del Senado en España haya superado el millón de personas (en porcentaje, el 2,26 de votos nulos y el 2,02 de votos en blanco). En Cataluña, la cifra es de casi 200.000 votos nulos y blancos (en porcentaje, el 2,9 de votos nulos y el 2,8 de votos en blanco), bastante más del doble que ese mismo tipo de votos en las urnas del Congreso. La perspectiva federal debería abrirse paso, convirtiendo al Senado en algo que no sea redundante, ya que sólo en contadas ocasiones añade valor al proceso legislativo

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.

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La derrota de Ibarretxe, de Patxo Unzeta en El País

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

La misión de la socialdemocracia en los años ochenta ha sido la de acabar con los Partidos Comunistas, le dijo Mitterrand a su biógrafo Franz-Olivier Giesbert cuando preparaba su libro Le president; añadió que había dos procedimientos para conseguirlo: bien excluyéndoles del juego, bien invitándoles a entrar en él. Este segundo era para Mitterrand el más eficaz.

Es el que aparentemente ha seguido Zapatero: comunistas ya apenas quedan, pero partidos situados a la izquierda de los socialistas hay por lo menos dos: IU y ERC. Elegidos hace cuatro años como socios preferentes, han perdido ahora ocho de los 15 escaños que tenían. También ha perdido votos, escaños y expectativas de futuro el PNV, aliado principal del Gobierno en la última fase de la legislatura.

A comienzos de la misma, Zapatero transmitió a interlocutores interesados en la política vasca que creía tener la fórmula para, a la vez, acabar con ETA y derrotar electoralmente al PNV. Entonces no se le entendió, pero el pasado 15 de febrero, en una charla organizada en Madrid por el Fórum Nueva Economía, Iñigo Urkullu reprochó a Zapatero haberse embarcado en el proceso de paz con la velada intención de pactar con la izquierda abertzale, una vez retirada ETA, para desalojar al PNV del poder.

La hipótesis de partida habría sido que, desaparecida la violencia, en Batasuna pesaría más su componente izquierdista que el nacionalista, lo que permitiría cuajar con ella una alternativa de izquierda. Se trataba de una adaptación a la realidad vasca de la estrategia de Maragall para desplazar a CiU. No hubo ocasión de verificarla porque falló la premisa del fin de ETA. Pero la actitud del PSE en el proceso de paz, que ha contado con un apoyo mayoritario en Euskadi, unida a la inquietud creciente que suscita Ibarretxe con sus propuestas rupturistas, ha permitido que los socialistas se conviertan, por un camino diferente al previsto, en alternativa verosímil al PNV.

Con el 38 % de los votos, el PSE tuvo el domingo más apoyo que los tres partidos del Gobierno de Ibarretxe juntos (suman el 36%). Y las formaciones que apoyan la propuesta del lehendakari (esos tres más Aralar) suponen el 38,7%, frente al 56,5% que suman los que se oponen (PSE y PP). Egibar, cabeza del sector más radical del PNV, propuso convertir las elecciones del 9-M en un plebiscito, presentando una candidatura conjunta de esos cuatro partidos, con la propuesta de Ibarretxe como programa. De haberlo hecho (se opuso Urkullu), el lehendakari habría quedado desautorizado: PP y PSOE doblan el número de escaños de ese consorcio virtual (12 frente a seis).

Esto no significa que los resultados puedan extrapolarse sin más a unas autonómicas, pero sí que la adhesión ideológica no es tan incondicional como se daba por supuesto: la frontera entre nacionalistas y no nacionalistas es cada vez más permeable, y seguramente bastantes de los antiguos votantes del PNV que en 2005 se abstuvieron han dado ahora su apoyo al PSE; y podrían seguir haciéndolo si Ibarretxe se empeña.

Parece que lo hará, pese a la reticencia sorda de un sector de su partido: la portavoz de su Gobierno advirtió el martes que sus planes siguen adelante. De no haber acuerdo con La Moncloa para dar luz verde a la propuesta soberanista, en junio pedirá autorización al Parlamento vasco para convocar su famosa consulta. Sin embargo, hasta entre los teóricos más fieles del raca-raca cunde la duda sobre la conveniencia de quemar las naves soberanistas en una consulta ilegal para cuya convocatoria no existe acuerdo social y político y que sólo serviría, de celebrarse, para trasladar esa división a la población.

El plan del lehendakari preveía que, en caso de no obtener autorización parlamentaria para la consulta, sería sustituida, en la misma fecha (25 de octubre), por unas elecciones anticipadas, planteadas de nuevo como un plebiscito. Es un riesgo para el PNV porque con resultados como los del 9-M el PSE obtendría en unas autonómicas cuatro escaños más de los que sumó en 2005 la coalición PNV-EA que encabezó Ibarretxe.

Con este panorama, ¿será capaz de mantenerse en sus trece? Lo será si los dirigentes de su partido no le frenan. Ahora tienen la oportunidad, pero se ve que nadie se atreve a planteárselo abiertamente tras la experiencia de Imaz, que se enfrentó a un muro y perdió. Tal vez la negociación para la investidura de Zapatero permita poner sobre la mesa algún elemento nuevo, pero es impensable, como ha reiterado ZP ahora, que la base del acuerdo pueda ser la aceptación del plan soberanista del lehendakari.

Ibarretxe ha sido derrotado por tercera vez: antes lo fue, frente a las razones complementarias de Gobierno y oposición, en el debate sobre su plan celebrado en el Congreso en febrero de 2005, y luego en las autonómicas de ese año. La estrategia de Zapatero ha resultado eficaz en las tres ocasiones: para hacerle frente y para recortar el poder del nacionalismo; el balance definitivo depende, sin embargo, de la capacidad de los socialistas para hacer pesar su reforzada posición en el regreso al consenso autonomista. El nacionalismo sólo cambia cuando, como ahora, ve en peligro su poder.

Tras los años de confusión iniciados en Lizarra, existe la oportunidad en los próximos meses de un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas en torno a una reforma del Estatuto en el marco constitucional. Ése ha sido el mensaje de las urnas. Es la fórmula más integradora (es decir, capaz de satisfacer a más ciudadanos) de cuantas se han puesto sobre la mesa en los últimos años.

Disolución capitalista, de Michel Rocard en ABC

Posted in Economía, Política by reggio on 13 marzo, 2008

Existe una extraña premonición en la economía mundial. Los periódicos dan cuenta de revisiones en baja en las estimaciones de crecimiento para todos los principales países desarrollados: Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón. Ninguno, al parecer, se queda afuera. De hecho, estas estimaciones son aproximadamente medio punto porcentual más bajas que las emitidas el pasado otoño (boreal).

Al mismo tiempo, los diarios hablan en términos sombríos casi exclusivamente sobre los bancos y los mercados financieros, y le dedican poca atención a la economía real, como si la crisis de hoy fuera puramente financiera y vaya a seguir siendo así. Por cierto, algunos expertos también creen que la crisis se puede resolver simplemente refinanciando a los bancos, y que el impacto en la economía real será relativamente limitado.

Esto es claramente lo que piensa el Banco Central Europeo, que está inyectando cientos de miles de millones de euros al sistema bancario para asegurar la liquidez. Pero, a diferencia de la Reserva Federal norteamericana, no ha bajado las tasas de interés clave, que es lo que más le importa a las empresas y a los hogares.

Otros expertos, por supuesto, creen que la economía real está en peligro y que la amenaza de una recesión es genuina. Sin embargo, desafortunadamente, casi ningún experto puede hablar con confianza sobre finanzas y macroeconomía. ¿Qué va a pensar alguien que no es experto, entonces?

Resulta útil analizar dónde está parada hoy la economía mundial. La mayor cantidad de impagos sobre hipotecas de alto riesgo ocurrirá esta primavera (boreal). De manera que el pleno impacto de la crisis todavía está por venir: 1,3 millón de propietarios norteamericanos ya han dejado de pagar sus hipotecas. En 2008, se les sumarán otros tres millones.

Es más, la dimensión de las deudas incobrables que amenazan a los bancos sigue siendo desconocida, y podría llegar a varios cientos de miles de millones de dólares. La suma total de activos que hoy están amenazados es incluso más importante, porque las hipotecas se han mezclado con otros tipos de títulos y estos “paquetes” han sido vendidos en todo el mundo. Por caso, una corte norteamericana le ha prohibido a una subsidiaria norteamericana del Deutsche Bank ejecutar una vivienda porque no podía demostrar su titularidad.

La economía global está colmada de este tipo de paquetes envenenados. En consecuencia, los bancos desconfían unos de otros y, en su mayoría, han dejado de prestarse entre sí, lo que pone en peligro la actividad económica reduciendo seriamente la disponibilidad de crédito para las empresas. Como resultado, la recesión parece una certeza.

La cantidad de liquidez en la economía mundial es sorprendente, y la expansión monetaria por parte de los bancos centrales no la explica por completo. Durante más de dos décadas, los accionistas en todos los países desarrollados, desorganizados y pasivos desde 1945 hasta 1975-1980, se han reformulado en fondos de pensión, fondos de inversión y fondos de cobertura. Hoy son actores importantes y activos (como mayorías, o como minorías fuertes) en todas las grandes empresas del mundo desarrollado.

Para estimular el valor de sus acciones, estos accionistas respaldaron la iniciativa de reducir el volumen global de la nómina de empleados y la cantidad de trabajadores que emplean las empresas. Por cierto, en los últimos 25 años, la porción de los salarios directos e indirectos como un porcentaje del PBI ha decaído un 8% -a 11%- en todos los países involucrados. En consecuencia, el empleo precario y la inseguridad laboral, que prácticamente no existían entre 1940 y 1970, hoy afectan a más del 15% de la población del mundo desarrollado.

El salario real promedio se ha mantenido parejo en Estados Unidos durante 20 años, y el 1% de la población capturó todas las ganancias generadas por un crecimiento del PBI del 50% durante este período. Esto “liberó” mucha liquidez para actividades financieras, apuestas y especulación. En Francia solamente, en los últimos 20 años, aproximadamente 2,5 billones de euros han sido volcados al mundo financiero, lo que sugiere un total de 30-60 billones de dólares para la economía mundial en su totalidad.

Esto estuvo acompañado por una creciente inmoralidad del sistema. La remuneración de los jefes de las empresas hoy es 300 a 500 veces el salario promedio de los empleados rasos, lo que representa un incremento con respecto a la relación 40 a 1 para el siglo y medio anterior a 1980. En todo el mundo, la cantidad de empresas que enfrentan problemas legales por varios tipos de fraude está creciendo dramáticamente.

Lo peor, tristemente, todavía está por venir. Como los ingresos de la mayoría de la gente están estancados y se ven erosionados debido al incremento de los pagos hipotecarios, el consumo de seguro caerá, lo que generará menor crecimiento y menor empleo. Una recesión sólo aumentará la precariedad laboral y el desempleo, creando tensiones sociales que, por supuesto, no ayudarán a aliviar la crisis financiera. Todos los ingredientes parecen estar dispuestos para una tormenta perfecta prolongada y poderosa de caída económica y descontento social.

En el mundo desarrollado, vivimos en democracia. Cada cuatro o cinco años, la legitimidad del sistema necesita ser confirmada mediante elecciones. ¿Pero el sistema está siendo tan deslegitimado por la agitación económica y social que las elecciones ya no serán viables?

Por supuesto, el capitalismo sigue siendo más compatible con la libertad personal de lo que fue el comunismo a lo largo de la historia. Pero hoy resulta evidente, sin duda, que el capitalismo es demasiado inestable como para sobrevivir sin una fuerte regulación pública. Esa es la razón por la cual, después de años de descartarlo como opción viable, es hora de que el proyecto social-demócrata regrese a la delantera política.

Michel Rocard, ex primer ministro de Francia y líder del Partido Socialista, es miembro del Parlamento Europeo.

Project Syndicate, 2008. www.project-syndicate.org Traducción de Claudia Martínez

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El espíritu de Arrasate, de Javier Ramos Sánchez en Gara

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

La imagen de un pueblo que hace escasos días vivía conmocionado por la manifestación de una de las expresiones de violencia que sufrimos ha sido la de primar con el voto a las dos fuerzas políticas en cuyas manos está la resolución

A veces una sola instantánea refleja como ninguna otra prolija explicación la realidad que vive y padece Euskal Herria en su inacabado conflicto con el Estado español. Así sucede, en efecto, con lo acontecido en Arrasate. Al llamamiento a la participación que efectuaron todos los partidos tras la muerte del ex concejal socialista, a fin de que se visualizara el rechazo a ETA y a la propia izquierda abertzale, se oponía el trabajo de esta última por la abstención activa, como forma de protesta ante unos comicios no democráticos, porque no garantizan el pluralismo político que se supone básico en un sistema de representación parlamentaria.

La respuesta del pueblo arrasatearra ha sido doble: una muy importante abstención (40,50% ahora, por un 26,70% en 2004) junto a un gran apoyo al PSE (40% ahora, frente a un 26,15 % en 2004). Resultan ser, además, cifras redondas y complementarias: ganan la abstención y el PSE y pierden el resto de fuerzas políticas, que han sufrido un evidente retroceso electoral. Es decir, la imagen de un pueblo que hace escasos días vivía conmocionado por la manifestación de una de las expresiones de violencia que sufrimos los vascos a causa de la irresolución política de un conflicto político ha sido la de primar con el voto a las dos fuerzas políticas en cuyas manos está la resolución de dicho conflicto.

Resulta fácil de colegir, en cambio, que las actitudes de indolencia ante la represión política y ulterior intento de apropiación utilitarista del voto de la izquierda abertzale por parte de partidos como PNV, EA, EB o Aralar han quedado desautorizadas. El pueblo quiere soluciones al grave conflicto que padece y las quiere ya, porque es el primero en sufrir las consecuencias. Por eso ha mostrado su rechazo a políticas de compadreo y poltrona, que son las que llevan practicando aquellas formaciones que se dicen abertzales y progresistas. Es esta política errática y ventajista la que ha colmado la paciencia del pueblo vasco que, por ello, castiga al PNV con 120.000 votos menos, a IU con la pérdida de cerca de 60.000 sufragios, a EA con 30.000 y la pérdida del diputado en Cortes, a Aralar, con 9.000 votos menos y a Nafarroa Bai con un triste estancamiento.

Cierto es que el efecto bipartidista en el Estado ha conducido, de un lado, a parar los pies a la derecha más ultra y católico-fascista de Europa y, de otro, ha puesto a Izquierda Unida en el lugar que muchos ya vaticinaban al denominarla, con ironía, «Izquierda Hundida». Pero cierto también es que eso ocurre cuando se ejerce de escudero de la socialdemocracia en lugar de ser motor de un nuevo paradigma político antisistémico. Y ocurre que en Euskal Herria, del mismo modo, son dos las únicas opciones políticas que cuentan en clave de resolución del conflicto: el PSOE, como gestor de los intereses del Estado, y la izquierda abertzale, como depositaria de la llave que abre la puerta de la legitimidad política del pueblo vasco y de su derecho inalienable a decidir.

Mientras tanto el PNV, EA y los demás pueden ir pensando lo que les espera en las próximas elecciones autonómicas si siguen aceptando mansamente el vaciamiento abertzale forzado y antidemocrático por parte de las fuerzas españolistas. El peligro de ser apartados de la gestión del negocio es ya real. Mejor harían en empezar a trabajar, por su propio interés, en un gran acuerdo nacional abertzale y progresista. Porque esperar del Estado alguna compensación del vergonzoso seguidismo realizado en el último y fallido proceso de negociación, es una espera vana. Ya debieran saber que Roma no paga traidores.
Javier Ramos Sánchez . Jurista.

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Las razones de Rajoy, de Javier Ortiz en Público

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

No me resulta fácil ponerme en la piel de Mariano Rajoy –seré sincero: me es por completo imposible– pero su decisión de mantenerse al frente del PP me parece bastante sensata.

En primer lugar, si dimitiera vendría a aceptar que su partido ha perdido las elecciones porque él lo ha hecho mal, y que otro candidato podría obtener un resultado mejor. Lo cual, aparte de que no le apetezca nada, por razones obvias, es francamente dudoso.

Para mí que Rajoy ha recolectado casi todos los votos que moviliza hoy por hoy la derecha española. Toda ella, desde la más contenida a la más extrema. Un candidato más “centrista” tocaría las narices a los ultras a machamartillo, pero le votarían igual (¿a quién, si no?). Y al revés: un candidato más ultra disgustaría a la derecha menos desmesurada, pero ésta no le negaría su respaldo en las urnas. Viven en régimen de partido único y se comportan de acuerdo con ello.

La consideración de que con Rajoy la derecha española se ha acercado –si es que no ha tocado– su actual techo electoral, y de que no por cambiar de líder iba a mejorar sus expectativas a corto plazo, se vuelve casi evidente cuando esta última hipótesis se plantea como posibilidad concreta, práctica. Abierta la puerta a la sucesión, el navajeo dentro del PP se volvería inevitable. Y, total, ¿para qué? ¿Qué podría ganar con ello? ¿Que al final saliera Esperanza Aguirre como gran jefa? ¿Que se impusiera Acebes tras una aparatosa purga inquisitorial? ¿Que Gallardón gastara sus energías chocando contra la fortaleza de Génova y dejando al partido con el trasero al aire? Un pan con unas hostias.

Rajoy ve que ya ha reducido en 385.000 votos la distancia que Zapatero le sacó en 2004, pese a que su rival se ha beneficiado de los “trasvases” procedentes de IU, ERC y el tripartito vasco. A la vista de ello, hace cábalas y se pregunta por qué no podría vencer a la próxima.

¿A la tercera, como González y como Aznar? Puf. Cualquiera sabe. Hay demasiado tiempo de por medio. Demasiadas variables.

De momento, mira al futuro inmediato ateniéndose a la máxima ignaciana: nada de grandes cambios en tiempos de tribulación. Y en eso no patina.

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“Busco hombres para un viaje peligroso”, de Federico Quevedo en El Confidencial

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

Todo lo que rodea estos días al Partido Popular tras la derrota del 9-M tiene un aire épico. A veces las epopeyas son preludio del desastre, el anuncio de una gesta heroica que acaba con el hundimiento o la muerte de sus protagonistas. En alguna ocasión he traido a cuenta la epopeya de Leónidas y la defensa inútil del paso de las Termópilas para evitar el avance del ejército persa a las órdenes de Jerjes I. Es verdad que ese tipo de gestas heróicas son las que perduran en el tiempo, aunque costara la vida a quienes las protagonizaron. Pero también hay ocasiones en que las gestas, siendo igual de heróicas, tienen finales felices. Ayer les hablaba de la epopeya de Lord Shackleton y la conquista de la Antártida, y me van a permitir que continúe con el ejemplo, porque creo que puede ser muy significativa su interpretación.

Rajoy, después de su decisión del martes por la tarde, se enfrenta al dilema de si al final de su viaje será Leónidas o será Shackleton, de si perderá la vida –es un decir- en el intento, o logrará llegar al eje de la Tierra y alcanzar la victoria final. De entrada, su ánimo se asemeja más al del héroe inglés de la Antártida que al del héroe espartano de las Termópilas. El primero es consciente de que el viaje que emprende es peligroso, y de que incluso es posible que no vuelvan del mismo, y procura no dejar nada al azar para evitar disgustos. El segundo, sabedor de que está en inferioridad de condiciones, sin embargo deja su incierto futuro en manos de los hados y los dioses y llevado por su exceso de confianza desprecia a quien, finalmente, se convertirá en su peor enemigo. Shackleton no engaña a nadie, todos saben que la aventura es arriesgada. Leónidas no deja de ser un fanático que promete el cielo a cambio de una muerte segura.

“Men wanted for hazardous journey. Smoll wages. Bitter cold. Long months of complete darkness. Constant danger. Safe return doubtful. Honour and recognition in case of success” (“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. Incierto retorno. Honor y reconocimiento en caso de éxito”)… El anuncio que Shackleton puso en The Times –y que puede leerse en la fachada de la Casa de América- unos meses antes de la expedición no podía ser más elocuente. Quienes se apuntaran al viaje, nunca podrían decir que no sabían a lo que iban. Quienes se sumen al nuevo proyecto de Mariano Rajoy, saben que les espera una larga travesía por el desierto de la incomprensión y el conformismo, que deberán luchar contra todo tipo de peligros y de trampas fuera y, sobre todo, dentro de su partido. Si fracasan, muchos de ellos se verán obligados a decir adios a la política. Pero si culminan con éxito la travesía, les esperan las mieles del triunfo y del poder.

Que el viaje es peligroso y el final incierto, no lo duda hoy nadie. De entrada, son muchos los que creen que Rajoy debería haber dado paso a la sucesión en el PP, por lo que está obligado a hacer esfuerzos ímprobos para demostrar que su decisión ha sido un acierto. La elección del timonel es un factor clave a la hora del éxito o del fracaso en una expedición. ¿Puede Rajoy conducir a su nuevo equipo al éxito? Son muchos los que dudan, pero yo creo que de las cenizas del 9-M ha surgido un nuevo Rajoy, más entero, con más mala leche si me apuran, decidido a no dejar pasar ni una a su contrario, investido de ese espíritu épico con el que se forjan los héroes y los locos, y hay que estar un poco loco para seguir en la brecha pudiéndose haber retirado a los placeres mundanos que permite un beneficioso registro de la propiedad en Santa Pola. Pero de la copa amarga de esa locura bebieron en otros tiempos hombres como Adolfo Suárez, y gracias a ella hicieron grandes cosas por su país.

No les voy a ocultar que me alegro de la decisión de Rajoy, aunque creo que en el camino habrá muchos obstáculos y, seguramente, se cometerán muchos errores que, desde luego, no dejaré de resaltar. Lo primero, ahora, está bastante claro: “Men wanted for hazardous journey”. El equipo es esencial. Los hombres y las mujeres que han de acompañarle en esta nueva travesía deben cumplir unas condiciones, unos requisitos imprescindibles. No puede haber hipotecas y, en el fondo, aunque haya sido injusta la manera en que lo ha hecho, el martes Rajoy reconocía que durante la pasada legislatura su equipo era menos suyo de lo que él mismo hizo creer. Deben ser jóvenes, porque ya él eleva la media en un país en el que parece que solo valen los que todavía no cumplen el medio siglo. No deben tener referentes del pasado, por mucho que el pasado sea bueno para el PP y nada ni nadie deba renunciar a su historia. Y no debe haber ataduras, de ninguna clase, ni económicas, ni mediáticas, ni religiosas, ni… Libres, que es la única manera de afrontar un viaje con un incierto retorno.

Si esto es un error o un acierto, lo dirán el tiempo, las circunstancias y los resultados. Hoy es imposible pronosticar cual será el final del viaje, y quien lo haga cae en la incoherencia de la demagogia. Rajoy ha renacido con una entereza desconocida. Se le han remarcado las líneas de la tragedia endureciendo su rostro y, al mismo tiempo, ablandando su mirada. Es una buena combinación para el desconcierto. Nunca sabremos qué se esconde tras su aparente frialdad, y esa es la mejor fachada para quien se toma el tiempo necesario de cara a la venganza –electoral, se entiende-. La venganza, ya saben, es un plato que se sirve frío, y Rajoy tiene hambre de victoria porque esta vez se ha quedado con la miel en los labios, con el regusto amargo de quien se ha visto a las puertas de su destino y no las ha cruzado, y con la sensación de que, en el último momento, le han vuelto a robar la cartera. Y ya van dos veces.

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Rajoy, Príncipe de Salina, de Ignacio del Río en Estrella Digital

Posted in Política by reggio on 13 marzo, 2008

Los políticos ejercen su actividad con una mayoritaria tendencia a distorsionar la realidad, lo que hace que triunfen aquellos que tienen más capacidad interpretativa o mayor bagaje para distanciarse de la realidad, con un cóctel de autismo y soberbia a iguales partes. Las épocas electorales, debates y valoración de resultado son el marco escénico para comprobar las respectivas habilidades. Un conocido político, alcalde por más señas, en los maitines electorales, siempre repetía a su equipo que lo importante era lo que estaba en los periódicos: “Lo que no está en los medios, no está en el mundo”.

El resultado de las elecciones del 9-M ha sido una ratificación del presidente Zapatero que se ha llevado por delante, con una sola jugada, a la izquierda nacional, IU, a la izquierda radical, ERC, y ha dejado tiritando al nacionalismo vasco. Al PP lo ha dejado en tierra de nadie, con una mejora en su resultado que delimita un techo electoral y rompe las razonables expectativas de cambio que tenía su electorado después de una legislatura en la que todas las condiciones se habían puesto en línea para favorecer el cambio. Unas condiciones que difícilmente volverán a concurrir y que venían aderezadas por la incertidumbre que traslada la crisis financiera y económica.

Los resultados electorales colocan las hojas del triunfo en el PSOE, que refuerza la posición política de Zapatero y cumple el uso electoral de la segunda legislatura concedida al Gobierno. La pregunta es si esta segunda victoria cierra o abre ciclo y, por ello, si estamos ante un Gobierno de Zapatero para los próximos ocho años. Un Zapatero que ha sacudido a su izquierda en un vendaval y que, por tanto, ya sólo debe navegar hacia el centro, evitando desgastes innecesarios. El PSOE probablemente articulará una Tercera Vía con este nuevo mandato, de mayor equilibrio y estabilidad, equidistante entre la socialdemocracia de los primeros años de Felipe y la última legislatura.

En este escenario, lo mejor para Zapatero es la continuidad de Rajoy al frente del PP y como candidato autoproclamado —los Estatutos son para incumplirlos— para las elecciones del 2012. La pérdida de implantación en Cataluña y en el País Vasco y el granero electoral de Andalucía, en donde la mejora no equilibra los réditos electorales que obtiene el PSOE —el parcial de estas tres Comunidades es un más 34 para el PSOE— presenta una fotografía que viene repitiéndose elección tras elección para el PP.

Rajoy dice que se queda porque ha subido 400.000 votos y es lo mejor para España y el PP, y olvida que la legitimación de su nombramiento como presidente tenía que haber sido ratificada con la victoria en el 2004, y sobre todo en el 2008. Ni una sola apelación a la asunción de responsabilidad sobre el resultado. Ni una sola palabra de reconocimiento a los electores que querían un cambio que no ha conseguido liderar. Unos electores que se han volcado con él a pesar de las dudas generalizadas que su liderazgo ha suscitado durante estos cuatro años, dudas que no se han despejado y se han mantenido durante la campaña. Si Rajoy piensa que los diez millones de votos son una adhesión a su persona, se equivoca de medio a medio por mucho salto y charanga que monten los de Nuevas Generaciones a la puerta de Génova 13. Los votantes querían sacar del Gobierno a Zapatero y como él mismo dice, como sea.

Convocar un congreso y decir que se va a presentar mientras los barones regionales, Arenas y Camps, hacen proclamación antes de entrar a la reunión de que sus organizaciones regionales están con Rajoy —las formas democráticas y la supuesta libertad de los compromisarios brilla por su ausencia— es jugar con las cartas marcadas. La honestidad intelectual exigía que Génova, los funcionarios del aparato, mantuviesen su neutralidad e independencia y que, como dice Pedro J. Ramírez, se diese por cerrada la etapa de la sucesión de Aznar. Y si Rajoy quiere presentarse, al menos que hubiese manifestado su candidatura a su tiempo y no salga con veinte cuerpos de ventaja. La regeneración democrática, ausente en la campaña, sigue estando en el limbo de los inocentes.

Fabricio Corbera, Príncipe de Salina, rechazó la oferta de ser senador del nuevo Reino de Italia y pronunció la famosa frase en la novela de Lampedusa, El Gatopardo, “Algo debe cambiar para que todo siga igual”. En ella se cuenta como, tras rechazar la oferta y atrincherarse en Sicilia, la vida del Príncipe transcurre monótona y con desconsuelo, mientras en su casa permanecen sus tres hijas solteras, amargadas por su vida cerrada y solitaria. En la situación que nos ocupa, y salvadas las distancias, no van a tomar su papel los electores.

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