Reggio’s Weblog

La cabeza cortada en la plaza de Cesena, de Pedro J. Ramírez en El Mundo

Posted in Política by reggio on 1 marzo, 2009

CARTA DEL DIRECTOR

Cesena es hoy una tranquila ciudad provinciana de la Emilia-Romagna, bajo el golfo de Venecia, hacia el noreste de Italia, cuya única notoriedad contemporánea es la de haber servido de cuna al malogrado ciclista Marco Pantani. Sin embargo cualquiera que conozca su turbulenta historia podría concluir que de ella emanaba el indomable espíritu batallador con que aquel al que apodaban El Pirata acometía sus míticos cambios de ritmo, escalando las más escarpadas cimas.

Tras haber servido de sangriento escenario a algunos de los episodios de la guerra civil en la que Mario y Sila se disputaron el dominio de Roma y sus territorios vasallos, la ciudad fue objeto de permanente disputa entre el Papado y el Sacro Imperio durante gran parte de la Edad Media. A ese período corresponde el llamado Baño de Sangre de Cesena -1377- durante el que Roberto, cardenal de Génova y legado papal, pasó a cuchillo a miles de civiles.

Fue la familia Malatesta la que estabilizó la autoridad del pontífice y ahí queda, en el centro de la ciudad, el castillo bautizado como Roca Malatestana que se convirtió a la vez en símbolo y escenario de su poder. Sus muros sirvieron de prisión a Catalina Sforza, también conocida como La diablesa de Imola, quien, levantando el estandarte de su familia milanesa, plantó cara durante el primer mes de enero del siglo XVI a las fuerzas papales ahora dirigidas por César Borgia. Cuenta la leyenda que la misma noche de su derrota la sensual Catalina yació con el victorioso hijo bastardo del Papa valenciano Alejandro VI.

Pero toda la región estaba en llamas y aquí es donde toma el hilo de la narración un tal Nicolás Maquiavelo que, en el capítulo VII de un manual de avisos a gobernantes titulado El Príncipe que pergeñó apenas una década después, cuenta cómo «para someterla a su obediencia, el Duque -o sea César Borgia- nombró a Maese Remirro de Orco, un hombre cruel y vigoroso al que le dio poderes absolutos». Esto ocurrió en marzo de 1500 y a corto plazo la solución adoptada fue un éxito porque el flamante Teniente General de la Romagna dobló el pulso de forma implacable a cuantos rehusaban someterse a su patrón.

Sin embargo, un par de años después, «el Duque decidió que ya no era necesaria una autoridad tan excesiva y puesto que sabía que la reciente dureza había generado bastante odio, se propuso dejar claro que cualquier acto de crueldad que hubiera sucedido no provenía de él, sino del carácter brutal de su ministro».¿Qué forma más elocuente podía haber de demostrarlo sino depositando el cuerpo de Maese Remirro dividido en dos segmentos -la cabeza por un lado, el resto por el otro- en el centro de la plaza de Cesena, tal y como ocurrió la mañana del día posterior a la fiesta de Navidad del año 1502?

La ferocidad de esta escena dejó a la gente a la vez estremecida y satisfecha», explica Maquiavelo. Una bella fuente renacentista con trazas de tarta nupcial o pastel de cumpleaños, construida unas pocas décadas después al pie de la Roca Malatestana, ocupa hoy en un lateral de la Piazza del Popolo de Cesena el lugar en el que durante días y días continuó exhibida esa cabeza. Nunca he estado allí, pero desde que unos amigos me enviaron una postal, siempre he imaginado la chola del tal Remirro haciendo acrobacias sobre el chorrito de agua presurizada.

Bromas macabras aparte, lo que impresionó tanto a Maquiavelo es la habilidad con que César Borgia se había servido de su lugarteniente por partida doble: primero como perro de presa encargado de realizar el trabajo sucio; después como chivo expiatorio, destinado a absorber todas las culpas y saciar todas las venganzas. Ponía así a la orden del día la práctica de sacrificar un animal para aplacar a los dioses, a la luz de la experiencia de aquellos pueblos que, como los atenienses o los aztecas, reservaban a un tipo determinado de seres humanos para cumplir el papel de víctimas propiciatorias.

Parece obvio a dónde o, más bien, a quiénes vamos a llegar. Pero ha sido una nota a pie de página en una de las ediciones de El Príncipe la que ha terminado por cincelar la analogía. Resulta que De Orco era, como los Borgia o Borja, de origen español y que, siendo su nombre primigenio el de Ramiro de Lorca, no es difícil imaginar que él o sus ancestros procedían de la misma región murciana a la que Mariano Fernández Bermejo continúa representando en el Congreso de los Diputados, portando su ya seccionada cabeza gentilmente bajo el brazo.

El presidente Zapatero encaja bastante bien en la descripción que Maquiavelo hace de «aquellos particulares elevados a la condición de Príncipe por la buena suerte», sobre todo cuando se trata de «hombres con tanta astucia natural como para disponerse rápidamente a preservar lo que la fortuna ha vertido sobre ellos». Y, ojo, porque el politólogo florentino identifica esa astucia natural nada menos que con la virtud.

Si apela de tal modo a la destreza con que el gobernante maneja las riendas del poder, es evidente que Zapatero ha exhibido un alto grado de virtuosismo en el empleo de las utilidades sucesivas que le proporcionaba la personalidad de Bermejo. Su nombramiento nos dejó estupefactos a muchos -desolados más bien-, pero no fue una ocurrencia. El mundo judicial era a los ojos del presidente un territorio tan levantisco como la Emilia-Romagna lo era para el Papado. Había que meter en cintura a sus señorías togadas, neutralizando su querencia conservadora, aprovechando sus errores, echándoles encima a la opinión pública, cambiando las reglas del juego, estimulando a través del Consejo el nombramiento para puestos clave de jueces progresistas dispuestos a convertirse en una expresión más de la mayoría social de izquierdas esa mayoría a la que le corresponde de forma natural gobernar España hasta hacernos ver «la vida en colores, ¡coño!».

Bermejo garantizaba hasta los exabruptos. Zapatero sabía lo que se hacía cuando lo eligió y la estampa del encuentro cinegético entre el ministro, el juez que acababa de enchironar a los del PP y el policía que le había suministrado los argumentos para hacerlo resume el triunfo de su proyecto. Pero, claro, como ocurrió en la Italia que inauguraba el Cinquecento, unos métodos tan expeditivos no podían dejar de provocar desagradables secuelas.Tanto desde el punto de vista del resentimiento generado entre los destinatarios de las medidas represivas -ahí está el éxito de la muy contraproducente huelga judicial- como en función del propio rastro de una conducta a la vez desafiante y obscena.

La acumulación de detalles impúdicos como el gorroneo familiar en Quintos de Mora o la caza sin licencia en Andalucía llevaron a Zapatero a la conclusión de que Bermejo se había pasado de frenada y ya tocaba entrar en la siguiente fase de su aprovechamiento político. Su mandato había durado unos meses menos que el de Remirro o Ramiro, pero a cambio su decapitación fue más elegante.

Zapatero tuvo la habilidad de ir cercando a su ministro con las reacciones críticas orquestadas desde dentro del partido, empujándole así hacia una dimisión tan aparentemente espontánea como implacablemente exigida. Aquí tienes esta afilada espada, tú verás lo que haces cuando el gallo cante el lunes. Hasta el timing funcionó con precisión de relojería: ni un día antes de que la opinión interna estuviera madura, ni un día después del inicio de la última semana de campaña, con tiempo para limpiar los últimos restos de sangre antes de que gallegos y vascos acudan hoy a las urnas.

César Borgia habría envidiado esas dos comparecencias de Zapatero en Antena 3 y la Ser en las que el presidente primero dijo que no estaba en sus planes «destituir» a Bermejo, pero que su «dimisión» era digna de «aplauso»; y luego añadió que su salida del Gobierno sólo está «muy muy indirectamente relacionada» con la causa que instruye Garzón contra el PP. O sea que la cabeza cortada lleva ya un rato dando brincos sobre su lecho de agua, pero no se trata de un ajusticiamiento sino de un suicidio y además su móvil no ha sido la vergüenza sino la dignidad. ¿Hay quién dé más? Maquiavelo habría aplaudido con las orejas.

Daría cualquier cosa por haber estado presente en las conversaciones entre Zapatero y Bermejo -episodios así deben quedar para la posteridad-, pero su fase culminante debió parecerse mucho al momento en que el general T’sao T’sao, conquistador de la China central hace 2.200 años, mandó llamar al jefe de su intendencia cuando sus desabastecidas tropas estaban al borde la rebelión.

«Quiero pedirte que me prestes algo y tu no puedes negarte a ello», le dijo T’sao T’sao. «¿De qué se trata?», respondió su siempre bien dispuesto subordinado. «Necesito que me prestes tu cabeza para mostrársela a las tropas», añadió el general.«Pero si no he hecho nada malo», repuso espantado el intendente.«Ya lo sé, pero si no mando que te maten habrá un motín; no te preocupes: yo me ocuparé de tu familia cuando tú ya no estés», concluyó T’sao T’sao.

El relato está incluido en el libro de Robert Greene The 48 Laws of Power como ejemplo ilustrativo de un epígrafe titulado «Oculta tus errores, ten un chivo expiatorio a mano para cargarle las culpas». Bermejo ha demostrado muchas veces tener alma de sayón -cuando encarceló a Mariano Rubio para hacer más cómoda una conferencia de prensa de González, cuando abortó un tercer grado de Mario Conde que cumplía todos los requisitos – pero en esta ocasión también ha dado pruebas de que tonto no es. Mejor atrincherarse bajo el pupitre del escaño, preservando la jeta en formol como si fuera el corazón de Marat, que seguir sirviendo de pim-pam-pum a la intemperie sin protección de ninguna clase.

Lo macabro del caso es que el muy prescindible y sustituible ministro no sólo ha pagado por los pecados de quien le nombró sino que también lo ha hecho por los de su compañero de fechorías escopeteras. Porque, claro, Garzón no hay más que uno y a ver quién prescinde de él cuando su desdén por la legalidad y el derecho sólo tendría parangón si descubriéramos a un Papa ateo, cotidianamente ejercitado en la blasfemia.

En el fondo lo que aquí ha ocurrido se parece bastante a la historia de ese pueblecito judío en el que sorprendieron al zapatero cometiendo un asesinato y el alcalde -tan avispado como nuestro presidente- decidió que, puesto que nadie más conocía su oficio y en cambio tenían unos cuantos albañiles, lo mejor era ahorcar al más malencarado de entre ellos.

Sólo los defensores de los animales encartelados ante la Audiencia han compensado tanta injusticia política con una brizna de justicia poética, pero ni siquiera su mirada idealista puede convertir a Galeote y Bárcenas en tiernos cervatillos.

P. D.- Aunque soy consciente de que a los lectores les importan muy poco estas tontunas y hace tiempo que desesperé de ser tratado con ecuanimidad, nunca dejaré de esforzarme por preservar y practicar la mía. Una palabra, pues, sobre la penúltima escaramuza entre periodistas vanidosos. Así como me reafirmo en que antes de que EL MUNDO desvelara ante el gran público el episodio de la cacería yo sólo había oído «rumores y chau chau», luego he sabido que, mientras nuestro periódico realizaba las comprobaciones de rigor, incluido el emplazamiento formal al Gobierno a que confirmara o desmintiera el hecho, una página web de su mismo grupo difundió la portada de la revista Epoca con los primeros datos sobre el asunto. No seré yo quien niegue a ningún colega sus méritos.

pedroj.ramirez@elmundo.es

© Mundinteractivos, S.A.

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Crítica del método, de Jordi Sevilla en Mercados en El Mundo

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

LUCES LARGAS

La manera en la que los gobiernos del mundo conducen la lucha contra la crisis económica les está reforzando como poderes autónomos, alejados de los mecanismos tradicionales de control democrático.Tenemos entre manos una crisis de gran complejidad que afecta a muchos sectores, a muchos países, a muchas personas y carecemos de una estructura democrática de poder mundial con la que hacerle frente.

La ausencia de un gobierno democrático mundial obliga a utilizar ese remedo que hemos dado en llamar gobernanza. Mediante estructuras informales, como la del G-20, cuya próxima reunión tendrá lugar en Londres este lunes, se juntan representantes de unos pocos gobiernos nacionales autoelegidos por su poder, en forma de potencia económica aparente, sin excluir a algunos de países claramente no democráticos ni a otros con sistemas manifiestamente mejorables.

Si la estructura y los mecanismos de toma de decisiones en organismos internacionales consolidados por el tiempo, como la ONU o el FMI, son ya claramente distantes de los principios democráticos occidentales (separación de poderes y una persona, un voto), los nuevos esquemas de coordinación informal pero efectiva de las cosas reproducen un sistema de toma de decisiones elitista, feudal y censitario.

Este tipo de gobernanza, aun siendo mejor que el caos de los mercados incontrolados y siendo preferible estar dentro que fuera, es inferior a un gobierno democrático, tanto desde el punto de vista moral como, también, de la eficacia. La crisis del automóvil, por ejemplo, tiene causas y efectos mundiales, pero estamos intentando buscar soluciones parciales desde cada uno de los países por separado, pues los mercados son globales pero los estados no.

El resultado de este método de coordinación en forma de un club que tiene reservado el derecho de admisión podrá ser positivo desde el punto de vista de la gestión técnica de las cosas, pero deficiente, necesariamente, desde la gestión política, de política democrática, de la misma.

Por tanto, si teníamos el problema de una globalización económica no sometida a reglas y controles, se suma ahora un profundo déficit democrático en el gobierno de esta crisis mundial y, si me apuran, grandes deficiencias, también, en su gobernanza que, como hemos visto, es algo distinto.

En democracia, la forma es parte consustancial del fondo. Cómo hacer las cosas define al sistema democrático mucho más que las cosas que se hacen. El procedimiento mediante el cual se aprueban las políticas es tan importante como el contenido material de éstas. Porque la clave del asunto radica, precisamente, en asumir y dejar constancia permanente de dos cosas fundamentales: nadie tiene por sí solo toda la verdad y los seres humanos somos capaces de discutir y alcanzar acuerdos razonados.

En política democrática no hablamos de cuestiones técnicas que deban decidir los expertos a espaldas de los ciudadanos, sino de decisiones que impactan en las condiciones de vida y en las creencias de muchos. Por eso hay que informar, debatir, consultar con la gente, hacer pedagogía, intentar convencerla con argumentos a favor de un determinado curso de acción. De otro modo, se debilita el valor supremo de la democracia como el mejor procedimiento para resolver conflictos con gran repercusión social.

No aminora este problema el hecho de que la mayoría de miembros asistentes al club de los poderosos sean democracias que tendrán que pasar por sus parlamentos una parte importante de las decisiones acordadas allí. Y no lo hace porque en las últimas décadas da la impresión de que no sólo no hemos sido capaces de democratizar la gobernanza mundial, sino que estamos trasladando parte de los defectos de ésta a la manera nacional de gobernar -incluso en países democráticos- mediante dos fenómenos que debilitan la esencia misma de la democracia. En primer lugar, la sustitución de la critica a las políticas por la descalificación de los políticos.En segundo lugar, la personalización excesiva en líderes, más o menos carismáticos y televisivos, en quienes depositamos toda la confianza y el poder, eludiendo nuestras responsabilidades ciudadanas con la res publica, incluso en la faceta de control adecuado.

Estos dos hechos, aplicados al ámbito de la gestión nacional de la crisis económica, se traducen en que apenas hay debate en torno a propuestas alternativas, a la vez que se desanima la participación pública en la búsqueda de soluciones. Así, las medidas adoptadas por los gobiernos, sea en el ámbito nacional o mediante la coordinación intergubernamental, son iniciativas unilaterales que surgen de ellos mismos y que no han sido discutidas previamente con publicidad y participación de colectivos, con lo que se desincentiva la corresponsabilidad pública.

Una crisis económica de esta magnitud no es una cuestión que deba resolverse de espaldas a la gente. Las medidas a adoptar son política de alto nivel, porque buscan repartir socialmente los esfuerzos, sacrificios y recompensas, abriendo opciones de futuro entre las que la sociedad debe elegir. Pero, en lugar de movilizar la energía colectiva llamando al debate público, a la participación social, al pacto político, dejamos el protagonismo exclusivo en manos de los gobiernos que, a menudo, como en Francia, menosprecian el significado de las protestas sociales que van creciendo conforme se agudiza la crisis.

No he sido capaz de encontrar las razones por las que el paquete de ayuda aprobado por la administración de Obama no ha contado más que con tres votos republicanos cuando se parece más a las soluciones ofrecidas por Bush que a las primeras propuestas demócratas.Sólo hay una: que las peleas entre partidos les ha parecido a éstos más importantes que el futuro de su país, siguiendo un esquema maniqueo según el cual uno tiene todas las virtudes y su adversario, todos los defectos.

El resultado es que, ni a escala internacional ni nacional, las medidas de lucha contra la crisis y a favor de un nuevo orden económico están sirviendo para reforzar y profundizar en una democracia participativa, sino más bien, todo lo contrario. Con ello, nos debilitamos todos. Es un error, espero que de método y no de concepción.

jordi.sevilla@diputado.congreso.es

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Los bancos ‘zombis’, de Luis de Guindos en Mercados en El Mundo

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

APUNTES ECONOMICOS

La expresión bancos zombis proviene de la década perdida de Japón durante los 90. Se trataba de bancos con enormes pérdidas en su activo, superiores a sus recursos propios, y por tanto insolventes, lo que les impedía realizar sus operaciones habituales. La oposición social dificultaba su recapitalización y rescate por parte del Gobierno con dinero de los contribuyentes, mientras que por otro lado existía un rechazo institucional a su nacionalización.

De este modo, la economía japonesa convivió durante 10 años con unas instituciones bancarias que no realizaban su función principal, dar crédito, y que simultáneamente impedían que los impulsos monetarios del Banco de Japón se trasladaran a las familias y empresas. Esta situación alargó y profundizó la crisis japonesa, que sólo empezó a resolverse gracias al fuerte tirón experimentado por las exportaciones a China con la llegada del nuevo siglo.

En las últimas semanas hemos visto una reaparición de las tensiones en los mercados crediticios y un ajuste importante en los precios de las acciones de los bancos en todo el mundo. Parece como si los temores que surgieron después de la caída de Lehman se reprodujeran con renovada intensidad. La evidencia de estas tensiones es especialmente visible en los Credit Default Swaps (CDS) -el coste de protección frente a impagos- de los bancos. ¿Cómo es posible que los CDS de los bancos se amplíen a pesar de los programas de rescate de los gobiernos? La respuesta es muy simple: el deterioro de los CDS de los propios países, que se han visto afectados por los programas de estímulo fiscal y de rescate financiero, cuyo coste necesariamente tendrá que ser cubierto con emisiones adicionales e ingentes de deuda pública. Como no podía ser de otro modo, el CDS de los bancos se encuentra íntimamente ligado al del gobierno que los rescata o garantiza.

El empeoramiento de la situación proviene de la percepción de que el tamaño de las pérdidas por activos tóxicos crece exponencialmente como consecuencia de la recesión mundial. En concreto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) eleva las pérdidas originadas por activos en EEUU hasta los 2,2 billones de dólares, frente a una estimación de 1,4 billones de hace sólo unos meses. La suerte para los bancos americanos es que la mitad de estos activos se encuentran en balances bancarios fuera de los Estados Unidos.Sin embargo, la extensión de la recesión en el resto del mundo está contaminando numerosos activos extranjeros que se encuentran en los balances de los bancos americanos, en una especie de infección global. En esta situación, no resulta extraño que el valor de mercado de los bancos americanos haya caído por debajo de los 400.000 millones de dólares y que se hable de la necesidad de acabar nacionalizando los dos buques insignia de la banca en EEUU, el Citi y el Bank of America.

Un nuevo frente se ha abierto con bastante virulencia: la extensión de la crisis a los países emergentes, muy especialmente a las economía del centro y el este de Europa. En los últimos días hemos visto un desplome importante de sus monedas ante los desequilibrios de estos países, especialmente la existencia de un elevado déficit externo y una alta dependencia de la financiación internacional.En concreto, en los tres últimos años estos países han triplicado su financiación bancaria del exterior, superando los 1,6 billones de dólares. Se trata de una crisis clásica parecida a la que tuvo lugar a finales de los 90 o en 1994 con la crisis del tequila en México. En estos momentos, tres países de la zona -Hungría, Letonia y Ucrania- ya han acordado una financiación de emergencia con el FMI, mientras que Serbia está en conversaciones y Rumanía ha señalado su voluntad de iniciarlas.

Como casi siempre ocurre en este tipo de crisis, la situación de los países no es idéntica, aunque por desgracia los mercados no discriminan en exceso. En el caso de los países del Este, aparte de Letonia, la peor situación la tienen Bulgaria y Hungría, que cuentan con un porcentaje de deuda externa que excede el 100% de su PIB, lo que supera ampliamente los ratios de los países asiáticos al inicio de la crisis de finales de los 90.

Por el lado de los prestamistas, seguramente el país más afectado es Austria, cuya exposición a la zona excede el 70% de su PIB, seguido por Suecia con un 30%. Sin embargo, más allá de lo que son los flujos de capital, la recesión que va a vivir la zona golpeará especialmente a Alemania, que es el principal exportador a estos países.

De cualquier modo, y esto es lo más relevante, la exposición de los bancos europeos a la totalidad de los países emergentes va más allá de los 3,3 billones de euros, una cifra que supera en más de siete veces la de los bancos de Estados Unidos, lo cual nos hace especialmente sensibles a una crisis en estas economías.Esta preocupación se encuentra, sin duda, detrás de la reciente debilidad del euro en los mercados de divisas.

Por último, otro factor que ha impactado negativamente en la percepción de la salud de los bancos ha sido la reacción negativa de los mercados al plan del nuevo secretario del Tesoro americano, Tim Geithner, que se ha hecho público hace unas semanas. A pesar de que incrementa los recursos de su antecesor, el famoso TARP de Paulson, mediante la creación de un nuevo fondo destinado a adquirir titulizaciones de préstamos y la ampliación de las facilidades crediticias de la Reserva Federal, se considera que no aborda el problema de solvencia de los bancos americanos, al mantener el importe de dinero público para inyecciones de capital y no aclarar suficientemente los detalles del nuevo fondo público-privado de compra de activos tóxicos. En definitiva, se piensa que los bancos americanos seguirán sin funcionar, actuando como zombis en terminología japonesa. El problema es que pueden contagiar al resto de la economía, al igual que ocurrió en Japón.Además, ahora, por desgracia, no podemos contar con el tirón de la economía china para sacarnos de la crisis.

luisdeguindos@hotmail.com

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La tercera oleada, de Joaquín Estefanía en Domingo en El País

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

Abrumados por la intensidad de la crisis financiera, se corre el riesgo de no fijar suficientemente la atención en otras tendencias que se manifiestan en los sectores industriales y de servicios. Por ejemplo, en algunas de las antiguas empresas públicas que fueron privatizadas y que ahora, una década después, han caído en manos del capital extranjero (público o privado) o pueden estar a punto de hacerlo.

Las empresas que a mitad de los años ochenta formaron Repsol (y que pertenecían al Instituto Nacional de Hidrocarburos), Iberia o Endesa fueron un día las joyas de la Corona, la herencia de la abuela, parte de lo que más valor tenía del antiguo sector público empresarial español. Hasta ahora ha habido dos oleadas privatizadoras: la primera, parcial e instrumental, puesta en marcha por los Gobiernos de Felipe González, tuvo como objetivo limitar el déficit público y atender a las necesidades generadas por la creación del Estado del bienestar español. La segunda, iniciada a partir de 1996, la protagonizaron los Gabinetes de Aznar, fue una privatización casi absoluta, motivada -lo dicen los programas electorales y los libros firmados por el entonces presidente del Gobierno- por criterios ideológicos.

La era Zapatero puede ser testigo de la tercera oleada: aquella en la que las antiguas empresas públicas pasan, en parte o en su totalidad, a manos del capital exterior. Hace unos meses se informó, en fases sucesivas, del interés de dos empresas rusas -Gazprom y Lukoil- por quedarse con el porcentaje que Sacyr tiene en Repsol, con lo que, de haberse concretado la operación, el capital ruso se habría quedado con el porcentaje de referencia de esta última, en un sector estratégico como el de la energía. En el mismo territorio, la eléctrica pública italiana (Enel) acaba de tomar casi la totalidad de Endesa. ¡Tanta guerra de OPA y contra-OPA para tan sorprendente resultado! Y en el ámbito del transporte aéreo, con abundantes picos de sierra en la negociación, desde el pasado mes de julio se trata otra vez de la fusión de Iberia y British Airways, después de que en el pasado la británica considerase la adquisición de la antigua compañía de bandera española.

Conocido el argumento de quienes se resignan al cambio de modelo de propiedad, basado en que se trata de empresas privadas -lo importante no es de quién es una empresa, sino que dé buenos servicios a sus clientes-, ojalá no llegue el momento en el que por mor de cualquier incidencia (por ejemplo, una crisis energética que demuestre la fragilidad y dependencia de europeos y españoles de las fuentes de abastecimiento externas), recordemos con nostalgia lo que un día tuvimos y de lo que nos desprendimos. Como, por ejemplo, ha ocurrido ahora, cuando al no funcionar el circuito del crédito y el descuento de los bancos a las empresas y particulares, hemos mirado a la Caja Postal de Ahorros y al resto de la banca pública, que también se privatizó.

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Clima de cambio, de Paul Krugman en Negocios de El País

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

Las elecciones tienen sus consecuencias. El nuevo presupuesto del presidente Obama constituye una enorme ruptura, no sólo con las políticas de los últimos ocho años, sino también con las tendencias políticas de los últimos 30 años. Si es capaz de conseguir que el Congreso apruebe algo similar al plan que anunció el jueves, hará que Estados Unidos tome un rumbo completamente nuevo.

Entre otras cosas, el presupuesto supondrá un enorme alivio para los demócratas, que empezaban a sentir una cierta depresión pospartidista. Puede que el estímulo económico que el Congreso ha aprobado haya sido demasiado débil y se haya centrado demasiado en los recortes de impuestos. La negativa del Gobierno a ponerse serio con los bancos puede resultar tremendamente decepcionante. Pero los temores de que Obama sacrificase las prioridades progresistas en sus planes presupuestarios y se contentase con matar el tiempo haciendo arreglos en el sistema de impuestos han quedado ahora desterrados.

Porque este presupuesto destina 634.000 millones de dólares a reformar la sanidad durante la próxima década. Eso no es suficiente para pagar la asistencia sanitaria universal, pero es un comienzo impresionante. Y Obama prevé pagar la reforma sanitaria no sólo subiéndoles los impuestos a los más ricos, sino también deteniendo la progresiva privatización de la atención sanitaria a los jubilados, eliminando los pagos excesivos a las compañías de seguros.

En otro frente, también resulta alentador ver que el presupuesto prevé 645.000 millones de dólares en ingresos procedentes de la venta de derechos de emisiones. Tras años de negativas y retrasos por parte de sus predecesores, la Administración de Obama está dando muestras de que está dispuesta a enfrentarse al cambio climático.

Y estas nuevas prioridades quedan reflejadas en un documento cuya claridad y plausibilidad resultan casi increíbles para quienes nos hemos acostumbrado a leer los presupuestos de la era de Bush, que insultaban nuestra inteligencia en cada una de sus páginas. Éste es un plan presupuestario en el que podemos creer.

Muchos se preguntarán si Obama puede realmente conseguir la reducción del déficit que promete. ¿Realmente puede reducir los números rojos desde los 1,75 billones de dólares de este año hasta menos de un tercio de esa cantidad en 2013? Sí, sí que puede.

Ahora mismo, el déficit es enorme debido a factores pasajeros (al menos, esperemos que lo sean): una severa recesión está haciendo que disminuyan los ingresos y hay que destinar grandes cantidades tanto al estímulo fiscal como a los rescates financieros.

Pero una vez que la crisis pase, si es que pasa, el panorama presupuestario debería mejorar muchísimo. Tengan en cuenta que desde 2005 hasta 2007, es decir, durante los tres años anteriores a la crisis, el déficit federal anual registró una media de tan sólo 243.000 millones de dólares. Ahora bien, durante esos años, los ingresos estaban inflados, hasta cierto punto, por la burbuja inmobiliaria. Pero también es cierto que estábamos gastando más de 100.000 millones de dólares al año en Irak.

Así que si Obama nos saca de Irak (sin hundirnos en un lodazal afgano igual de caro) y se las arregla para idear una recuperación económica sólida -dos condiciones complicadas, sin duda- y consigue que el déficit descienda hasta 500.000 millones de euros para 2013, no debería ser difícil en absoluto.

Pero ¿no se inflará el déficit por culpa de los intereses originados por el gran aumento de la deuda durante los próximos años? No tanto como se podría pensar. Los tipos de interés de la deuda pública a largo plazo no llegan al 4%, por lo que incluso un billón de dólares de deuda adicional suponen un incremento de menos de 40.000 millones al año a los déficits futuros. Y el coste de esos intereses queda íntegramente reflejado en los documentos del presupuesto.

De modo que tenemos buenas prioridades y proyectos plausibles. ¿Qué es lo que no va a gustar de este presupuesto? Fundamentalmente, que las perspectivas a largo plazo siguen siendo preocupantes.

Según las previsiones presupuestarias de la Administración de Obama, la relación entre deuda federal y PIB, un índice muy usado para medir la situación financiera del Gobierno, subirá vertiginosamente durante los próximos años y luego se estabilizará más o menos. Pero esta estabilidad se logrará con una relación entre deuda y PIB de alrededor del 60%. Eso no sería una deuda excesivamente alta según baremos internacionales, pero sería la deuda más alta que ha tenido Estados Unidos desde los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial. Y nos dejaría con una capacidad de maniobra considerablemente reducida si se presentase otra crisis.

Además, el presupuesto de Obama sólo nos habla de los próximos 10 años. Eso es un avance respecto a los presupuestos de la era Bush, que sólo hacían previsiones para cinco años. Pero los problemas fiscales realmente graves de Estados Unidos acechan más allá de ese horizonte: antes o después, vamos a tener que luchar a brazo partido con las fuerzas que hacen que suba el gasto a largo plazo (sobre todo, el coste de la atención sanitaria, que no cesa de subir).

E incluso si la fundamental reforma de la asistencia sanitaria mantiene los gastos bajo control, yo al menos veo difícil que el Gobierno federal pueda cumplir sus obligaciones a largo plazo sin algunas subidas de impuestos a la clase media. Digan lo que digan los políticos ahora, en nuestro futuro probablemente haya un impuesto sobre el valor añadido.

Pero no culpo a Obama por dejar algunas preguntas importantes sin responder en este presupuesto. En mitad de una crisis tan grave, la cantidad de previsiones a largo plazo que puede manejar el sistema político es limitada; probablemente él ha contado con todas las que puede, por ahora. Y este presupuesto tiene muy, pero que muy buena pinta.

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel en 2008.

Traducción de News Clips.

© 2009 New York Times Service

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Las incontenibles cuentas públicas, de Ángel Laborda en Negocios de El País

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

Estamos en fechas de publicación de resultados por parte de las grandes empresas españolas y la primera de ellas, el grupo Administraciones Públicas (AA PP), ha acudido puntual a su cita. La Intervención General del Estado dio a conocer el martes los resultados de la ejecución del presupuesto del Estado y también la primera estimación de las cuentas del conjunto de las AA PP.

Lo primero que llama la atención es que, mientras las grandes empresas privadas están ofreciendo resultados positivos, aunque inferiores en general a los del año anterior, el sector público presenta unas «pérdidas» dignas de los bancos anglosajones. De un superávit de 23.259 millones de euros en 2007 (2,2% del PIB) se ha pasado a un déficit de 41.874 millones en 2008 (-3,82% del PIB) [gráfico superior izquierdo]. Todos los niveles de las AA PP, excepto la Seguridad Social, presentan números rojos: la Administración central, -30.047 millones (-2,74% del PIB); las comunidades autónomas, -15.848 millones (-1,45%); las corporaciones locales, -4.298 millones (-0,39%). Las administraciones de la Seguridad Social muestran un superávit de 8.319 millones (0,76% del PIB), un 36% inferior al de 2007, si bien esta reducción se debe al fuerte aumento del déficit de las prestaciones por desempleo, ya que el Sistema de Seguridad Social y Mutuas (pensiones y bajas de enfermedad) mantiene prácticamente el mismo superávit que en 2007 (13.615 millones).

Tenemos pocos datos aún de otros países, pero puede decirse con seguridad que el vuelco que han dado las cuentas públicas españolas entre 2007 y 2008 no tiene parangón a escala internacional y en nuestra propia historia económica [gráfico superior derecho]. El saldo presupuestario de las AA PP ha variado 6 puntos porcentuales del PIB en un año. Es decir, las administraciones públicas españolas han sido las que más han actuado hasta ahora en sentido contracíclico, aunque la historia también se puede contar al revés: esas administraciones son las que más se han visto afectadas por el deterioro cíclico de la economía. Según los datos del Ministerio de Economía y Hacienda, las medidas de política fiscal activa, o discrecional, han mermado la recaudación de 2008 en casi 20.000 millones, un 1,8% del PIB, a los que habría que añadir algunas décimas de PIB más por parte del resto de AA PP. Pero quedarían unos 4 puntos porcentuales del PIB que no se explican por medidas discrecionales puntuales. De ellos, 1,4 puntos son un aumento del gasto público por encima del crecimiento tendencial del PIB (aumento estructural) y cerca de otro punto puede atribuirse al deterioro del componente cíclico del déficit. Aún quedan 1,6 puntos sin explicar, que pueden atribuirse a un aumento de la evasión fiscal, inducida también por el deterioro económico de las empresas. Así, casi la mitad de la variación del saldo presupuestario se puede atribuir a causas discrecionales o estructurales, y la otra mitad, al efecto del ciclo.

La generación del déficit en 2008 ha sido el resultado de una caída histórica de los ingresos del 6,9% respecto a 2007 y de un aumento de los gastos del 8,7%, el doble de lo que ha aumentado el PIB nominal. En 2009, la tendencia a la baja de los ingresos y el fuerte aumento del gasto (prestaciones por desempleo, nóminas de los funcionarios, Plan de Estímulo) van a mantenerse, por lo que el déficit va a seguir galopando hasta alcanzar casi un 8% del PIB. En 2010 podría irse al 10% del PIB. No hay que asustarse, la deuda pública española es baja [gráfico inferior izquierdo]. Pero este déficit es preocupante por varios motivos. Se está comiendo el aumento del ahorro del sector privado, con lo que la economía española sigue sin resolver uno de sus principales problemas, la falta de ahorro; va a aumentar la prima de riesgo-país (tipos de interés más altos para los españoles); apenas está contribuyendo a cambiar el modelo de crecimiento y a aumentar el potencial de la economía española; en su totalidad es de carácter estructural y, por tanto, no sostenible a largo plazo, lo que conllevará necesariamente aumentos de impuestos y/o reducciones de gasto en los próximos años. Conclusión: no empeoremos la situación con más paquetes fiscales u otras medidas, sobre todo si suponen recortes de ingresos o aumentos del gasto de naturaleza permanente.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

Estadísticas

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Espartaco en alta mar, de Enric Juliana en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 1 marzo, 2009

Un día Anxo Quintana se levantó y pensó «Eu sou Espartaco» (yo soy Espartaco). Y todos los gallegos se quedaron boquiabiertos. En enero, el Bloque Nacionalista Galego tuvo un rapto de imaginación y colgó en YouTube un vídeo en el que se recrea aquella célebre escena de Stanley Kubrick en la que los esclavos se levantan ante el centurión y, uno a uno, dicen con orgullo ser Espartaco. «Eu sou Anxo Quintana«, proclamaba el ingenioso anuncio.

(Ingenioso por la comparación de los gallegos con los esclavos, pues esta es una de las claves psicológicas del movimiento galleguista. Ahí van unos versos de Rosalía de Castro, escritos en 1863: «Castellanos de Castilla, / tratade ben ós gallegos, / cando van, van como rosas; / cando vén, vén como negros / Foi a Castilla por pan, / e saramagos lle deron; / déronlle fel por bebida, / peniñas por alimento«.)

Hace unos meses, en Madrid, o quizá en A Coruña, la ciudad gallega mejor conectada con Madrid, alguien dijo: le vamos a dar un buen toque a Quintana. Circulaban desde el año 2005 algunas fotos del líder del Bloque en el yate del empresario Jacinto Rey, propietario de la constructora San José, la séptima en el ranking del sector. Jacinto Rey ha destacado en los últimos años por su interés por la energía eólica, uno de los pocos negocios que parecen tener gran futuro en Galicia, por su mecenazgo de la cultura gallega, y por una creciente enemistad con Santiago Rey, empresario de relieve, con el que no mantiene ningún lazo de parentesco. Santiago Rey es el propietario de La Voz de Galicia,el gran diario gallego de toda la vida.

(Santiago Rey montó en cólera cuando supo que Jacinto Rey estaba detrás del lanzamiento, el 9 de diciembre, del diario O Xornal, en idioma gallego y con una inequívoca proximidad al BNG. A finales de diciembre, J. Rey fue uno de los adjudicatarios del concurso de parques eólicos, gestionado por la Consejería de Industria, de titularidad nacionalista).

O Xornal tiene una modesta circulación, pero ilustra perfectamente el interés del Bloque por construir un área de influencia con injertos empresariales. En las ciudades, el Bloque quisiera ser Convergència i Unió, y en los pueblos, el Partido Agrario, el nuevo administrador, con algunas correcciones, de la vasta red clientelar que durante 16 años tejió el PP de Manuel Fraga.

(Una primera foto de Quintana con Jacinto Rey pasó desapercibida cuando en el 2005 la publicó Correo Gallego. La nueva Xunta de izquierdas apenas se había estrenado y todos los poderes regionales tanteaban cuidadosamente su adaptación al nuevo cuadro político después del largo periodo de hegemonía fraguista).

La imagen de Quintana en el yate del constructor ha sido hábilmente intercalada en la incisiva campaña del PP para presentar a los nuevos gestores de Galicia como meros continuadores del viejo régimen: los 480.000 euros del coche oficial del presidente Emilio Pérez Touriño, los gastos en mobiliario para las dependencias de la Xunta, la aparición de Quintana en un viaje de ancianos que habían pagado 15 euros para ir a comer bacalao a Portugal… Una campaña de cadencia perfecta, que ha tenido como principal vector el diario ABC. Saturados de política politizada y angustiados por la crisis económica, estas semanas los gallegos no han hablado de otra cosa en los bares.

(Aislado en la dependencias presidenciales del Monte Pío, convencido de ser O Presidente en mayúsculas y con muy malas relaciones con José Blanco, jefe del aparato del PSOE, Pérez Touriño, en su juventud líder del PCE en la facultad de Económicas de Santiago, ha quedado inerme ante la campaña que le caricaturiza como O Sultán. Pertenece a otro mundo. A otra época. A un tiempo en el que la política era más discursiva. Más lenta).

La foto de Quintana en el yate y el coche blindado de Touriño han actuado como catalizador del descontento que existe entre muchos electores de izquierda por la gestión de la Xunta. Electores que esperaban más cambios y menos política palaciega. Una vez superada la fiebre antifraguista, se ha producido un vacío. Un bache en el relato. La crisis llega gélida por el Atlántico y las hipotecas atornillan a mucha gente. «Yo no voy a votar, ¡qué les den!», ha sido el eslogan de moda estos días. Ahí está la clave de una posible (aunque no segura) derrota de la izquierda hoy en Galicia.

(La gente del PP está movilizada. El juez Garzón ha contribuido poderosamente a ello. La campaña de Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo ha sido buena, con un borrón final: Xosé Luis Baltar, el histórico cacique de Ourense, llamó «maricón» a Quintana. «Se non queres que volvan, vota«, decían ayer los móviles).

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El ciervo, el elefante y la lista negra, de Manel Pérez en La Vanguardia

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

LA VENTANA INDISCRETA

La salud del sistema financiero español vuelve a ser motivo de bronca política en el Congreso de los Diputados y de interés entre los ciudadanos. La inquietud también recorre los opacos pasillos de los mercados bursátiles.

La caída general de las bolsas se superpone a lo que algunos financieros españoles ven como una operación de cacería -utilizando el símil cinegético tan en boga estos días- de los operadores anglosajones contra la banca española. Tal como se ve desde este lado de los Pirineos, esos especuladores, con sus maniobras bajistas, tratan primero de hacer dinero con una pieza de menor tamaño -el ciervo, por ejemplo- desangrando la cotización de una entidad del tamaño del Popular, para intentar después abatir una mayor -el elefante, por ejemplo-, el Santander, para forrarse de verdad. Se trataría de hacer dinero a costa de las acciones de la banca española aprovechando el escepticismo del entorno internacional.

También hay un debate nacional. En éste participan políticos y banqueros en diferente medida. El presidente del BBVA, Francisco González, terció esta misma semana: «Personalmente pienso que es inevitable la intervención de algunas entidades». No es aventurado avanzar que González pensaba, sobre todo, en las cajas de ahorros más que en los bancos cuando pronunciaba esas palabras. Late tras ellas tanto la convicción de que el derrumbe inmobiliario, y su consiguiente morosidad, afectarán mucho más a las primeras que a los segundos, como el deseo de aprovechar la debilidad de algunos competidores para ganar cuota de mercado.

Pedro Solbes, el ministro de Economía, se sirvió de esa alusión del banquero para recordar que, hasta el momento, el sistema financiero español no ha necesitado ninguna intervención estatal de socorro, aunque todo esté preparado para el caso de que hiciera falta.

Idéntica cautela adoptó Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, al comparecer en el Congreso de los Diputados. Tras veinte meses de crisis, vino a decir, el sistema español ha aguantado muy bien. Aunque fue un paso más allá al reconocer que «no puede quedar inmune» si las cosas siguen en el mundo y en España tan mal como hasta ahora.

En el fondo de todas estas prevenciones y matizaciones subyacen algunos datos económicos básicos. El riesgo del sistema financiero español (bancos y cajas) en la construcción y la promoción inmobiliaria era a finales del 2007 de 461.000 millones de euros. Frente a esa cartera, los recursos propios (capital más reservas y otra financiación asimilable) del sistema sumaban 225.000 millones, 55.000 millones por encima del ratio de solvencia mínimo. Si se produjera un auténtico cataclismo y se perdiera un 10% de esa cartera del ladrillo, es decir más de 46.000 millones, las entidades consideradas en su conjunto se quedarían prácticamente al filo de la insolvencia. Obviamente -se trata de un análisis de los datos agregados- ninguna entidad en particular estaría fotografiada en estos datos y, precisamente por ello, habría entidades que estarían muy sobradas de recursos propios y, en contrapartida, algunas que quedarían en terreno negativo, quebradas.

La ansiedad en el sector consiste en saber cuántas entidades se encuentran ya en la zona roja como consecuencia de la elevada morosidad de la construcción, y la adicional de las hipotecas (la cartera hipotecaria suma un saldo vivo de más de un billón de euros, la mitad acumulada durante los cinco últimos años) registrada en los últimos meses de debacle financiera y que ya supera el 4%. Está claro que el sistema no está para alegrías crediticias. Caja Castilla la Mancha ha sido la primera en engrosar la lista de los caídos y en la de potenciales afectados se incluye una decena larga de entidades no precisamente de la parte baja del ranking.

El portavoz del PP en la comisión de Economía, Cristóbal Montoro, parece tener resuelto el dilema. En su debate con el gobernador aseguró que «España atraviesa una crisis bancaria como nunca hemos vivido». Con la escopeta de perdigones, Montoro dejó claro que, según él, el sector padece una grave crisis de solvencia… y el gobernador la oculta.

El tema es cuál es el camino para hacer frente al problema. Si buscar una pareja de baile para cada entidad con problemas o acometer un programa de recapitalización global. En las próximas semanas este será el debate.

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Celebrando, de Pedro Nueno en La Vanguardia

Posted in Economía by reggio on 1 marzo, 2009

Las decisiones de Seat y Nissan de asignar modelos a sus plantas de Barcelona (Seat el Exeo y Nissan hasta tan lejos como en el 2012) son acertadas y honestas. En estos momentos difíciles todos deberíamos agradecérselas. Demuestran un compromiso con el futuro cuando la mayoría de la gente sólo pensamos en el presente o el pasado. Mi interpretación es que Seat y Nissan tienen buenos directivos, en España y en sus casas matrices.

Viendo en la televisión al hombre o a la mujer del tiempo, pensaba en lo bien que nos explican el que ha hecho hoy. Se les ve seguros delante del mapa con las máximas y mínimas, los soles o las nubes. Pero cuando se ponen delante del mapa de mañana la cosa cambia. El rigor y la seguridad dan a paso a la duda: «Puede que aparezcan nubes, quizás por la tarde y en alguna comarca del oeste puede que haya algún chubasco pero probablemente serán débiles aunque localmente podrían ser más intensos…». Y tienen satélites, radares, toda clase de aparatos para predecir el tiempo.

No querría criticar a ningún colega economista porque, aunque soy ingeniero, yo debería saber más economía. Pero desde mi ignorancia, tengo la impresión de que rivalizan en explicarnos lo que ha pasado con todo el rigor imaginable, pero cuando cambian al mapa del futuro lo despejan con un mensaje ambiguo de pesimismo. Dos años después de que se inicie la recuperación nos explicarán con gran rigor cuándo tocamos fondo, por qué y cómo empezamos a recuperarnos.

Los directivos de Seat y de Nissan se han puesto delante del mapa del futuro y se han dicho: la gente seguirá yendo en coche; hoy ha caído el número de compradores pero aún hablamos de cientos de miles; hay gente que querría comprarse un coche pero no se atreve porque se ha quedado sin trabajo o lo ve peligrar, pero en cuanto encuentre otro trabajo o se consolide el actual se lo comprará; pero hay mucha gente cuyo trabajo o cuyo sueldo no peligran, ya saben, médicos, jueces, profesores, funcionarios, militares o empleados de infinidad de empresas que hacen cosas que necesitamos consumir. Algunos de estos como el juez Garzón o el ex ministro Bermejo querían demostrarnos esto para animar el consumo. Yo no soy malpensado. No creo que creyesen que una cacería iba a quedar confidencial. Hace tiempo que no hay nada confidencial. Querían animar la economía.

Pues bien, puestos delante de ese mapa del futuro, Seat y Nissan han decidido pasar a la acción y así construir futuro, animar su mercado, estimular a algún indeciso, quizás aventajen a su competencia y eviten que la prensa ponga un par de titulares pesimistas más. Estas decisiones son correctas y honestas porque Barcelona es uno de los entornos más competitivos de Europa para fabricar automóviles. Apostar por estas fábricas es defender a su accionista.

Por eso deberíamos trabajar todos más para mantener la competitividad de este entorno: mejorando la logística, facilitando la formación, instrumentando la financiación, facilitando el ajuste, estimulando la flexibilidad, haciendo alarde de humildad. Algunos departamentos de la Generalitat han tenido luz en los despachos hasta muy tarde estos días, colaborando en estos proyectos. Se lo hemos de agradecer porque lo han hecho bien y no tendrán bonus. Algún líder sindical podría ser menos arrogante y más constructivo. Quizás sea inseguridad. En fin, una buena semana para Barcelona.

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El sudoku electoral del 1 de marzo, de Ignacio Urkizu en Público

Posted in Política by reggio on 1 marzo, 2009

Vascos y gallegos están llamados mañana a las urnas. La fecha electoral no es lo único que les une; estos ciudadanos van a evaluar sendos gobiernos de coalición y es muy probable que los resultados impliquen nuevos pactos. Este tipo de gobierno conlleva limitaciones para la democracia. Cuando evaluamos y elegimos gobiernos de coalición nos enfrentamos a dos problemas: en primer lugar, no sabemos muy bien quién es el responsable de qué. Por ejemplo, ¿a quién premiarán o castigarán los gallegos por la política lingüística? Si la asignación de responsabilidades no es un proceso sencillo, los gobiernos de coalición incrementan esta dificultad. El segundo problema está relacionado con el resultado de las elecciones. Cuando el futuro gobierno depende de pactos, es posible que los vencedores de las elecciones acaben fuera del poder. Si los ciudadanos quieren “amenazar” a los partidos con mandarles a la oposición si no cumplen con lo que se espera de ellos, en los gobiernos de coalición esta amenaza no será creíble.

Además, el balance electoral influirá en las estrategias que Partido Socialista y Partido Popular vienen desplegando durante el último año. Aunque las elecciones son autonómicas, sus lecturas serán en clave nacional. Tras las elecciones generales, el nuevo equipo del PP decidió cambiar de estrategia de oposición, dejando atrás la crispación. Estos cambios no han sido aceptados de igual manera por todos, y aquellos que alentaron la estrategia de confrontación han estado cuestionando el liderazgo de Mariano Rajoy. Tanto Nuñez Feijóo como Antonio Basagoiti representan la línea de moderación. Por ello, unos malos resultados electorales del PP darían alas a los duros, quienes aumentarían las dosis de sus críticas. De hecho, el escenario es paradójico. Sabemos que los ciudadanos castigan a los partidos divididos internamente. Por ello, los críticos tienen incentivos en seguir alimentando esta división para, una vez pasadas las elecciones autonómicas, reprochar a Mariano Rajoy unos malos resultados que ellos han contribuido a generar.

El caso del Partido Socialista es algo distinto. Sus expectativas son seguir gobernando en Galicia y ser claves en la formación del nuevo gobierno vasco. Si alguno de estos dos escenarios no se diesen, el PSOE recibiría una clara señal sobre su gestión de la crisis. Sabemos que la gestión económica nacional es muy relevante para explicar los resultados electorales de las elecciones autonómicas. Es decir, se produce un efecto arrastre donde la gestión del Gobierno central acaba influyendo en los resultados electorales del partido en el nivel regional –Sandra León, The political economy of fiscal decentralization, Instituto de Estudios Autonómicos–. Si las expectativas socialistas no se cumpliesen, Rodríguez Zapatero podría acabar introduciendo cambios en su Gobierno donde, por ejemplo, el ministro de Economía, quien acabó la legislatura pasada siendo el segundo ministro mejor valorado, ha pasado a encontrarse entre los peor valorados a comienzos de 2009.

Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas apuntan que el PP tiene más motivos que el PSOE para estar preocupado. Si analizamos la evolución de los apoyos electorales de ambos partidos entre 2005 y 2009 en el País Vasco, vemos que el Partido Socialista no sólo conserva su electorado progresista, sino que ha ganado terreno entre los votantes más moderados y aquellos que declaran no tener ideología, dos sectores muy relevantes en las victorias electorales. En cambio, el Partido Popular parece perder apoyos entre su electorado más tradicional, entre otras razones, por la aparición de un nuevo competidor: UPyD. De hecho, el partido de Rosa Díez sólo logra apoyos significativos entre el electorado más conservador. Un 16,8% de los que se ubican en la extrema derecha en el País Vasco declaran apoyar a UpyD, una cifra cercana a la del Partido Popular, quien pierde algo más de la mitad de su electorado en este segmento de electores.

En Galicia el escenario es algo distinto. Usando las encuestas del CIS vemos que el PSOE, al igual que en el País Vasco, aumenta su respaldo entre los votantes moderados pero, en cambio, cede una porción de sus votantes de izquierdas al BNG. Por su parte, el Partido Popular conserva su electorado más conservador pero pierde apoyos entre los moderados. Además, a diferencia del País Vasco, UPyD no representa una amenaza electoral para ninguno de los dos principales partidos. Estos cambios en los apoyos pueden explicar por qué los pronósticos vienen anticipando subidas del PSOE y BNG, mientras que el PP baja. Los nacionalistas crecen a costa del PSOE, mientras que los socialistas lo hacen quitando apoyos al PP.

No podemos extrapolar este análisis de forma exacta a lo que está sucediendo a nivel nacional, aunque hay algunas tendencias que se repiten. Si realizamos el mismo ejercicio comparando la encuesta postelectoral del CIS y su último barómetro de enero, vemos que los dos partidos están perdiendo respaldo entre todos los grupos de votantes, aunque el PSOE se mantiene como la formación preferida en el centro. El Gobierno se encuentra en su peor momento de popularidad, con un único 17,2% de ciudadanos que consideran su gestión muy buena o buena, lejos del 28% de hace un año. Pero la oposición no está mejor. Sólo un 11,2% aprueba su trabajo, un dato muy similar al de febrero de 2008.

En definitiva, vascos y gallegos no sólo eligen nuevos gobiernos, sino que además sus votos también influirán en las estrategias nacionales de PP y PSOE. El Partido Socialista parece estar en un mejor momento electoral que el Partido Popular. Pero esto no debería llevar a los socialistas a la autocomplaciencia. El Gobierno de Rodríguez Zapatero tiene que recuperar la confianza que tenían los ciudadanos en él hace un año. La empresa no es fácil y la solución tiene que ver más con el realismo que con el optimismo.

Ignacio Urquizu es Politólogo de la Fundación Alternativas y profesor en la Universidad Complutense de Madrid.

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Una alternativa en la izquierda, de Josep Maria Antentas en Rebelión

Posted in Política by reggio on 1 marzo, 2009

El Nuevo Partido Anticapitalista francés

Público

El panorama de la izquierda francesa se ha visto sacudido por el nacimiento del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), impulsado por la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), cuyo candidato en las últimas elecciones presidenciales de 2007, Olivier Besancenot, se afirmó como la principal opción a la izquierda del Partido Socialista (PS) con un 4,1% de los votos.

Besancenot se ha convertido en una de las figuras más populares de la izquierda francesa y en la principal cara visible de la oposición a Sarkozy, en un contexto donde el PS no representa una alternativa real a la política del Gobierno, a pesar de su recién giro cosmético hacia la izquierda. Su popularidad no es un elemento puntual y, según un estudio de la Fondation Jean-Jaurès, se ha consolidado en tres procesos: la campaña por el non en la Constitución Europea en 2005, la movilización contra el Contrato de Primer Empleo (CPE) en 2006 y las elecciones presidenciales de 2007.

Con la creación del NPA, que acredita ya más de 9.000 militantes, se intenta traducir en fuerza militante organizada el apoyo social y electoral de Besancenot. La fundación del nuevo partido culmina años de búsqueda y de tentativas por parte de la LCR para avanzar en la construcción de una nueva herramienta de combate adaptada al periodo histórico actual.

La audiencia y eco encontrado por el NPA muestra que, por primera vez en mucho tiempo, existe en Francia una corriente de simpatía popular para la izquierda radical fuera de los aparatos políticos tradicionales que va más allá de los sectores sociales habitualmente más organizados y combativos. Se ha abierto un espacio, aunque contradictorio, inestable y con limitaciones, para una nueva alternativa anticapitalista. Ello obedece a dos elementos. Primero, el renacimiento de las luchas populares frente a la globalización neoliberal, desde las ya lejanas huelgas de noviembre-diciembre de 1995 contra el Plan Juppé de reforma de la Seguridad Social, hasta las recientes movilizaciones contra Sarkozy. Segundo, la erosión de los grandes partidos de la izquierda y su desplazamiento hacia la derecha. El PS se ha adaptado hace tiempo a los intereses del gran capital y ha tejido fuertes lazos con sectores empresariales. El Partido Comunista y los Verdes se han convertido en fuerzas subalternas al primero, desconectadas de las luchas sociales, absolutamente institucionalizadas, y han sido coresponsables de políticas contrarias a su propia base social e ideario. El balance de la ya lejana izquierda plural de Jospin está ahí para recordarlo.

El proyecto del nuevo partido es, como señala Besancenot, “hacer emerger, a partir de lo que ya existe a nivel social, un referente político que no quede atrapado por los engranajes del poder y que no sea satelizado por el PS.” El NPA sitúa el combate contra el neoliberalismo en una perspectiva de ruptura con el capitalismo, y hace del ecologismo, el feminismo y el internacionalismo elementos constitutivos de su programa. El “anticapitalismo”, del cual es portador, no contiene sólo una dimensión negativa de rechazo. Lleva consigo la formulación de propuestas alternativas en dirección a la construcción de otra sociedad y de un “plan de urgencia social” frente a la crisis, con medidas como la nacionalización del sistema bancario, la prohibición de los paraísos fiscales, un aumento salarial general de 300 euros o la defensa de los servicios públicos.

Los retos del nuevo partido son muy grandes. Tendrá que pasar la prueba de la práctica y mostrarse como una herramienta eficaz. Para Besancenot, “resistir solamente no basta, hace falta un instrumento político, y hoy el NPA es el mejor que tenemos”. Recién constituido, afronta ya unas semanas y meses decisivos en la lucha contra los planes y las recetas antisociales de Sarkozy frente a la crisis, en los cuales conseguir victorias será crucial para iniciar un nuevo ciclo de acumulación de fuerzas favorable a los sectores populares. La fundación del NPA ha generado gran expectación y curiosidad entre la izquierda anticapitalista internacional, entre ellas la del Estado español. Tres factores lo explican: el importante papel jugado por Francia en el ascenso de las resistencias a la globalización desde mitad de los 90, la credibilidad de la LCR convertida desde hace tiempo en una de las formaciones radicales más emblemáticas de Europa, y la coyuntura política del momento marcada por el impacto de la crisis sistémica global.

Esta empuja más que nunca a la colaboración internacional entre las fuerzas anticapitalistas para hacer emerger “otra agenda” opuesta a la lógica del capital, a los intentos de hacer pagar los costes de la crisis a los sectores populares, y a la retórica de “refundación del capitalismo” impulsada por Sarkozy y compañía. A escala de la Unión Europea, el reto es reforzar la “europeización” de las luchas y las resistencias, formular una verdadera estrategia continental y hacer cristalizar un polo anticapitalista no subalterno al social-liberalismo. No hay duda que el NPA puede dar un importante impulso a esta tarea.

El NPA no es un modelo para copiar o exportar mecánicamente, pero sí una referencia y un poderoso estímulo en la búsqueda de un camino propio, en el Estado español y en otros lugares, para levantar una alternativa anticapitalista. Detrás del proyecto del NPA subyace una idea muy simple: construir, en palabras de Daniel Bensaïd, uno de sus intelectuales de referencia, “un nuevo partido, tan fiel a los intereses de los dominados y los desposeídos como lo es la derecha con los poseedores y los dominadores, y que no pide excusas por ser anticapitalista y por querer cambiar el mundo”.

Josep Maria Antentas es Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)

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La política del desastre económico, de Immanuel Wallerstein en La Jornada

Posted in Economía, Internacional by reggio on 1 marzo, 2009

Todos los días leo que otro economista, periodista o funcionario del gobierno opina sobre la mejor manera de lograr una recuperación económica en éste o en otro país. No es necesario decir que tales remedios se contradicen, todos, unos con otros. Mas todos estos expertos parecen vivir en fantasilandia. Parecen creer que sus remedios funcionarán en un periodo de tiempo relativamente corto.

El hecho es que el mundo está apenas en el inicio de una depresión que durará bastante y que se pondrá mucho peor de lo que es ahora. El asunto inmediato para los gobiernos no es cómo recuperarnos, sino cómo sobrevivir al creciente enojo popular que, sin excepción, enfrentan todos.

Comencemos con las realidades económicas del presente. Casi todo el mundo –gobiernos, empresas, individuos– ha estado viviendo por encima de su ingreso durante los últimos 10 o 30 años, y lo ha hecho pidiendo prestado. El mundo se hizo frívolo con ingresos inflados y un consumo también inflado. Pero las burbujas tienen que estallar. Ahora, ésta ha estallado (o de hecho varias burbujas estallaron). La imposibilidad de continuar por este sendero ha penetrado en la conciencia y de repente todos se asustan de que se les agota el dinero real: gobiernos, empresas e individuos.

Cuando ese miedo se apodera de la gente, ésta deja de gastar y de prestar. Y cuando gastar y prestar bajan significativamente, las empresas dejan de producir o disminuyen su paso. Pueden cerrar por completo, o por lo menos despedir trabajadores. Esto es un círculo vicioso, debido a que cerrar o despedir trabajadores conduce a reducir la demanda real y causa una reticencia adicional a gastar o prestar. Se le llama depresión y deflación.

Hasta el momento, el gobierno de Estados Unidos, que todavía está en posición de pedir dinero prestado o imprimir dinero, intenta lanzar algún dinero nuevo a la circulación. Esto podría funcionar si el gobierno lanzara grandes cantidades de este dinero, y lo circulara sabiamente. Pero es muy probable que no lo haga con sabiduría. Y es muy probable que lanzar la cantidad que podría funcionar no signifique mucho más que crear otra burbuja. Y el dólar caería entonces mucho más rápido que las otras divisas, hundiendo el último soporte importante de la economía-mundo.

Entre tanto, hay menos y menos dinero para el consumo diario de todo tipo para 90 por ciento inferior de la población del mundo (y tampoco se ve muy bien la cosa para 10 por ciento superior). La gente comienza a inquietarse. Justo el pasado mes, hemos visto gente que protesta en las calles por las dificultades económicas, en un número creciente de países –Grecia, Rusia, Letonia, Gran Bretaña, Francia, Islandia, China, Corea del Sur, Guadalupe, Reunion, Madagascar, México– y probablemente en muchos más que no se notan aún en la prensa mundial. De hecho, ha estado relativamente leve hasta ahora, pero los gobiernos, todos, están en gran tensión.

¿Qué hacen los gobiernos cuando su principal preocupación es lidiar con el desasosiego interno? Tienen en realidad dos opciones: disparar a los manifestantes o apaciguarlos. Dispararles funciona solamente hasta cierto punto. Para empezar, los agentes de esta fuerza deben estar también lo suficientemente remunerados y deseosos de hacerlo. Y cuando hay un descalabro económico, arreglar esto no es fácil para los regímenes.

Entonces los regímenes comienzan a apaciguar a sus poblaciones. ¿Cómo? Primero que nada mediante el proteccionismo. Todo el mundo ha comenzado a quejarse del proteccionismo de los otros países. Pero los quejosos lo practican también. Y le sacarán mucho más provecho. Todos los economistas neoliberales nos dicen que el proteccionismo empeora la situación económica general. Tal vez eso sea cierto, pero es bastante irrelevante en lo político cuando hay gente en las calles que quiere empleos ¡ahora!

La segunda forma en que los gobiernos apaciguan cuando hay desasosiego es mediante las medidas de bienestar socialdemócrata. Pero para emprenderlas los gobiernos necesitan dinero. Y los gobiernos obtienen dinero de los impuestos. Todos los economistas neoliberales nos dicen que subir impuestos (de cualquier tipo) durante un descalabro económico torna la situación económico general aún más difícil. Eso puede ser cierto, pero en el corto plazo también eso es irrelevante. La cosa es que en un descalabro, la recepción de impuestos cae. Los gobiernos no pueden lidiar ni siquiera con los gastos actuales, ya no digamos con el pago de gastos mayores. Así que impondrán impuestos de un modo o de otro.

Finalmente, el tercer modo de apaciguar es mediante una saludable dosis de populismo. La brecha real de ingresos entre uno por ciento superior y 20 por ciento inferior dentro de los países y a escala mundial ha crecido enormemente en los últimos 30 años. La brecha se reducirá ahora a la más normal que existía en 1970, que sigue siendo muy grande, pero de algún modo menos escandalosa. Como tal, tenemos gobiernos que hablan ahora de un tope al ingreso para los banqueros, como sucede en Estados Unidos y Francia. O se puede procesar a la gente por corrupción, como en China.

Es un poco como estar en el sendero del tornado. Lo peor puede caerle a los gobierno de repente. Cuando eso ocurra, tendrán apenas unos minutos para refugiarse en sus sótanos. Cuando el tornado haya pasado, y si queda alguien vivo, uno sale a evaluar el daño. Resultará que los daños son muy extensos. Sí, puede uno reconstruir. Pero ahí es donde comienza la verdadera discusión. ¿Cómo puede uno reconstruir, y qué tan justamente uno comparte los beneficios de la reconstrucción?

¿Cuánto tiempo durará el sombrío panorama? Nadie lo sabe ni puede estar seguro, pero probablemente un buen número de años. Entretanto, los gobiernos enfrentan periodos electorales, y los votantes no serán afables con los gobernantes. El proteccionismo y los programas de bienestar socialdemócrata le sirven a los gobiernos del mismo modo que un sótano sirve durante un tornado. La cuasi nacionalización de los bancos es otro modo de refugiarse en los sótanos.

Lo que la gente debe pensar es qué vamos a hacer cuando emerjamos del sótano, cuando sea que esto ocurra, y prepararnos para ello. La pregunta fundamental es cómo vamos a reconstruir. Ésa será la batalla política real. El paisaje será poco familiar. Y toda nuestra retórica anterior será sospechosa. El punto clave que hay que reconocer es que reconstruir nos puede llevar a un mundo mucho mejor, pero también nos puede meter a uno peor. En cualquier caso, será uno muy diferente.

© Immanuel Wallerstein

Traducción: Ramón Vera Herrera

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