Reggio’s Weblog

Las cunetas de nuestra memoria, de Gregorio Morán en La Vanguardia

Posted in Derechos, Historia, Política by reggio on 11 octubre, 2008

SABATINAS INTEMPESTIVAS

Ahora que se acerca el invierno, se lleva el cinismo con manga larga. Esta temporada de la moda otoño-invierno me tiene en desazón completa. Como por deformación profesional uno tiende al masoquismo, no acabo de encontrar la fórmula periodística idónea para hablar de la memoria. Me he resistido a hacerlo desde hace ya muchas semanas, pero es inevitable cuando uno abre los diarios todas las mañanas -excluyo, por alérgico, las tertulias radiotelevisivas; hozadero de gorrinos y pasto preferencial para ciudadanos perezosos- y se encuentra con leyes sobre la memoria histórica y su aplicación, en sus infinitas variantes, de las que escojo una que me es especialmente dolorosa: las cunetas y los fusilamientos a la vera del camino.

Eso que nosotros hemos definido con una de las metáforas más brutales de la historia. Durante muchos años, en España, la palabra paseo no indicaba como en Heidelberg un camino propenso a la filosofía, ni como en París o Berlín que evoca grandes avenidas con tilos y hojarasca. Ni siquiera como en Niza, el llamado de los Ingleses, que contagió todo el norte de España y parte del Mediterráneo llenándolo de tamarindos. Ni tampoco aquellos plátanos que daban profundidad a las entradas de los pueblos, hoy sajados sin remisión porque constituían un peligro para los conductores borrachos. España es sin duda el único lugar del mundo donde pasear a alguien significaba liquidarle.

¿Qué está ocurriendo en este país para que ahora, setenta años después de la derrota y el crimen y la cruzada y el imperio, aparezcan los nietos reivindicando el inapelable derecho de la tribu a enterrar a sus muertos? ¿Qué está pasando para que agudos juristas institucionales, de mi edad o mayores, abran «diligencias judiciales para averiguar la verdad» de nuestra posguerra incivil? Incluso se alcanza la voluta del esperpento al leer que «las familias de los desaparecidos de la guerra (civil, se entiende) piden una disculpa del Estado». No entiendo nada, lo reconozco. Y quizá lo diga por esa coquetería que otorga la ignorancia, según la cual si no lo entiendo no lo juzgo. Y la verdad es que en el fondo quizá lo tenga muy claro, y sea cierta capacidad de indignación ante la impostura la que me lleva a distanciarme, y a demorar lo más posible un artículo que no me gusta escribir, y que hago con tanta irritación como desgana, pero que no puedo evitar porque uno está aquí para eso. Para ver ese pase de modelos otoño-invierno que inevitablemente trae un a modo de cinismo, con manga larga.

He contemplado con estupor a dos damas jóvenes en un informativo de la televisión pidiendo justicia para su abuelo que murió posiblemente envenenado junto a muchos otros en una cárcel andaluza y que fue enterrado en los pasillos que rodean la tumba de Manolete, porque lo dijo su abuela que lo vio todo escondida detrás de los matojos. Ahí es nada, Manolete que murió en Linares y el terrible año del 47. ¿Quién les puede reprochar a estas nietas haber salido ahora del chiquero para afrontar un pasado del que probablemente no sepan casi nada? Esta rebelión de los nietos tiene un alcance largo, bastante más largo de lo que damos a entender en nuestros manidos análisis. Porque la primera pregunta que aparece es ¿dónde estaban los padres de esos nietos, dónde los hijos de esos abuelos? Las primeras elecciones democráticas se celebraron el 15 de junio de 1977, y el Partido Socialista consiguió una mayoría absoluta para gobernar a placer en octubre de 1982. ¿Nadie levantó el dedo para preguntar? Me acuerdo de que en abril de aquel 77 exultante, meses antes de la convocatoria a las urnas, algunos sacamos historias terribles que ahora parecen descubrimientos flamantes. Las trece rosas asesinadas en Madrid, donde tan importante papel desempeñó el superpolicía Roberto Conesa, un criminal cargadito de medallas al mérito policial, al que cantaron loas los ministros del Interior, entre los cuales recuerdo muy bien a Rodolfo Martín Villa, actual presidente o algo así del grupo mediático más importante de España. Y el policía Urraca, que acaban de descubrir en Catalunya porque ejerció de torturador del president Companys, del que hay un centón de textos desde 1981, gracias a los archivos del PNV, que algunos pudimos consultar en el mismo local parisino donde el siniestro Urraca -¡cuántas veces los apellidos ayudan a conocer a las personas!- trabajó como responsable de los servicios franquistas en la Francia colaboracionista de Vichy.

Lo terrible de estas historias recién descubiertas por los nietos es que dejen en patético lugar a sus padres. ¿Desde 1977 hasta hoy y no hicieron nada? O lo hicieron y no llegaron a nada. Pero de seguro que votaron al PSOE en octubre de 1982, y que lo hicieron también por ese último rescoldo de la memoria humillada. ¿Y qué? ¿No pasó nada? ¿No les hicieron caso? A lo mejor ni lo intentaron, porque la memoria en ocasiones es la más humillante de las referencias. Recuerdo el insólito y valiente caso de Hilda Farfante, aquella mujer ya mayor que pudo hacerles a sus padres, vilmente asesinados por los franquistas, el homenaje que se merecían como dobles maestros que habían sido; en su profesión y en la vida. Sucedió en diciembre del 2001 y aún me acongojo al recordarlo. Me hubiera gustado estar allí para escuchar ese desgarrón en forma de grito con que la hija homenajeó a sus padres. No sólo tenía sentido sino también todo lo demás; dignidad, voluntad y decencia.

Todos los años, en una fecha que era suya pero que se escapa a mi memoria, mi madre me llevaba al cementerio católico de San Pedro de los Arcos, en Oviedo, un lugar precioso con unas vistas espléndidas junto al Naranco, que también sirvió a nuestra agreste infancia. Lo he contado ya alguna vez, pero resulta obligado repetirlo. Tras cumplir con el ritual de oficio en el camposanto de los buenos, mi madre me enviaba a la casa del párroco, vecina a la iglesia, para que me dejara la llave del cementerio civil. Era de esas grandes y pesadas, y servía para abrir una verja herrumbrosa a la que se entraba con notable dificultad por el abandono total en el que llevaba desde siempre. Recuerdo muy bien aquel cementerio, con inscripciones para mí crípticas. Mi madre no decía absolutamente nada. Los niños entonces no preguntábamos; nos habían escarmentado después de un par de experiencias. Con un gesto de la mano, mi madre me indicaba que fuera echando el ramo de flores por entre los pasillos de las tumbas, al buen tuntún. Se tenía la creencia de que allí habían sido enterrados los fusilados en las primeras tandas de republicanos; entre ellos Guillermo Suárez Menéndez, de 18 años.

Ahora sobre aquel terreno que fue cementerio hay un colegio público. ¿Qué sentido tendría buscar sus restos? ¿Para enterrarlos en sagrado? Sería un sarcasmo, ofensivo en primer lugar para los muertos, que cayeron a golpes de fusil y de hisopo, porque los condenó tanto el Régimen como la Iglesia, inseparables por más que hoy hagan esfuerzos por ocultarlo. Todo el mundo está en su derecho de enterrar a los suyos. Es tan viejo y tan cruel como la historia de Antígona. Pero han pasado setenta años y Antígona era la hermana y lo conocía vivo y quería verlo enterrado. Pero nosotros ¿qué hacemos con los huesos? ¿Acaso pensamos que esos son sus restos? Sus restos están en nosotros y no hay urna funeraria que los atesore mejor.

Por eso entiendo tan bien la actitud de los descendientes de García Lorca y su prevención ante el circo que se prepara. Sabremos si fueron tres balas o cuatro, si le dieron en el culo o en la cabeza. ¿Y qué? ¿Añade algo al crimen? ¿Acaso sabremos más sobre sus asesinos? La paradoja está ahí. De un lado nos permiten extraer los restos ya fosilizados de nuestros muertos, pero no podremos dar ni un paso hacia la denuncia de sus ejecutores. Lo sabe muy bien Garzón, que aspira a decir la última palabra sobre la Guerra Civil y la posguerra y la represión del franquismo. Somos gente peculiar, por decirlo con palabras benignas; confiamos en un fantasma exhibicionista, de los que se jactan de ver amanecer sin reseñar el precio para algo tan obvio como defender la memoria. Entre la memoria de Garzón y la de los míos, media un abismo; la decencia.

Tagged with:

Buscando un Keynes, de Francesc de Carreras en La Vanguardia

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

La actual crisis financiera, económica o como quiera que se la llame, tiene mayor alcance del esperado. La debacle bursátil no era previsible hace una semana. Si antes se hablaba del rescate a entidades financieras, ahora ya se habla de que Bush nacionalizará la banca. Nadie podía llegar a imaginarlo, sea cual sea el significado que se dé al término nacionalizar.

Ante tal situación, todos nos preguntamos sobre las causas de fondo de esta situación imprevista. Se habla del antecedente de 1929, el famoso crac de Wall Street. Yo no sé si son crisis comparables, no entiendo de eso. Pero sí sabe cualquiera que aquella crisis provocó cambios en profundidad del control de la economía por parte de los estados, entre ellos un mejor conocimiento de los datos más relevantes de la economía de cada país a los efectos de tomar las medida económicas oportunas para prevenir otras crisis. Ciertamente, hasta ahora este conocimiento de la economía de los estados ha funcionado bien y cuando se han producido situaciones complicadas se han encontrado los remedios oportunos de forma más o menos traumática. Quizás la crisis actual ha sobrevenido de forma tan virulenta porque hay una parte de los datos económicos que se desconocen, aquellos que derivan de la economía financiera internacional que discurre por canales esencialmente secretos, opacos al conocimiento de los estados: los llamados paraísos fiscales.Ese desconocimiento ha impedido, quizás, prever lo que está aconteciendo.

Pero, además, si hay que buscar responsables, más allá de los voraces financieros corruptos que se han enriquecido burlando las más mínimas normas éticas -algo difícilmente remediable dado que la condición humana es la que es-, deberíamos reflexionar qué se ha enseñando en las facultades de economía y escuelas de negocios en los últimos 30 años. Pues bien, según mis noticias, la historia de la economía ha sido eliminada. ¿Para qué estudiar el pasado? Pero el pasado vuelve y, en todo caso, de él siempre se aprende. Tampoco se estudia a los clásicos Adam Smith, Ricardo, Marx o Mill. Se les invoca cuando conviene, pero no se conoce lo que decían y uno puede pensar que Smith sostiene lo mismo que los monetaristas y Marx es sólo cosa de comunistas. Los clásicos, en economía o en lo que sea, siempre deben ser objeto de lectura y reflexión.

Harold Meyerson escribía en The Washington Post:»Nos encontramos, situados entre dos periodos. El viejo orden -la era reaganiana en la que se actuó bajo la premisa de que el mercado no puede estar equivocado y el gobierno no puede estar en lo cierto- está pasando a mejor vida. Un nuevo orden en el que Wall Street ejerza un papel menos importante y Washington desempeñe un papel más relevante está naciendo, pero el proceso será doloroso y prolongado». Un lúcido análisis. Quizás lo que hace falta es encontrar otro Keynes.

Tagged with:

Constitución española: tiempo de reformas, de Joaquín Calomarde en El País

Posted in Derechos, Política by reggio on 11 octubre, 2008

El próximo diciembre se cumple el 30º aniversario de la Constitución de 1978. Es ya la más larga de nuestra historia constitucional y la que ha enmarcado el mayor período de progreso social y político para España, un período del que no gozamos ni en nuestro convulso siglo XIX, ni en las primeras tres cuartas partes de nuestro sangriento siglo XX. Todos sabemos que la permanencia de la Constitución es un bien en sí mismo, pero para que ese fenómeno tenga continuidad es necesaria una reforma tranquila, y constitucional, del texto de la Carta Magna.

En la pasada legislatura, la octava de la democracia, el Gobierno ya planteó, en el discurso de investidura del presidente Zapatero, la necesidad de abordar al menos algunas reformas constitucionales. En primer lugar, la referida a la sucesión en nuestra Monarquía Parlamentaria, a fin de evitar la discriminación por sexo existente en este momento en el texto legal. En segundo, la referida a la función del Senado, para que la Alta Cámara tenga el sentido que la propia Constitución le asigna, que no es otro que el de servir de Cámara de representación territorial en España. Ninguna de esas dos reformas se llevó a cabo; fundamentalmente, por el clima de profundo desencuentro entre las grandes fuerzas políticas, PP y PSOE, y por el error, ojalá no repetible, por parte del PP de considerar que no debía ser un Gobierno socialista el que encabezará reformas que anteriormente el propio PP, como la del Senado, ya había planteado.

Es evidente que hay que caminar en la dirección de la reforma constitucional buscando el mismo grado de consenso político que hizo posible su redacción. Ése es parte inequívoca del legado constituyente. Nada hay hoy en nuestro país que impida caminar vigorosa y certeramente por la senda reformista en lo que cabe a nuestra Carta Magna.

Todas las fuerzas políticas estarán de acuerdo, es lo esperable, en la reforma relativa a la sucesión en la Corona. Deben, tan sólo a tal efecto, cubrirse las exigencias planteadas por la propia Constitución en lo tocante a su forma, así como a sus plazos.

Y todas, estimo, deberían con generosidad comenzar a pensar seriamente en la obligatoria reforma del Título VIII, el referido a la organización territorial del Estado. El Estado de las Autonomías ha sido un éxito de nuestra España constitucional, sí, pero también ha creado disfunciones, tensiones políticas y económicas y hoy, 30 años después del pacto constituyente que hizo posible la transición política en España y nuestra actual Carta Magna, bien merece una atenta lectura de cara a que el Senado cumpla su función constitucional de cámara de representación territorial. Es preciso establecer una clara definición de los poderes y atribuciones de la Administración Central del Estado y de las Comunidades Autónomas que lo constituyen de cara al único marco posible de convivencia futura: el Estado Federal.

Casi todos los federalismos conocidos, como se sabe, son asimétricos, pero tal realidad no debe serlo hasta el punto de que el legítimo derecho a la diferencia anule la igualdad de los ciudadanos españoles ante la ley. Por tanto, para llevar a cabo esa necesaria reforma territorial se precisan dos virtudes políticas clásicas: prudencia y finura. Desgraciadamente, hoy muy ausentes en nuestra vida política y parlamentaria.

Por otro lado, habría que avanzar en la línea de aumentar, sin alharacas ni aspavientos, la laicidad del Estado. Es evidente que también esto tendría que tener su reflejo en los actos oficiales. Puesto que el Estado debe representar a todos los españoles nadie debe sentirse herido y confundir laicidad con exclusión de parte.

Sin duda, habría que reformar asimismo nuestro sistema electoral. El actual prima a los partidos que se presentan en todo el territorio nacional y a los nacionalistas, castigando a los demás y covirtiendo a las opciones nacionalistas en permanentes bisagras parlamentarias.

De cara a la construcción progresiva de nuestra modernidad ilustrada (único ideal regulativo que debe inspirar la grandeza de nuestra democracia), cabe caminar hacia la consolidación, de veras y de una vez por todas, de la democracia interna de nuestros partidos políticos. Éstos deberían orientarse hacia un funcionamiento por medio de listas abiertas en lo referente a la elección de sus candidatos a las Cámaras representativas españolas. Con nuestro actual sistema, al final no es el Parlamento el que controla la acción del Gobierno, sino el Gobierno quien controla la mayoría parlamentaria correspondiente, asunto no menor, al que hay que añadir la vigencia de un Senado, hoy por hoy, desprovisto de funciones y que por tal hace urgente su reforma real.

Ésos son asuntos pendientes que deberían ir abordándose desde un clima de concertación política, social y parlamentaria. Sin prisas, pero sin pausas. Dichas reformas contribuirían, no me cabe duda, a mejorar la convivencia entre los españoles y los territorios de España. Es decir, a incrementar la renovada voluntad de vivir juntos que debe ser el fundamento moderno de cualquier consideración de la esencia de la nación.

Éstos son retos en la construcción de la modernidad española que, entre todos, debemos llevar a buen puerto.

Joaquín Calomarde, ex diputado al Congreso, es catedrático y escritor.

Tagged with:

Los norteamericanos a los que nadie rescata, de Joan Subirats en El País

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

El presidente Bush estuvo días atrás muy activo, tratando de convencer al Congreso de Estados Unidos para que aprobaran el plan de respuesta a la catástrofe financiera. Su principal argumento era que, de esa manera, se estaban evitando males mayores a las comunidades locales y a los ciudadanos. Lo cierto es que nadie quería comprar los fondos «tóxicos», y la gran operación de rescate trataba de asegurar que fueran los contribuyentes los que lo hicieran. Pero ese plan no va a resolver los problemas estructurales de fondo que han generado el pánico financiero; tan sólo terminó encontrándose una manera de aprobar los fondos públicos de rescate, apoyar una pistola en la sien de cada congresista: «O votas el plan, o los ciudadanos (tus votantes) van a pasarlo mal, muy mal». El mensaje era diáfano: las irresponsables aventuras de Wall Street han de ser rescatadas por la gente de Main Street, la Calle Mayor, los ciudadanos de a pie, porque, si no, vamos al caos. Pasamos del laissez faire, laissez passer al laissez nous faire, laissez nous passer.

Mientras, en Nueva York y otras ciudades estadounidenses, hubo concentraciones de personas que respondían a ese acuerdo entre élites económicas y políticas poniendo de relieve el cinismo del sistema. «Hasta hace poco nos decían que 6.000 millones de dólares eran demasiados para proteger la salud de nueve millones de niños estadounidenses que no tienen cobertura sanitaria. Y ahora, lanzan la casa por la ventana para salvar el culo a sus amigos», afirmó Arun Gupta, periodista de Indypendent, un medio de prensa alternativo de Nueva York (www.indypendent.org).

Lo cierto es que el nivel de protección social de la sociedad norteamericana no es precisamente para lanzar las campanas al vuelo, por lo que sorprende aún más que todo el esfuerzo gubernamental se concentre en recomponer el maltrecho sistema financiero, sin reconocer que mucha gente lo está pasando realmente mal en ese país. El eslogan utilizado en la campaña para la aprobación del plan de Henry Paulson ha sido Reinvest, reimburse and reform (Reinvertir, reembolsar y reformar), lo que de alguna manera recuerda el que se utilizó tras la gran crisis de 1929: Relief, reform and reconstruction (Alivio, reforma y reconstrucción). Pero esta vez el alivio es sólo para unos pocos, los de Wall Street. Socialismo para los bancos, neoliberalismo conservador para la gente.

Es significativo que la mayor organización de defensa de los intereses de las familias con bajos ingresos, ACORN (www.acorn.org), que articula más de 400.000 familias en 110 ciudades en todo EE UU, haya lanzado una campaña con el significativo título de Bail Out Main Street Not just Wall Street (Rescatar a la Calle Mayor, no sólo a Wall Street).

En esa campaña se pide algo tan simple como que cada institución financiera que haya sido beneficiada por el plan de Paulson deba, automáticamente, reducir la carga financiera de las hipotecas que estén a su cargo, favoreciendo así la capacidad de pago de los propietarios hipotecados. Al mismo tiempo, se solicita que las instituciones financieras que no tengan a su cargo hipotecas, se vean obligadas a poner en marcha planes de ayuda para las comunidades más necesitadas. Y, además, se exige que se limiten los sueldos de los ejecutivos, vinculándolos de manera clara a los resultados reales de sus empresas.

Una de las campañas de ACORN que está teniendo más impacto, y a la que se han ido sumando otras organizaciones con sus propias iniciativas, ha sido la relacionada con la defensa de las familias norteamericanas que pueden perder sus casas en los próximos meses, al no poder cumplir sus obligaciones hipotecarias. Se calcula que más de dos millones de hogares pueden estar en esa situación en breve tiempo, ya que precisamente ése era el objetivo de las hipotecas subprime: convencer a los NINJA (No Income, No Jobs, no Assets; sin rentas, sin trabajos, sin patrimonio) de que ellos podían también acceder a una vivienda.

En 2006 casi el 50% de las hipotecas basura fue a parar a hispanos de bajos ingresos, y son ellos, precisamente, los más vulnerables en esta nueva fase. Medio millón de hispanos han perdido sus empleos en EE UU desde inicios del 2007, y la situación se agrava por momentos. Es evidente que los 12 millones de «sin papeles» de ese país van a ser los primeros en ser despedidos y/o deportados.

En Estados Unidos el salario mínimo por hora era hasta el año pasado de 5,15 dólares hora (3,70 euros). Una resolución del Congreso acordó que, en tres años, ese salario-hora mínimo debería pasar a 7,25 (5,25 euros). Se calcula que en estos momentos hay 13 millones de norteamericanos que cobran estrictamente ese mínimo. Pero, en 13 Estados de la Unión, el salario mínimo o no está establecido o incluso está por debajo del acuerdo federal. Los datos apuntan asimismo que la mitad de los trabajadores del país, casi 60 millones, no tienen cubiertos salarialmente los días de enfermedad, y ello provoca muchos problemas de presencia de personas enfermas o con mermas significativas de sus facultades en sus lugares de trabajo. Es evidente que el tema afecta sobre todo a las personas que trabajan por horas o a los de salarios más bajos.

Por otro lado, hay muchas Main Street en el mundo que ven también con alarma los efectos que sobre sus comunidades va a tener la crisis financiera. La tradicional tacañería norteamericana en relación a la ONU o a otros organismos de cooperación y ayuda internacional, o su intransigencia en lo concerniente a la deuda externa de los países en desarrollo, se ve ahora dramáticamente en entredicho al comprobar la generosidad con que se abordan los problemas de los classmates, los colegas de los tiempos universitarios. «El dispendio con Fannie Mae and Freddie Mac», afirma Alex Wilks, director del European Network on Debt and Development, «representa cuatro veces la deuda pública externa de todos los países en vías de desarrollo». Evidentemente, desde esos países el temor es creciente en relación a un futuro en el que Estados Unidos socializa con el mundo sus pérdidas, mientras refuerza los privilegios de sus élites. Ahora entendemos cuáles son las ventajas de la globalización.

En un país que ha visto crecer la desigualdad y la vulnerabilidad en los ocho años de Administración republicana, resulta escandaloso que suenen todas las alarmas sólo cuando los afectados son los sectores más privilegiados del establishment económico-político-financiero. Algunos de los centenares de grupos movilizados en las últimas semanas contra el plan de rescate sólo para algunos, entienden que es precisamente esta escandalosa situación la que va a constituir una importante oportunidad para modificar no sólo el sistema financiero estadounidense, sino también para influir en otra manera de entender la política y sus relaciones y connivencias con las élites económicas. El problema es que para muchos de los que peor lo pasan las elecciones y el sistema político no han ofrecido hasta ahora esperanza alguna. Si la comunidad hispana con derecho a voto representa el 15% del electorado, sólo el 6,5% usó esa prerrogativa en las últimas elecciones presidenciales. Quizá para que nos hagan caso y no dejen de nuevo el futuro en manos de los de siempre podríamos recordar las palabras de Adam Smith en su clásico La Riqueza de las Naciones: «Cualquier nueva ley o regulación del comercio que provenga de los directamente beneficiarios de los negocios ha de ser asumida sólo tras larga y cuidadosa comprobación. Provienen de un tipo de personas cuyo interés nunca es el de la gente, y que más bien pretende decepcionar sus esperanzas y seguir oprimiéndola».

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.

Tagged with:

De la responsabilidad al embaucamiento, de Víctor de la Serna en El Mundo

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

LA POLEMICA NACIONAL GOBIERNO Y OPOSICION, ANTE LA CRISIS

El fracaso de la reunión Solbes-Montoro confirma la dificultad para plasmar en algo concreto el supuesto clima de entendimiento entre Gobierno y PP ante la crisis financiera.

Voces de tanto peso específico como las del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn (en el Financial Times) y del añorado presidente de la Federal Reserve Paul Volcker (en The Wall Street Journal) se muestran de acuerdo en advertir que una respuesta coordinada, multinacional, es imprescindible para mitigar los efectos de la descontrolada crisis financiera. Las maniobras a escala nacional, como las medidas anunciadas por el Gobierno español, parecen ser de importancia marginal… aunque sean políticamente relevantes.

Ignacio Camacho, en ABC, es particularmente severo ante la respuesta del PP: «Lo ha vuelto a hacer. Es sorprendente cómo la derecha española, después de dos derrotas, continúa minusvalorando a Zapatero, que es un desastre para la estrategia y carece de seriedad política, pero resulta un virtuoso de la táctica y el regate en corto. Con una de esas fintas tan suyas, un movimiento de cintura improvisado y repentino, ha dejado a la oposición colgada del discurso ya inservible de la pasividad del Gobierno ante la crisis. Y además se permite ningunear a Rajoy en todas sus gestiones, reuniones e iniciativas, achicándole el campo y dejándolo en fuera de juego». Pero José Antonio Vera, en La Razón, alaba a la oposición: «Es evidente que hay cuestiones con las que es peligroso enredarse en guerras partidistas, pues lo que está en juego es el propio sistema. (…) A partir de ahí es importante señalar que Rajoy no se debe dejar embaucar».

Entre los medios más proclives al Gobierno, El País se muestra responsable y preocupado en sus editoriales: «Más paro y menos rentas públicas y privadas. Es el momento de que en las decisiones políticas se sepa distinguir entre lo que es prescindible de lo que es necesario». Algún columnista saca los pies del tiesto. Así, Maruja Torres: «Rajoy, que tiene la faz tallada en piedra como para creer que hemos creído que él solito ha cambiado lo que contribuyó a construir, el partido-dóberman, carece sin embargo del prestigio de Aznar en materia de cara dura. Puso el listón muy alto, el jefaes».

Melancólico («nos prometíamos una legislatura feliz con la retirada del búnker de los Acebes y los Zaplana»), Josep Pernau escribe en El Periódico: «La crispación ha vuelto. Ahora convertirán a Zapatero en el culpable de que la dosis alimentaria de los niños españoles se haya visto recortada». Menos melancolía, pues: la culpa vuelve a ser del PP. ¡Sursum corda!

Cataluña sigue de cerquísima todo este drama. Xavier Bru de Sala, en La Vanguardia, medita: «Una vez expresados los beneplácitos a Zapatero por la inyección de líquido a los mercados financieros, cabe preguntarse si los bancos no van a utilizar este dinero para pagar sus deudas con el exterior en lugar de destinarlos a reactivar la economía interior mediante una reapertura del crédito a empresas y particulares». (Otros piensan que los agujeros negros de las cajas de ahorro controladas por el PSOE podrían ser el destino del «líquido»…). Y Bru de Sala prosigue diciendo que «Madrid» debe escuchar las peticiones catalanas, porque Cataluña sí que sabe lo que es necesario y «lo bueno para Cataluña es bueno para España, o sea, lo que conviene al tejido productivo catalán conviene a todas las pymes del reino».

© Mundinteractivos, S.A.

Tagged with:

Divorcio, de Ferrer Molina en El Mundo

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

DE GOLPE

El tiempo ha acabado descubriendo lo que era un secreto a voces: que la alianza que formalizaron PP y UPN en Pamplona allá por 1991 no se basaba en el amor. Era un matrimonio de conveniencia.

Como en las comedias de televisión tan de moda en España, ésas en las que los cónyuges se reprochan su infelicidad entre un montón de risas grabadas, Miguel Sanz ha empezado a airear a los cuatro vientos sus desavenencias con Rajoy. Excusas. Era una alianza por interés y por interés se rompe. Zapatero es hoy mejor partido para la derecha regionalista navarra.

El gallego aguanta impertérrito. No se da por aludido. Quiere esperar a que se consume la ruptura, que llegará en un par de semanas, cuando UPN se desmarque del PP en la votación de los Presupuestos de Solbes. Rajoy se conforma con que, a ojos de la opinión pública, este divorcio pueda presentarse como fruto de las contradicciones internas de UPN antes que como consecuencia de su propia falta de liderazgo.

Hasta ahora, la estrategia le está funcionando, muestra inequívoca de que el PP ha interiorizado el cambio sociológico experimentado en España en los últimos años y prueba de que el macho ibérico murió el siglo pasado. Ya está asumido que a la infidelidad hay que responder con civismo y espíritu constructivo. A lo más que se arriesga Rajoy es a que le tomen por pánfilo. Nada comparado a si se hubiera dejado llevar por la sangre y hubiera reaccionado de forma airada y vehemente. Se habría retratado entonces como un energúmeno.

Y Sanz, la verdad, le ha echado una mano. Su reputación se resiente, sobre todo después de que José Blanco haya aireado que, mientras el presidente del PP se quedaba esperando en casa, era con él con quien Sanz compartía el tálamo.

Pero el PP no puede darse por burlado. Ha tenido diecisiete años para ajustar las acciones a sus palabras. No lo ha hecho. Es una anomalía que el partido que se presenta como el guardián y la garantía de la unidad del país renuncie a presentar las siglas en uno de sus territorios. Aznar primero, y ahora Rajoy, han tenido ocasión de comprobar todo este tiempo las consecuencias que en política tiene subcontratar la faena. El ejemplo lo tenían enfrente. Pero mientras se regocijaban con las bofetadas que Maragall o Montilla le propinaban al PSOE no imaginaban que a ellos también se les pudiera recetar jarabe de palo en Navarra.

En lo venidero, los populares tendrán que competir en la comunidad foral con sus propios candidatos. A rastras, el PP será aquello de lo que presumía en vano: la única formación con presencia real en toda España; eso sí, al precio de quedar en Navarra fuera del gobierno una larga temporada. Quién sabe. A lo mejor va y este divorcio le sale rentable.

© Mundinteractivos, S.A.

Tagged with:

Las recetas del gurú que predijo la crisis, de S. McCoy en El Confidencial

Posted in Economía by reggio on 11 octubre, 2008

Nouriel Roubini es el hombre de moda en esta crisis. La referencia constante. El faro que ilumina a los desorientados inversores. La guía de aquellos que transitan desnortados por las tenebrosas calles de la coyuntura actual. Se podría decir que es uno de sus escasos ganadores. Se lo ha ganado a pulso. Jugó a gurú y le ha salido bien. Su documento “Riesgo de un colapso financiero o los doce pasos del desastre que está por venir”, publicado en febrero, ha resultado ser absolutamente profético. Su tono apocalíptico asusta. Pero los acontecimientos le han dado la razón. Les adjunto el resumen de lo que apuntó entonces. Lo que podía parecer un thriller económico-financiero, fruto de la imaginación de un enajenado intelectual, se ha convertido en una guía práctica para entender lo sucedido a partir de esa fecha. Transcribo, literalmente, su apartado 11. Recuerden, es de hace ocho meses.

“Once: el empeoramiento de la crisis de crédito que afecta a la mayoría de los mercados, tanto de contado como de derivados, traerá consigo un drenaje casi completo de la liquidez en numerosas áreas de negocio, incluidas algunas de las que actualmente consideramos más líquidas. Se disparará el interbancario, resultado de la percepción de un elevado riesgo de contrapartida, la falta de confianza, la prima de liquidez exigida y la propia incertidumbre crediticia. Los diferenciales entre la deuda del Tesoro y la privada así como los indicadores de volatilidad o cualquiera otra referencia indicativa de la aversión al riesgo se irán por las nubes”.

El documento no acababa ahí. Qué va. Tras recordar, con Goldman Sachs, que cada dólar de merma de capital de las entidades se traduce en una contracción del crédito diez veces superior por el efecto apalancamiento (hagan la extrapolación de los 1,4 billones de dólares en los que el FMI, que parecía agresivo antes del verano, sitúa las pérdidas potenciales para el conjunto de la industria y verán el impacto que, sobre la economía real, tiene en términos de financiación al sistema), Roubini concluía:

“Nos encontraremos con una recesión económica global conforme las pérdidas y la restricción del crédito se expandan por el planeta. Veremos pánico, ventas desesperadas y desplome en el precio de los activos que traerán consigo quiebras de entidades sistemáticamente importantes y ampliarán los negativos efectos financieros y económicos de la crisis. La política monetaria y fiscal serán ineficaces (…). La falta de confianza en las contrapartidas generará un deseo de acumulación de efectivo que hará impotente cualquier acción sobre los tipos de interés Debemos estar preparados para lo peor: el colapso del conjunto del sistema”.

Uf, se quitan las ganas de seguir escribiendo después de leer esto y ver la caída cercana al 10% que ha sufrido el IBEX. Sin embargo, con la vitola de triunfador a cuestas, el prolífico Roubini ha decidido considerar el aforismo de “si no eres parte de la solución, formas parte del problema” y ha presentado sus recetas para solventar la crisis en un documento del que, al igual que he hecho con anterioridad, me limitaré a traducir, de la forma más inteligible posible, parte de su contenido. Adjuntaré algunos enlaces con las actualizaciones que se han producido en las últimas 24 horas. Coincide esta iniciativa con el 40% de pico a suelo que él anticipó que podía caer la bolsa en Estados Unidos, medido en términos de S&P500. Los hechos han superado sus peores augurios. No sólo Islandia o Pakistán se encuentran al borde de la bancarrota. sino que la propia California, que supone un 15% del PIB de los Estados Unidos y cuya economía dobla la india, por poner sólo un ejemplo, podría, en menos de dos meses, encontrarse en la misma situación. El panorama que presenta es desalentador, la verdad, y sus recetas más propias para un enfermo terminal donde hay poco que perder y mucho que ganar. Una alternativa desesperada que es compartida tanto por Lawrence Summers, ex Secretario de Tesoro con Clinton, como por Stephen Roach de Morgan Stanley a través de un artículo en el FT que vio la luz justo al día siguiente del texto del Profesor de la NYU. Contengan el aliento.

“Los sistemas financieros de los países desarrollados se encaminan a un colapso a corto plazo, consecuencia de la caída libre de las bolsas, el cierre del mercado monetario y la ampliación masiva de los diferenciales de crédito, que puede conducir a quiebras generalizadas de firmas solventes pero carentes de liquidez en todos los sectores productivos (…). A nivel económico, prácticamente no hay país sin riesgo de un aterrizaje brusco, incluidos los emergentes. El tren de la recesión global ha abandonado la estación. La ilusión de que la contracción económica va a ser brusca u corta –una V de seis meses-, ha sido sustituida por la certeza de que esto va para largo – una U que se durará, al menos dos años- e incluso por la posibilidad, si la ruptura del modelo financiero se confirma, de una recesión a la japonesa que se alargue durante más de una década.

En un mundo tan sobrado de capacidad productiva como el actual, la reducción de la demanda traerá consigo la siguiente preocupación: la deflación, una amenaza difícil de combatir cuando el precio del dinero se acerca peligrosamente a cero. (…) La desconexión entre políticas monetarias cada vez más agresivas y el aumento de las tensiones en los distintos activos a los que debería afectar es especialmente preocupante (…). Cuando los mercados están sobrevendidos, incluso las medidas más desesperadas no tranquilizan a sus partícipes, como ha quedado probado. (…) Llegados a este punto, el daño está hecho. Sin embargo, aún se puede evitar este desastre económico y financiero. Se requiere liderazgo y una acción coordinada por parte de las mayores economías del mundo consistente en:

1. Nuevo recorte masivo de tipos de interés alrededor del planeta de 150 puntos básicos de media.

2. Garantía generalizada de todos los depósitos, algo anticipado por el WSJ el jueves, hasta que se distingan las entidades efectivamente quebradas de aquellas solventes pero que sufren problemas momentáneos de tesorería a las cuales habrá que inyectar capital público algo, aparentemente, en camino según ha anunciado Paulson esta madrugada para las firmas de su país

3. Congelación de la carga financiera de aquellos particulares que no pueden afrontar sus pagos y paralización inmediata de las ejecuciones hipotecarias.

4. Provisión masiva e ilimitada de fondos a las entidades financieras insolventes.

5. Provisión de fondos a empresas productivas solventes que sufren problemas transitorios de tesorería.

6. Políticas fiscales expansivas consistentes en incremento del gasto público, cobertura por desempleo, devoluciones de impuestos a los ciudadanos de rentas más bajas y apoyo a aquellas administraciones regionales más necesitadas. Esta idea es recogida, de forma casi literal, por el especialista del Washington Post, Sebastian Mallaby, que la considera «la forma más rápida y más justa de ayudar al ciudadano de a pie«.

7. Acuerdo entre países acreedores y deudores para la financiación ordenada de sus déficits y reciclado hacia las economías necesitadas de sus superávits para evitar un ajuste brusco de tales desequilibrios. Resulta, cuando menos, desalentador que, la posibilidad de coordinación con otras naciones con problemáticas ¿distintas?, fuera considerada ayer como «naive» por el Secretario del Tesoro estadounidense frente a la confianza mostrada por el primer ministro británico, Gordon Brown, en un artículo publicado en The Times que pretende sentar las bases que han de regir el sistema en el futuro.

A día de hoy, cualquier propuesta que no se acerque a estos MINIMOS provocará un crash de mercado, el colapso financiero mundial y no una recesión sino una depresión global. Veremos que sale de la reunión del FMI, el Banco Mundial y el G7 de este fin de semana”. Una conclusión, por cierto, clavada al final del último artículo de Krugman, también del día 9: «las cosas pueden ir a peor en los próximos días y, si no se hace nada, definitivamente empeorarán».

Bueno, imagino cómo se les ha quedado el cuerpo. Igual que a mí. Frío. Pero probablemente Roubini esté dando una dimensión real de lo que está ocurriendo estos días. De hecho, gran parte de las recetas colectivas que propone han sido implantadas, con peor o ninguna fortuna, tanto de forma coordinada, como de manera individual, por algunas de las naciones más afectadas. Basta con leer el discurso de Bush a la nación ayer -en el que, por fin, acompañó sus palabras del «podemos» que tanta falta hacía- para darse cuenta de que así es. No lo duden. Se impone el modelo chino de socialismo financiero y capitalismo productivo. Quién nos lo iba a decir. Una conclusión evidente de la que, sin embargo, nadie se ha hecho eco a día de hoy. Esas ramas que impiden ver el bosque. Hasta el NYT defiende las medidas keynesianas de los años 30 como única salida: «extiendan los cheques y preocúpense luego de la ideología«, subraya Floyd Norris en su columna económica. Pero ese empieza a ser, a mi juicio, incluso un problema menor. ¿Quién va a pagar esta fiesta? Y, sobre todo, ¿qué va a pedir a cambio? Un nuevo orden mundial se va construyendo sigilosamente al abrigo de la crisis. Por cierto, ¿alguien dijo China? Pío, pío que yo no he sido…

Tagged with:

Esto se hunde, de Javier Ortiz en Público

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

Hace semanas que no oigo ninguna crónica de Bolsa en la que no se utilice el término “volatilidad”. Para estas alturas, la volatilidad bursátil forma parte ya del inventario de los tópicos periodísticos de obligado cumplimiento, en dura competencia con las sequías pertinaces y los espectáculos dantescos. Se habla de “volatilidad” como mero eufemismo, para no decir descontrol o, más directamente, caos. Queda más técnico.

Dentro de la actual crisis financiera internacional (¿o debería escribir “turbulencias”, para parecer que sé más de economía?), se están produciendo fenómenos que llaman mucho la atención, por lo bien que reflejan el punto de la Historia en el que nos encontramos. Pongo por ejemplo el batacazo que estuvo a punto de darse hace dos semanas el Bank of East Asia, de Hong Kong, por culpa de una muy reiterada cadena de mensajes de móvil en los que se hacía correr la especie de que  estaba a punto de quebrar. El pánico de los cuentacorrentistas ha sido siempre el coco de los bancos, porque ninguno tiene en caja, ni mucho menos, todo el dinero que le ha sido confiado. Lo nuevo es que en Hong Kong esta vez el pánico se desató vía SMS, en plan “Pásalo”. ¿Quién, por qué y para qué puso a rodar esa bola de nieve? ¿Algún enloquecido? ¿Un competidor malicioso? En todo caso, el hecho es nuevo: los teléfonos celulares sirven también como multiplicadores de bulos anónimos con graves repercusiones financieras.

Me ha resultado no menos curioso saber que “el tsunami financiero” (otro topicazo al uso)  está poniendo en peligro también el mundo del fútbol profesional. Los clubes ingleses, hasta hace poco tan espléndidos, están angustiados, porque viven de perpetuos tejemanejes bancarios y los bancos han empezado a cortar el grifo. En España la LFP dice que no hay problema, porque el fútbol se alimenta de las retransmisiones televisadas.  ¿De qué retransmisiones? El llamado pago por visión está en las últimas. Entre lo mucho que se retransmite en abierto y el pastón que cuesta ver los partidos de pago, sólo se apuntan cuatro. Cuando no hay dinero, no hay dinero para nada.

Odio el alarmismo, pero para mí que esto se hunde.

Tagged with:

Mensajes de los Presupuestos, de José Barea en Cinco Días

Posted in Política by reggio on 11 octubre, 2008

El primer mensaje que recibimos de los Presupuestos Generales del Estado para 2009 es que el crecimiento del gasto no financiero, una vez consolidados los presupuestos de los organismos que lo integran, crecen el 5% con respecto a los del año anterior: tasa superior a la prevista para el PIB a precios de mercado del 3,5%. Tal decisión no parece muy aconsejable en una época de fuerte crisis, camino de la recesión, como la que estamos atravesando, que continuará en el próximo año, acompañada de una aguda crisis financiera a nivel mundial, que está ocasionando una fuerte restricción crediticia de las instituciones financieras españolas. Tal política nada tiene que ver con la austeridad presupuestaria que preconiza el Gobierno, que da lugar a un déficit de la Administración central del 1,5% del PIB.

El segundo mensaje es que el principio de estabilidad presupuestaria, que es básico en el Tratado de la Unión, queda roto, ya que sin contar la Seguridad Social, el déficit público de la Administración central, autonómica y local se estima para el próximo año en el 2,7% del PIB, cercano al límite máximo del 3% fijado en el Tratado. En cuanto al superávit de la Seguridad Social, hemos de decir que no depende de decisiones del Gobierno, sino principalmente de la demografía. A partir del 2015, en que el envejecimiento de la población se acentúa, el sistema de pensiones públicas no será sostenible y entrará en déficit, si antes no se efectúan reformas estructurales. Por otra parte, parece exagerada la estimación de superávit de la Seguridad Social para 2009 (0,8% del PIB), cuando las afiliaciones están cayendo, el paro aumentando y el número de pensionistas y la pensión media subiendo.

El tercer mensaje que emana de los Presupuestos es que los gastos sociales van a resolver la crisis que estamos teniendo. En la página 99 del Informe Económico y Financiero se dice que ‘los Presupuestos para 2009 seguirán priorizando la inversión productiva para garantizar el crecimiento futuro y mantendrán el gasto social para apoyar a los ciudadanos más perjudicados’. Analicemos con las cifras del Presupuesto esta afirmación.

Los Presupuestos consolidados para 2009 aumentan con respecto a los de 2008 en las dotaciones asignadas a operaciones corrientes, operaciones de capital y activos financieros en 15.374,01 millones de euros, éste es el margen que tiene el Gobierno para asignar nuevos recursos a las políticas de gasto. Dicha asignación aparece para 2008 y 2009 en el cuadro de la página 138 del Informe Económico y Financiero. De los 15.374,01 millones de euros citados, corresponden a los servicios públicos básicos 181,65 millones de euros (el 1,18%); al gasto social, 15.063,16 millones de euros (el 97,98%); las actuaciones de carácter económico experimentan una reducción de 656,98 millones de euros, el -4,27% del aumento del total del gasto, y a las actuaciones de carácter general le corresponden 786,16 millones de euros, el 5,11%.

En resumen, del aumento en las políticas de gasto, casi el 98% corresponden al gasto social, las políticas que contribuyen al cambio del modelo de desarrollo (educación, infraestructuras, e I+D+i) apenas participan del aumento de la tarta o inclusive se reducen sus dotaciones.

Si del cuadro de políticas de gasto se eliminan las dotaciones del capítulo VIII, activos financieros, incluyendo sólo las de operaciones corrientes y las de capital, la participación en el aumento de las dotaciones a distribuir entre las políticas de gasto experimentan una ligera variación: servicios públicos básicos 0,10%, gastos sociales 94,60%, actividades de carácter económico -0,30% y actividades de carácter general 5,60%. Como puede observarse, a los gastos sociales corresponde también en este supuesto la casi totalidad del aumento del gasto.

El cuarto mensaje es que, para salir de la crisis, se hubiera requerido un fuerte aumento de las dotaciones en capital humano, físico y tecnológico, y lo que se desprende del Presupuesto consolidado para 2009 es lo contrario: los gastos corrientes aumentan a una tasa doble que los gastos de capital.

Un quinto mensaje es que los gastos de personal van a aumentar a una tasa (5,6%) superior a la del IPC, quizás para recuperar el diferencial de inflación habido en el corriente año, entre la real y la prevista. Que los incrementos de salarios se liguen con la inflación da lugar a efectos económicos conocidos de segunda ronda, introduciendo una espiral inflacionista en todo el proceso productivo. Además, es un mal ejemplo para la Administración autonómica y local, así como para la negociación de los convenios colectivos.

El sexto mensaje es que si bien las operaciones de capital tienen una tasa de aumento del 2,6%, las inversiones reales directas del Estado, organismos autónomos administrativos y Seguridad Social disminuyen en el 2,7%, las transferencias de capital a sociedades estatales y entidades públicas empresariales aumentan en el 10%.

Un último mensaje se desprende de los Presupuestos en relación con la distribución territorial de la inversión real en 2009, relativa al sector público estatal y es que frecuentemente dicha distribución aparece más ligada a criterios políticos que a análisis económicos. En efecto, en los estatutos de Andalucía, Aragón, Castilla y León, Cataluña e Islas Baleares se incluyen determinados criterios para establecer, de forma permanente o temporal, el volumen de la inversión total que el Estado ha de destinar al territorio de la comunidad respectiva. De ellas, cuatro tienen Gobierno del PSOE y una del PP. Para el resto de las comunidades, el Informe Económico Financiero no explicita los criterios que han servido de base para localizar los proyectos de inversión en cada comunidad (análisis coste-beneficio, coste-eficacia, coste-eficiencia, etcétera).

Las infraestructuras son bienes de capital, generalmente de naturaleza pública, de difícil sustitución, que sustentan la estructura productiva y facilitan la distribución y el consumo, tanto privado como público, como la actividad humana en la sociedad. Según la OCDE, forman parte del stock de capital las carreteras, autopistas, infraestructuras hidráulicas, estructuras urbanas, puertos, aeropuertos y ferrocarriles. Otros autores incluyen las construcciones y equipamientos de sanidad y educación, así como las actividades culturales y recreativas.

En 2001, la OCDE revisó la metodología empleada. En sus nuevos manuales distingue entre el capital riqueza y el capital productivo. Las nuevas estimaciones toman en consideración 15 tipos de activos, de los cuales cuatro pertenecen al grupo de las infraestructuras (carreteras, autopistas de peaje, infraestructuras hidráulicas y ferrocarriles) y tres al sector de las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC): software, hardware y telecomunicaciones. Tanto la elasticidad con relación al PIB de las infraestructuras y de las TIC son altas, pero las de estas últimas son inclusive más elevadas, y tanto unas como otras tienen un efecto positivo sobre el crecimiento de la economía.

Por ello es preocupante que cuando la inversión real del sector público estatal asciende según los Presupuestos a 31.482 millones de euros, su distribución territorial y sectorial se efectúa con criterios políticos, sin que se realicen los oportunos análisis sobre su influencia en el PIB nacional y regional. En este campo de análisis de proyectos de inversión, la Administración central del Estado se ha deteriorado.

José Barea. Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid.

Tagged with:

Volviendo a la vaca fría, de José Saramago en su Cuaderno

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

Aprendemos de las lecciones de la vida que de poco nos puede servir una democracia política, por más equilibrada que parezca presentarse en sus estructuras internas y en su funcionamiento institucional, si no está constituida de raíz por una efectiva y concreta democracia económica y por una no menos concreta y efectiva democracia cultural. Decirlo en los días de hoy parecerá un exhausto lugar común de ciertas inquietudes ideológicas del pasado, pero sería cerrar los ojos a la simple verdad histórica no reconocer que esa trinidad democrática – política, económica, cultural -, cada una complementaria y potenciadora de las otras, representó, en el tiempo de su esplendor como idea de futuro, una de las más apasionantes banderas cívicas que alguna vez, en la historia reciente, fueron capaces de despertar consciencias, movilizar voluntades, conmover corazones. Hoy, despreciadas y tiradas a la basura de las fórmulas que el uso cansó y desnaturalizó, la idea de democracia económica dio lugar a un mercado obscenamente triunfante, que al final se dio de bruces con una gravísima crisis en su vertiente financiera, mientras que la idea de democracia cultural fue substituida por una alienante masificación industrial de las culturas. No progresamos, retrocedemos. Y cada vez se irá haciendo más absurdo hablar de democracia si nos empeñamos en el equívoco de identificarla únicamente con las expresiones cuantitativas y mecánicas que se llaman partidos, parlamentos y gobiernos, sin atender a su contenido real y a la utilización distorsionada y abusiva que en la mayoría de los casos se hace del voto que los justifica y los sitúa en el lugar que ocupan.

No se concluya de lo que acabo de decir que estoy contra la existencia de partidos: yo mismo soy miembro de uno. No se piense que aborrezco parlamentos y diputados: los querría, a unos y otros, mejores en todo, más activos y responsables. Y tampoco se crea que soy el providencial creador de una receta mágica que permitiría a los pueblos, de ahora en adelante, vivir sin tener que suportar malos gobiernos y perder tiempo con elecciones que pocas veces resuelven los problemas: me niego a admitir que solo sea posible gobernar y desear ser gobernado de acuerdo con los modelos supuestamente democráticos en uso, a mi ver, pervertidos e incoherentes, que no siempre con buena fe cierta especie de políticos intentan convertir en universales, con promesas falsas de desarrollo social que apenas consiguen disimular las egoístas e implacables ambiciones que las mueven. Alimentamos los errores en nuestra propia casa, pero nos comportamos como si fuésemos los inventores de una panacea universal capaz de curar todos los males del cuerpo y del espíritu de los seis mil millones de habitantes del planeta. Diez gotas de nuestra democracia tres veces al día y seréis felices para siempre jamás. En verdad, el único verdadero pecado mortal es la hipocresía.

Tagged with:

Valor de la experiencia, de Antonio García-Trevijano en el Diario Español de la República Constitucional

Posted in Economía, Política by reggio on 11 octubre, 2008

Estamos viviendo dos acontecimientos realmente extraordinarios. El temor internacional a un duradero caos de la economía financiera, y la esperanza mundial de que un negro joven, inteligente y culto sea enseguida Presidente de los EEUU. Por la magnitud de sus efectos universales y la novedad de sus causas originales, estos dos hechos no podrán comprenderse ni, en consecuencia, afrontarse, con opiniones deducidas de las experiencias del pasado, o de los criterios de los libros de teoría económica ideados para otros tipos de coyuntura diferente. Las viejas ideas no restauran hechos pasados, son los nuevos hechos los que crean nuevas ideas. Por eso decía Chateaubriand que las restauraciones no son posibles. Aunque él se refería a las políticas, su argumento es aún más válido para las económicas. Pues la fórmula liberal, como la keynesiana o la socialista, incidirían ahora sobre un nuevo contexto económico de rechazo inmunitario de los dogmas.

El conocimiento experto deja de tener valor en situaciones radicalmente nuevas. No será la pericia, sino la inteligencia y el sentido común, quien pueda vislumbrar la salida de este intricado laberinto financiero, que retiene en el temor pánico a los agentes económicos. Sin embargo, las cirugías de los gobiernos intervencionistas están colocando en los quirófanos a los mejores peritos en las especulaciones causantes del colapso dinerario. No será tampoco la experiencia del Estado, sino la imaginación creadora de los actores en la sociedad civil, la que podrá dar cuerpo real a la esperanza política. Sin embargo, el único argumento que esgrimen los conservadores, contra Obama, es su falta de experiencia en asuntos de seguridad nacional, frente a la adquirida por McCain, en sus largos años de apoyo a las aventuras militares emprendidas, y nunca terminadas, por Bush. Más vale carecer de experiencia política que tener una muy grande y muy mala.

La actual crisis financiera, aunque presente similitudes genéticas con las dolencias de liquidez padecidas por Suecia y Japón hace pocos años, no se resolverá aplicando a una economía globalizada e intercomunicada, como ya se está haciendo, los mismos expedientes coyunturales que pusieron en práctica los gobiernos de esos países, sin reformas estructurales. Por eso no debe extrañar que, pese a la aparatosidad gigantesca de las intervenciones en el mercado del dinero, por parte de los Estados y los Bancos Centrales de los países desarrollados, las bolsas sigan cotizando a la baja.

florilegio

«La experiencia es escuela cara, triste y adocenada. Ahí solo aprenden, sin reflexionar, las inteligencias extra-vagantes de lo bueno, bello y verdadero.»

Rescate financiero, una gran oportunidad, de Howard Zinn en La Jornada

Posted in Economía by reggio on 11 octubre, 2008

Es triste ver a ambos partidos apresurarse a lograr un acuerdo para gastar 700 mil millones de dólares del dinero de los contribuyentes para echarlos por el caño de las enormes instituciones financieras, que son notables por dos características: su incompetencia y su ambición.

Hay una solución mucho mejor para la actual crisis financiera. Pero requiere descartar lo que ha sido la “sabiduría” convencional durante demasiado tiempo: que la intervención del gobierno en la economía (“mucho gobierno”) debe ser evitada como la peste, porque el “libre mercado” es de toda la confianza como guía hacia el crecimiento y la justicia mediante la economía. Por cierto, es bastante cómica la visión de un Wall Street que ruega al gobierno que lo ayude, sobre todo a la luz de su prolongada devoción por un “libre mercado” que no regule el gobierno.

Pero encaremos una verdad histórica: nunca hemos tenido un “libre mercado”; siempre hemos tenido que el gobierno interviene en la economía y, de hecho, tal intervención ha sido bien recibida por los capitanes de la industria y las finanzas. Estos titanes de la riqueza hipócritamente se quejan de “mucho gobierno” sólo cuando el gobierno amenaza con regular sus actividades, o cuando se dan cuenta de que algo de la riqueza de la nación es destinado a la gente más necesitada.

Nunca se han quejado de “mucho gobierno” cuando les sirve a sus intereses.

Comenzó siglos atrás, cuando los llamados Padres Fundadores se reunieron en Filadelfia, en 1787, a redactar la Constitución. Un año antes habían ocurrido rebeliones de agricultores en el oeste de Massachussets y otros estados (la Rebelión de Shays), cuyas fincas eran expropiadas por no pagar impuestos. Miles de agricultores rodearon los juzgados e impidieron que sus hogares fueran subastados.

Las cartas que se enviaban esos primeros padres en aquel entonces nos dejan ver con claridad que se preocupaban de que tales levantamientos se salieran de las manos. El general Henry Knox escribió a su hermano de armas, George Washington, quejándose de que el soldado ordinario que luchó en la revolución pensara que por haber contribuido a la derrota de Inglaterra merecía una tajada igual de la riqueza del país, o que “la propiedad de Estados Unidos debería ser la propiedad común de todos”.

Al cuadrar la Constitución, los Padres Fundadores crearon “mucho gobierno”, uno lo suficientemente poderoso como para derrotar la rebelión de los granjeros, recuperarle a sus dueños los esclavos evadidos y apagar la resistencia india conforme los colonos se movieron al oeste.

El primer gran rescate financiero fue la decisión de aquel nuevo gobierno de reintegrar el pleno valor de bonos casi nulos que tenían los especuladores. Éstos fueron pagados imponiendo contribuciones a los granjeros ordinarios, y si eso topaba con una resistencia, había un ejército nacional para apagarla –y eso fue lo que se hizo cuando los granjeros de Pennsylvania se levantaron contra las leyes fiscales.

Desde el mero comienzo, en las primeras sesiones del primer Congreso, el gobierno interfirió con el “libre mercado” estableciendo aranceles para subsidiar a los manufactureros y se hizo socio de los bancos privados con el fin de establecer un banco nacional.

Este papel de mucho gobierno, de respaldo a los intereses de la clase empresarial, continuó a todo lo largo de la historia nacional. Así, en el siglo XIX, el gobierno nacional subsidió canales de agua y la marina mercante. En la década anterior a la Guerra Civil y durante ésta, el gobierno nacional dio aproximadamente 40 millones 500 mil hectáreas de tierra gratis a los ferrocarriles, junto con préstamos considerables para mantener en el negocio a los interesados. Los 10 mil chinos y los 3 mil irlandeses que trabajaron en el ferrocarril transcontinental no obtuvieron tierras gratis, únicamente horas largas con poca paga, accidentes y enfermedades.

El principio de que el gobierno ayuda a los grandes negocios y rehúsa poner la misma generosidad a disposición de los pobres es algo que comparten ambos partidos: los republicanos y los demócratas. El presidente Grover Cleveland, un demócrata, vetó un decreto que le daría 100 mil dólares a los agricultores texanos para ayudarlos a comprar semillas durante una sequía, diciendo: “la ayuda federal en tales casos (…) alienta la expectativa de un cuidado paternalista por parte del gobierno y debilita la entereza de nuestro carácter nacional”. Pero ese mismo año utilizó sus excedentes de oro para pagarle a los ricos poseedores de bonos 28 dólares por encima del valor de cada uno –un regalo de 5 millones de dólares.

Cleveland enunciaba el principio del “individualismo rudo” –aquel que reza que debemos hacer nuestras fortunas por nosotros mismos, sin ayuda del gobierno. En un artículo de 1931, aparecido en Harper’s Magazine, el historiador Charles Beard catalogó con sumo cuidado 15 instancias en que el gobierno nacional había intervenido en la economía en beneficio de los grandes negocios. Beard escribió: “Por 40 años o más no ha habido un presidente, sea republicano o demócrata, que no haya hablado contra la interferencia del gobierno para luego respaldar medidas que añaden más interferencia a la enorme colección de las ya acumuladas”.

Después de la Segunda Guerra Mundial la industria de la aviación tuvo que ser salvada mediante infusiones de dinero gubernamental. Después vinieron las asignaciones por escasez de crudo para las compañías petroleras y el enorme rescate financiero de la corporación Chrysler.

El razonamiento tras la toma de 700 mil millones de dólares de los contribuyentes para subsidiar a las enormes instituciones financieras es que, de algún modo, nos dicen, esa riqueza va a ser derramada en la gente que la necesita. Pero nunca ha funcionado.

La alternativa es simple y poderosa: tomar esa enorme suma de dinero y darla directamente a la gente que la necesita. Que el gobierno declare una moratoria a los embargos y le conceda ayuda a los dueños de casas para ayudarlos a pagar las hipotecas. Que se cree un programa federal de empleos para garantizarle trabajo a la gente que lo quiere y lo necesita, y para los cuales el “libre mercado” no ha llegado aún.

Tenemos un precedente histórico y que tuvo éxito. El gobierno, en los primeros días del Nuevo Trato, puso a millones de personas a trabajar y reconstruyó la infraestructura de la nación. Cientos de miles de jóvenes, en vez de irse al ejército para escapar de la pobreza, se unieron al cuerpo civil de conservación, que construía puentes y carreteras, limpiaba bahías y ríos. Miles de artistas, músicos y escritores fueron empleados por el programa federal de las artes para pintar murales, producir obras de teatro y escribir sinfonías.

El Nuevo Trato (desafiando los gritos de “socialismo”) estableció la seguridad social, que junto con el decreto de derechos de los soldados, se convirtió en un modelo de lo que el gobierno puede hacer por su pueblo.

Eso podemos llevarlo más allá, con la “seguridad en salud” –atención a la salud gratis, para todos, administrada por el gobierno federal, pagada del tesoro nacional, dándole la vuelta a las compañías de seguros y a otros privatizadores de la industria de la salud. Esto funciona en otros países.

Todo eso es más de 700 mil millones. Pero el dinero está ahí. En los 600 mil millones del presupuesto militar, una vez que decidamos que ya no seremos una nación que emprende guerras. Y en las abultadas cuentas de banco de los súper ricos, una vez que los convirtamos en ricos ordinarios mediante impuestos vigorosos a sus ingresos y su riqueza.

Cuando suba el grito, sea de los republicanos o los demócratas de que esto no debe hacerse porque implica “mucho gobierno” (fue Bill Clinton quien prometió una era “donde ya no hubiera más ese mucho gobierno”), la ciudadanía debería soltar la carcajada. Y luego agitar y organizarse, según los principios de lo que la Declaración de Independencia prometía: que es la responsabilidad del gobierno garantizar derechos iguales para todos: “vida, libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Es ésta una oportunidad de oro para Obama para distanciarse de McCain y de los fosilizados líderes del Partido Demócrata, dándole vida a su lema de “cambio” y entonces barrer en su camino al cargo presidencial. Y si no actúa, será responsabilidad de la gente, como siempre ha sido, elevar un grito que se escuche por el mundo entero para forzar a los políticos a actuar.

Traducción: Ramón Vera Herrera

Howard Zinn. Este texto apareció originalmente en The Nation el 9 de octubre. Se publica en La Jornada en su versión castellana con permiso expreso del autor.

Tagged with: