Reggio’s Weblog

La foto, de Pilar Rahola en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 8 octubre, 2008

Extraña sensación de inquietud. O, quizás, una honda sensación de desamparo. En cualquier caso, la foto de estos cinco magníficos, montados en su atalaya, posando para el todo Catalunya, como si fueran los nobles ancestros del rey actual, no me ha producido ningún sosiego. Muy al contrario, este tipo de actos grandilocuentes, sin ninguna urgencia coyuntural que los ampare, me parecen tan faltos de contenido, como sobrecargados de vacua estética. ¿A qué viene reunir a todos los presidentes de la Generalitat y del Parlament, para secundar la imagen del presidente actual? ¿Estamos a las puertas de que la Brunete entre por Barcelona? ¿Nos va la vida en algo? ¿Quieren derogar nuestros derechos? ¿Se ha muerto algún catalán universal? Y sumando todos los interrogantes, ¿qué necesidad tenemos de una foto tan petulante? Ciertamente, podemos imaginar momentos de la vida social donde tenga cabida esa suma de pesos históricos, tanto para enfatizar algún sentimiento colectivo, como para enfrentar alguna urgencia histórica. Pero la actual sesión fotográfica que nos han brindado los ex presidentes, con Montilla a la cabeza, no responde a ningún funeral nacional, ni es el aperitivo de unas Olimpiadas, ni estamos en riesgo democrático, ergo, ¿cuál es su sentido? ¿Debilidad? ¿Impotencia? ¿Vanidad? ¿O un nuevo gesto gratuito, de los muchos que tenemos los catalanes, cuando somos incapaces de resolver nuestros problemas políticos? Sin duda, me dirán que solo se trata de un acto simbólico, pura retórica del viejo teatro de la política, pero entonces aún me interesa más. Porque es la naturaleza del símbolo, su motivación primera y su posterior significado, lo que me provoca el desasosiego que he confesado.

Veamos el paisaje de la foto. Resulta que hace unos años tuvimos la idea de renegociar el Estatut para mejorar nuestra soberanía. Resulta que ello significó un desgaste colectivo considerable, tanto presupuestario como social y político. Resulta que por ello fuimos a votar y votamos a favor. Resulta que un partido inició una delirante campaña anticatalana, aprovechando el Pisuerga. Resulta que, a pesar de todo, ganamos votaciones en los parlamentos pertinentes. Y resulta que todo ello tenía que significar una mejora substancial en financiación y en poder catalán. Sin embargo, y a pesar de todo el proceso, la situación actual es un fiasco. Los amigos que nos recortaron y finalmente votaron las leyes recortadas en Madrid no cumplen dichas leyes recortadas, reinventan la letra pequeña, renegocian por enésima vez y se ríen en nuestras barbas, como brillantes seguidores de la teoría orteguiana de la «conllevación». ¿Recuerdan el famoso discurso de Ortega y Gasset en 1932, precisamente sobre el Estatut de Catalunya?: «El problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar». Y añade: «Llevamos muchos siglos juntos los unos con los otros, dolidamente, no lo discuto; pero eso, el conllevarnos dolidamente, es nuestro común destino, y quien no es pueril ni frívolo, lejos de fingir una inútil indocilidad ante el destino, lo que prefiere es aceptarlo». Es decir, hay que aguantar a los catalanes como si fueran un grano, conllevando buenamente sus peticiones «particularistas», cual niño mal criado tocando las narices al abuelo. Si me alarma la foto de los presidentes, pues, es porque es el símbolo visual de la verdad orteguiana, es decir, el símbolo de nuestra cíclica derrota. Lejos de tener resuelto el problema con las negociaciones políticas pertinentes, y de estar en el proceso de un calendario pautado, lo que tenemos es una callejón sin salida, cuyo movimiento de buclenos retorna, una y otra vez, al mismo punto de partida. Por eso Montilla se fotografía con Pujol, con Barrera y con el resto de magníficos. Porque necesita dar una imagen de fuerza en un momento de inequívoca debilidad. Pero la debilidad del president es la debilidad de Catalunya, y es ahí donde llora la criatura.Sin embargo, ¿tiene lógica? Y, peor aún, ¿sirve para algo? Serviría que los diputados del PSC se plantaran en la votación presupuestaria. Serviría que unos y otros nos explicaran que Zapatero es otro gran «conllevador» del problema catalán, y que, como tal, nos ha tomado el pelo. Serviría tener interlocutores políticos menos asustadizos y mucho menos serviles. Serviría que los del PP catalán dijeran que lo del Constitucional es una indecencia. Y así, hasta una larga retahíla de posibilidades. Lejos de ello, quemamos el cartucho de las grandes solemnidades, llamamos a los ex para que nos avalen la impotencia del momento, y nos hacemos la foto de familia. Todas nuestras viejas glorias políticas a favor de la financiación de Catalunya, y quedamos bien peinados para la historia. Y en Madrid aún se ríen de nuestro gusto por la fotografía. En fin. No es que pase nada, y hasta es bonito que salgan a pasear y se hagan fotos. Pero, como tantos otros gestos que hacemos los catalanes desde el vacío de nuestra poca influencia, este solo tiene el valor del autobombo. Lo dijo Unamuno. A los catalanes, siempre nos pierde la estética.

www.pilarrahola.com

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Un éxito político catalán, de Enric Juliana en La Vanguardia

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

NOTAS DE MADRID

La compra de activos bancarios a cargo del Tesoro por valor de 30.000 y 50.000 millones de euros es una medida propuesta por CiU

El plan anticrisis finalmente adoptado por el Gobierno puede considerarse como un éxito político catalán. El Ejecutivo socialista –como es sabido- decidió ayer subir de 20.000 a 100.000 euros el seguro de los depósitos bancarios, así como la compra de activos bancarios a cargo del Tesoro, para que las entidades financieras dispongan de una suma de entre 30.000 y 50.000 millones de euros (entre 5 y 8 billones de las antiguas pesetas) para prestar a las empresas, muchas de ellas asfixiadas por el brutal encarecimiento del crédito.

La primera medida, perfectamente situada en el marco de las decisiones adoptadas por el Ecofin (consejo de ministros de Finanzas de la Unión Europea), era del todo necesaria para evitar fugas de capital a Alemania e Irlanda, países que entre el sábado y el lunes decidieron –unilateralmente- garantizar la totalidad de sus depósitos bancarios. Portugal se aprestaba a hacer lo mismo, con los consiguientes riesgos de desestabilización del sistema financiero español. Un cierto clima de pánico comenzaba a ser perceptible. La increíble sombra del «corralito» argentino se insinuaba en no pocas conversaciones.

La segunda medida adoptada ayer por el Gobierno Zapatero fue propuesta por Convergencia i Unió el 2 de julio (primer debate de política económica en el Congreso de los Diputados); el 10 de septiembre (segundo debate de política económica en el Congreso), y el pasado jueves, mediante en un paquete de mociones especialmente orientado a reforzar la liquidez de las empresas, con especial prioridad para las pimes.

Durante estas semanas se han barajado otras posibles iniciativas: la utilización del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para la captación de crédito en el extranjero, o una amnistía fiscal encubierta para sacar a la superficie los miles de billetes de 500 euros que se hallan en el negro «calcetín» de empresas y particulares. La amnistía fiscal (que ya fue propiciada en 1982 por Miguel Boyer), es una medida de difícil aceptación social y política, puesto que premia la evasión de impuestos. Y la utilización del ICO para «operaciones especiales» no gustaba a los bancos en la medida que podía enviar una señal negativa a los mercados extranjeros y reforzaba al Estado como competidor interno en el mercado del crédito.

Josep Antoni Duran Lleida y los parlamentarios de Convergencia i Unió se han apuntado un buen tanto. Asesorados por empresarios y economistas catalanes, suyo es el salvavidas que Zapatero arrojó ayer al proceloso mar de la crisis. Es un deber constatarlo, aunque ello escueza en algunos ámbitos (quizá en algunos despachos del Palau de la Generalitat, quizá en algunas dependencias de CiU, puesto que las relaciones de Convergencia con Unió no son buenas…)

Conviene constarlo, porque estamos ante un éxito político catalán, que va más allá de CiU.

Catalunya genera cerca del 20 del producto interior bruto español (sigue siendo la comunidad más productiva, pese a haber descendido posiciones en la clasificación de renta per cápita), es la comunidad que más exporta (27% del total de las exportaciones españolas), la que conserva un más alto índice de actividad industrial y la que reúne un mayor número de pequeñas y medianas empresas, las más castigadas por el estrangulamiento crediticio.

Por su realidad actual y por su fuerte tradición industrial, es lógico que Catalunya genere ideas propias sobre la crisis. Y también resulta lógico que estas ideas sean tenidas en cuenta en España.

Lógico lo es, aunque la política española no siempre sigue unas reglas perfectamente racionales. Se respira una gran excitación en Madrid por la crisis, pero durante las últimas semanas en la capital de España sólo se oía hablar de bancos y de inmobiliarias. De las pimes se habla muy poco en Madrid (pese a que la región madrileña cuenta con un buen número de ellas). La sensibilidad industrial no es el punto fuerte de Madrid. Nunca lo ha sido.

Por ello es pertinente hablar de éxito político catalán.

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Europa se autodestruye sin liderazgo, de Pedro G. Cuartango en El Mundo

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

TIEMPO RECOBRADO

Carlyle escribió en 1843: «La democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan».

Las palabras del pensador escocés han resultado una profecía porque, siglo y medio después, el liderazgo político está desapareciendo en la sociedad tecnificada y globalizada en la que vivimos.

La historia del mundo en el siglo XX había estado marcada por personalidades fuertes como Lenin, Stalin, Hitler, Churchill, Roosevelt y Mao, cuyas decisiones -para bien o para mal- cambiaron el curso de los acontecimientos.

La crisis económica que azota al mundo occidental está poniendo de relieve una inquietante falta de liderazgo en los dirigentes de EEUU y Europa, incapaces de transmitir la más mínima confianza a los ciudadanos que les han votado.

Bush ha ofrecido en las últimas semanas una imagen patética tras la rebelión de su propio partido contra el plan de saneamiento de los bancos, que sigue contando con un masivo rechazo de la sociedad americana. Ni los más incondicionales esperan ya de Bush un liderazgo para afrontar esta crisis.

El descrédito se extiende a instituciones como la Reserva Federal, la SEC e incluso el FMI, cuya absoluta pasividad ha contribuido a desencadenar el colapso de los bancos y de la economía mundial. ¿Cómo es posible que ninguna de estas poderosas organizaciones fuera capaz de prever lo que iba a venir?

La crítica es todavía más acerba si analizamos el papel de la UE y de sus jefes de Gobierno, que han demostrado una enorme incapacidad para ponerse de acuerdo. Sarkozy propuso la creación de un fondo de 300.000 millones de euros y luego convocó una cumbre en París que no sirvió para nada. Angela Merkel arremetió contra el Gobierno de Dublín para luego hacer lo mismo que había criticado. Gordon Brown nacionalizó bancos en pérdidas y luego elevó unilateralmente las garantías de los depositantes. Y Zapatero ha optado por presentar un plan similar al de Bush, que en el fondo va destinado a resolver los problemas de liquidez de la banca mediante recursos públicos que podrían ser empleados en otros fines como ayudar a las familias en apuros.

Muchas de las iniciativas que han adoptado los Gobiernos de la UE estos días vulneran los Tratados, los principios de la libre circulación de capitales y la filosofía del mercado único.

Pero nadie se atreve a decir que Europa se está deshaciendo porque priman los intereses nacionales y tal obviedad es incorrecta políticamente. Nuestros dirigentes están rompiendo lo que tanto trabajo ha costado edificar y a nadie le importa un bledo porque lo esencial es que cada uno se salve como pueda.

© Mundinteractivos, S.A.

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Ahora sí, medidas, de Santiago González en El Mundo

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

UN PAIS EN CRISIS

A CONTRAPELO

El presidente del Gobierno compareció ante los medios con cinco minutos de retraso y, por vez primera desde que empezó a trascender la crisis, propuso medidas razonables, de las que los ciudadanos esperan que tomen sus gobernantes cuando vienen las vacas flacas.

A lo largo del último año, se había jactado de jugar en la Champions; descalificó por antipatriota a una oposición que veía asomar el hocico de la crisis por el horizonte; pronosticó acontecimientos que no se produjeron, como la bajada del Euribor; trató de camuflar como medidas reactivadoras placebos que sólo sirvieron para liquidar el superávit (los 400 euros, la renta de emancipación y los 2.500 de los partos); presentó la cobertura social a los parados y el magro aumento de las pensiones mínimas (1,1% en términos reales) como si fueran medidas estimulantes, en lugar de cuidados paliativos, and so on.

Ayer, al fin, dio cuenta de dos medidas dignas de tal nombre. Después de su reunión con los representantes de la banca española, de la que Solbes tuvo con el Ecofin y de las declaraciones de ‘Mafo’, Zapatero anunció que va a multiplicar por cinco la garantía de los depósitos de ahorro de los ciudadanos, que estaba en 20.000 euros y va a llegar hasta los 100.000 por cada titular y cada entidad, con el fin de tranquilizar a los ahorradores.

La segunda medida anunciada hará frente a la crisis de liquidez que afecta a la economía española, porque sin liquidez no hay crédito, sin crédito no hay inversión y sin inversión no hay ni actividad económica, ni crecimiento, ni empleo, ni nada. En consecuencia, ha decidido dotar un fondo con una aportación de 30.000 millones de euros, ampliable a 50.000, para comprar activos no tóxicos, sino de alta calidad, con el fin de que las instituciones financieras puedan empezar a facilitar créditos.

Podría argumentarse, con respecto a la ampliación de la cobertura, que garantizar algo cuya solvencia se defiende por sí misma no supone un esfuerzo precisamente heroico, podría hacerlo al 100%, pero sí es altamente conveniente para que los ahorradores no tengan pesadillas, con razón o sin ella, en forma de corralitos argentinos.

La inyección de dinero en el sistema financiero es otra buena medida. La crisis, que el presidente prefiere llamar «situación de graves dificultades», dado su gusto por las perífrasis, no es de solvencia, sino de liquidez, pero si no se ataja el problema, acabará afectando a la solvencia. No se entiende muy bien la calificación que Zapatero hace de los activos que piensa comprar a los bancos y cajas con ese dinero. Mal podrían ser activos tóxicos, puesto que él mismo había declarado que nuestras entidades financieras no tienen. Pero tampoco pueden ser activos de muy alta calidad. ¿Qué banco querría deshacerse de ellos? O sea, que la cosa es más probable que vaya por activos de un aceptable medio pelo.

También parece un gesto de seriedad añadida que antes de la comparecencia llamara al jefe de la oposición para contarle la naturaleza de las medidas adoptadas, y que mañana se vaya a reunir Solbes con Montoro y sus respectivos equipos para explicarlo con detalles. Esto es otro nivel que lo de ‘Pepe’ Blanco y Pajín.

Sólo falta una medida complementaria que traería mucha paz a los atribulados corazones de los ahorradores españoles: que el Gobierno reconsidere las cuentas y las convierta en presupuestos para combatir la crisis. Eso sólo puede hacerlo de acuerdo con el partido de la oposición, en vez de desaprovechar recursos en la compra de bizcochables voluntades periféricas.

© Mundinteractivos, S.A.

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No se puede enterrar el olvido, de José Antonio Martín Pallín en El País

Posted in Derechos, Historia, Política by reggio on 8 octubre, 2008

«Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido». Carlos Piera, en la introducción a la novela ‘Los girasoles ciegos’, de Alberto Méndez

El juez Garzón ha puesto en marcha una investigación judicial sobre los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y los inagotables años de una dictadura que terminó físicamente con la muerte de un dictador que decidió despedirse de este mundo con cinco ejecuciones acordadas en un juicio sumarísimo que motivó la repulsa de la comunidad internacional.

Cien años de injusticia no pueden generar ni siquiera un año de justicia. Recuerdo esta frase clásica a los que mostrando generosamente su aceptación al entierro digno de los asesinados consideran odioso que se trate de descubrir a los asesinos. Ni paz ni perdón ni justicia para los vencidos, sólo unos gramos de piedad.

Algunas voces racionalmente críticas han considerado que la apertura de unas diligencias judiciales para averiguar la verdad (sin verdad no es posible la reconciliación) es una gestión que denota la vanidad personal del juez Garzón, pero no han aportado argumentos jurídicos y de justicia que desaconsejen iniciar el camino de la verdad.

También se han vertido críticas por sectores inequívocamente demócratas que encuentran la medida desproporcionada y procesalmente incorrecta. Pienso que es el momento de hacer una recapitulación, en términos puramente jurídicos, de lo sucedido y de la oportunidad de la medida adoptada.

1. La Constitución republicana de 1931 se anticipó a muchos textos políticos de la época. Su vigencia contribuyó a una sustancial mejora de las conquistas sociales pendientes y estableció las bases para desarrollar políticas que recuperasen el tiempo perdido desde que la clase dirigente rechazó la cultura de la Ilustración. Permitió el acceso democrático al poder de la derecha y tuvo que enfrentarse a convulsiones sociales semejantes a las que se producían en otros países europeos. El triunfo del Frente Popular, formado por partidos de izquierda que hoy gobiernan nuestro país y por otros que ahora serían considerados de centro derecha, desató una violencia de las bandas fascistas que no era ajena a los movimientos emergentes del fascismo europeo.

2. El 18 de julio de 1936 un grupo de militares de ideología mayoritariamente fascista se alzó en armas contra la legalidad constitucional. Santos Juliá califica la asonada como una acción del Ejército para frenar la revolución proletaria. No estoy a su altura, por lo que me remito a las dos declaraciones de Naciones Unidas del año 1946 retirando los embajadores. Condenanrotundamente un régimen fascista, aupado por la Alemania nazi y la Italia fascista, que derribó la legalidad democrática.

3. Los que diseñaron y ejecutaron el golpe dejaron por escrito sus siniestros propósitos. Transcribo unos párrafos del bando de guerra del general Queipo de Llano: «Serán pasados por las armas los directivos de los partidos del Frente Popular y si no fueren encontrados un número proporcional de afiliados».

4. Durante los casi tres años que duró la Guerra Civil, la República trató de hacer frente a la situación con las armas legales a su alcance. Los documentos lo acreditan. Es cierto que, desbordados por la presión de los sectores más extremistas, no pudieron contener acciones criminales, ejecuciones extrajudiciales, torturas y desaparición forzada de personas que incuestionablemente constituyeron crímenes contra la humanidad. Los vencedores ya se encargaron de castigarlos y a su vez de cometer muchísimos más.

5. Terminada la guerra implantaron un régimen de terror físico y psíquico que ha perdurado de alguna manera hasta nuestros días. Los que hablan de remover los demonios son un vivo ejemplo de lo que acabo de escribir.

6. Las innumerables ejecuciones sumarísimas sin las más mínimas garantías de un proceso justo, las torturas, el expolio de los bienes de los vencidos, las ejecuciones extrajudiciales seguidas de la desaparición forzada de personas ya eran entonces, con arreglo al derecho internacional de los tratados y el consuetudinario, crímenes contra la humanidad.

7. Los crímenes contra la humanidad se han considerado imprescriptibles, según toda la doctrina y la jurisprudencia de los tribunales internacionales, cuya legitimidad reconoce el Estado español.

8. Recientemente la Corte Suprema Argentina, a cuyos criminales hemos juzgado y condenado (caso Scilingo), y sobre todo la Corte Interamericana de Derechos Humanos de San José de Costa Rica, en varias sentencias referentes a Chile y Perú, declaran inadmisibles la amnistía y la prescripción de estos delitos por contravenir derechos inderogables reconocidos por el derecho internacional de los derechos humanos.

9. El Juzgado Central de Instrucción nº 5 ha recibido numerosas denuncias de particulares y asociaciones de víctimas del franquismo sobre casos de ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzada de personas que no podía dejar de investigar sin incurrir en dejación de funciones.

10. Juristas de diversos sectores opinan que no tiene competencia y que no se puede abrir una investigación sobre crímenes de hace 72 años que ya han prescrito y que además han sido amnistiados.

11. Sobre la competencia sólo diré que se trata de hechos cometidos en todo el territorio nacional y no hay previsión en la ley procesal para otra alternativa. Más concretamente, la Ley Orgánica de 25 de mayo de 1988, en su Disposición Transitoria, encomienda a la Audiencia Nacional la instrucción y enjuiciamiento de los delitos cometidos por personas relacionadas con elementos rebeldes. El Código Penal de 1932 y el vigente castigan la rebelión.

12. Sobre la prescripción recordaré la doctrina que emana de Núremberg y que ha sido admitida y recogida por la inmensa mayoría de los países que forman parte de la comunidad internacional.

13. Sobre la amnistía me remito a la doctrina de la Corte Interamericana y de la Comisión de Derechos Humanos que declara incompatible La ley francesa de Amnistía de 1998 (Nueva Caledonia) con la obligación de investigar violaciones de derechos humanos.

Además, recuerdo a los puristas que nuestra Ley de Amnistía es preconstitucional, por lo que cualquier juez puede, de acuerdo con la disposición derogatoria del texto constitucional, declararla inaplicable. Además, nos recuerda que las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los acuerdos y tratados internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.

Por todo ello estimo que la iniciativa del Juzgado de Instrucción Central nº 5 está ajustada a la más ortodoxa legalidad constitucional y al derecho internacional asumido por España, por lo que ningún poder del Estado o institución pública o privada puede poner obstáculo a sus peticiones sin el riesgo de incurrir en el delito de obstrucción a la justicia.

Si ocasionalmente alguno de los autores viviese y se demostrase -en un juicio justo y con todas las garantías- que fue autor de crímenes contra la humanidad, será condenado. Incuestionablemente existen razones humanitarias para evitar la cárcel.

La verdad puede resultar incómoda pero el olvido mata y es un obstáculo insalvable para la salud y la dignidad de una sociedad.

José Antonio Martín Pallín es magistrado emérito del Tribunal Supremo.

Activos tóxicos, de Manuel S. Jardí en El País de la Comunidad Valenciana

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

La inyección de fondos públicos para evitar el derrumbe así en el imperio como en la banca de la esquina, forma parte de lo que el camarada Gerardo Díaz, presidente de la CEOE, reclamaba días atrás con el eufemismo de «abrir un paréntesis en la economía de mercado». Los activos tóxicos, otro eufemismo para evitar palabras mayores como estafa, timo, atraco, asalto y demás vocablos acreditados, socavan el capitalismo prêt-à-porter. No obstante, antes de dinamitar el liberalismo clásico, los quintacolumnistas que inundaron de basura las partes nobles del engranaje, bien que se cobraron el servicio. Un tal Stanley O’Neal dejó hace un año Merrill Lynch ahíta de subprimes, embolsándose 117 millones de euros como gratificación. Su sucesor en este barco, tocado y hundido, fue John Tain, que con nueve milloncetes se puso a flote por dirigir unos meses la firma que envió al fondo abisal al Bank of America. Richard Fuld, de Lehman Brothers, cobró sus buenos 17,5 millones antes de la desintegración. Y así, unos cuantos revolucionarios que para sí hubiese querido Pancho Villa en su revuelta. En el trance de socializar las pérdidas, los camaradas de la Asociación Valenciana de Empresarios piden al gobierno que avale a bancos y cajas. Y, atención, reclaman un cambio de modelo de crecimiento. ¿Lo sabe Camps? Pese a la heterogeneidad de intereses, el soviet patronal reniega del ladrillo que tanto contribuyó a poner al día en el sector del tocho las teorías de acumulación del capital. Capital, por cierto, que no aportan como garantía del estropicio. Lástima que en su viaje al socialismo real, los camaradas empresarios no se hayan desprendido de su letanía sobre el despido libre o, por seguir echando mano de los eufemismos, flexibilización laboral. Para interpretar este minueto cuentan con los barítonos del Banco de España, que sólo avista enemigo inflacionario en los salarios. De cualquier modo, está claro que con intervención o sin ella, la banca siempre gana.

Y mientras la cagalera inunda Wall Street y demás sucursales del planeta, el gobierno indígena, pionero en abrazar la causa bolchevique desde el instante en que se encaramó al poder e hizo acopio del botín -tal es la magnitud de la deuda y el quebranto que amenaza a las empresas públicas-, propone original receta para salir del hoyo. Que consiste en endosarle el muerto a Zapatero, un villano que al parecer nos odia y quiere dejarnos sin postre (pásalo), y pedir. Por pedir que no quede. Se pide que, con los impuestos de todos los contribuyentes, se compensen las exenciones tributarias practicadas en este ombligo del mundo. Que mayormente afectan a los conservadores, es decir, a los que tienen más para conservar. El camarada Camps también propone intervenir, o sea, entrar a saco en nombre de la autoridad, para rebajar el recibo de la luz. A ver si las eléctricas presocialistas, allí donde Pizarro, nos devuelven el favor de Aznar cuando les regaló el billón de pesetas por fingir el fin del monopolio. Subvención no extensiva, por cierto, a librerías, ultramarinos, ni tantos camaradas de la pequeña y mediana empresa oprimidos por la economía de mercado. Gracias a los activos tóxicos, uno de cuyos principales referentes es la Generalitat, pronto sustituiremos el himno decimonónico por una versión adaptada de la vieja partitura anarcosindicalista: «A las mariscadas, a las mariscadas…». Lo único que sigo sin entender de la receta Camps, es lo del trasvase del Ebro. Una hábil maniobra, sin duda, para despistar al ejército del zar.

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Isidoro Nicieza, de Luis Arias Argüelles-Meres en La Nueva España

Posted in Asturias, Medios by reggio on 8 octubre, 2008

Soy docente y conozco muy bien la importancia que tiene el recuerdo que uno deja en aquellos alumnos a los que en un momento dado impartió clase. Es probable que algo no muy distinto acontezca en el mundo periodístico. Es el caso que durante estos últimos 14 años tuve la oportunidad de tratar con Isidoro Nicieza, y es mi deseo dejar constancia de lo mucho que aprendí departiendo con él a lo largo de todo este tiempo.

No me corresponde abundar en informaciones ya publicadas y fácilmente constatables acerca de la relevante labor que llevó a cabo en este periódico. De ello hay sobrada constancia a poco que tengan a bien informarse quienes se interesen por ello. Lo que quiero resaltar aquí es su apuesta por la independencia de la labor periodística, así como por el pluralismo en la opinión. En unos tiempos en los que los partidismos y la falta de imparcialidad en los medios no están contribuyendo precisamente a eso que se viene llamando genéricamente derecho a la información, es de agradecer que el público lector tenga a su alcance publicaciones periodísticas que no incurren en los manchurrones antes mencionados. Y no me cabe ninguna duda de que Isidoro Nicieza mantendrá su esfuerzo por esto que vengo diciendo en lo mucho que le queda de trayectoria profesional.

Por otro lado, no estamos hablando sólo de alguien que, por razones de su cargo, conoce a fondo la vida pública de Asturias, sino también de un periodista cuya capacidad para la interpretación de la realidad social, cultural y política es de una clarividencia admirable.

Estoy seguro de que en su nuevo cargo como director general del diario «Faro de Vigo» se volcará en conocer y comprender todo lo que concierne al contexto político y social del que se ocupa el periódico decano de la prensa española, y que serán muchos los que amplíen horizontes a resultas de lo que es su forma de entender el oficio periodístico.

Por otro lado, hago mía la doble salutación que manifestó Pepe Monteserín en su columna hace pocos días dirigida tanto al director saliente como a la nueva directora de LA NUEVA ESPAÑA.

Sirvan, en definitiva, estas líneas como muestra de gratitud hacia alguien que, como consecuencia de todo lo dicho, ocupa un lugar importante en la historia del periodismo democrático en Asturias. Y es el caso que algunos, entre los que me incluyo, hemos tenido la suerte no sólo de haberlo tratado, sino también y, sobre todo, como dije más arriba, de aprender con él. Y de compartir sus apuestas por la pluralidad, por la independencia, por el periodismo democrático, así como por aquello que se considera «voluntad de estilo» dentro de las páginas volanderas de ese acompañante inseparable de cada día al que seguimos y seguiremos llamando periódico.

El general no se fué, de Lorenzo Cordero en La Voz de Asturias

Posted in Asturias, Historia, Política by reggio on 8 octubre, 2008

El ojo del tigre

Para que la lenta y proteica Ley de la Memoria Histórica pueda iniciar su desarrollo práctico, el Gobierno le va a aplicar nada menos que cuatro reales decretos; de los cuales, uno de ellos determinará las condiciones en que se adjudicarán indemnizaciones a aquellas personas que fallecieron por defender la democracia, o por haber sufrido graves lesiones, durante la Transición. A este proteico fenómeno sociopolítico le han fijado unos límites temporales. Según la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, la Transición abarca un periodo de tiempo que va desde enero de 1968 hasta octubre de 1977.

Es decir, el Gobierno ha señalado cuáles son los límites cronológicos para poder beneficiarse de la citada ley; al parecer, con la noble intención de contribuir a cerrar heridas, a cicatrizarlas y a recuperar la memoria. Se supone que se trata de la memoria democrática.

¿Por qué desde 1968 hasta 1977…? Quizá para simplificar prudentemente la historia real de uno de los periodos más complejos en la vida de los españoles, durante el cual la historia de este país fue intoxicada, posteriormente, con falsedades, silencios -cobardes, unos; maliciosos, otros- y evidentes abusos de poder. Un periodo histórico que rebasa, sin duda, los límites cronológicos que le han adjudicado quienes se responsabilizan actualmente de ordenar la convivencia entre españoles. Porque la Transición no fue, -como pudiera creerse escuchando su localización en el tiempo con tanta exactitud- un suceso concreto, aislado, único dentro de un complicado proceso histórico de resistencias y luchas por el rescate de un sistema democrático, que había sido asaltado violentamente y destruido por la fuerza bruta de un golpe de Estado que, después, degeneró en una espantosa Guerra Civil.

La Transición abarca un largo y complejo espacio de tiempo mucho más amplio que el que le acaban de adjudicar. Y no sólo es su reducción temporal lo único que debería preocupar, sino también y sobre todo que la historia de ese tiempo real se simplifique tanto que, en el más próximo futuro, les parezca a las futuras generaciones que la Transición fue un breve episodio -apenas duró una década- en el que los abuelitos de sus papás libraron una batallita para intentar recuperar unas libertades democráticas que, al parecer, les habían robado…

Si aceptamos que la Transición sea encajonada entre esas dos fechas, aceptaremos también que su génesis comienza, poco más o menos, con las consecuencias revolucionarias -en términos eclesiales- de la aplicación del espíritu aperturista del concilio Vaticano II (1962-1965) en la cerrada sociedad católica española, y que su apocalipsis se determinó coincidiendo con la aprobación de la ley de Amnistía, previa a la proclamación inmediata de la Constitución Española (1978), que liquidaba las Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional. Sin embargo, antes y después de esos dos momentos ocurrieron muchas más cosas que no conviene ignorar ni, mucho menos, olvidar.

La Transición empezó a gestarse desde dentro del régimen franquista. Manifestándose a través de dos episodios diferentes pero complementarios: uno el político; otro, el económico. Ambos comparten una escena que estuvo interpretada por dos generales…. Me refiero al abrazo que Franco le dio al presidente de los Estados Unidos of América, Eisenhower, en Madrid. Corría el año 1959. Precisamente, el mismo año en que se puso en marcha el primer plan de estabilización económica en este país. Estábamos en pleno franquismo medio, después de haberse agrietado el muro que aislaba del mundo a la autarquía militar y cuando ya el sistema -hasta entonces, atrapado férreamente por aquel rey sin corona que emulaba a Fernando VII– empieza brujulear con la intención de orientarse hacia una necesaria institucionalización del mismo. Algo que fue logrando poco a poco gracias a la colaboración de los teólogos del desarrollismo económico.

Unos años más tarde, en 1974, una fantasía política que se llamó El Espíritu del 12 de febrero, planteó una tímida reforma epidérmica de la dictadura con aquella propuesta que hizo Carlos Arias Navarro, presidente del Gobierno e hipotético sucesor del difunto Carrero Blanco, la cual consistía en dos cosas principales: la primera, que era necesario seguir confiando en la clarividencia del Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos y expresándole insistentemente su adhesión; la segunda, prepararse para un futuro régimen con visos de participación.

Estos fueron los primeros síntomas inequívocos de una autorreforma que, pasado un tiempo, se llamaría Transición. Pero a la que nadie nombraba así porque se ignoraba la existencia de tal fenómeno semántico. Para los franquistas se trataba de reconducir su régimen hasta encajarlo en el nuevo puzzle geopolítico de después de la II Guerra Mundial. Intuían -los más avispados- que aislarse en ese momento era suicidarse estúpidamente. En cambio, para los antifranquistas significaba continuar luchando para derribar al dictador y destruir su imperio . Sin eufemismos y sin matices… Aquellos resistentes llamaban por su nombre real a lo que era su objetivo principal: la República.

En cambio, ahora, los que se supone son los sucesores de aquellos históricos resistentes antifranquistas, manejan hábilmente los eufemismos y matizan escrupulosamente sus opiniones. Por ejemplo, en vez de decir con claridad República, pronuncian con cautela Democracia. Quizá porque hay que seguir respetando la última voluntad nacida del último huevo puesto por el dictador: la Monarquía. Con lo cual, cada vez que uno despierta de ese sueño llamado Transición se da cuenta de que el general superlativo, que dominó el país durante casi medio siglo, sigue estando ahí. Quizá sea su venganza….

Lorenzo Cordero. Periodista.

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Un debate clave y olvidado. ¿Volverá el proteccionismo?, de S. McCoy en El Confidencial

Posted in Economía by reggio on 8 octubre, 2008

Hoy la cosa va de irme por los Cerros de Úbeda para llegar donde quiero llegar. Perdónenme el circunloquio. Pero merece la pena. Ya verán. Descubro, gracias a un lector, un muy interesante artículo, cuya lectura encarecidamente recomiendo, que publica Scott Reynolds Nelson en la edición de este mes de The Chronicle Review. Tanto el autor como el medio eran, hasta ayer, completamente desconocidos para mí. Sin embargo, la originalidad de la tesis que expone, la consistencia de la misma y sus potenciales implicaciones para adivinar el futuro que nos espera son, a mi juicio, extraordinariamente oportunas si bien creo que la posibilidad de que se repitan los dramáticos acontecimientos que en la pieza se narran es limitada. En esencia, defiende, lo que estamos viviendo en los procelosos días actuales no es un remedo de 1.929, paralelismo que incluso hasta ayer yo mismo he realizado, sino de la Real Gran Depresión, que así la llama. Una crisis de la segunda mitad del XIX que tendría un recorrido geográfico inverso al actual. Originaria de Centro Europa, cruzaría posteriormente el Atlántico para impactar de lleno en los Estados Unidos y provocar, finalmente, el cambio del centro económico mundial. ¿Un fenómeno similar al actual? Sin duda. Queda por ver quién será el vencedor de todo este proceso. No sean vagos. La solución, al final de esta pieza.

Los paralelismos son, en efecto, sorprendentes. Allá por 1870 tanto el Imperio Austro-Húngaro como Francia, deseosos de reactivar sus economías tras las continuas disputas, dieron un impulso al sistema bancario en general y al negocio hipotecario en particular. El efecto sobre el precio de los inmuebles en capitales como Viena, Berlín o París fue inmediato, provocando alzas espectaculares de los mismos. La facilidad de obtener crédito, en la cantidad que fuera necesaria y contra colaterales cuando menos dudosos, alentó aún más la formación de una burbuja. Sin embargo, el equilibrio económico, que se basaba en las exportaciones de materias primas agrícolas, se vio quebrado por la aparición de un competidor inesperado: Estados Unidos. Se produjo lo que entonces, según el articulista, se conoció como la Invasión Comercial Americana. Una nueva potencia industrial que, gracias a la implantación de procesos de mejora tecnológica tanto en la producción como en la distribución, había logrado abaratar sus costes hasta un punto en el que los centroeuropeos no podían competir. En mayo de 1873, la falta de actividad económica llevó a la banca de la región a la quiebra ante la negativa de los principales importadores, fundamentalmente británicos, a darles financiación ya que desconocían la verdadera realidad hipotecaria de sus balances.

A partir de ahí, la desconfianza trajo consigo el caos. Como ocurre en la actualidad, el interbancario se disparó a ambos lados de Atlántico, de modo tal que las dificultades se trasladaron también a esa nueva potencia emergente que eran los Estados Unidos. Unos problemas que se cebaron con su negocio más floreciente en aquél momento: la industria del ferrocarril. Excesivamente dependiente de la financiación a corto, se vio estrangulada por los compromisos financieros adquiridos y la incapacidad para hacerles frente. Los sofisticados productos emitidos por estas firmas, y que garantizaban un cupón fijo a futuro, probaron ser una carcasa vacía. Las quiebras se sucedieron una detrás de la otra provocando una situación de parálisis que duraría cuatro años en aquél país y hasta seis en Europa. Fueron momentos de agitación social pero también de extraordinarias oportunidades para aquellos que, habiendo hecho bien sus deberes con anterioridad, supieron esperar preparados la hora del examen. Y sacaron nota. Quedó demostrado, como también ahora, que cash is king a la hora de enfrentarse a periodos de incertidumbre.

De los efectos que la crisis trajo en 1873, muchos de los cuales se derivaban de la condición pre industrial todavía de la economía y de la ausencia de una identidad nacional tan marcada como hasta ahora, me quedo con un debate apasionante: el futuro de la globalización o, dicho de otro modo, el repunte del proteccionismo. No me puedo ocupar de lo tuyo si previamente no arreglo lo mío. Una discusión que no se encuentra en primera plana de las preocupaciones a día de hoy pero que va a ser determinante para marcar el ritmo de la recuperación de las distintas economías a futuro. Desde mi modesto punto de vista, y aunque haya casos puntuales en los que ocurra lo contrario, la crisis actual va a suponer, por paradójico que parezca, un impulso adicional a la liberalización del comercio a nivel mundial. No va a quedar otra.

Frente a lo que ocurría antaño, la interconectividad de las distintas regiones ha igualado a los damnificados por abajo. No hay un winner que, tal y como canta ABBA, takes it all. Los que tienen dinero necesitan mercado mientras que los que tienen mercado necesitan dinero. Efectivamente, esa es otra de las causas de la crisis actual: la excesiva dependencia de la financiación externa de algunas naciones. ¿Propone McCoy una vuelta a los errores del pasado? Indudablemente no. La liberalización vendrá acompañada de cesiones mutuas tanto en términos monetarios como arancelarios. Es verdad que las rondas internacionales han sido un fracaso y que los distintos estados han preferido la bilateralidad o la multilateralidad. Bien. Pero eran tiempos de vino y rosas. Ahora es momento de remar por la propia supervivencia. Y si cada uno mueve el remo para un lado. El bote dará vueltas sobre sí mismo sin avanzar. China, dice Scott Reynolds Nelson, tiene mucho que ganar. Pero su precaria estabilidad social hace que, igualmente, tenga demasiado que perder. Se abre, once more, el debate.

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Europa y la crisis económica, de Juan Francisco Martín Seco en Estrella Digital

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

EEUU, al fin, ha aprobado el plan de salvamento de Bush, que va a costar al erario público 800.000 millones de dólares, una bagatela. Supongo que el americano medio se sentirá un poco engañado; algo así como si le hubieran colocado en un acantilado y, los mismos que le han llevado al borde del precipicio, le dijesen: «No te preocupes que nosotros te salvamos; eso sí, para librarte de esta pesadilla, primero tienes que darnos la cartera».

Algo peor aún es lo de los europeos, porque aquellos que les han conducido al borde del despeñadero ni siquiera tienen un plan de salvamento, y es que ahora surgen, y de forma muy alarmante, todas las contradicciones del monstruo que han construido, esa Unión Europea que es un engendro con un cuerpo enorme e hinchadísimo, sin esqueleto, carente de manos y de pies y con una cabeza diminuta. Desde hace casi veinte años, algunos venimos denunciando, sin ningún éxito, tachándosenos más bien de extravagantes, que lo de Europa, tal y como está concebido, no puede funcionar y que antes o después saltará por los aires.

La Unión Europea se ha constituido exclusivamente como integración de mercados, por eso, cuando éstos fallan, no existe ninguna capacidad de reacción. Se carece de unión política y de gobierno europeos, lo que se manifiesta de forma evidente cuando, ante una crisis tan alarmante como la actual, el reflejo espontáneo es convocar una cumbre de los cuatro grandes países ninguneando a los otros veintitrés; y es que, si ya es difícil, según estamos viendo, que estos cuatro lleguen a un acuerdo, sería poco menos que imposible lograr alguna decisión de los veintisiete.

La Unión Europea, como tal Unión, se encuentra inerme ante la crisis y es incapaz de ofrecer una respuesta. ¿Qué respuesta va a poder dar cuando su presupuesto global apenas llega al 1,24% del PIB? Los mercados financieros se han integrado, pero no se dispone de una regulación común, la supervisión continúa siendo nacional, las normas y las garantías, también. Mientras que en España se acaban de asegurar los depósitos bancarios hasta los 100.000 euros, Italia lo hace hasta los 105.000, e Irlanda -con gran malestar, por ejemplo, de Gran Bretaña- y últimamente Alemania anuncian que lo harán de forma ilimitada. Hasta ahora, todas las acciones realizadas para afrontar la crisis han partido de los Estados nacionales, y no parece que pueda ser de otra forma en el futuro.

Hemos constituido una Unión Monetaria, pero sobre supuestos tan falsos que permitimos que el Banco Central Europeo actúe a su antojo sin ningún control y que, en la crisis más grave desde 1929, como empiezan a reconocer todos los expertos, el señor Trichet continúe paralizado en su dogmatismo monetarista repitiendo esa estupidez de que la brújula del BCE tiene una sola aguja: la de la inflación. Se puede hundir Europa, pero, eso sí, controlando los precios; cuando además, para mayor escarnio, no hay ninguna garantía de que realmente los controle.

España se encuentra en una situación especialmente delicada porque, después de ocho años de integración en el euro, comienza a divisarse lo que algunos pronosticamos: que el mantenimiento de un tipo de cambio fijo nos conduciría a una situación insostenible en la balanza de pagos. Año tras año, se ha ido perdiendo competitividad por el diferencial de inflación y, año tras año, el déficit por cuenta corriente se ha incrementado hasta llegar al 10% actual, lo que rompe ya todas las barreras y dispara todas las alarmas.

En 1993, cuando estábamos en el Sistema Monetario Europeo, afirmábamos la imposibilidad de mantener el tipo de cambio fijo por el hecho de tener un déficit exterior por cuenta corriente del 3%, y efectivamente, ante la presión de los mercados, fue necesario devaluar hasta en cuatro ocasiones, lo que restableció el equilibrio y constituyó la condición imprescindible para salir de la crisis.

Estos últimos años, los genios de la política económica oficial, es igual que fuesen de un lado o del otro, sostenían que, al estar en la Unión Monetaria, el déficit exterior no importaba. Craso error, como se puede apreciar. Es posible que en condiciones de dinero abundante sea relativamente fácil financiarlo, pero en épocas de escasez crediticia las dificultades se hacen insalvables. Además, en cualquier caso, el endeudamiento nunca puede ser ilimitado. Antes o después hay que restituir el equilibrio y sólo existen dos caminos para ello, o la devaluación o una recesión. La primera significa salirse de la Unión Monetaria; y en cuanto a la segunda, están por ver la intensidad y las consecuencias a que nos aboca.

Paraíso de la gran banca, de Antonio García-Trevijano en el Diario español de la República Constitucional

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

La palabra capitalismo ha perdido el sentido original del concepto y de la denotación social que antes la distinguía de lo expresado con la voz socialismo. La inadecuación de una palabra tan genérica para designar, frente al mundo obrero, a la clase propietaria de los medios de producción, obligó a excluir de la categoría capitalista a profesionales autónomos y artesanos, y a distinguir varios tipos de capitalismo, según fuera la preponderancia que tuvieran, en el sistema económico, el factor agrícola, el industrial, el estatal y el de servicios de intermediación entre producción y consumo, desde el comercio y el transporte hasta la comunicación y la tecnología, pasando por el servicio común del factor financiero.

Los neomarxistas llamaron clase dominante a la regente de la economía; clase gobernante a la directora de la política; y clase reinante al sector de la dominante que, en momentos de crisis, toma las riendas del gobierno. Sucedió con el gobierno de banqueros al inicio de la revolución francesa, la burguesa de Luis Felipe, la guerra de los bancos regionales contra el Banco de emisión, bajo la presidencia de Jackson (1830) y el primer gobierno tras la abdicación del Zar. Es lo que está sucediendo hoy en EEUU y Europa, ante la catástrofe financiera. El papel de Necker (1789) y Laffite (1830), lo desempeña en EEUU, el Secretario del Tesoro, ex-presidente de Goldman Sachs y, en España, el Sr. Zapatero, por comisión del Banco Santander.

Los banqueros piden al BCE que les inyecte liquidez a largo plazo. Y las cuatro primeras potencias de la UE les responden, en Paris, que les darán el dinero que necesiten, si tienen solvencia patrimonial, porque el Estado no permite que puedan caer en bancarrota. El concurso de acreedores exige que la masa patrimonial del activo supere la del pasivo, a fin de que un acuerdo con el deudor evite la quiebra. Los Estados europeos asumen la posición de los acreedores, con su beneplácito, institucionalizando la competencia desleal con los bancos solventes, pero medianos y pequeños, y ante las empresas industriales y de comercio, que seguirán expuestas al riesgo de quiebra. Los grandes bancos absorberán toda la banca, que pasará a ser negocio sin riesgo, con las pérdidas nacionalizadas. Y en tanto que clase reinante, liberada de preocupaciones de liquidez, acumulará riqueza patrimonial ilimitada, dominará el mundo de las comunicaciones y formará los gobiernos del Estado partidista. El paraíso del capital financiero.

florilegio

«Partidos y bancos. El ladrón conoce a los ladrones. Lo que se parece se une. El vestido robado solo viste sin peligro a ladrones de guante blanco.»

Nacionalismo económico en la UE, de Juan Francisco Martín Seco en Público

Posted in Economía, Política by reggio on 8 octubre, 2008

La crisis económica no sólo pone al descubierto los fallos del mercado; también los del proyecto llamado Unión Europea. Está sacando a flote todas sus contradicciones, algo comprensible si tenemos en cuenta que se ha diseñado exclusivamente sobre la integración de los mercados, sin crear al mismo tiempo instituciones que puedan compensarlos, ordenarlos y regularlos.

La reunión del pasado fin de semana entre los cuatro grandes muestra la incapacidad de Europa para intentar una solución adecuada y unitaria.

Ya es de por sí significativo que se convoque únicamente a cuatro países de los veintisiete que conforman la Unión. Pero es que ni siquiera esos cuatro lograron alcanzar un acuerdo de contenidos.

Es evidente la asimetría: mientras los mercados, incluso el financiero, están integrados, los agentes, las instituciones y los mecanismos de control, no, por lo que la respuesta a la crisis solo puede hacerse desde cada Estado.

Pocas horas después de la reunión, uno de los países participantes, Alemania, actuaba por su cuenta, al margen de toda coordinación, cayendo en la misma postura de Irlanda que todos habían criticado. Sálvese quien pueda.

El problema radica en saber si las soluciones nacionales pueden ser suficientes cuando se juega con mercados globales y si, por otra parte, no ponen en solfa las escasas reglas de juego y principios sobre los que descansa de forma precaria la UE.

Todos los dogmas de estos años están a punto de quebrarse. En un mercado único, las ayudas que los Estados miembros prestan a sus bancos garantizando, por ejemplo, sus depósitos, violan la concurrencia, ya que los colocan en mejor situación que a las entidades financieras de los países vecinos.

¿Podrán, por lo demás, los Estados pequeños, o más débiles económicamente, afrontar las posibles quiebras de gigantes financieros nacionales? Y, si es así, ¿podrán mantener el déficit público por debajo del 3% del PIB, a efectos de cumplir el Pacto de Estabilidad, o será necesario flexibilizar de forma generalizada este pacto?

Ante las primeras dificultades graves, la Unión se resquebraja y reaparece lo que en realidad siempre ha estado presente, no ya el nacionalismo político, sino también el económico.