Reggio’s Weblog

Canto para un niño muerto, de Pilar Rahola en La Vanguardia

Posted in Derechos by reggio on 23 enero, 2008

«A la nanita nana nanita ella / Mi niño tiene sueño, bendito sea». ¿Cuándo fue la última vez que una nana meció sus miedos y sus noches? Quizás nunca hubo una primera vez; quizás, tuvo sus nanas y sus caricias, pero los golpes fueron quebrando sus días de paz, hasta que quebraron su cuerpo. Quizás la melodía de una madre fue un bálsamo entre heridas, o quizás nunca gozó de ese dulce lenguaje. Quizás solo fue un pequeño superviviente, en los tiempos de la cólera y la ira, pero la ira y la cólera le ganaron la partida. Quizás, sólo quizás, algún día lo amaron, pero sus cuencas ahora vacías ya no tienen lágrimas para llorar los días que lo odiaron.Quizás fue un niño que nunca tuvo una oportunidad. Pero, con todo, su muerte es una llaga en el corazón de la conciencia, una vergüenza en nuestra cara, un agujero negro en nuestra responsabilidad.

Otro niño. Otro maltrato. Otro grito desgarrador en la nada. Y otro fracaso. Sonoro, indecente, cruel, trágico fracaso. Cuando un niño de nueve meses muere a golpes, se apagan las luces de las ciudades, se oscurecen las calles y las plazas, se tiñen de negro las almas, desaparece el mundo. Y, sin embargo, nada se inmuta en el mundo. Ni que sea por ello, por poner palabras al grito, por poner llanto al vacío, escribo este artículo con dolor y con rabia, sin objetividad, ni neutralidad analítica, tomando partido, como diría el poeta, partido hasta mancharme. Tomando partido por un niño roto.

¿Qué ha fallado? Otra vez, por enésima vez, la pregunta. Con el caso de la pequeña Alba – atada para siempre a las máquinas que le permitirán respirar, aunque nunca podrá hablar, ni jugar-, nos interrogamos hasta el detalle, recorrimos todos los fallos, nos indignamos con todas las imprevisiones, y finalmente llegamos a conclusiones sesudas. Los servicios sociales habían alertado del riesgo, la Generalitat sabía, la policía sabía, el juzgado sabía, y todos durmieron el sueño de los irresponsables. Pero no volvería a pasar. Y aunque algunos alzamos la voz para reclamar una ley integral del Menor, único instrumento serio para combatir integralmente el maltrato infantil, nos aseguraron que no hacía falta, que habían perpetrado un magnífico protocolo y que nunca más se equivocarían. Si se producía alerta de riesgo, habría actuación rápida. Pero llegó Claudia, con su coma en presente, y sus fracturas de fémur en pasado, y otra vez no supimos dónde habíamos fallado. Sólo los médicos habían cumplido adecuadamente, alertando, avisando. Y después una niña nigeriana de cinco años, cuyo nombre nunca supimos, apareció en el hospital Vall d´Hebron con penetración vaginal y anal. No era la primera vez, y nos aseguraron que el protocolo había funcionado. Que habían investigado, que no encontraron culpables, que podía volver con la familia, que…, y llegó la segunda vez.

Ahora, tenemos un bebé de nueve meses cosido a golpes, y en las pantallas de los televisores se agolpan vecinos que hablan de su extrema suciedad, de los moratones conocidos, de lo previsible. Como si fuera la crónica de una muerte anunciada, ahora sabemos que todo el mundo lo sabía…

Y para aumentar la indignación, aparece la abuela paterna asegurando que avisó a los servicios sociales de la muy noble ciudad de Vilanova i la Geltrú, y los muy nobles servicios de la muy noble ciudad ni tan sólo se personaron para conocer la situación en que vivía el niño. Dice la abuela que nunca fue atendida su llamada de auxilio. Si es así, el comunicado que ha enviado el Ayuntamiento de Vilanova no tiene pérdida. No tiene pérdida lo vergonzante que es. Dice el muy noble Ayuntamiento de la muy noble ciudad en su noble comunicado: «El Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú lamenta profundamente la trágica muerte del bebé de nueve meses… Con la voluntad de no interferir en el trabajo policial, no hará ninguna declaración, ya que los hechos están en proceso de investigación. Asimismo, el Ayuntamiento quiere poner de manifiesto la conmoción que este hecho supone para la ciudad».

Pero ¿qué se han creído que es un Ayuntamiento? Nadie les pide que se conmuevan o lamenten, ese es patrimonio de cada uno. Lo que se les exige es que cumplan con su responsabilidad social y que, si tienen denuncias de posibles malos tratos a menores, las atiendan con celeridad. Tenemos el derecho democrático a saber si este ayuntamiento tuvo alertas que no atendió y si funcionaron mal sus servicios sociales, y negar esta información, en aras de la investigación, es escurrir soezmente el bulto. Como tantas veces en casos de esta sensible naturaleza. De escándalo.

La cuestión es tan de fondo, que marca la buena o mala salud de una sociedad. Y aunque se han hecho protocolos y se han mejorado actuaciones, el reguero de maltratos que podían haberse evitado sigue goteando trágicamente. Fallan los tiempos – un día de más, en un niño maltratado, puede significar la muerte-, falla la coordinación, falla la responsabilidad pública. Y auguro que, mientras no tengamos una ley integral del Menor, la improvisación seguirá produciendo tragedias.

«Dorm petit / la mare et bressa / cal que creixis ben depressa…».

www.pilarrahola.com

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El perro flaco, de Pilar Rahola en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 28 noviembre, 2007

Mirada de cerca, La deessa reviste una serena grandeza. Es una escultura bella, dulcemente inserida en el ideal noucentista que inspiró la obra de Josep Clarà. Civilizada y armónica, esta humana diosa de mármol es algo más que un ideal soñado.Quizás representa el ideal fallido de este acomplejado país. El modernismo quería quebrar los límites de la realidad y soñó un arte de horizontes lejanos. Pero fue el noucentisme el que evocó un ideal cívico que trascendía al arte, para aterrizar en la vida colectiva, y plantear un auténtico proyecto nacional.

Si alguna vez Catalunya ha sido seriamente «pensada», lo han hecho Eugeni d´Ors y Prat de la Riba. Y no sólo por el ideal estético, sino por la ambición política que dejaría, como herencia, las obras de gobierno más importantes de nuestra historia. Lo estético nos legó, en la capital de esa Catalunya-ciutat anhelada, los frescos de Joaquim Torres Garcia, o las esculturas de Gargallo y Clarà, o incluso las «rondas» de León Jaussely. Sometido el urbanismo al concepto de «belleza, cultura y valores cívicos», la persecución de una capital «bella y culta» fue un auténtico proyecto administrativo que se concretaría en la creación de escuelas, bibliotecas, museos…

Pero fue en el plano político, de la mano de Prat de la Riba y Puig i Cadafalch, donde el legado llegó a la categoría de histórico: Biblioteca Nacional, Ferrocarrils de Catalunya, Escola Industrial, Institut d´Estudis Catalans, Servei Geogràfic, Escola Superior de Belles Arts, promoción de la magna obra de Pompeu Fabra y una importantísima labor de creación de infraestructuras, puertos, obras hidráulicas, teléfonos, red sanitaria, mejoras agrícolas, educación y obra social. Incluso se creó la Escola d´Administració Local, para consolidar un cuerpo moderno de funcionarios catalanes. En pocos años, pues, y fruto de un proyecto social y de una estrategia política brillante, Catalunya sentó las bases de un país moderno.

Casi cien años después, no hemos inventado nada nuevo. Peor aún, perdidos los ideales y desaparecida la ambición, la vida política catalana da vueltas alrededor de la misma tediosa mediocridad, mareada en debates estériles de grueso verbo y corto recorrido.

Desde que tenemos democracia, ¿recordamos alguna gran obra de gobierno, a excepción de la creación de TV3? Y, sobre todo, ¿recordamos alguna aspiración política que fuera más allá del cortoplacismo táctico, o del esencialismo banal? A riesgo de merecer el maldito epíteto de derrotista, en este país que ha hecho del cofoisme una identidad, me atrevo a afirmar que Catalunya está seriamente enferma. Y no sólo por el insostenible crac de las infraestructuras, o la pérdida de competitividad económica, sino por algo mucho más profundo. Veamos la derivada infernal que nos dan las noticias.

La misma Catalunya que había llegado a ser exportadora de pedagogía, y que cuenta con pedagogos de la categoría de un Francesc Ferrer i Guàrdia, un Alexandre Galí, una Rosa Sensat, un Joaquim Xirau o un Pere Vergés, es ahora tristemente célebre por encabezar el ranking del fracaso escolar. No sólo hemos perdido el liderazgo del pensamiento pedagógico, sino la ambición política para llevarlo a cabo.

Para muestra el botón: la Generalitat está a la cola en inversión pública en educación, y dedica casi 1.500 euros menos por niño de lo que dedica el País Vasco. Si de la educación pasamos a la seguridad, Catalunya encabeza el ranking de consumo de cocaína, es líder en prostitución callejera y han aumentado sensiblemente los delitos con arma de fuego. Peor aún: dicen los expertos que Catalunya es el centro más importante de toda Europa de captación de militantes yihadistas. Mientras tanto, el conseller del ramo se debate entre hacer de jefe de los Mossos o de miembro emérito de Amnistía Internacional.

No hablaré de la cultura, porque merece capítulo aparte, pero hace años que no somos el referente de nadie, en ninguna de las disciplinas creativas que tanto consolidaron el orgullo catalán de antaño. Y si hablamos de economía, ahí están las sonoras palabras de José Manuel Lara, alertando de la pérdida de dinamismo, la falta de estrategias inteligentes y la nula capacidad autocrítica. Nuestra máxima aspiración acaba siendo inaugurar, ministra en mano, alguna obra que no se hunda.

¿Qué hace la política en el accionar de la crisis? Primero, la niega, más cómoda en la retórica victimista que en el ejercicio de la autocrítica. Segundo, se instala en el tacticismo, el verbalismo efectista y la cultura de la subvención. Y finalmente, lejos de nutrir al país de grandes líderes, genera funcionarios de la política, inmunes a cualquier tentación estadista. En esta Catalunya enferma, lo único que nos venden es autodeterminaciones a largo plazo, derechos a decidir no se sabe qué, o más de lo mismo, por los caminos de ZP.

Ni altos ideales, ni brillantes estrategias, ni diagnóstico severo, sólo inmediatismo electoral. Es decir, el mismo país que soñó un ideal civilizado, hoy es un enfermo crónico que sólo aspira a gestionar, soberanamente, su sonoro fracaso. ¿Falta de ambición? Peor: la mediocridad convertida en un valor patrio.

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No es Irak, querida Pilar Manjón, de Pilar Rahola en El País de Cataluña

Posted in Política by reggio on 3 noviembre, 2007

Una cierta incomodidad. O, para ser más sincera, un cosquilleo en el ombligo de la conciencia, como si fuera una incorrección escribir este artículo. Como si una estuviera segura de lo que quiere expresar, pero deseara un notición de última hora para tener una excusa y cambiar de tema. Pero los hados del periodismo no me son favorables, en esta mañana de puente que aún arrastra ruidos gruesos de la baja política. Los días después de la sentencia del 11-M prometen continuar su ascensión a los infiernos, y soy consciente del oxímoron que acabo de escribir. Al fin y al cabo, la subida de tono debe aspirar a elevarse hasta los cielos electorales, pero sólo resuena en los avernos de la política tabernaria. No, lo siento. No creo que ni uno solo de los protagonistas políticos del 11-M esté, hoy por hoy, a la altura ética de las circunstancias, en un tanto monta, monta tanto José Blanco y Eduardo Zaplana, Alfredo Pérez Rubalcaba y Ángel Acebes. Se trata de decirla gorda, de mantener la estridencia verbal más allá de la sentencia, negados al silencio político que sería, finalmente, deseable. Llevamos cuatro años, tan pesados, de mentiras, conspiraciones y manipulaciones, que la paciencia ya no es una virtud bíblica, sino un pecado democrático. Basta. Basta de usar a ETA y a Irak, basta de tirarse una tragedia a la cabeza del adversario, con el único fin de ganar algunos votos. Es cierto que el PP ha sido el coartífice de una mentira histórica, y que tantos años de persistencia en la mentira han creado una situación delirante, donde un partido conservador ayudaba a desacreditar cuerpos policiales, ponía en duda pruebas judiciales y, al final del camino, se mostraba más obsesionado por su trasero político que por los asesinos de decenas de víctimas. Es cierto que no ha hecho autocrítica. Y es cierto que algunos de sus líderes padecen ahora ataques severos de amnesia. Pero no se puede hacer una crítica severa al PP si no se parte de una autocrítica, también severa, de la izquierda, que masivamente jugó a la confusión entre atentado y guerra de Irak, que insinuó responsabilidades políticas de José María Aznar, y que aún juega a ello sin exceso de escrúpulos. El repita conmigo «no fue ETA» de Pérez Rubalcaba, contraatacado con el «no fue Irak», de Zaplana, resumen lo esperpéntico del enfrentamiento. Lo esperpéntico y lo infantil…No. No fue ETA. Pero tampoco fue un presidente que, legítimamente tomó decisiones en política exterior y cuyas responsabilidades sólo atañen al terreno de la política. Criticable y criticado, pero no culpable de 191 muertos. Primero, porque el fundamentalismo islámico tiene a España en su centro de interés desde los tiempos de las soflamas de Hasan Al Banna y el resto de teóricos del yihadismo, cuya obsesión con Al-Andalus los llevó a hablar de la reconquista española como el primer objetivo de todo buen musulmán. Desde los años treinta, cuando empezó el movimiento, hasta la eclosión actual, toda la retórica de la guerra santa habla de España como objetivo, y algunos de los atentados previos a la guerra de Irak, como el atentado del restaurante España en Casablanca, son de una claridad meridiana. ¿Hemos olvidado que en el primer vídeo de Bin Laden, justo después del 11-S, habló de Palestina y de Al-Andalus como las primeras tierras que cabía liberar? Intentar vincular el atentado -cuyas raíces teóricas son mucho más lejanas, cuya preparación, según todos los indicios, es muy anterior a la guerra de Irak, y cuyos primeros coletazos mortales fueron bien precisos- a la política exterior de Aznar es errar y, sobre todo, mentir. A Aznar se le puede culpar de no haber escuchado las evidentes amenazas -«cuando el enemigo dice que quiere matarte, hazle caso», dice el Talmud-, de no tener las suficientes dotaciones presupuestarias para perseguir policialmente a los terroristas islámicos, de falta de previsión, pero no tiene ninguna culpa, ni tan sólo moral, de la mayor matanza que ha perpetrado el yihadismo en Europa. Sin embargo, y a pesar de la información ingente al respecto, cierto entorno de izquierdas continúa insinuando esta perversión. El PP tiene razón cuando se duele de ello. Como el PSOE tiene razón cuando critica severamente la teoría de la conspiración pepera. Pero ninguno de los dos tiene razón en continuar el juego de las ambigüedades, las mentiras solapadas y, finalmente, el uso retórico de un atentado con fines electorales. Lo siento, pero creo que no se salva nadie.

Ni siquiera se salva Pilar Manjón. Es cierto que Pilar ha sufrido ataques indecentes por parte de determinados periodistas cavernarios, y también es cierto que ha mantenido una dignidad extraordinaria en momentos muy críticos. Además, es la voz pública de decenas de víctimas, y ello la reviste de un respeto necesario. Cuando Pilar ha exigido, pedido, hablado en nombre de esas víctimas, e incluso ha cuadrado a los parlamentarios en propia sede, ha sido la voz de millones de nosotros, y así lo hemos agradecido. Pero hay momentos, desgraciadamente, en que Pilar parece confundir los papeles y, hablando desde su alta categoría moral, acaba bajando a la pura y dura arena política. Muchas han sido las veces en que parecía más una líder de izquierdas que la voz de los familiares, y en ese punto ha dejado de representarnos a muchos. El tema de Irak es el ejemplo más desagradable. Pilar ha llegado a decir que recurriría contra la sentencia si no se reconocía la guerra de Irak como causa del atentado. Esto, aparte de un error de bulto, es una rotunda confusión de su papel como víctima. Habrá que ver cómo elabora, a partir de ahora, su papel público. Pero, en el traspaso entre el antes y el después de la sentencia, no acaba de afinar el verbo. Parece que también ella confunda su ideología con su tragedia. Y mal vamos si todos queremos sacarle partido ideológico a una matanza siniestra.

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