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Mario Conde, 11-M…, el Estado español existe, de Enric Juliana en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 4 noviembre, 2007

CUADERNO DE MADRID

A las once y media del miércoles, cuando el juez Javier Gómez Bermúdez comenzó a leer la sentencia, no había casi nadie en el memorial de Atocha. La media mañana es una hora tonta en cualquier estación de cercanías. Es una hora ausente.

No había apenas movimiento bajo la luz cenital y esa soledad permitía captar mejor algunos detalles del más conmovedor monumento funerario que existe hoy en España. Conmovedor, que no es exactamente lo mismo que emocionante.

Llama la atención la primera frase. El primero de los muchos mensajes que, sin tomar aliento, dibujan una espiral en la linterna que sube en busca de la luz. Entresacada de las miles de notas que aparecieron en la estación inmediatamente después de los atentados, esa primera frase dice: «Hace falta mucha fantasía para soportar la realidad».

He ahí una novedad interesante en España. He ahí al Estado convocando explícitamente a los ciudadanos a soportar la realidad. Porque el monumento, no lo olvidemos, es del Estado. Sufragado por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid, es el más destacado homenaje oficial a las 199 víctimas del 11 de marzo del 2004. Es del Estado, pero no habla el Estado. Ésa es otra de las novedades del estilizado memorial, obra de un equipo de jóvenes arquitectos, casi todos veinteañeros, que hicieron su trabajo con gran honradez. Y claridad de concepto.

Porque en ese hablar sin hablar hay mucha verdad sobre la naturaleza actual del poder estatal. Está y no está. Ni una lápida, ni una placa. Ni rastro de las viejas retóricas nacionales, cuando el Estado, corpóreo y agitador, jugaba a ser Júpiter. Cuando, furioso y paternal, podía reclutar levas forzosas y arruinar haciendas con devaluaciones neuróticas. Cuando erigía grandes monumentos de mármol. Cuando era hiperbólico. Ahora hay días en que papá está de viaje de negocios. Paga las pensiones, eso sí. Y las escuelas. Y los hospitales. Como no lo había hecho nunca antes. Está, pero de otra manera.

Es realmente honroso el memorial de Atocha porque expresa con mucha sinceridad el desamparo de nuevo tipo, la vibración del alma popular en formato SMS. «Hace falta mucha fantasía para soportar la realidad», escribió alguien que quizá había leído a Lacan, al psiquiatra Jacques Lacan, que dejó dicho que la fantasía es el soporte del deseo.

Resulta muy poética esa frase allá en lo alto del lucernario, pero políticamente es atroz. Parece alentar, desde la misma casa de los muertos, el movimiento más inquietante de estos últimos tres años sobre el tablero: el intento de deslegitimar el juicio del 11-M mediante una sucesión de fantasías perfectamente programadas.

Inutilizar el juicio, con la consiguiente quiebra moral de la legislatura, era el deseo de quienes, desde la Cope, el diario El Mundo y otras instancias, han intentado edificar una realidad paralela, envolviendo en una tela de araña a las gentes del PP que creían -y creen- necesaria otra estrategia. Algo de autocrítica, incluso.

Pero el Estado, que está y no está, ha soportado la prueba. Como la soportó en los años noventa, cuando el banquero Mario Conde intentó asaltarlo. El Estado español tiene cinco siglos de historia. Cinco siglos con un deseo nunca del todo realizado: ser, imperativamente. Tiene un nervio todavía fuerte, encarnado estos días por el juez Gómez Bermúdez, personaje que ha logrado recrear una cierta idealización española del alto funcionario.

La sentencia del 11-M ayuda políticamente al PSOE, no hay duda, pero que nadie se engañe: es una reafirmación del Estado. Y muy concretamente de la Audiencia Nacional, con todo lo que esta poderosa instancia judicial significa hoy en España. Quienes en Catalunya sueñan con cambiar la realidad mediante la fantasía deberían tomar nota. Les va en ello la viabilidad y la consumación de su deseo.

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