Reggio’s Weblog

Los lemmings y Europa, de José Ignacio Torreblanca en El País

Posted in Internacional, Política by reggio on 15 diciembre, 2008

Los lemmings son unos pequeños y simpáticos roedores que se ven periódicamente sometidos a crecimientos de población tan descontrolados que pueden llegar a multiplicar su población por 10 en un brevísimo lapso de tiempo. La imaginería popular dice que estos animalillos se suicidan en masa saltando al mar, pero la realidad es más prosaica: aunque saben nadar, no pueden recorrer grandes distancias sin fatigarse, así que cuando en su atolondrada búsqueda de nuevos territorios llegan al mar, el miedo les hacer detenerse en los bordes de los acantilados. Con el tiempo, la presión de los que vienen detrás comienza a ser insoportable, de tal manera que comienzan a empujarse los unos a los otros hasta que al final caen todos en masa al agua.

Es difícil no ver un paralelismo en el comportamiento de los 27 Estados miembros de la Unión Europea, reunidos esta semana en el Consejo Europeo para aprobar las medidas anticrisis, intentar salvar el Tratado de Lisboa y lograr un acuerdo medioambiental de calado. Una vez más, el Consejo Europeo ha disfrazado como acuerdo histórico lo que no es más que una mínima coordinación de varias huidas hacia delante.

Aunque desde que el tiempo es tiempo, el humo siempre fue un indicador de fuego, la mayoría de los Estados miembros prefirieron esperar a ver las llamas de la crisis económica antes de gritar fuego. Pero visto lo visto, el diagnóstico común se ha detenido ahí: unos han echado a correr en la dirección de las nacionalizaciones bancarias, la rebaja de impuestos y el déficit público, mientras que otros, como Alemania, se han mostrado mucho más cautelosos a la hora de tirar por la borda años de esfuerzos de ajuste. Muy significativamente, los líderes europeos ni se han molestado en cambiar las reglas sobre déficit público, lo que hubiera significado conceder a la Comisión Europea un papel de árbitro de los programas de expansión fiscal de los Estados: simplemente han puesto dichas reglas en suspenso, junto con las normas que supervisan las ayudas públicas y garantizan la competencia. Así, empresas y Estados, al borde del acantilado, podrán empujarse desordenadamente en los años venideros y, con un poco de suerte, saldremos de esta crisis con otra magnífica espiral de dinero barato y burbujas financieras.

Algo parecido puede decirse de la supuesta solución adoptada para (supuestamente) satisfacer a Irlanda: según la última encuesta del Irish Times, que da sólo cuatro puntos de ventaja al (pero con un 18% de indecisos), ni siquiera con concesiones de calado como el mantenimiento de un comisario por país, está asegurada la victoria en un segundo referéndum. De aquí a octubre de 2009 (fecha en la que se celebraría la segunda consulta) pueden pasar muchas cosas, incluidas unas elecciones europeas en junio del año que viene de las que no se sabe qué temer más: una abstención masiva o la proliferación de partidos y votos antisistema, ambos con efectos importantes sobre la legitimidad del proyecto europeo. También aquí, una Comisión Europea con 30 o incluso 35 miembros tiene un evidente efecto lemming: es difícil pensar cómo sobrevivirá en términos de eficacia y, por tanto, de legitimidad, ante Estados y ciudadanos. Claro que todo ello son minucias comparado con la posibilidad de que el no gane por segunda vez, lo que obligaría a Europa a enterrar el Tratado de Lisboa y abrir otro largo periodo de negociaciones de incierto resultado.

Y para terminar, las cosas no son muy distintas en lo relativo al paquete medioambiental aprobado por los Veintisiete. La magia de los veintes por ciento (en la reducción de emisiones, la eficiencia energética y las energías renovables para 2020) está tan perfectamente lograda que induce tanto a sospecha como la agenda de Lisboa que, merece la pena recordar (aunque sea para sonrojarnos de vergüenza), prometió hacer de Europa antes de 2010 «la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social». Hasta ahora, las industrias eléctricas, químicas, cementeras y otras altamente contaminantes han hecho un magnífico negocio a la hora de trasladar a los consumidores el coste de permisos por los que no pagaban nada sin a cambio reducir sus emisiones. Ahora, Gobiernos y empresas podrán escudarse en la competencia internacional y la crisis económica para ralentizar su ritmo de adaptación a un régimen donde de verdad rija el principio de «quien contamina paga». Así, mientras las propuestas originales de la Comisión Europea proponían que para 2020, las empresas pagarían por el 100% de sus emisiones, el acuerdo les permitirá pagar sólo por el 70%. Los lemmings saben que la vida en el borde del precipicio no es cómoda, pero es mejor que saltar al agua. Eso sí, al menos no hablan todo el día de «acuerdos históricos».

jitorreblanca@ecfr.eu

¿Qué hay de cierto en la crisis de Gobierno?, de Casimiro García-Abadillo en El Mundo

Posted in Política by reggio on 15 diciembre, 2008

A FONDO

El anuncio de una crisis de Gobierno provoca siempre un seísmo cuya intensidad es directamente proporcional a la veracidad de la noticia. Medida por su repercusión en los afectados, los ministros, a la información publicada el pasado lunes en este periódico por Marisa Cruz y Manuel Sánchez cabría apuntarle un siete en la particular escala de Richter de la política.

Todos los miembros del Gobierno saben que el presidente está decidido a hacer cambios profundos. El problema, como casi todo en la vida, es saber cuándo llevará a cabo la renovación.

Los nervios afloraron tras el comentario de Rodríguez Zapatero de que pensaba crear un Ministerio de Deportes en una próxima remodelación del Gobierno, aprovechando la visita a La Moncloa del equipo español de Copa Davis el 26 de noviembre.

Justo por esos días, un hombre cercano a Zapatero, el consejero ejecutivo de Telefónica Javier de Paz, comentó en una cena que el presidente iba a adelantar los cambios en el Gobierno que, en principio, pensaba llevar a cabo tras la Presidencia española de la UE (2010).

Por si eso fuera poco, el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, le ha hecho llegar al presidente su opinión de que en estos momentos es necesario dar un golpe de efecto, una señal que demuestre vitalidad frente a una situación económica catastrófica. «El Gobierno está quemado». A tan sólo ocho meses de su constitución tras las elecciones generales, ésa es la sensación que tienen algunos dirigentes del partido, entre los que destaca el propio Blanco.

Una fuente bien informada me comentó esta semana: «Yo creo que alguien interesadamente ha soltado lo de la crisis. Mi impresión es que Zapatero, que de este asunto no habla con nadie, podría hacer cambios antes del verano, probablemente después de las Europeas. Pero no en estos momentos. Ahora no toca».

Si alguien tenía interés en los efectos de la noticia, ha logrado su objetivo. La amplitud de la rumoreada crisis ha provocado en todo el gabinete una inusitada actividad. Contrariamente a lo que recomendaba Alfonso Guerra, ahora parece que el que no se mueva no saldrá en la foto.

Las crisis de Gobierno son casi un subgénero dentro del periodismo político. Hay que ser cauto y no confundir los deseos de las fuentes, siempre interesadas, con la realidad. No hay que olvidar que éste es el terreno abonado para lanzar maliciosos globos sonda.

Con todas las cautelas que requiere el trato de este material altamente inflamable, les contaré lo que en los círculos del poder se dice sobre la actual alineación del equipo de Zapatero.

Un hombre al que todas las fuentes dan como baja segura en el próximo Gobierno es al vicepresidente económico. Pedro Solbes, el héroe del debate frente a Manuel Pizarro, ya le dijo a Zapatero que su idea era abandonar a mitad de legislatura. Pero ahora, con la que está cayendo, sus deseos pueden convertirse en realidad antes de tiempo.

«Solbes no es el hombre adecuado para esta situación», coinciden diversas fuentes. «Se ha mostrado dubitativo, no supo prever la recesión y su excesivo conservadurismo le lleva a congelar cualquier iniciativa que proceda de otras áreas del Gobierno», dice un alto funcionario.

Zapatero está muy preocupado con el aumento del paro. Es su prioridad número uno. Por ello, cuando se elaboró el plan que presentó ante el Congreso, primó la medida que garantizaba una más rápida y mayor contratación de mano de obra: los 8.000 millones para los ayuntamientos.

Solbes se ha mostrado reacio a aumentar el déficit público y no cree que medidas como ésa ayuden de verdad a solucionar el problema de productividad y competitividad de la economía española. Pero el vicepresidente no está en situación de pelear. En su círculo dicen que, en la práctica, «ha tirado ya la toalla».

Otra persona que concita el consenso en torno a su pérdida de influencia es la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega. Otrora vencedora en su pugna con Pérez Rubalcaba, que quiso ser vicepresidente del Gobierno e incluso llegó a insinuar su retirada como medida de presión, ahora la vice vive sus horas más bajas. Le achacan fallos en la política de comunicación. «No transmite bien los mensajes del Gobierno», argumentan sus críticos. ¡Cómo si ése hubiera sido un defecto adquirido recientemente!

Es verdad que algunos ministros le quieren pasar ahora factura por su exceso de celo en el papel de coordinadora de las llamadas políticas horizontales. «No ha tenido mano izquierda», sostienen las fuentes. Lo que sí está claro es que ha dejado de ser una de las favoritas del presidente. Su número no es el primero que marca Zapatero cuando tiene un problema. Eso es letal. Sobre todo, cuando uno o una es vicepresidente del Gobierno.

El tercero que reúne más papeletas para dejar el banco azul es el ministro de Exteriores. Desde hace tiempo, Moratinos ya no fija las prioridades de la política exterior. El fichaje de Bernardino León como secretario general de la Presidencia ha reducido enormemente su papel. El presidente considera que él ha sido el auténtico muñidor de la asistencia de España a la Cumbre del G-20. Zapatero, que ahora es consciente de que España ha perdido peso internacional durante su primer mandato, cree que el hombre ideal para recuperar el terreno cedido es el anterior número dos en Exteriores, ahora convertido en niño mimado de Moncloa, incluso para abordar temas tan espinosos como la entrada de Lukoil en Repsol.

Y después viene el paquete de los que siempre están en la cuerda floja. Se da por segura la salida de Bermejo del Ministerio de Justicia y de Magdalena Alvarez de Fomento. Eso por sólo mencionar los ministerios importantes.

Sin duda, las crisis son la ocasión ideal para que afloren las ambiciones de algunos y para que se definan con mayor claridad los perfiles ideológicos del Ejecutivo, menos relevantes en tiempos de bonanza.

La vieja guardia tiene en Rubalcaba su mejor baza. El ministro del Interior ha hecho una buena labor en la lucha contra ETA. Sus activos están claros y cuenta con personas de su confianza en puestos clave como José Enrique Serrano o Elena Salgado (a la que en su día quiso promover a la cartera de Defensa).

Sin embargo, no es ése el perfil que desea Zapatero para su futuro dream team. Menos vieja guardia y más caras nuevas. Otra generación más en sintonía con el presidente. Esa es la consigna.

Miguel Sebastián, Bernardino León, David Vegara, etcétera, conforman el arquetipo del ministro ideal para un Gobierno que tendrá que hacer frente a la que se augura como la peor crisis económica de la democracia española.

Esa fisonomía tendrá necesariamente que estar trufada por personajes que nos recuerden que estamos ante un Gobierno de izquierdas. Zapatero no puede olvidar los vínculos con el partido y con la UGT.

Pero, para ese papel, siempre tendremos a un hombre dispuesto a los mayores sacrificios en aras del triunfo del ideario socialista: José Blanco. «Blanco sería un buen ministro de Fomento», dijo la semana pasada su paisano Pérez Touriño, presidente de la Xunta. «Efectivamente», pensará para sí su amigo Luis del Rivero.

casimiro.g.abadillo@el-mundo.es

© Mundinteractivos, S.A.

Los 25 del PSC y el cuento, de Francesc-Marc Álvaro en La Vanguardia

Posted in Política by reggio on 15 diciembre, 2008

La última jornada de campaña de las elecciones generales de marzo de este año, mientras paseaba por el centro de Barcelona, unos jóvenes me entregaron una publicación editada por las juventudes del PSC que llevaba por título El día después y por subtítulo Diario imaginario del 10 de marzo. El folleto, ocho páginas del tamaño de un periódico, estaba dividido en dos partes. Si se abría por el lado impreso en rojo, quedaba claro que el PSOE había ganado los comicios y todo eran buenas noticias. Si se abría por el lado impreso en azul, se comprobaba que una victoria del PP acarrearía medidas nada deseables. De acuerdo con la estrategia socialista en Catalunya, se trataba de evitar la abstención en campo propio usando el espantajo del PP como único argumento. «Si tú no vas, ellos vuelven» fue el gran eslogan de la campaña de Carme Chacón. No hubo que forzar mucho las cosas, pues la derecha española hizo todo lo posible para contribuir al éxito de Zapatero entre el electorado catalán, hasta el punto de que -como remarcaron ufanos los voceros de turno- nadie tuvo en cuenta las promesas incumplidas del inquilino de la Moncloa ni la gestión desastrosa de la ministra Magdalena Álvarez. Invocando al papú Rajoy, Zapatero comprobó que estafar y tratar de tontos a los indígenas incluso tenía premio.

Esta mañana, la dirección del PSC decide oficialmente que sus 25 diputados en Madrid salven, el próximo jueves, los presupuestos generales del Estado del 2009, olvidándose de algo muy grave: todavía no hay un pacto justo que asegure la financiación de la autonomía catalana, de la que depende el funcionamiento de áreas tan importantes como la educación, la sanidad, los servicios sociales, la acogida de la inmigración, la acción contra el desempleo y la seguridad. ¿Cómo se van a sentir estos 25 catalanes cuando, para aprobar las cuentas del Gobierno Zapatero, den la espalda a las necesidades más acuciantes de sus conciudadanos y, además, en medio de la crisis económica? ¿De qué le sirve a la sociedad catalana haber dado tantos votos y diputados al proyecto socialista si, a la hora de la verdad, nuestros representantes renuncian a defender los intereses prioritarios del país? ¿Pueden leer estas 25 ilustres almas su propaganda del pasado mes de marzo sin avergonzarse?.

Tengo sobre mi mesa el Diario imaginario del 10 de marzo y su lectura resulta hoy sensacional para comprender la distancia oceánica entre lo prometido y lo cumplido por el poder socialista, omnipresente controlando todas las instituciones que actúan sobre los catalanes. El titular principal del panfleto es rotundo: «Zapatero confirma una inversión de 34.500 millones tras su victoria». En el subtítulo, se concreta: «El AVE, cercanías y la ampliación de El Prat son algunas de las principales infraestructuras que se impulsarán en Catalunya». La ficción lo soporta todo, así que los artistas de la calle Nicaragua no se cortaron: «El Estatut se desplegará. El triunfo socialista garantiza que el texto se desarrollará en todo su potencial». Los redactores de este rotativo de fantasía ponían en boca de Carme Chacón la siguiente frase, se supone que verdadera: «El Gobierno socialista respeta la voluntad democrática y el sentir mayoritario de Catalunya e impulsará el trabajo conjunto entre administraciones para desplegar completamente nuestro Estatut». Es oportuno recordar que la parte dedicada a la financiación es la más importante del texto estatutario, vigente -por cierto- desde agosto del 2006. Hasta aquí la fábula, la historieta y el cuento que vendió el PSC para que el9 de marzo los catalanes dieran su confianza a Zapatero. ¿Cuál es la realidad de las cosas? Este octubre, el Departament d´Economia de la Generalitat, dirigido por el socialista Castells, alertó de que el Gobierno del PSOE adeuda 500 millones de euros a Catalunya, según se desprende de la liquidación de las inversiones de la Administración central en el 2007, de acuerdo con el pacto entre el vicepresidente Solbes y el propio Castells para concretar lo previsto en el Estatut. El Gabinete del talante invirtió bastante menos de lo que establece la máxima ley autonómica. Las previsiones que el Govern Montilla hizo el año pasado sobre la inversión del Gobierno central (35.000 millones de euros hastael 2013, casi la misma cifra prometida por el PSC en campaña) no se cumplirán. Solbes esgrime la crisis como excusa, pero el problema es de voluntad política. Valga como ejemplo lo que ocurre con las inversiones de Fomento. Con el ritmo que se desprende de los presupuestos generales del 2009, los mismos que avalarán los 25 invisibles, Barcelona tardaría 83 años en completar su red de cercanías de Renfe. Mientras el plan de cercanías presentado por el Ayuntamiento de Barcelona y el Govern exige inversiones por valor de 6.000 millones, la única inversión directa en este apartado de los presupuestos es de 71,9 millones.Los 25 en Madrid deben escoger entre la realidad y el cuento chino y harán lo segundo. Como siempre ha ocurrido, antes y ahora, estuviera el PSC en la oposición contra Pujol o en el Govern, apuntalado por esa ERC que se propuso soberanizar el socialismo local. El partido que afirma parecerse más a la sociedad catalana antepone salvar la cara de Zapatero a todo lo demás. «Si no lo hacemos así, vendrá el PP y será peor», repiten los socialistas, cada día más nerviosos. Pienso en ese discurso de Montilla donde proclamó que quería a Zapatero, pero todavía quería más a Catalunya. Qué pena: del diario imaginario hemos pasado al president imaginario. No hace falta que Zaragoza regale a los cuadros socialistas el libro Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes.Hace años que algunos son maestros en esta materia.

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¿Todo estaba ‘atado y bien atado’?, de Federico Durán López en Cinco Días

Posted in Laboral by reggio on 15 diciembre, 2008

La relativa facilidad con la que se produjo el desmantelamiento de la dictadura, a través de la reforma política, y el amplio consenso político y social que permitió una transición por tantos motivos ejemplar, hacían que muchos recordáramos con sorna la famosa admonición del dictador de que todo quedaba ‘atado y bien atado’. Por fortuna, decíamos, ésta fue una previsión completamente fallida y el ímpetu de las nuevas instituciones democráticas barrió en muy poco tiempo los intentos de dar continuidad al régimen.

Pero, a estas alturas de la historia, transcurridos ya 30 años de la Constitución, hemos de plantearnos una inquietante interrogación: ¿realmente fue una previsión completamente fallida? ¿O algunas cosas estaban atadas y han permanecido atadas? Si atendemos a las relaciones laborales, hemos de llegar a la lamentable conclusión de que algo de razón tenía el dictador.

Muchas cosas han cambiado en estos 30 años en nuestras relaciones laborales, pero muchas también, demasiadas, se han mantenido, y siguen desprendiendo un tufo de corporativismo que no es ajeno a los males del mercado de trabajo.

Ha cambiado, fundamentalmente, el marco de las relaciones colectivas de trabajo, con el reconocimiento pleno de la libertad sindical y con la consagración constitucional del derecho de huelga (bien que, en este último caso, sin que el mandato constitucional de regulación del ejercicio del derecho haya sido respetado, manteniéndose la vigencia de una norma preconstitucional). Y también, con el reconocimiento del derecho de asociación empresarial y la consagración de la libertad de empresa en el seno de una economía de mercado.

Al mismo tiempo, no puede dejar de reseñarse un cambio significativo en la práctica de las relaciones laborales, que han evolucionado desde planteamientos preferentemente conflictivos, basados en el enfrentamiento y la confrontación, hacia otros en los que predominan la concertación, el entendimiento y la colaboración. Y ésta ha sido una aportación muy importante de los interlocutores sociales a nuestro desarrollo económico y a nuestro bienestar social.

Pero, junto a ello, el modelo de las relaciones laborales en la empresa sigue siendo, esencialmente, el mismo. Sus características fundamentales durante el franquismo, que son la impregnación administrativa con un intervencionismo castrante, la excesiva juridificación, que pretende regular a través del derecho todos los avatares de las relaciones laborales, y la rigidez como vía preferente de protección de los derechos de los trabajadores, siguen presentes en nuestras actuales relaciones de trabajo.

Es verdad que la reforma laboral de 1994 pretendió, y consiguió, una cierta reducción de rigideces y una disminución del intervencionismo administrativo, pero en lo esencial nada ha cambiado. No en balde el Estatuto de los Trabajadores de 1980 es un vergonzante heredero de la Ley de Contrato de Trabajo de 1944, y se mantiene ajeno a los drásticos cambios que en las últimas décadas han convulsionado el mundo de la economía, de la empresa y de las relaciones sociales.

El mayor elemento de continuidad, en este sentido, lo representa la negociación colectiva. Sin restar méritos al ingente esfuerzo negociador de los agentes sociales en estos años, ni a los significativos avances que en algunas negociaciones se han conseguido, lo cierto es que la negociación colectiva actual podría ser perfectamente la del franquismo o la de un régimen corporativo.

La propia concepción imperante del convenio colectivo, como norma jurídica, como fuente del derecho, es una concepción indudablemente corporativa. De ella deriva el pretendido carácter normativo del convenio colectivo (quién lo iba a decir: empresarios, sindicatos y comités elevados a la categoría de legislador), que limita, cuando no impide, su verdadero papel de gestor de las relaciones laborales en el sector o en la empresa, y también la famosa ultraactividad de los convenios que hace que pactos que, por definición, son temporales tiendan a convertirse no ya en indefinidos sino en eternos.

Con esos mimbres es muy difícil tener unas relaciones laborales adaptadas a las exigencias de la hora presente. Y por eso, nuestra permanente asignatura pendiente: más empleo y de mayor calidad.

Pasados 30 años, nuestras relaciones laborales precisan una inyección de libertad, que relegue al desván de la historia trasnochados corporativismos. Pero, para eso, hay que ser capaces de desatar lo que, al parecer, quedó bien atado.

Federico Durán López. Catedrático de Derecho del Trabajo y socio de Garrigues.

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La ciudad contra el capital, de Jordi Borja en SinPermiso

Posted in Economía, Política, Sociedad by reggio on 15 diciembre, 2008

“La ciudad nos impone el deber terrible de la esperanza” escribió Borges. La recomendación ignaciana de “en tiempos de desolación no hacer mudanza” se presta a interpretaciones conservadoras, aunque quizás podríamos matizarla en sentido opuesto. Si el “enriqueceos, enriqueceos” tan a la moda las últimas décadas nos ha conducido al empobrecimiento de muchos mientras algunos enriquecidos se salvaban sería bueno recuperar el principio de esperanza propio de la izquierda, o dicho de una forma más clara: recuperar sus ideas, sus valores y sus análisis críticos del capitalismo. La “mudanza” se hizo asumiendo los principios y los procedimientos conservadores, es la hora del cambio, de ser lo que fuimos, de resistir a las propuestas interesadas de unos y cobardes de otros, de recuperar lo fundamental del pasado para que en el futuro no se repita la crisis del presente.

Los defensores del “desorden establecido”  nos dicen que la crisis es saludable puesto que el sistema se autocorrige, elimina a los perdedores, reduce los excesos inherentes al modo de acumulación de riquezas, y al cabo de unos años la expansión renace. No cuantifican la destrucción de bienes que se ha producido y menos aún los costes sociales que pagan la mayoría de los ciudadanos.  Hemos vivido una época de despilfarro, de sobreproducción de viviendas que los que las necesitan no podían adquirir, de estimulo al endeudamiento al cual muchos no podrían hacer frente si se reducían lo más mínimo sus ingresos, de destrucción ambiental y crecimiento insostenible, de segregación y desigualdad sociales crecientes. La ciudad, la forma más elevada de civilidad y de progreso, por su potencial de generar convivencia y redistribución, se ha ido fragmentando, disolviendo en las periferias suburbanas, sin cohesión ni sentido. Uno de los aspectos más negativos del tipo de desarrollo promovido por un capitalismo financiero especulativo y salvaje ha sido generar esta dinámica disolutoria de la ciudad.

La historia de la izquierda social, cultural y política va estrechamente unida a la crítica de la economía y a la defensa de la ciudad. Sorprende el grado de desinterés o ignorancia de las izquierdas institucionales y de las cúpulas políticas actuales en ambos temas. La crítica rigurosa del actual capitalismo globalizado, de su modelo de acumulación,  ha estado ausente de la reflexión de gobernantes y dirigentes partidarios y por lo tanto es lógico que a la hora de buscar soluciones no se les ocurre nada más que limitar algunos excesos (vincular las transferencias de recursos públicos a las grandes empresas a una reducción que no resulte demasiado escandalosa de los puestos de trabajo) y crear condiciones para volver a la situación anterior (salvar bancos y grandes promotores por medio del dinero público o comprando sus activos). Los reformistas cuando aparece la necesidad de hacer reformas en serio se asustan y caminan para atrás.

La ciudad ha sido en España durante dos décadas el espejo de la democracia.  En todo el país los años 80 y 90 la mayoría de las ciudades se han transformado espectacularmente, ha florecido un urbanismo ciudadano expresado principalmente por medio del espacio público, bien diseñado en lo físico y animado en lo social y cultural. Pero progresivamente la lógica de un mercado que la acción pública había convertido en apetitoso fue imponiéndose. En las ciudades compactas aparecieron las operaciones terciarias ostentosas, públicas y privadas, y en aras de la competitividad global, los espacios centrales se especializaron y se hicieron excluyentes. Los precios del suelo se dispararon y las hipotecas facilitaron que los sectores acomodados de las clases medias accedieran al mercado libre y  se mantuvieran en la ciudad  junto a los barrios residenciales de las minorías ricas. Algunas zonas antiguas o marginales fueron ocupadas por inmigrantes y los sectores populares y medios, los jóvenes especialmente, fueron emigrando a las periferias segregadas por niveles de renta, pobres en espacio público y equipamientos, los territorios “urbanalizados” según el afortunado palabro de Francesc Muñoz. Los gobiernos locales a veces han sido cómplices, otras veces se han mostrado impotentes, pocas veces han denunciado esta degradación del urbanismo democrático.

Este proceso disolutorio de la ciudad integradora ha tenido unos actores conocidos: bancos y cajas adquirieron por lo menos la mitad del suelo urbanizable, los propietarios del suelo se enriquecieron vendiendo con el único mérito de esperar al comprador, los promotores y los constructores se endeudaron esperando vender a una demanda que consideraban infinita y convencidos que su producto solamente podía aumentar del valor con el tiempo. Ciudadanos de ingresos medianos o modestos compraron por necesidad o para colocar sus ahorros hipotecándose con la complicidad de las entidades financieras y de los sucesivos gobiernos sin suponer que ni sus ingresos ni la vivienda  adquirida iban a tener un crecimiento sostenido ni que las hipotecas podrían resultar más onerosas.

Ahora se plantea una cuestión bien sencilla. Los dueños del capital  quieren que el Estado con el dinero de todos los ciudadanos les subvencione para pagar deudas o impagados o les compre lo que no pueden vender y para repartirse beneficios o indemnizaciones. Los ciudadanos con una vivienda hipotecada que no pueden pagar ni vender por el coste de la deuda en cambio lo que necesitan son que se imponga al sistema financiero una moratoria hasta que la economía se reactive y sus ingresos le permitan volver a pagar las cuotas de la hipoteca. Los gobiernos, imbuidos por la creencia que solo el mercado capitalista puede reactivar la economía, se colocan decididamente al lado de bancos y empresas constructoras y promotoras, especialmente las grandes. Hay matices significativos pues mientras el gobierno británico asume un rol parcialmente protagonista nacionalizando una parte de la banca el gobierno español ofrece el “talante” para convencer a los grupos económicos que no sean malos y tengan un poco de paciencia.

En Catalunya en un periódo de crisis,  distinta a la actual ciertamente, el gobierno republicano municipalizó el suelo urbano y colectivizó las empresas de construcción. Un gobierno cuya composición era muy similar al actual tripartito. No creo que ahora se pueda repetir tamaña hazaña pero aún aceptando las limitaciones que impone el marco europeo y español algo más se podría hacer. Comprar  las hipotecas, imponer moratorias, prohibir la distribución de beneficios o dividendos al sistema financiero, obligar a dar créditos al tejido empresarial pequeño o mediano, etc como medidas coyunturales. Y también es el momento de plantear iniciativas que se opongan a las dinámicas especulativas que han propiciado la burbuja que ahora ha explotado: reformar la legislación urbanística para que imponga por lo menos un 60% de vivienda protegida y un 20% de vivienda social, recuperar el 90% de las plusvalías urbanas, penalizar fuertemente las operaciones urbanizadoras segregadas de la ciudad compacta, crear una banca pública hipotecaria, impulsar un programa de transporte colectivo en detrimento del crecimiento urbanizador de la red viaria.

Pero nada de esto ocurrirá, ni tan solo se convertirá en debate público sino emerge un amplio movimiento social de los que tienen más deudas que vivienda, más hipotecas que trabajo remunerado, más indignación que paciencia, más confianza en la fuerza popular que en las promesas vacuas de los gobernantes. En estos momentos la izquierda demuestra su naturaleza. Es capaz de explicar la perversidad del sistema económico o no, se adapta o transforma la realidad, moviliza a las mayoría populares o se muestra pusilánime enroscada en las instituciones. Volvemos a otra cita de Borges: nadie se arrepiente de haber tenido un momento de coraje en su vida.

Jordi Borja es un sociólogo y urbanista radicado en Barcelona, y uno de los luchadores más conocidos de la resistencia clandestina catalana contra el franquismo.

El Carrer, diciembre 2008

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El retorno triunfante de John Maynard Keynes, de Joseph E. Stiglitz en Project Syndicate

Posted in Economía by reggio on 15 diciembre, 2008

Ahora somos todos keynesianos. Incluso la derecha en Estados Unidos se sumó al bando keynesiano con un entusiasmo desenfrenado y en una escala que, en algún momento, habría sido verdaderamente inimaginable.

Para quienes nos adjudicábamos alguna conexión con la tradición keynesiana, éste es un momento de triunfo, después de que nos dejaran en el desierto, prácticamente ignorados, durante más de tres décadas. En un nivel, lo que está sucediendo ahora es un triunfo de la razón y la evidencia sobre la ideología y los intereses.

La teoría económica se había dedicado a explicar durante mucho tiempo por qué los mercados sin obstáculos no se autocorregían, por qué se necesitaba regulación, por qué era importante el papel que jugaba el gobierno en la economía. Pero muchos, especialmente la gente que trabaja en los mercados financieros, presionaban por una suerte de «fundamentalismo de mercado». Las políticas erróneas resultantes -impulsadas, entre otros, por algunos miembros del equipo económico del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama- ya antes habían infligido enormes costos a los países en desarrollo. El momento de iluminismo se produjo recién cuando esas políticas empezaron a generar costos en Estados Unidos y otros países industriales avanzados.

Keynes sostenía no sólo que los mercados no se autocorregían, sino que, en una crisis pronunciada, la política monetaria probablemente resultara ineficiente. Se necesitaba una política fiscal. Pero no todas las políticas fiscales son equivalentes. En Estados Unidos hoy, con una montaña de deuda inmobiliaria y un alto nivel de incertidumbre, los recortes impositivos probablemente resulten ineficientes (como lo fueron en Japón en los años 1990). Gran parte, si no la mayor parte, del recorte tributario norteamericano del pasado mes de febrero fue destinado al ahorro.

Con la enorme deuda que deja atrás la administración Bush, Estados Unidos debería estar especialmente motivado para obtener el mayor estímulo posible de cada dólar invertido. El legado de sub-inversión en tecnología e infraestructura, especialmente del tipo verde, y la creciente brecha entre los ricos y los pobres, requieren una congruencia entre el gasto a corto plazo y una visión a largo plazo.

Eso exige la reestructuración de los programas tanto tributario como de gasto. Bajarles los impuestos a los pobres y aumentar los beneficios de desempleo al mismo tiempo que se aumentan los impuestos a los ricos puede estimular la economía, reducir el déficit y disminuir la desigualdad. Reducir el gasto en la guerra de Irak y aumentar el gasto en educación puede incrementar la producción en el corto y largo plazo y, al mismo tiempo, reducir el déficit.

A Keynes le preocupaba la trampa de la liquidez -la incapacidad de las autoridades monetarias para inducir un incremento en la oferta de crédito a fin de aumentar el nivel de actividad económica-. El presidente de la Reserva Federa de Estados Unidos, Ben Bernanke, hizo un esfuerzo por evitar que se culpara a la Fed de agravar esta crisis de la misma manera que se la responsabilizó por la Gran Depresión, asociada con una contracción de la oferta monetaria y el colapso de los bancos.

Y aún así deberíamos leer la historia y la teoría con cuidado: preservar las instituciones financieras no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un fin. Lo importante es el flujo de crédito y la razón por la cual el fracaso de los bancos durante la Gran Depresión fue importante es que participaban en la determinación de la capacidad crediticia; eran los depositarios de información necesaria para el mantenimiento del flujo de crédito.

Sin embargo, el sistema financiero de Estados Unidos cambió drásticamente desde los años 1930. Muchos de los grandes bancos de Estados Unidos salieron del negocio del «préstamo» y se metieron en el «negocio con movimiento». Se centraron en comprar activos, reempaquetarlos y venderlos, al mismo tiempo que marcaron un récord de incompetencia a la hora de evaluar el riesgo y analizar la capacidad crediticia. Se invirtieron cientos de miles de millones de dólares para preservar estas instituciones disfuncionales. Ni siquiera se hizo nada para reencauzar sus estructuras perversas de incentivos, que alentaban el comportamiento cortoplacista y la toma de riesgos excesiva. Con recompensas privadas tan marcadamente diferentes de los retornos sociales, no sorprende que la búsqueda del interés personal (codicia) condujera a consecuencias tan destructivas desde un punto de vista social. Ni siquiera velaron por los intereses de sus propios accionistas.

Mientras tanto, es muy poco lo que se está haciendo para ayudar a los bancos que efectivamente hacen lo que se supone que deben hacer los bancos –prestar dinero y evaluar la capacidad crediticia.

El gobierno federal asumió billones de dólares en pasivos y riesgos. Al rescatar al sistema financiero, tanto como en política fiscal, necesitamos preocuparnos por el “retorno de la inversión”. De lo contrario, el déficit –que se duplicó en ocho años- aumentará aun más.

En septiembre, se decía que el gobierno recuperaría su dinero, con intereses. A medida que se incrementó el rescate, cada vez resulta más evidente que éste era simplemente otro ejemplo más de una mala apreciación del riesgo por parte de los mercados financieros –como vienen haciendo consistentemente en los últimos años-. Los términos de los rescates de Bernanke y Paulson eran desventajosos para los contribuyentes y, aún así, a pesar de su volumen, hicieron poco para reactivar el préstamo.

La presión neoliberal para una desregulación también satisfacía a algunos intereses. A los mercados financieros les fue bien a través de la liberalización del mercado de capitales. Permitirle a Estados Unidos vender sus productos financieros riesgosos y participar en una especulación en todo el mundo puede haber beneficiado a sus compañías, aunque esto les impusiera grandes costos a otros.

Hoy, el riesgo es que se utilice y se abuse de las nuevas doctrinas keynesianas para satisfacer algunos de estos mismos intereses. ¿Acaso quienes presionaron por la desregulación hace diez años aprendieron la lección? ¿O simplemente querrán imponer reformas cosméticas –el mínimo requerido para justificar los rescates de mega-billones de dólares? ¿Hubo un cambio de parecer o solamente un cambio de estrategia? Después de todo, en el contexto de hoy, perseguir políticas keynesianas parece incluso más rentable que ir detrás del fundamentalismo de mercado.

Hace diez años, en el momento de la crisis financiera asiática, se discutió mucho sobre la necesidad de reformar la arquitectura financiera global. Poco se hizo. Es imperativo que no sólo respondamos adecuadamente a la crisis actual, sino que emprendamos reformas a largo plazo que serán necesarias si queremos crear una economía global más estable, más próspera y equitativa.

Joseph E. Stiglitz, profesor de Economía en la Universidad de Columbia, y ganador del Premio Nobel de Economía en 2001, es co-autor, junto con Linda Bilmes, de The Three Trillion Dollar War: The True Costs of the Iraq Conflict.

Traducción de Claudia Martínez

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El destrozo de Madoff o cómo el ajuste gana velocidad, de S. McCoy en El Confidencial

Posted in Economía by reggio on 15 diciembre, 2008

Menudo despertar el del pasado viernes. Convaleciente aún de la operación de miopía que había tenido apenas doce horas antes, me dedicaba sin desmayo a guiñar alternativamente uno y otro ojo para ver si la magia del láser había surtido sus efectos. Paleto total. Preparado para acudir a la obligatoria revisión matinal, no fue hasta cerca de las 10 de la mañana que encendí la Blackberry para reiniciar, después de una pausa de cerca de día y medio, mi contacto con el mundo exterior. Cuál no sería mi sorpresa al ver mi buzón de voz y mi correo electrónicos inundados de mensajes de amigos y conocidos que me ponían sobre la pista del drama que suponía, para la industria de la gestión en general y la banca privada en particular, el affaire Madoff que se acababa de destapar en los Estados Unidos. Una tragedia que se podía cebar especialmente con el inversor sofisticado español, que había acudido en masa a los cantos de sirena de un binomio rentabilidad-riesgo sin paragón en el orbe financiero mundial. Servidor, que no había oído hablar de ese sujeto en su vida, miseria de los que viven con una mano delante y otra detrás, se dio cuenta enseguida de que se avecinaban curvas de las buenas. No había que ser un lince. Nunca, en todo el desempeño de la crisis, McCoy había recibido tantas advertencias sobre la verdadera dimensión en España de un escándalo que parecía reducirse, de partida, al ámbito local norteamericano. Y miren que ha habido motivos para ello. De todos los colores y sabores. Y sin embargo…

Como se pueden imaginar, los topos eran de dos tipos. En primer lugar se encontraban aquellos rivales que, hasta ahora, habían vivido en sus carnes la competencia desleal de quien ofrecía un retorno sin defensa posible desde un punto de vista analítico meramente racional. En una industria en la que los modelos cuantitativos han fracasado, y con ellos la fiabilidad de sus predicciones, como consecuencia de la materialización sucesiva de acontecimientos extremos que han hecho saltar por los aires la banca de la probabilidad, por una parte, y en la que la figura del gestor, su capacidad de análisis y, por ende, su susceptibilidad al error determinan la imposibilidad casi metafísica de una consistencia sin mancha en el tiempo, por otra, el financiero de origen judío no sólo “garantizaba” rendimientos sistemáticos del 10% de lo invertido anualmente sino que lo hacía con niveles ínfimos de volatilidad o incertidumbre. Daba igual que ésta, medida en términos de VIX de Chicago, estuviera en diez que en ochenta. Y eso que había un consenso generalizado en que trabajaba sobre una base de activos muy reducida, fundamentalmente acciones e índices norteamericanos, donde la posibilidad de descorrelacionar era ínfima lo que acendraba el peligro potencial. Como señala este revelador artículo de Mark Gimein en The Big Money, si los riesgos no están, y deberían estar, lo normal es que haya alguien que los esconda…

En su afán por mirar hacia otro lado, supervisores e inversores pasaron por alto el hecho de que Madoff fuera, simultáneamente, gestor por cuenta ajena de dinero de terceros, sin compromiso monetario propio, según parece, y creador de mercado, una sospechosa coincidencia de actividades que deberían haber puesto alerta tanto a unos como a otros ante la inexistencia completa de murallas chinas de ningún tipo en su actividad. Al no ser así, la bola engordó sola. Y más en un entorno como el actual. En un año en el que el conjunto de la industria de los hedge funds pierde un 15% agregado, cifra que no incluye las firmas que ya han desaparecido, la capacidad gestora del financiero de origen judío emergía como un oasis en medio del desierto de la desolación sectorial. Los fondos que descansaban en su habilidad inversora se convirtieron así en elementos idóneos para ser el destino de la inversión directa de los clientes institucionales, de la indirecta a través de fondos de fondos o de utilizarse como subyacentes para estructuras de banca privada que garantizaban el capital y vinculaban el umbral adicional de rentabilidad a su comportamiento, muchas de ellas bajo un esquema CPPI (Constant Proportion Porfolio Insurance) que hacían ganar peso al dinero ahora esfumado con el paso del tiempo.

Está por ver cuántas de esas compras individuales fueron apalancadas, dado el atractivo loan to value que un vehículo de estas características podía ofrecer mientras el chorro del crédito estaba aún emitiendo financiación a borbotones. La ocasión la pintaban calva para tratar de arañar unos euros adicionales a la posición del cliente. Y queda igualmente por determinar qué parte de las pérdidas irán a los balances de unas entidades financieras que pueden haber alimentado, con su exceso de confianza en quien fuera presidente del mercado tecnológico Nasdaq, el esquema piramidal. El descuadre existente entre las minusvalías declaradas por Madoff y los datos oficiales, que alcanza los 33.000 millones de dólares, auguran lo peor en términos de fraudulento uso del apalancamiento para mantener vivo el engaño. Un tema, por cierto, del que se ha hablado hasta ahora demasiado poco y que puede derivarse de la dificultad de identificar los verdaderos activos bajo gestión en una estructura como aquella. Está visto que en la crisis actual, uno acude al circo de lo que parecen inversiones seguras y le crecen los enanos del engaño, la pérdida y la desconfianza.

Porque, más allá de las pequeñas vendettas personales de aquellos que se habían cuestionado hasta ahora la ceguera de unos clientes que despreciaban, en muchos casos, las señales de alerta que el grupo quebrado actual despedía, los mensajes más desesperados que servidor recibió el viernes, procedían de aquellos, pillados o no, que habían percibido de inmediato la magnitud del desastre. En primer lugar, para los hedge funds individuales cuyas valoraciones quedan automáticamente en entredicho, dada la incapacidad de encontrar un elemento externo a ellos que ratifique su solvencia, al menos en el mundo anglosajón. ¿Cuántos Madoff hay por ahí circulando?, se pregunta acertadamente el blog Bronte Capital en este interesante post cuya lectura les recomiendo. Cuando el trade off se plantea entre teórica preservación del patrimonio con poca volatilidad y pérdida total de lo invertido, la decisión es obvia. Los que pensaban que las salidas de dinero de la industria estaban a punto de concluir, pueden haberse quedado momentáneamente sin argumentos. Ojo, y por las fechas en las que nos desenvolvemos, eso implica ventas importantes hasta finales de enero que tendrán que entregar el dinero a los clientes, con la consiguiente espiral bajista de precios. Cuidado.

En segundo término, quedan tocados los fondos de fondos alternativos cuyo criterio a la hora de realizar el due diligence de sus inversiones queda, cuando menos, bajo sospecha. Aunque se pueda argüir un elemento cierto de impredictibilidad, la cualificación profesional que se supone en quienes agregan activos individuales para minimizar el riesgo conjunto no debería haber pasado por encima de las señales de alerta que Madoff daba; y más cuando, desde el inicio de esta crisis, todo lo que podía afectar negativamente al comportamiento de un hedge cobraba paulatinamente vigor (restricción del crédito, perdida de valor de los activos, ausencia de descorrelación…). Tercero y último, como subrayaba acertadamente Casimiro en su columna de El Mundo de ayer, esto es un palo de enormes proporciones para la banca privada española. Una banca privada que purga ahora los pecados de los excesos nacionales de la última década. Activos e ingresos decrecientes para estructuras de costes sobredimensionadas. Eso por no hablar de los nuevos entrantes que construyeron sus plantillas a golpe de talonario. Un palo enorme que ni siquiera tiene el asidero del rápido e imprevisible deterioro de un icono atribuible a Lehman Bros. El concepto confianza, base del negocio bancario, encontraban en apuestas como la de los fondos de Madoff su máxima expresión.

Nosotros trabajamos por usted, duerma tranquilo. ¿Y ahora? Llueve desgraciadamente sobre mojado. El ajuste a la realidad patria de este segmento de la actividad financiera era inevitable. Pero estos agujeros negros van a acelerar sin duda el proceso dejando una estela de desconfianza que el sector va a tardar mucho tiempo en superar. Definitivamente, éramos pocos y parió el abuelo Madoff. En fin, si les dejan, les deseo una muy buena semana prenavideña a todos, la última de Valor Añadido en 2008.

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Fin de un año horríbilis, de Josep Borrell en Estrella Digital

Posted in Economía, Política by reggio on 15 diciembre, 2008

El tiempo fluye incontenible y la semana se acaba sin que me haya asomado a estas páginas virtuales. Y no es por falta de temas que comentar. Más bien al contrario, después de la Conferencia de Doha los acontecimientos se han acelerado y multiplicado, como si este año horrible no quisiera acabarse sin acumular malas noticias y peores perspectivas.

El espectacular aumento del paro en EEUU, con medio millón de empleos perdidos en noviembre en la industria y los servicios, auguran que el 2008 será el peor año desde 1945. Bush ha tenido que aceptar que la economía norteamericana está en recesion, mientras los «tres grandes» de la industria del automóvil pasaban la gorra por el Congreso pidiendo ayudas para evitar el naufragio. Las malas noticias que vienen del Atlántico han sido más fuertes que la mayor bajada de tipos de interés de la historia del BCE y las bolsas se derrumban un poco más. El anuncio del macroplan de relanzamiento de Obama provoca un sobresalto alcista pero el rechazo por el Senado de las ayudas al sector del automóvil las hace caer de nuevo.

Y todo este panorama de inestabilidad ha sido aderezado por el esperpéntico episodio del FBI deteniendo de madrugada al gobernador de Illinois por intentar vender al mejor postor la nominación del senador que debe reemplazar a Obama. Y por un nuevo escándalo financiero descubierto en Wall Street, un fraude de dimensiones colosales, unos 50.000 millones de dólares, protagonizado por el ex presidente del mercado Nasdaq, del que serían víctimas los fondos especulativos de medio mundo, españoles incluidos.

En España, la caída del precio de los activos financieros e inmobiliarios obliga al Gobierno nada menos que a suspender la aplicación de las normas contables para evitar la quiebra generalizada de las empresas. Y los déficits públicos que van a producir los planes de relanzamiento economico hacen que la Comisión Europea ponga en el congelador el Pacto de Estabilidad, porque todo el mundo sabe que no se va a cumplir. No importa, hay urgencias más importantes que la estabilidad de las Haciendas Públicas. Como dice el premio Nobel Krugman, es posible que estemos hipotecando el futuro, pero si no lo hacemos nos quedamos sin futuro. La hora es a la expansión del gasto público, el único que puede mantener la demanda ante la desconfianza generalizada en los mercados financieros, la montaña de deudas de las empresas y el ahorro de precaución de los particulares.

La deuda pública es un refugio en estos tiempos revueltos y los gobiernos pueden financiar a tipos muy bajos sus planes de relanzamiento, 200.000 millones de euros el europeo y en EEUU 1 billón de dólares. Esta semana el Tesoro americano colocó bonos a tres meses a un tipo negativo… ¡lo nunca visto desde 1941! Pero empieza a preocupar la sostenibilidad del endeudamiento público, en torno al cual se puede estar empezando a crear la siguiente burbuja financiera. La primera voz de alarma se produjo el miércoles cuando Alemania, el país con la mejor solvencia financiera y el menos dado a los excesos keynesianos, tuvo dificultades para cubrir una emisión de 7.000 millones de dólares de deuda pública. Quizás también para las Haciendas Públicas la fiesta se esté terminando…

Pero, de momento, el Estado seguirá siendo la única tabla de salvación de la economía mundial en las economías occidentales y más todavía en China, afectada brutalmente por la caída de las exportaciones. Y, a su vez, la disminución de la actividad en China disminuye la demanda de materias primas, cuyos precios se hunden en picado después de los vertiginosos aumentos del último año.

Empezando por el petróleo, que cae por debajo de los 40 dólares. Quién lo hubiera dicho hace sólo 5 meses, cuando se acercaba a los 150 y se le esperaba en los 200 para fin de año… Es desde luego una buena noticia para la inflación, pero a estos precios no habrá estímulos para las economías de energía ni inversiones que garanticen la demanda cuando ésta se reactive, por lo que estaremos incubando ahora una nueva escalada de precios dentro de una inestabilidad general de la que los países pobres son las primeras víctimas.

Pero esto será para más tarde. Por el momento lo que nos espera es una larga y dolorosa recesión global, como vaticinan dos informes del Banco Mundial y del Departamento de Energía de EEUU aparecidos esta semana.

Según ellos, el mundo se enfrenta a la peor recesión desde la Gran Depresión iniciada en 1929. Por primera vez en los últimos 30 años, la demanda global de petróleo caerá durante dos años consecutivos y el auge de los precios de las materias primas de los últimos cinco años -que elevó los precios un 130%- ha llegado a su fin. Una visión que contrasta con la que hasta ahora mantenían las empresas de recursos naturales y la mayoría de los analistas de Wall Street, según los cuales la caída de los precios era una corrección dentro una tendencia ascendente.

Pero lo más grave es la previsión de que el comercio mundial, verdadero motor del crecimiento de los países en desarrollo, se contraerá un 2,1% en el 2009, por primera vez desde 1982. Ésta sería una pésima noticia para los países en desarrollo, que pueden enfrentarse a la mayor disminución de su crecimiento de los últimos 60 años, con caídas vertiginosas desde el 8% en el 2007 hasta el 4% en el 2009.

China, la economía en más rápida expansión del mundo, frenará su crecimiento hasta el 7,5%, por debajo del necesario para no destruir empleo. Y ello a pesar del enorme estímulo fiscal anunciado por el Gobierno. En la India todavía peor; puede quedar por debajo del 6%. Excluyendo a estos dos gigantes, el crecimiento de los países en desarrollo será menor del 3% el próximo año. Y un punto de crecimiento perdido en África equivale a tres veces lo que recibe en ayuda al desarrollo.

Estas previsiones se hacen suponiendo que las intervenciones para sostener el sistema financiero internacional y apoyar el crecimiento en el mundo industrializado tienen éxito. Pero aun así las inversiones caerán y los flujos de capital desde los países desarrollados disminuirán a la mitad del pico alcanzado en el 2007.

Así, desde que se intensificó la globalización de la restricción del crédito, se ha desvanecido la teoría del decoupling, según la cual los países en desarrollo podrían mantenerse al margen de los problemas del mundo industrializado. Al contrario, todo dependerá de la recuperación de la confianza en las decisiones de consumo e inversión de los países desarrollados, especialmente en Europa. Y por eso son especialmente importantes los acuerdos del Consejo Europeo de este fin de semana, que deben haber resuelto el paquete energía-cambio climático y las reticencias alemanas al plan de relanzamiento europeo. Parece que éstas pueden ser las únicas buenas noticias de este fin de año y a ello habrá que dedicar una próxima crónica que compense el retraso de la presente.

José Borrell Fontelles. Presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo.

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Recesión política, de Antonio García-Trevijano en el Diario español de la Republica Constitucional

Posted in Política by reggio on 15 diciembre, 2008

Cuatro cuestiones ponían a prueba la unidad de los 27 países integrados en la UE: superación de la crisis política que paralizó al Tratado de Lisboa, a causa del No de Irlanda; unificación de las medidas estatales para afrontar la crisis de recesión en la economía global; impulso unitario a la reducción significativa de las emisiones de bióxido de carbono; y reactivación de lo acordado por el G-20 washingtoniano sobre rebaja de subsidios y aranceles en el comercio mundial.

El primer objetivo se ha saldado con un fracaso. Hasta después de 2010 no se sabrá si el Tratado de Lisboa, modificado con un protocolo posterior a la entrada de Croacia, entrará en vigor. Mientras tanto las elecciones europeas se harán de acuerdo con el Tratado de Niza. La unificación política se hace más difícil, por no decir imposible, con la renuncia a reducir el número de Comisarios, que seguirán actuando como parlamentarios ejecutivos, para defender cada uno los intereses de su país, como hasta ahora. Y el cuarto objetivo, el mandato de cerrar la Ronda de Doha sobre el comercio mundial antes del próximo 31 de diciembre, ya es imposible. El director general de la OMC, Pascal Lamy, ha declarado que, ante el riesgo de fracasar, como en el mes de julio, prefiere aplazar el acuerdo para intentar que se superen los mismos escollos, principalmente los aranceles chinos a las importaciones agrarias y los subsidios de EEUU a la producción algodonera.

El segundo objetivo, el más apremiante ante el agravamiento por días de la crisis económica mundial, se ha cumplido a medias. Jean-Claude Juncker, presidente del eurogrupo, quita relevancia a la simbólica cifra del 1,5 del PIB; para el comisario Almunia, Berlín debe marcar la pauta; el ministro alemán de Economía critica con dureza el plan británico de rebajar el IVA; y el análisis detallado de las ayudas en los trece principales países revela que las medidas de estimulo fiscal solo alcanzarán el 0,6 del PIB de la UE. El tercer objetivo, la depuración en la atmosfera de emisiones peligrosas, ha desatado el triunfalismo de Sarkozy. La reducción del 20 por cien para el año 20 es una buena medida, que repercutirá en la Cumbre del Clima de Copenhague, a finales de 2009, para reemplazar los acuerdos de Kioto a partir de 1212. Este acuerdo ha sido propiciado por el plan de Obama para las energías alternativas, y por la disposición de India y China a reducir el 15 o el 20 por ciento del aumento de sus emisiones.

florilegio

«La recesión política la produce la complejidad transaccional del consenso, frente al temor a las decisiones por mayoría. La unanimidad hace regresar al punto de coincidencia en lo más inmediato y menos inteligente.»

¿Financieros o simplemente estafadores?, de Juan Torres López en Rebelión

Posted in Economía by reggio on 15 diciembre, 2008

Acaba de saltar el (hasta ahora) último escándalo financiero. El inversor estadounidense Bernard L. Madoff es uno de los más admirados gestores de fondos e inversiones financieras, por no decir el que más. Cientos de multimillonarios y de bancos invertían en sus fondos, dedicados principalmente a movilizar los llamados hedge founds (valores muy arriesgados y precisamente por ello muy rentables). Entre ellos, y en grandes cantidades, el Banco de Santander.

En los últimos años, Madoff ha proporcionado ganancias multimillonarias en forma de tipos de interés muy elevados pero ahora se ha sabido que lo hacía a base de crear una «pirámide» de las que generalmente se cree que solo engañan a los tontos del pueblo y a pocos más. Con el dinero de los nuevos inversores pagaba los intereses a los anteriores y ahora todo se ha descubierto.

Nada mejor que esta experiencia (que no va a ser la última puesto que hay muchas entidades más que han venido realizando este tipo de actuaciones, de forma más o menos sibilina) para mostrar que las grandes finanzas de nuestra época no son sino una gran estafa, un juego de casino en que todos se hacen trampas entre ellos y que en sí misma se basan en una mera trampa. Consisten en mover virtualmente los fondos para cubrir unas operaciones con otras y generar beneficios de forma puramente contable, sin que haya de por medio actividad productiva alguna que genere valor real.

Y en esas operaciones no están involucrados solamente los viciosos de la especulación, los multimillonarios aburridos y dedicados solo a ganar dinero. No. Los que invierten en esos fondos, los que dedican los recursos a esas finanzas vacías e intrínsecamente fraudulentas son los grandes bancos (y por supuesto los españoles, como se acaba de conocer), las grandes compañías multinacionales, los fondos de inversión…, es decir, los llamados inversores «institucionales» que en lugar de estar generando recursos para la actividad productiva, para los empresarios y los consumidores, los dedican a realizar inversiones de casino en favor de ellos mismos o de sus clientes más privilegiados.

Ahora, una vez más, se producirán quebrantos patrimoniales en estos bancos, tal y como viene sucediendo en los últimos meses. Y de nuevo reclamarán el rescate y la ayuda de los poderes públicos: ellos pierden nuestro dinero en el casino y nosotros ponemos dinero nuestro para que vuelvan a hacer lo mismo y puedan seguir repartiéndose beneficios.

Nos querrán hacer creer que el caso de Magdoff es aislado pero eso no es así. Su fraude es particular por su inmensa envergadura pero hay más, ha habido más, bajo una forma u otra pero siempre con la misma naturaleza básica. Lo que ahora acaba de descubrirse es la versión extrema del fraude financiero de nuestros días, el engaño palpable y elemental. Pero el hecho de que los banqueros más poderosos del planeta, y los que precisamente por ello tienen los mejores analistas, hayan caído en una elemental pirámide muestra un hecho esencial: no se trata de un accidente sino de la consecuencia de que se ha generalizado la estrategia constantemente orientada a sacar rendimiento de donde sea sin pararse a pensar ni sobre sus consecuencias sobre la economía y la sociedad ni sobre sus riesgos sobre los propios inversores. Bancos gigantescos como el Santander se han dejado lleva por la misma avaricia que arruina a las victimas del «tocomocho». Al final, a Botín le pasa lo mismo que al cateto al que engañaba Tony Leblanc con el timo de la estampita en las películas del franquismo: con tal de tener más dinero se tira a la piscina sin mirar si tiene agua.

La sociedad no puede seguir aceptando una situación como esta en la que cada dos por tres se destapa un fraude y, sobre todo, en la que ya no es posible disimular por más tiempo que los bancos se ha ido al garete por irresponsabilidad, mala gestión y avaricia desmedida. Hay que tirar de la manta. Tenemos el derecho a pedir cuentas, a saber lo que han hecho con nuestro dinero los grandes bancos y cuál es el volumen de riesgo que han acumulado y dónde. Y no podemos consentir que se siga dando dinero público a los bancos para que los bancos, primero lo tengan en depósitos más rentables y, luego, cuando les venga en gana, nos lo presten a tipo de interés. Es una desfachatez inaceptable y hemos de reclamar decencia a los gobiernos para que pongan orden y aseguren que los efectos de la gestión avariciosa e irresponsable lo paguen quienes la han llevado a cabo, no los contribuyentes.

Juan Torres López. Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Su web personal: http://www.juantorreslopez.com

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Chicago, de Santiago O’Donnell en Página 12

Posted in Internacional, Política by reggio on 15 diciembre, 2008

Es bueno recordar que Obama proviene de una cloaca. La cloaca de la política estadounidense. En ese país, desde los tiempos de Al Capone y Elliot Ness, cuando se habla de “Chicago politics” o “Chicago ward (distrito) politics”, todo el mundo entiende que se está hablando de la peor clase de política: la de los lobbies, la del clientelismo, la de las maquinarias electorales, la de las coimas, la de los retornos y la de los negocios por debajo de la mesa. Todo eso mezclado con una dosis de folklore y otra de acostumbramiento. “Chicago politics” es como decir, no sé, “el aparato del conurbano bonaerense”.

Por eso no debió sorprender a nadie que esta semana el FBI arrestara al gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, al que todo Chicago llama cariñosamente Blago. Blago, un puntero del norte de Chicago, es el cuarto gobernador de los últimos cinco en ser procesado por corrupción, de los cuales tres recibieron condenas. El antecesor de Blago está en la cárcel por lavar dinero y cobrar coimas a cambio de contratos estatales. Se sabía que Blago venía siendo investigado por lo menos desde su reelección en el 2002 y sobre todo desde la detención de lobbista y empresario de bienes raíces Mike Rezko en el 2005. En ese juicio desfilaron toda clase de testigos que involucraron a Blago en toda clase de maniobras presuntamente delictivas. Fue casi un milagro que zafara esa vez, y desde entonces su popularidad había caído en picada hasta llegar a un mísero 13 por ciento de aprobación antes de ser detenido. Estaba para el cachetazo. Venía de apretar al dueño del Chicago Tribune con la amenaza de retirar la publicidad oficial si no echaba a su equipo de editorialistas.

Por eso el anuncio de la detención de Blago, que recorrió el mundo, no causó demasiada sorpresa en Chicago. Ni el propio Blago pareció sorprenderse demasiado y al día siguiente de pagar su libertad bajo fianza fue a trabajar a su oficina de Spingfield, capital de Illinois, como si nada hubiera pasado. O en realidad sí, hubo un cambio, porque Blago generalmente se quedaba en su casa en Chicago y gobernaba desde allí. La mayor discusión en los medios y los blogs locales no era sobre la culpabilidad de Blago, algo que se da por descontado, sino sobre el estado de salud mental del gobernador. Más de un columnista escribió que Blago debe estar loco para decir las cosas que dijo sabiendo que sus teléfonos debían estar pinchados por todo lo que saltó en el juicio de Rezko.

Por eso es bueno recordar de dónde viene Obama. Porque Obama fue uno de los principales asesores de Blago cuando éste fue elegido gobernador en 1996, después de 25 años seguidos de gobernaciones republicanas. Y porque después de Blago, el político al que más ayudó el reo Rezko fue precisamente Obama. Incluso Rezko le vendió a Obama su mansión en Hyde Park a un precio sospechosamente conveniente, al filo de la ilegalidad.

No por casualidad, como señala un artículo reciente del New Yorker, hay un bache notorio en las dos autobiografías que escribió el presidente electo, la primera publicada justo antes de su primera campaña política, la segunda justo antes de su primera campaña presidencial. Los textos cubren la esforzada infancia del joven Barack en Hawai e Indonesia, sus dos años como organizador comunitario en el chicago de los ’80, y después su actuación en el Senado norteamericano en los últimos seis años. Pero casi no mencionan la actuación de Obama en los ’90, cuando pasó de recién llegado a golden boy de la política local. Tampoco es casualidad que cuatro meses después de la publicación Obama haya bajado de su avión de campaña al autor del artículo.

Chicago Politics es así. Hoy un juramento, mañana una traición. La primera campaña de Obama es ilustrativa. Un congresista había tenido que renunciar por un caso de corrupción. La senadora estatal del distrito de Obama decidió presentarse a la elección para ocupar el lugar del congresista corrupto. Obama, entonces, juntó los apoyos de todos los jefes políticos del distrito para ocupar la banca de la senadora. En el lanzamiento de su campaña, el discurso principal lo dio la senadora, quien recomendó a Obama y puso toda su organización territorial a su disposición. Pero la senadora estatal, que no era una gran política, se las arregló para perder la elección para la banca del Congreso. Entonces lanzó una especie de operativo clamor para hacerse reelegir senadora estatal y le pidió a Obama que se bajase de su candidatura. Obama se negó. No sólo eso, sino que mandó a sus operadores políticos a revisar los avales de la senadora, que había tenido que anotarse medio a último momento. Típica chicana de Chicago politics. A la senadora estatal le faltaban un par de firmas, otras no estaban bien y la junta electoral la descalificó. Los operadores de Obama siguieron adelante y consiguieron descalificar por irregularidades a todos los rivales de Obama de la primaria demócrata, que en Chicago es garantía de triunfo en la general. Sin rivales, Obama se llevó la primaria y después la general fue un trámite. Así llego Obama a su primer cargo electivo. En Chicago es vox pópuli que esa elección produjo un quiebre entre el presidente electo y los viejos líderes negros, que se sintieron usados y luego abandonados. Muchos dicen que el incendiario discurso del reverendo Wright en el Press Club de Washington, que hizo tambalear la candidatura presidencial de Obama, fue una expresión de ese descontento, una pequeña venganza para recordarle de dónde viene y quién lo puso donde está.

La segunda campaña fue aún más ilustrativa. Ahí Obama entendió, entre otras cosas, que no es un candidato de la comunidad negra, sino a lo sumo un candidato multirracial. El ex pantera negra Bobby Rush, un ícono del sur de Chicago y veterano representante del distrito en Washington, venía de perder una elección de alcalde. Obama pensó que estaba débil y subestimó el apoyo que Rush mantenía en los barrios negros del sur de la ciudad. Con el apoyo de la coalición liberal de Hyde Park y la Universidad de Chicago decidió enfrentarlo en la primaria demócrata. Perdió por 31 puntos en una de las palizas más recordadas de los últimos tiempos en Chicago.

La tercera vez que Obama se presentó a una elección fue por la banca de Illinois en el Senado nacional. Obama se aseguró de contar con todos los apoyos y el financiamiento necesario y no se presentó hasta no estar seguro de que la popular ex senadora Carole Moseley Bown no se presentaría.

Es que en Chicago, más allá de las bromas por la suerte del pobre Blago, la política es cosa seria. Los jefes políticos de la ciudad mandan a sus punteros al Capitolio a foguearse como legisladores nacionales, antes de desembarcar en el Concejo Deliberante de Chicago, que es donde reside el verdadero poder.

Spingfield, la capital del estado, es poco más que una sucursal de la maquinaria política de Chicago, que sirve para negociar acuerdos con los republicanos y conservadores del sur de Illinois. Antes de ser elegido gobernador, Blago era un ignoto puntero del alcalde de Chicago.

Chicago tenía un Perón que se llamaba Richard J. Daley. Entre él y su hijo, Richard M. Daley, actual alcalde de Chicago, gobernaron la ciudad durante 40 de los últimos 53 años. Como Perón, Richard J. Daley murió en la cima del poder al sufrir un ataque al corazón cuando llevaba 21 años como alcalde de la ciudad. “El jefe Daley”, como todos lo llamaban, armó la maquinaria política de Chicago alrededor de sus capitanes de precinto. Según la biografía El Jefe, escrita por el legendario columnista Mike Royko, el jefe Daley era corrupto, racista, descarnado y cruel. Pero los republicanos nunca pudieron hacer pie en su ciudad.

Si Chicago tuvo a su Perón, entonces los llamados Independientes eran la Jotapé. El movimiento nació en los alrededores de la Universidad de Chicago de una alianza entre negros moderados y blancos progresistas, Creció con la campaña de Martin Luther King para registrar votantes en 1966 y más tarde con el movimiento político Operation PUSH, que Jesse Jackson lideró desde Hyde Park en los ’80 y ’90.

Al llegar a Chicago, Obama se alineó claramente con los Independientes. Fijó residencia en el multirracial Hyde Park y fue a trabajar para una respetada firma de abogados especializada en derechos civiles. Pero nunca descuidó su relación con el clan Daley. De hecho, la esposa de Obama, Michelle, trabajó para el hijo del jefe Daley como abogada de la ciudad. También está Rahm Emmanuel, futuro jefe de Gabinete del presidente electo, que es un viejo operador en el aparato del clan Daley. Y está Blago, el puntero de Daley hijo que Obama ayudó a llevar a la gobernación. Esto, a pesar de que el principal asesor de Obama, David Axelrod, le contó al New Yorker que él, Axelrod, rechazó trabajar para la campaña porque ya se sabía que Blago era un corrupto.

Obama se formó políticamente en Chicago. Ganó, perdió, especuló, jugó fuerte, hizo caja y se granjeó algunos enemigos. Demostró ser un gran político jugando de visitante y en cancha embarrada. Dentro de todo salió bastante bien parado, suficiente como para proyectar su figura a nivel nacional.

Pero lo que nunca hizo Obama fue romper con los viejos códigos gangsteriles que representan a Chicago tanto como la salchicha polaca. Eso no quiere decir que Obama sea un corrupto, o más corrupto que el político promedio. Sin embargo, tampoco puede sorprender que haya llenado su gabinete con veteranos del establishment. Ni que haya postergado en silencio sus planes para subirles los impuestos a los ricos. Ni que haya salvado a los bancos. Ni que haya mandado refuerzos a Afganistán.

El es un “líberal”, un progre norteamericano, de eso no hay dudas. Pero su estilo es moderado, pragmático, dialoguista, si se quiere oportunista. Por eso no habrá revolución en Estados Unidos. A lo sumo un progreso gradual hacia políticas más respetuosas del orden internacional y los derechos humanos. También es esperable un mayor control de los mercados financieros y fuertes inversiones en obras públicas y energía alternativa. Pero no mucho más. Obama eligió ser de Chicago y Chicago es como el musical. Simplemente, Chicago.

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Irak: la decimotercera hora, de Immanuel Wallerstein en La Jornada

Posted in Internacional, Política by reggio on 15 diciembre, 2008

El 27 de noviembre, el Parlamento de Irak votó 149-35 en favor de ratificar el Acuerdo para el Estatus de las Fuerzas (ampliamente conocido como SOFA por sus siglas en inglés) con Estados Unidos. Conforme se recogía el voto, el viceprimer ministro, Barham Salih, dijo según se le cita: “les recuerdo que en Irak las cosas no han ocurrido en la hora undécima sino en la decimotercera”. En otras palabras, el momento clave está aún por llegar.

¿Qué ha ocurrido en realidad? El Parlamento iraquí tiene 275 miembros. Los presentes en el momento del voto fueron únicamente 198. Quienes votaron en favor del texto fueron 149, apenas una mayoría de los miembros. Los 149 incluyen a los miembros de los dos más importantes partidos chiítas (el SCIRI y Dawa, el partido del primer ministro), los dos partidos kurdos y, lo que es crucial, los miembros del Frente Iraquí de Acuerdo (IAF, por sus siglas en inglés), de base sunita.

Fue crucial el voto favorable del IAF porque el gran ayatola Sistani había dicho que no respaldaría el acuerdo a menos que tuviera un “amplio” apoyo, lo que significaba que tuviera un sustancial respaldo sunita. Así que los sunitas tuvieron un gran poder de negociación con el primer ministro Maliki, cuyo futuro político pendía de lograr el acuerdo SOFA adoptado. El IAF obtuvo dos cosas de Maliki. Una fue que en julio de 2009 habría un referendo nacional relativo al acuerdo. La segunda es el respaldo sustancial que Maliki le está otorgando a los llamados “consejos de apoyo” en las tribus sunitas. Es decir, Maliki está ofreciendo a la vez un soborno y garantías contra futuras represalias a las tribus sunitas que han prestado ayuda a las fuerzas armadas estadunidenses el año pasado a cambio de asistencia material.

Maliki ha emergido como el gran ganador político y demuestra que es más hábil maniobrando políticamente de lo que la mayoría de los analistas esperaba. Miremos qué es lo que logró al pasar el acuerdo SOFA, que los iraquíes comienzan a llamar el “acuerdo de retirada”. Su primer logro fue mantener a raya a los sadristas [los seguidores de Moqtada Sadr] cooptando la estrategia sadrista –sacar a los estadunidenses de Irak haciendo un trato con los sunitas. Tanto SCIRI (el otro partido chiíta dominante) como los kurdos, refunfuñan por la posibilidad de que se esté cocinando una “dictadura” de Maliki con el asunto, pero no tuvieron otra que ratificar el acuerdo. Los sadristas han mantenido su postura de espera votando en voz alta contra el pacto.

¿Cuál es el pacto? Los elementos clave son el requisito de que las fuerzas estadunidenses abandonen todas las ciudades y poblados para junio de 2009, y que abandonen totalmente Irak para diciembre de 2011. Además, todas las acciones militares estadunidenses deben ahora estar coordinadas por adelantado con los iraquíes, y Estados Unidos no puede utilizar a Irak como base para atacar a sus vecinos (es decir, Siria e Irán).

¿Por qué accedió Bush? No tenía otra opción. La alternativa era que las fuerzas estadunidenses se volvieran ilegales después del 31 de diciembre de 2008 y todo el asunto quedara en manos de Obama. El gobierno estadunidense tenía tanto miedo de la reacción de su Congreso a los detalles del pacto que rehusaron difundir una versión en inglés del acuerdo antes de la votación. No querían que el público estadunidense discutiera el pacto antes de que el Parlamento iraquí votara.

Los términos del pacto contienen algo de lenguaje vago y los militares estadunidenses dicen que confían en su habilidad para interpretar su lenguaje del modo en que lo prefieran. Por lo tanto se dice que Bush consiguió un mejor arreglo que el plan de retirada de 16 meses propuesto por Obama. Pero esto no es verdad para nada. En realidad es peor. La propuesta de Obama era que las fuerzas combatientes estadunidenses se retiraran en 16 meses, pero no fijaba fecha alguna para las fuerzas de “entrenamiento”, dejando abierta la posibilidad de un estacionamiento indefinido de algunas fuerzas estadunidenses. El acuerdo SOFA hace que todas las fuerzas salgan para diciembre de 2011. Y fue Bush, no Obama, quien tuvo que firmar esto.

En la práctica todas las fuerzas estadunidenses se irán mucho antes de diciembre de 2011. Es aquí donde entra en juego el referendo. Éste se llevará a cabo en julio de 2009. Las fuerzas estadunidenses deben abandonar las ciudades y los poblados hacia junio de 2009. Si no lo hacen, con toda seguridad el referendo no pasará. Si cumplen, Maliki tiene todavía que ganar el referendo. Para lograrlo, tendrá que asumir una línea dura hacia los estadunidenses. Cualquier idea de que los militares estadunidenses podrán “interpretar” el lenguaje vago en su favor es una total ilusión. En cualquier caso, el referendo puede estar en aprietos, dado que Sistani expresó sus reservas después del voto parlamentario. Maliki sabe que si le otorga siquiera una pulgada a Estados Unidos, Moqtada Sadr estará esperando en las alas.

Así que Maliki tiene todas las fichas del asunto y Obama no tendrá ninguna. Obama tendrá que acceder graciosamente a las demandas iraquíes. Estas demandas escalarán, no se harán menores, conforme pasen los meses.

Y por cierto, los etíopes (los sustitutos de Estados Unidos en Somalia) acaban de anunciar que retirarán sus tropas para finales de 2008. Y el presidente Karzai de Afganistán anunció recientemente que quiere formalizar una fecha de retirada de las fuerzas estadunidenses y de la OTAN que se encuentran ahí. La sensación general en la región parece ser la de que no sólo es posible hablarle rudo a Estados Unidos. Resulta bien. Se acerca la hora decimotercera.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein

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